La soledad, su eterna compañera

Maria Eugenia Cabral
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Ayer se celebró el Día Internacional del Fan, razón por la cual quiero desearles muchas felicidades y decirles que me siento dichosa de pertenecer a esta gran familia.

Los hechos no hacen más que demostrar que los fans de Luis Miguel somos únicos en el mundo, algo que suena lógico pensando en que debemos estar a la altura de este gran artista, quien además de ser extraordinario es inigualable. Sentimos de una manera especial, nos une a él un lazo de cariño inquebrantable, vivimos enamorados del amor y del romanticismo, y seremos eternamente sus incondicionales a pesar de que  surjan modas y con ellas diferentes propuestas musicales.

Estamos siempre dispuestos a hacer todos los esfuerzos necesarios, tanto económicos como físicos, con tal de disfrutar de esa voz capaz de abstraernos del mundo terrenal y en ello no hay distinción entre mujeres y hombres. En la actualidad los hombres se permiten dejarse llevar por lo que sienten a la hora de escuchar a este gran cantante y hasta se animan a expresarlo a viva voz. Para ellos el Rey se convierte en cómplice cuando se trata de conquistar a una mujer, y en muchas oportunidades es el primer testigo del comienzo de una hermosa historia de amor.

Hace algunos meses se contactó conmigo Jorge, originario de México -más precisamente de Puebla-, quien además de ser fan de Luis Miguel es periodista deportivo. A propósito de su empleo, quiero destacar el gran abanico de profesiones que tenemos los fans, tan diferentes entre sí, pero que a pesar de ello encontramos en esta pasión un punto de unión y de encuentro.

Jorge tiene una gran historia de vida que compartirnos y además, les cuento un secretito, está muy emocionado porque esta semana asistirá a un concierto del Rey, los dejo en su compañía:

 Cuando uno se da cuenta es, desde siempre, un fanático en espera de que la vida te destape toda esa inquietud por alguien, ¿Por qué? ahora verán.

Nací en 1984 y, desde que tengo uso de razón, he oído a Luis Miguel… mi vida ha estado rodeada de historias del mejor cantante del mundo. La que más recuerdo, según me cuenta mi mamá, es aquella en la que ella y yo –casi recién nacido- veíamos un programa de televisión en el que Luis

Miguel regaló una motocicleta y, en el preciso momento de hablarle a la fan ganadora, se escuchó frente a mi casa un grito que espantó a todo el vecindario, pues era mi vecina ni más ni menos la ganadora de esa moto.

A finales de los ochenta en mi casa había acetatos de Luis Miguel, los que no se bien quien compraba ya que sólo vivía con mi mamá, que no era fan, y con mi papá que mucho menos lo era. Esa fue una década en la cual me hubiera gustado vivir mi juventud, pero bueno, la recuerdo por la voz de Luis Miguel.

Me la pasaba escuchando el disco “Aries” siendo un niño, y la primera canción que dediqué fue “No sé Tú”, a una compañera de secundaria.

Mientras crecí seguí escuchando a Luis Miguel y, como me gustaba mucho su voz, me ocupé de adquirir todos sus discos. Aunque en esa época no sabía el por qué de muchas cosas, después entendí todo.

A mis 24 años, en el año 2008, me quedé sólo porque mis papás murieron. Inmediatamente me invadió un sentimiento de soledad, de depresión, algo que jamás había sentido en mi vida por ser hijo único. Siempre había sido muy afortunado por tener gente a mi lado, amigos y dinero, pero esta vez la vida me había arrebatado a las personas más importantes del mundo y me sentí sólo, triste y deprimido.

En cuanto a mis preferencias puedo contarles que toda mi vida me ha gustado el vino tinto y las rosas blancas, simbolismos que tampoco tenían un por qué en su tiempo y que ahora ya tienen respuesta.

En una de mis andanzas de meterme a los almacenes para ver discos, videos y revistas me encontré con el DVD “El Concierto”, el que daría nacimiento a una sana locura en mi vida, aunque confieso que en ese momento lo compré y sinceramente no lo vi.

Corría el año 2010 y, aún con los estragos de la soledad, conocí a una mujer que no sé si darle el título de amor de mi vida, pero sí fue parte también de mi encuentro virtual con Luis Miguel.

Ella pasó por mi existir fugazmente y yo, lamentablemente le aposté a lo complicado. Como consecuencia terminó yéndose de mi lado y nuevamente la soledad fue mi compañera y esta vez, más intensa que nunca.

Días antes de su partida, cerca de la media noche, tenía en una de ms manos una copa de vino tinto, un cigarro y en la otra el corazón roto, en mi rostro un mar de lágrimas y por dónde mirara cosas que me recordaban a ella.

Me dispuse al fin a poner ese DVD que meses antes había comprado y no me había dado la oportunidad de verlo, cuando de pronto… ¡Flash! Al comenzar a oír “Luz Verde” pensé: ¡Ah Caray! Aunque ya conocía la canción tuvo en mí otro efecto y mientras  transcurrió el concierto ya nada fue igual.

Inmediatamente después me dediqué a investigar más sobre él y al enterarme del concepto que tiene de la soledad me identifiqué de una manera muy fuerte.

Al otro día comencé a buscar más cosas del Rey y compré el disco “Vivo”, a la vez que continuaba buscando datos e información sobre su vida, y lo mejor de todo es que al voltear a mi niñez, ahí estaba acompañándome de alguna manera.

La elegancia de vivir, con sus justas dimensiones, son parecidas a las que tengo; el vino, las rosas blancas, la soledad y como resguarda su privacidad, en eso también coincidimos.

Me quedo con la frase: “La soledad es para mí necesaria, casi vital”, aquella que hizo estallar mi admiración por Luis Miguel. Esto coincidió con su llegada a mi ciudad, en marzo del año 2011, y las cosas que hice para ir a ese concierto escapan a la imaginación. Lo más sorprendente de todo (suele pasarnos a todos los fans de Miky) es que a mis amigos ya los había cansado y me habían dicho sin rodeos frases como: “Sí, vamos a tu casa pero no vayas a poner a Luis Miguel otra vez”, “Oye Jorge, siempre que subo a tu coche hay una canción de Luis Miguel sonando” o estando en mi casa, uno de mis amigos les dice al resto: “¿Qué quieren oír? Tenemos a Luis Miguel y a Luis Miguel… ¡Ah! Y a Luis Miguel”.

Debo contarles que luego de estas confesiones mis amigos me acompañaron a ese concierto y resultó que quedaron cautivados con la voz de El Sol de México y como si esto fuera poco, uno de ellos me ayudó a bajar, a las altas horas de la madrugada, un pendón promocional de un poste.

A Luis Miguel lo íbamos a conocer sí o sí, es de esas personas que son mágicas por todos lados, en su físico, voz y actitud. No soy gay, pero él es Único, no habrá, y me atrevo a decirlo sin miedo, nunca alguien similar.

Mi sueño y mi meta desde siempre ha sido ir a Venecia, Italia ¡De nueva cuenta Luis Miguel! Siempre me llamó muchísimo la atención el que tuviéramos manías similares (insisto, guardando las dimensiones) y entre más lo conozco, más coincidencias encuentro. Es grandioso sentir que me identifico con él en tantas cosas y es un gran honor para mí ser su fan.

Luis Miguel es una gran referencia en mi vida y de él he aprendido una infinidad de cosas, otra razón más para estarle agradecido. ¡Gracias Luis Miguel por existir! 

Jorge López

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