Tu voz me acaricia el alma

Maria Eugenia Cabral
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20 de marzo de 2012

La luz del nuevo día, de aquel viernes 9 de marzo, me sorprendió despierta deseando que llegara rápidamente el momento de reencontrarme nuevamente con mi Sol.

Me alisté temprano ya que Beatriz pasaría a buscarme para llevarme de paseo.

Me quedé admirada de lo inmensa, pintoresca y bella que es la ciudad de São Paulo. Tiene un diseño arquitectónico exquisito, ya sea en las casas antiguas como en las contemporáneas.

Al mediodía disfrutamos de un rico almuerzo y de una amena charla en un restaurante maravilloso. Bea, luego, debía realizar algunos trámites impostergables así que me dejó en manos de su hija y su mamá, quienes continuaron el itinerario hacia el shopping más distinguido de la ciudad.

En la tarde decidí regresar a la calidez de mi habitación para descansar un ratito antes de prepararme para el concierto.

Alrededor de las 20 horas ya estaba lista y ansiosa por partir, pero no era la única, alguien más estaba deseoso por ir en busca de su dueño: mi oso, el cual había sido mi compañero de viaje desde Córdoba.

También tenía listo mi cartel, aquel que con mucho amor había realizado unos días atrás, con el objeto de que Luis Miguel supiera que ahí estaría presente. La frase decía: “Tu voz me acaricia el alma” en color negro y debajo, en rojo, “Sexenio”.

Mi corazón presentía que este concierto no iba a ser uno más porque no dejaba de latir aceleradamente, mientras esperaba que pasaran por mí.

Beatriz también llevaba algo, un ramo precioso de rosas rojas, con la intención de agasajar a Miky.

Por fin llegó la hora y nos dirigimos al Credicard con una sonrisa que no podíamos desdibujar de nuestros rostros, y con el corazón hinchado de tanta alegría.

Habíamos quedado en encontrarnos, en el ingreso al lugar, con Crissjordão Souza y Tathiana Salton, dos fans que conocimos en Las Vegas el año pasado. Fue hermoso compartir esta velada especial con ellas, la que luego quedaría para el recuerdo, convirtiéndose en una de las mejores noches de mi existencia.

Al dirigirnos a nuestros excelentes lugares se acercó a saludarme Edilaine Bernardo, una fan encantadora, a quién tuve el honor de conocer esa noche.

En el aire se respiraba emoción, pasión y felicidad por el encuentro que tendríamos en minutos. Por tal motivo Bea pidió champagne, pues la ocasión lo ameritaba.

Luis Miguel se hizo esperar, no por nada es el Rey, y como adoro hacer sociales aproveché este tiempo para conocer la historia de una señora, de edad, que tenía delante de mí en primera fila. No sólo me llamó la atención por lo bella y elegante sino el que estuviera sola. Me comentó que había viajado 2000 kilómetros exclusivamente para asistir a los conciertos ¡Me morí de amor! 

Una vez más confirmé la calidad y la diversidad de fans con los que cuenta este gran artista.

Previo brindis entre amigas comenzó el show, alrededor de las 22:30 horas, y una vez más Luis Miguel se apoderó de todo nuestro ser. Ya tenía en mis manos el cartel, sólo debía considerar un pequeño detalle, necesitaba juntar coraje para elevarlo en alto. Les confieso que si hay alguien que me intimida, y mucho, ése es el señor Luis Miguel.

Recuerdo que estaba cantando “Con  tus besos”, cuando se dirigió hacia el lugar dónde estaba, muy decidido a recibir el  cariño de sus fans. En ese momento respiré hondo y me dije: “Euge, es hora de que sepa que estás aquí”. Tomé el cartel y lo desplegué sobre mi cabeza (pese al pedido de los guardias de que nos sentáramos) esperando a que él se percatara y lo leyera.

Mi cuerpo, mientras aguardaba, no podía dejar de temblar por la profunda emoción que albergaba. En un momento observo que se fija en el cartel y mientras canta se concentra en leer el mensaje. Al finalizar la lectura abre grande esos ojos verdes junto a un gesto de ¡wow! e instantáneamente baja la mirada para buscar quién estaba debajo de ese cartel. No puedo explicarles lo que sentí cuando me encontré con sus tiernos ojos, es algo indescriptible, incapaz de poderse transmitir en palabras. Atiné, como siempre, a gritarle repetidamente mientras él me sostenía la mirada: “Te quiero, te quiero, te quiero”, a lo que él respondió con una sonrisa, señalándome y bajando su cabeza en señal de reverencia. Simplemente me derretí y abrace a mi cómplice amiga Bea.

Más adelante le tocó el turno a mi bandera Argentina. Miky estaba cantando magistralmente el tango “El día que me quieras”, canción más que representativa de mi país, razón que me dio pie a buscar mi bandera y a mostrársela. Él la vio y no tardó en señalarla. ¡Cuánto orgullo sentí por mi patria! sobre todo por nuestro recordado Carlos Gardel.

Otro momento especial, que atesora mi corazón, se lo lleva una de mis canciones favoritas: “Por debajo de la mesa”. Cuando estuvo cerca, mirando directo hacia mí, tuve la suerte de que interpretara el siguiente fragmento de la canción: “Y es que no sabes lo que tú me haces sentir….”. Aproveche la ocasión para transmitirle, con gestos, que exactamente esas palabras expresan lo que siento, llevándome las manos a mi pecho y señalándolo mientras se las cantaba. Me dejó sin aliento su respuesta porque entendió perfectamente lo que intentaba decirle, y me regaló otra sonrisa y otra mirada cómplice.

Juro que pensé por un instante que había muerto porque estaba en el paraíso mismo.

Algo que deseo rescatar es que esa noche, a causa de lo que había ocurrido el concierto anterior, la seguridad estaba más que exigente y no nos dejaban ni siquiera pararnos en nuestros sitios y mucho menos acercarnos a Luis Miguel. Y por si esto fuera poco, en el borde del escenario, estaban los equipos de sonido y de luces, uno al lado del otro, razón que imposibilitaba a Miky pararse para llegar a sus fans si quería recibirles algo o saludar de mano. En un momento lo noté muy ofuscado, ante esta situación, por lo que decidió acercarse a su guardaespaldas para decirle algo al oído. Claramente el mensaje era que quería acercarse a sus fans, tener contacto, cosa que no estaba ocurriendo por la alta seguridad en el lugar. Pude escucharlo desde dónde estaba que le dijo en el final de la frase: “Now, now, now”. Desde ese instante hubo cambios en las directivas y a pesar de que se continuó cuidando el orden se mostraron más flexibles. ¡Gracias Luis Miguel por pensar en nosotros!

En una de las oportunidades lo vi luchando con los obstáculos pero, así y todo, lo logró y recibió un regalo que le acercaron las chicas del Fan Club “Encanto Mexicano”. Ahí fue cuando tomé a mi oso y esperé pacientemente se acercara a mi sector. Cuando llegó intenté ir hacia adelante (estaba en segunda fila) y uno de los guardias me dijo sin rodeos que no iba a dejarme avanzar. Quise morirme, le mostré la parte de atrás de la vestimenta de mi oso (con los colores de mi bandera) para que me comprendiera mejor, e intenté hacerle entender que había viajado una gran distancia para hacerle llegar este obsequio a Luis Miguel. Cuando por segunda vez se negó a dejarme pasar, uno de los guardias del escenario le gritó que me dejara continuar camino ¡Qué alivio! Había una persona sensata entre ellos. Le di las gracias y me dirigí a cumplir mi objetivo. Al llegar se lo ofrecí levantándoselo en el aire, él lo vio de inmediato y lo tomó en sus manos. Mientras lo abrazaba, sonreía, y otra vez me gané su atención. Cuando sus ojos se encontraron  nuevamente con los míos le dije “Te quierooo” y le lancé un beso al aire con mis manos. Intenté confesarle, en ese corto tiempo y acudiendo al lenguaje de mi mirada, cuán importante es él para mí.  Creo haberlo logrado luego de tantos “te quiero” ¿no creen?

Me agradeció todo con un fuerte apretón de mano y, moviendo sus labios, algo me dijo. No me pregunten qué, porque nunca fui buena para entender el idioma de las señas y mucho menos para leer tremendos labios en el marco de esta especial situación de éxtasis. Pienso que por lo breve fue un “Gracias”, ahhh ¡lo adoro!

Inmediatamente después regresé a mi lugar, como niña obediente que soy, ya que la seguridad había hecho una excepción conmigo. Desde allí pude observarlo cargando aún mi peluche, y en mi estado de shock, imaginé que estaba viviendo un sueño del cuál no quería despertarme.

No podía dejar de pensar que había miles de almas deseando que Luis Miguel les obsequiara una sonrisa, una dulce mirada o el roce de su suave piel, ese contacto directo que nos permite saber que es de verdad, de carne y hueso, y que esa noche había sido la afortunada de contar con estos hermosos gestos de cariño de su parte.

Quiero destacar especialmente la entrega que Luis Miguel está teniendo con su público. Aquí, como está sucediendo en otras partes del mundo,  no dejó de recibir todos los presentes que sus fans le acercaron (que fueron un centenar) y de estrechar cada mano que le ofrecían en signo de saludo. Cabe aclarar que no dedicó una parte del show para interactuar con su público, sino que lo realizó desde que ingresó al escenario hasta el último segundo antes de su partida.

Fue un concierto espectacular, Miky está interpretando tan sentidamente cada una de las canciones que es un deleite absoluto escucharlo. Fue grandioso tener a mi lado a Beatriz y a CrissJordão para vivir este sinfín de emociones y disfrutar a este hombre dueño de un don especial.

Les cuento que Bea pudo hacerle llegar su ramo de rosas y por primera vez tuvo la fortuna de saludarlo de mano.

No podíamos pedir más, imposible que nos hubiera ido mejor.

Salir del lugar fue complicado para mí, lo hice literalmente levitando, pues me sentía en las nubes.

En el hall de ingreso me encontré con Amélia Ribeiro y Felipe Oliva del fan club “Luis Miguel Pro Brasil” y Mara Iovanovischi. Un placer poder conocerlos y compartir un momento con ellos. Todos estábamos radiantes de felicidad por lo vivido y no dejamos de comentar lo agradecidos que nos sentíamos por la entrega total de Luis Miguel.

Después de la foto de rigor, al lado de la publicidad del show de Luis Miguel en Brasil, y de saludar a muchos amigos fans en la puerta,  con un dejo de nostalgia porque todo había llegado a su fin, nos retiramos a cenar con Bea.

En el camino, como en la comida, no pudimos dejar de revivir cada instante e inevitablemente nuestras caras se iluminaban de dicha y felicidad.

Cuando regresé a la soledad de mi habitación me costó conciliar el sueño. Mi mente repetía una y otra vez los momentos inolvidables que había vivido con mi Rey y por ende las lágrimas, fruto del cúmulo de sensaciones, no se hicieron esperar. Había sido la noche perfecta y cuánto me hubiera gustado vivirla con mis queridas compañeras de aventuras, quienes esta vez no pudieron acompañarme.  Luego suspiré, cerré mis ojos y agradecí a Dios por bendecirme con este viaje.

El día sábado viaje con Beatriz y su esposo a su finca, a unos 220 kilómetros de la ciudad. Al llegar me encontré con un lugar de ensueño, en el medio de la nada, ambientado con el sonido del agua correr y de los pájaros.

Almorzamos con vista al lago, propiedad de la familia, y  luego nos dispusimos a visitar la huerta, los animales, y el resto de las instalaciones. Por la tarde tomamos una reparadora siesta con el sonido relajador de una típica lluvia torrencial de verano.

En la noche viajamos unos 25 kilómetros a un pueblito muy pequeño llamado “Cuhna” donde celebramos una cena de despedida.

El domingo a primera hora nos encontró en la carretera viajando hacia el aeropuerto de São Paulo. ¡Todo pasó tan rápido y tan mágico a la vez!

Ya en el avión mi mente no podía dejar de recrear todo lo acontecido, fue tan lindo y fuerte, que se me complicaba volver a la realidad cotidiana.

Aún hoy no puedo evitar perderme, en algunos momentos del día, en mis recuerdos de esa noche e intentar grabarlos a fuego en mi corazón y en mi mente para siempre.

Gracias Luis Miguel, una vez más, por brindarte a tus fans de cuerpo y alma. Gracias por tu cariño, por tu dulzura, por tu simpatía, por tu profesionalismo. Gracias por hacernos sentir tan dichosos, tan orgullosos de ti.

Un “gracias” inmenso a los fans de Brasil por su recibimiento, por su afecto, por su calidez y uno muy especial a mi amiga adorada Beatriz y a su familia por todo lo que hicieron por mí, los llevo en mi corazón eternamente.

Luis Miguel……contigo me sigo encontrando en mis sueños, ese único lugar donde te tengo sólo para mí, hasta que Dios decida cuándo y dónde será nuestra próxima cita.

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