Descubriendo la verdadera historia detrás del mito

Maria Eugenia Cabral
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Prosigo con el relato respecto a lo acontecido con Luis Miguel en Argentina, y para ello necesito ubicarlos en tiempo y espacio. Finalicé la columna anterior contándoles que habíamos cumplido con lo previsto, inaugurando aquella espera 15 días antes de la fecha pactada para el concierto en Córdoba, por lo que finalmente había llegado el momento de ponerle el cuerpo a la situación. Con el cronograma en mano comenzamos a efectivizar los turnos previamente pactados, y en nuestra primera jornada ya se sumó un grupo formado por las chicas del club de fans “Simplemente Luis Miguel”, quienes ocuparon el tercer puesto de aquel acampe.

Cabe destacar que ésta fue la primera oportunidad en la que se nos permitió contar con una pequeña carpa (tienda de campaña), algo sumamente importante que nos ayudó a protegernos de las inclemencias meteorológicas, puesto que el verano vino acompañado de fuertes tempestades y torrenciales lluvias. Si bien estábamos literalmente en la calle (en la acera para ser más específica), aguardábamos a la vera de un portón que oficia de ingreso al centro comercial que alberga al estadio Superdomo Orfeo.

Todos los días emprendíamos un recorrido de aproximadamente 11 kilómetros para llegar al lugar, dato no menor si pensamos que el tiempo empleado entre la ida y el regreso se sumaba al turno que debíamos cumplimentar. Aquí deseo detenerme para destacar a una de las integrantes de mi grupo, Natalia, porque vive en las afueras de la capital y tuvo que viajar 70 kilómetros cada día. Miren lo que genera Luis Miguel, ¡Puro amor del bueno!

Por aquellos días quienes me siguen en las redes sociales se interesaron por saber en qué consistía aquella espera que bautizamos acampe, puesto que para muchos era totalmente impensado comprar un ticket sin una ubicación determinada. La pregunta del millón era ¿Por qué están ahí?, cuestionamiento más que lógico porque no habían tenido que vivenciar ninguna experiencia semejante.

Para dicha supervivencia debimos contar con una sombrilla, protector solar, un cómodo sillón y provisiones para afrontar aquellas largas horas de espera, y si necesitábamos visitar el toilette lo teníamos a disposición en dicho complejo (solo en horario comercial). Para hacerlo totalmente equitativo me ocupé de armar el cronograma con turnos que tuvieran la misma carga horaria, a veces nos tocaba desde el alba y otras veces hasta la medianoche. Algunas horas eran más difíciles que otras por falta de luz solar, ya que nos dejaba más expuestos a la inseguridad, pero María (la Chipi) era la más valiente porque se encargaba de cubrir el turno noche a partir de las 12:00 am.

Amenizábamos la espera con largas charlas que giraban en torno a quien nos había convocado, por lo que cada día hacíamos un viaje diferente al pasado recordando anécdotas vividas junto a él. Todas las allí presentes éramos fans con 37 años de trayectoria, así que imagínense si teníamos momentos por rememorar.

El aire olía a Luis Miguel, y si los transeúntes carecían de esa percepción lo podían deducir fácilmente porque hicimos propio el lugar ambiéntalo con banderas que expresaban nuestros sentir por este gran artista. Emocionaba recibir el saludo y los buenos deseos de quienes pasaban periódicamente por allí, o se tomaban el tiempo de detener su marcha para platicar con nosotras acerca de ‘El Rey’, con la única intención de conocerlo un poquito más a través de sus fans. Me conmovieron muy especialmente aquellos que, ante la intensa ola de calor, decidieron llegarse provistos de agua fresca para velar por nuestro bienestar. Y aunque la gran mayoría nos apoyaba y celebraba la pasión que nos motivaba a realizar ese gran esfuerzo físico, debíamos soportar ser cuestionados por una pequeña minoría que irrespetuosamente esgrimía improperios fuera de lugar porque no comprenden esta forma de vivir. Pero nada ni nadie podía opacar la felicidad que sentíamos ante la decisión de concretar un sueño más.

El uso de las nuevas herramientas tecnológicas, como la posibilidad de transmitir videos en vivo y en directo a través de una determinada red social, me ayudaron a palear aquel tiempo que a veces parecía detenerse. Me sentía acompañada por muchísimos fans, y agradecida por recibir tantas palabras cargadas de buena vibra y hermosos augurios desde los cuatro puntos cardinales del planeta. Sin dudas me inyectaban la dosis de energía que necesitaba cuando mi cuerpo me pasaba factura ante el agobio por las altas temperaturas. Compartir con ellos lo que allí se estaba viviendo fue una experiencia inolvidable.

Los medios de comunicación de Buenos Aires y de Córdoba, tanto de radio como de televisión, nos visitaban habitualmente para palpitar de cerca esta fiebre por Luis Miguel que no se vive con ningún otro artista. Aunque debo confesar que huyo de todo tipo de entrevistas porque no me gusta lo que veo y escucho en la prensa, recuerdo haber tenido una conversación sumamente grata con un periodista, la que se propició fuera del aire radial mientras esperábamos que habilitaran su entrada al programa. Se mostró muy interesado por constatar conmigo la veracidad de la historia dada a conocer a través de la serie de Netflix, y cuando se lo confirmé expresó palabras de admiración y solidaridad ante los difíciles momentos narrados en aquellos pasajes de su vida. Me contó una anécdota que surgió de una cena con su grupo de amigos y sus respectivos hijos adolescentes, merece aclarar que eran todos del sexo masculino, cuando trajeron a la conversación las series que habían visto o estaban viendo en Netflix. Por un momento nadie se atrevió a confesar que no se habían perdido ni un solo capítulo de ‘Luis Miguel, La serie’, hasta que su propio hijo le comentó a sus pares que la había visto y se las recomendaba. Cuenta que en ese instante los adultos se miraron, y que cuando uno de ellos tomó coraje para admitir que había sido un fiel espectador el resto lo secundó. Tal parece que, aunque los tiempos han cambiado, hay hombres temerosos de aceptar que tienen curiosidad respecto a la vida de este gran artista, y más aún profesarle admiración. Lamentablemente nuestra generación fue dominada por el machismo, tiempo en el que no estaba visto con buenos ojos que un hombre siguiera a un artista del mismo sexo. También debimos padecer burlas y múltiples ofensas dirigidas a Luis Miguel por parte de muchos detractores dentro del propio círculo de conocidos. Aunque en la actualidad debamos tolerar a algún desubicado, por suerte la sociedad ha madurado en este y muchos temas importantes por lo que existe más libertad en el sexo masculino para disfrutar del arte de Luis Miguel, y la prueba está en los conciertos donde podemos verlos copando al 50% de la audiencia.

Es tal el suceso de la serie que uno de mis ex compañeros de Universidad, quien siempre fue uno de esos insistentes detractores, me preguntó para cuándo estaba prevista la segunda temporada ya que había visto la primera y necesitaba completar la historia. Luego tuvo palabras de solidaridad hacia Luis Miguel por lo vivido, y les juro que mientras lo escuchaba atentamente me repetía una y mil veces “¡No lo puedo creer! estoy soñando”. No sé si seré capaz de transmitirles lo que esto significó para mí porque sufrí muchísimo su persecución, vivía cuestionando mis viajes para ver a Miky e intentaba convencer a mi familia para que me hicieran desistir de aquella locura (según sus ojos), y por supuesto no perdía oportunidad de burlarse de mi artista en mi presencia. Les juro que esto repercutió en nuestra relación de amistad, razón por la cual pasó a ocupar solo el lugar de colega. Como les comenté más arriba mi asombro fue tal porque él sacó el tema cuando coincidimos en un cumpleaños, y al descubrir en el brillo de su mirada y en el tono compungido de su voz que su concepto de Luis Miguel había cambiado me emocioné entrañablemente. Ahora sí se mostró comprensivo, conmovido, y deseoso por conocer la continuación de la historia de ‘El Rey’. Lo que ocurrió en él lo he visto en muchas personas, quienes se dejaron llevar por la infinidad de mentiras provenientes de la prensa amarilla, y ahora comprenden cuan equivocados estuvieron al prejuzgar a un artista sin conocer en detalle los sucesos de su vida.  Pero nunca es tarde para redimirse, enhorabuena por ellos porque están conociendo al gran ser humano detrás del inigualable artista.

Regresando al tiempo en que aguardábamos por la concreción de nuestro gran anhelo, les cuento que el calor agobiante ascendía en forma directamente proporcional al avance de los días, factor que amenazaba permanentemente con boicotearnos aquella espera. Pero claramente estábamos dispuestos a darle batalla y no nos dejaríamos vencer, ¿Cómo hicimos? Se los cuento en la próxima columna.

Continuará…

Euge Cabral

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