Carta a Luis Miguel
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Qué alegría poder ser testigo, una vez más, del fenómeno que provocas en el público. A comienzos de este año el mundo entero tenía sus ojos puestos en tu gran regreso a los escenarios que prometía devolvernos a la mejor voz latina de la historia, compromiso que cumpliste con un retorno apoteósico que no solo te coronó con el aplauso y la ovación del auditorio sino también con importantes nominaciones para diferentes premios en la industria de la música, y la conquista de nuevos records en tu carrera: estás a punto de batir tu propia marca de presentaciones durante un mismo año en el Auditorio Nacional, y lograste arrasar con las taquillas de todos los recintos, sin excepción, en cuestión de unas pocas horas.
Qué dicha, qué honor y qué privilegio verte tan bien, feliz y entregado haciendo lo que más te apasiona: cantar. Qué orgullo ver entre los asistentes a tantas generaciones unidas disfrutando y emocionándose con tu voz e interpretación. Gracias por permitir que afloren tus sensaciones, porque gracias a ello vemos a un Luis Miguel más desestructurado sobre el escenario, que se permite bendecirnos con sentidas improvisaciones que nos conmueven entrañablemente.
Cuánto valoramos esta serie maratónica de conciertos con la que seguro terminarás exhausto, exigencia que estás dispuesto a afrontar si te llevará a visitar muchas ciudades en las que miles de almas aguardan las caricias de tu voz. ¿Sabías que tu presencia logra abstraernos de la realidad? ¿Has podido tomar consciencia de que eres ese gran motor que nos impulsa hacia adelante? ¿Que cuando los problemas o el dolor invaden nuestra vida corremos a refugiarnos en tu voz? ¿Que no hay tempestad que pueda derribarnos si pensamos en que pronto saldrá ‘El Sol’? ¿Que nuestra felicidad lleva tu nombre? Con conocimiento de causa, luego de 305 columnas en las que compartí una infinidad de historias, puedo asegurarte que eres así de importante para tus fans; lo demuestran mis publicaciones con relatos de fuertes testimonios de personas que sufrieron abusos, pérdidas irreparables, terribles enfermedades, y desesperadas decisiones que fueron declinadas gracias a tu música. Los protagonistas de estas difíciles vivencias coincidieron en que fuiste su gran motivo para seguir viviendo. ¡Mira si tenemos razones para agradecerte!
Todo el esfuerzo que hacemos para adquirir los tickets en el marco de una literal batalla campal por alcanzar los mejores lugares, a veces sumado a un viaje de miles de kilómetros con tal de verte, se ve recompensado con creces cuando irrumpes en el escenario y nos honras con un repertorio que nos conduce al éxtasis. ¡Interactuar contigo es el sueño de todo fan! una mirada tuya, un beso, un apretón de manos, una sonrisa sensual, o una pícara guiñada de ojo justifican haber empeñado los ahorros de varios años o la mitad de nuestro salario. Y así como te ocupas de aquellos fans que no tienen los medios económicos para vivir estas experiencias y te encargas personalmente de hacerles llegar las invitaciones, sé que tu mayor preocupación es brindarnos lo mejor en cada una de tus presentaciones. Te he visto padecer de impotencia ante la imposibilidad de que tu equipo consiga lograr los niveles óptimos del sonido, y he sido testigo de importantes fallas que muchas veces pusieron en riesgo la continuidad del concierto. Pero claramente nunca te has rendido, la profesionalidad y el respeto que sientes por tu público te lleva a batallar incansablemente con este inconveniente. Quienes te queremos y conocemos sabemos que no es fácil para ti soslayar esta contrariedad, cuando toda la vida te has destacado entre tus pares por brindarle al público un nivel de excelencia que requirió al mejor equipo de profesionales. ¡No sabes lo que te comprendo! Pero cuando te veo tan angustiado y enojado (con justa razón) sufro a tu lado, porque entiendo esa necesidad de no defraudar a una platea que espera vivir un momento junto a ti como los que recuerda a lo largo de tu historia.
Por otra parte debo confesar que me da mucho coraje que haya gente que no entienda que tu profesión es ser cantante (aunque para la mayoría seas ese ángel salvador), y que por ende condene una ausencia laboral -cancelación o postergación- o algún descontento explícito en un concierto. ¿Apoco nunca tuvieron que faltar a sus empleos? ¿Jamás se enojaron con un compañero de trabajo por reiteradas ineficiencias? El que diga que no es así miente. Nadie puede criticar un proceder cuando somos seres humanos emocionales, fácilmente permeables por situaciones desafortunadas que a veces saca lo peor de nosotros. Y ante este mecanismo de defensa, ¿Quién tiene la potestad de declarar si es lo correcto o incorrecto?
Todos ven en ti al artista que se transformó en una leyenda viva, pero necesitan comenzar a descubrir al gran ser humano que llevas dentro, el cual, como cualquier mortal, tiene virtudes y defectos. Así dejarían de juzgar cada uno de tus actos, podrían comprenderte y hasta solidarizarse contigo. Difícil ¿no? ¡Pero no imposible!
Antes de finalizar quiero decirte que una de las tantas cosas que adoro de ti es que seas un niño encerrado en el cuerpo de un adulto. Me emociona que aún conserves las bellas cualidades de los bajitos, incluidos los berrinches que tanto me divierten.
Solo me resta decirte que tus fans te amamos infinitamente, que siempre respetaremos y aceptaremos cada una de tus decisiones, y que te acompañaremos en los tiempos de gloria como en los adversos. Quiero que sepas que nuestra prioridad es tu felicidad y bienestar, y que a diario se lo pedimos a Dios.
Con un orgullo imposible de describir con palabras, atentamente:
Tu fan que te quiere y admira desde hace casi 38 años.
María Eugenia Cabral (Euge)