Chile, un reencuentro y la magia de Luis Miguel inmersa en el exquisito néctar de unas uvas

Maria Eugenia Cabral
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4 de Septiembre de 2012

Lo que sentimos los fans de Luis Miguel por este gran artista es el algo que no es de este mundo. Hablábamos el otro día con mi querida amiga Marthita Codó y coincidíamos en que la manera en que vivimos este sentimiento tan fuerte como inexplicable (o sí, pero jamás finalizaría de exponer las razones) no es terrenal. Por ejemplo, no me imagino haciendo una cola por días y a la intemperie para sacar un turno médico para un familiar, siendo algo que debería ser prioritario, seguramente lo haría si es de vida o muerte y no existiera otra opción. Tampoco atravesaría el mundo con tal de asistir a un evento regresándome de inmediato, pero si el fin es un concierto no lo dudo ni un instante. Sólo él nos motiva a realizar estas hermosas locuras, a viajar miles de kilómetros, a quedar en bancarrota y endeudados a largo plazo, pero eso sí, el balance final da por resultado un amplio superávit de momentos imborrables que le brindan a nuestro corazón una dicha y felicidad inconmensurable.

Ser fan de Luis Miguel es de las cosas más lindas que me ha tocado vivir, no imagino cómo sería mi vida sin serlo, pues seguramente no me sentiría una persona plena.

Miky es un ser sin igual, siempre me saca una sonrisa, un suspiro, una lágrima colmada de emoción y es mi mejor terapia en momentos tristes.

Pensar en lo que viví junto a él es sinónimo de momentos insuperables como inolvidables. Casualmente ayer paseaba por las tiendas de Orfeo Superdomo, lugar donde se presentó en el año 2010 y donde lo hará este año, y al ver una determinada mesita de un bar mi rostro se iluminó y no pude dejar de exclamar a viva voz, a mis acompañantes: “Ahh ahí me pinté las uñas con la finalidad de darle mi mano a Luis Miguel el 10 de noviembre de 2010, objetivo que logré”. Adoro sentirme una adolescente y él es el culpable de ello, cada vez que tengo la oportunidad de asistir a un concierto me hace revivir mis épocas de juventud y lo disfruto al máximo.

Hoy invité a Anita para que nos comparta su rica experiencia en Chile y mientras la leía, no pude dejar de compartir con ella esa frase donde declara que los fans resignamos lujos con tal de asistir a los conciertos de Luis Miguel, lugar en el que nos permitimos soñar y en el que le damos un shock de emociones a nuestra alma, quien ha esperado deseosa el momento de encontrarse por fin, cara a cara, con el dueño de sus más lindas caricias.

Los dejo con mi querida amiga, no se pierdan sus interesantes aventuras en suelo Chileno:

Si hay algo que siempre me deja sin palabras es reconocer que mi capacidad de asombro es superada una y otra vez si de Luis Miguel y de mí se trata.

A lo largo de estos años, más precisamente los últimos cinco, ni en mis mejores sueños hubiera presentido que todo lo que viví fuera siquiera posible.

En este tiempo en que decidí no evitar que la felicidad me atrape, he vivido cosas maravillosas, me he encontrado en las situaciones más risueñas que pueda recordar, y no me arrepiento de mi decisión, aunque cueste y relegue tal vez algunas cosas en pos de esta felicidad.

Algunos de esos momentos mágicos a los que hago referencia ocurrieron este último Febrero, cuando Luis Miguel decidió volver a Viña del Mar y comenzar con el festejo de sus 30 años de carrera musical. Ni bien supe que la presentación estaba confirmada entendí que ahí estaría, que no podía perderme semejante evento. De esta manera me puse en contacto con mis ángeles de la guarda, mis amigas fans de Chile, Paola Baghetti y Karen Novoa que me brindaron una ayuda inmensa para conseguir boletos y hospedarme. Es que el confort de un hotel queda en segundo plano si se quiere disfrutar de una gira completamente LuisMiguelera.

Siempre me gusta conocer algo de la ciudad donde Miky se presenta y es por eso que tenía pensado viajar unos días antes del concierto para poder visitar Santiago. Estaba en mis planes rentar un auto y recorrer lo máximo posible, así como también acercarme hasta el Valle del Maipo para conocer Ventisquero, la bodega y los viñedos que dieron origen a Único, ese maravilloso elixir que Luis Miguel eligiera para celebrarnos a nosotras, su fans, el más preciado de sus tesoros.

Sabía que muchas amigas de otros países también estaban dispuestas a no perderse este evento y en los días previos  me puse en contacto con varias de ellas. Mi sorpresa fue inmensa al confesarme Martha Codó y Lizbeth Chávez, amigas del club Contigo a la Distancia,  que estaban haciendo tratativas para visitar Ventisquero con la colaboración de la gente de Wine Mex, bodega que tanto acompaña el éxito de “Único” en el mercado de México, y que me tenían incluida en sus planes. Mi alegría era infinita, y saber que podríamos compartir algo tan especial la hacía aún mayor.

El viaje resultó una aventura de principio a fin, con todos los condimentos que nos hacen vivir las cosas de manera única. Fuimos de la partida Lucy, José Carlos y Luis Alberto, todos ellos amigos de Perú, del Club de fans Cómplices de Luis Miguel, Karen del club El Rey Sol de Chile y quien escribe. Tanto Martha como Lizbeth tuvieron que resignar esta posibilidad debido a inconvenientes que no permitían que llegaran a tiempo.

Arribar a los viñedos no fue tarea fácil, equivocamos el camino y ya sin posibilidad de ubicarnos con un GPS, tuvimos que orientarnos apenas con unos cuantos nombres garabateados en un papel. La gente de Ventisquero y el mismo José Miguel Montes, hermano de Aurelio Montes enólogo que trabajara junto a Luis Miguel en la creación de Único, fue quien nos orientó para poder llegar. Recorrimos caminos impensados y a medida que pasaba el tiempo y los kilómetros ni siquiera nosotros podíamos creer que con tan pocos datos y sentido de la orientación pudiéramos estar arribando. Fue muy amable la gente de la bodega al esperarnos a pesar del retraso.

Intentar ponerle palabras a nuestras sensaciones cuando atravesamos la tranquera que nos ubicaba dentro del fundo es algo, según mi parecer, imposible. Estábamos inundados de emoción, maravillados de tanta grandeza a nuestro alrededor y la historia apenas comenzaba.

Las banderas de Chile, México y Ventisquero ondeaban en los mástiles de la entrada, mecidas por el aire de los Andes e iluminadas por el sol del mediodía.

Nos esperaba un recorrido deslumbrante por todo el recinto con una guía que muy amablemente nos recibiera e invitara a descubrirlos. Hemos estado en el mismo lugar donde se presentara el vino e inmediatamente recordamos esas fotos, que tantas veces hemos visto, las de Luis Miguel impecablemente vestido con su copa en alto y una cautivadora sonrisa de satisfacción el día que pudo presentarnos uno de sus mejores caprichos materializado en vino. El broche de oro fue una excelente cata de los mejores exponentes de Ventisquero, “Único” incluido, de la mano de la enóloga de la bodega, quien nos compartiera jugosas anécdotas sobre cómo fueron elegidas las cepas y cuan costosa fue lograr la mistura que daría cuerpo finalmente a “Único”.

Regresamos a Santiago casi en éxtasis, sin poder creer lo que acabábamos de vivir, sabiendo que jamás lo podríamos volver a repetir, no de aquella manera, no con el mismo deslumbramiento en nuestros rostros, aunque todos deseábamos poder volver a repetir esa experiencia.

Aún faltaba lo mejor, habíamos  viajado a Chile para ver a Luis Miguel sobre el escenario de la Quinta Vergara después de 18 años.

Apenas arribado a Viña y luego del check in de rigor en el hotel, nos fuimos a disfrutar de un rico café mientras preparaban nuestra habitación, debíamos encontrarnos con Euge de un momento a otro y ese encuentro sucedió de la manera más sorprendente, como casi siempre sucede entre Eugenia y yo, pues ella apenas entraba en Viña y nos vio sentadas en una cafetería disfrutando del sol de la mañana y prácticamente se lanzó del auto al vernos. Traía su pase de prensa y nos contaba lo maravilloso que se veía el festival desde adentro, acababa de visitar el lugar de acreditaciones y traía esa gran presea al cuello que cuidaba como el oro.

Entrar a la Quinta Vergara fue algo sorprendente, debo decirles que el recinto está sumergido en medio de una montaña, por llamarlo de alguna manera, y que entre las ubicaciones de galería puede verse la piedra que forma las paredes del lugar. Se siente como entrar en el centro mismo de la tierra, es una sensación tan particular que no quería dejar de contárselas.

El escenario era imponente, jamás había visto algo tan .. tan… tan..y no encuentro las palabras que cuadren con la descripción de la majestuosidad que pretendo narrarles, sin sonar como campana!

El lugar estaba repleto y la gente con una expectativa de ver a Luis Miguel que creo superaba la mía propia. Todo el conjunto de gente, escenario, luces, artistas, brindaban un ambientazo inmejorable para la noche que estábamos por vivir.

Luis Miguel salió al escenario envuelto en una catarata ensordecedora de aplausos, estaba siendo recibido de la manera a la que sólo a un rey se la recibe. Podía sentirse el amor, la admiración y las ansias que el público de Chile tenía reservadas solo para él. El concierto fue maravilloso, Luis Miguel nos regaló lo mejor de su voz y de su arte. Subió al escenario dispuesto a que jamás olvidáramos esa noche y déjenme decirles que lo logró. Nunca voy a olvidar la emoción y el orgullo que nos causó ver a Miky recibiendo los galardones que el público chileno tenía preparado para él. Las palabras que nos obsequió fueron tan profundas y sentidas que nosotros, que sabemos lo íntimamente reservadas que tiene las emociones nuestro artista, comprendimos en ese momento la magnitud de lo que estaba sintiendo y cuan conmovido estaba. Cada vez que emprendo la locura de estos viajes llega en alguna ocasión “el instante preciso”, y ahí estaba una vez más ese momento. Es ahí cuando entiendo por qué decidí vivir mi admiración de esta manera, por qué, a pesar de todo, vuelvo a intentarlo cuando muchas veces me pregunto si en verdad vale la pena tanto sacrificio. Es justamente en momentos como este “en que sé”, que ni el mejor vestido, ni el más suntuoso de los autos, ni el añillo mas resplandeciente puede llegar a brindarme siquiera una pizca de la emoción que siento cuando veo a Luis Miguel sobre el escenario. Ni en sueños puedo sentir tan intenso, nada se compara con cruzar una mirada con sus ojos, sentir la calidez de su mano apretando la mía.

De esta manera es como vivo esta pasión y en verdad no encuentro otra, he descubierto que no puedo, que por más que quisiera no podría.

Estamos viviendo el comienzo de una nueva gira, The Hits Tour empieza a rodar y sé que me esperan momentos maravillosos por vivir siguiendo el embrujo de una voz, unos ojos y una piel. Una vez más me encuentro dispuesta a recibir a la mayor de mis alegrías de la manera en que quiera presentarse y es algo que siempre estoy dispuesta a compartir, porque sin mis amigos fans nada sucedería de la manera en que suele ocurrir, la magia no sería completa.

Los invito a que a se dejen llevar por sus emociones, que se permitan vivir este Tour de la manera más ingenua, dejando libres todas sus sensaciones. Abran su corazón y apuesten a dejarse llevar por esta magia, sé que no se van a arrepentir y a lo mejor ustedes también descubran que el asombro es una constante que está siempre en movimiento y que no tiene límites.  Anímense, pongan el corazón en función de sus sueños, les puedo asegurar que es maravilloso.

Ana Freijo

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