La convención internacional de fans de Viña del Mar

Maria Eugenia Cabral
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28 de febrero de 2012

El día 19 de febrero comenzó mi increíble aventura, que me llevaría a reencontrarme con Luis Miguel y con mis mejores amigas fans.

Desde distintas latitudes, comenzamos a viajar una a una, hacia lo que decidí llamar “La Convención Internacional de Fans en Viña del Mar”.

Las primeras en llegar fueron Carolina Ávila desde Las Vegas, Marthita Codó y Lizbeth Chávez desde mi amado México. Allí estaba nuestra gran amiga Paola Baghetti para darles la bienvenida a su país natal.

El sábado 18 de febrero, en vuelos diferentes, se hicieron presentes Anita Freijo desde Argentina y Lucy Gómez Sánchez desde Perú.

El saberlas allá, todas reunidas ya celebrando, despertó en mí la necesidad imperiosa de partir rumbo a tierras chilenas cuanto antes.

Amanecí el domingo con las ilusiones a flor de piel y me dispuse a emprender mi largo, pero maravilloso, viaje hacia la ciudad de Viña del Mar.

Indefectiblemente, en mi viaje de ida, tuve que hacer una parada en la ciudad de Mendoza, para pasar la noche y recuperar energías para continuar. Allí tuve el agrado de conocer a una fan argentina, Silvana Melonari, quién amablemente se acercó hasta donde me encontraba para conocernos y fundirnos en un caluroso abrazo.

Al día siguiente, a primera hora, continué viaje hacia la ciudad de Talagante, lugar donde haría otra parada para compartir tiempo con una entrañable amiga.

No puedo explicarles con palabras, lo que mis ojos contemplaron al momento de cruzar la Cordillera de los Andes. Uno ve la mano de Dios en cada una de las postales que el paisaje nos ofrece.

Al realizar los trámites en la Aduana, pasamos por el típico registro de equipaje y aquí tengo una anécdota que contarles. La señorita que controlaba el tráfico de alimentos vegetales como animales, quiso que le abriera una cajita que traía sellada. Aquí descansaba mi libro, contenedor de mis columnas impresas, envuelto en un film especial para evitar que se dañara. A la oficial le llamó poderosamente la atención, y me ordenó dejara al descubierto lo que llevaba dentro. Vieran su expresión de sorpresa cuando por fin comprobó de lo que se trataba y no pudo evitar preguntar si yo misma lo había escrito y para quién iba dedicado. Su asombro fue aún mayor cuando le dije que efectivamente eran columnas mías dedicadas a Luis Miguel.

Cuando estaba subiéndome a mi auto, para por fin transitar por las carreteras de Chile, me hizo una nueva pregunta (se había quedado pensando): “¿Cómo harás para entregarle a Luis Miguel tu libro?”  Me reí y le respondí: “no es tarea sencilla pero voy a lograrlo, aún no sé exactamente el cómo ni cuándo”.

Continué viaje con una sonrisa y feliz de estar en mi Chile querido.

Por la tarde llegué a lo de mi amiga Paulina Marín, quién me recibió de lo mejor en su casa.

Nos habíamos conocido por Internet hace algunos años, como me ha pasado con muchas otras fans, pero aún no habíamos tenido la oportunidad de conocernos en persona. Así que imagínense la felicidad de poder mirarnos a los ojos y darnos un interminable abrazo.

Al día siguiente emprendí la última parte de mi viaje, que me llevaría a mi destino final: Viña del Mar.

Alrededor del mediodía al fin todos mis sentidos se dejaron encantar por ese lugar tan bello, pintoresco, que por aquellos días gozaba de una cualidad extra, puesto que ya se respiraba en el aire la magia de Luis Miguel.

Lo primero que hice al llegar, fue dirigirme al hotel Sheraton en busca de mi acreditación para el Festival.

Este trámite fue muy rápido, y gracias a Dios que fue así, porque mis amigas Karen Novoa de Chile, Lucy y Anita estaban ya esperándome en el hotel.

Tenía la sensación, a estas alturas, que cada minuto que me separaba de este encuentro era eterno, y mi GPS no contribuía en lo más mínimo en allanar mi camino, todo lo contrario, me llevó hacia otro lado.

Con nuevo rumbo en el bendito aparatito, camino al hotel, más precisamente a una cuadra de allí, mis ojos divisaron a mis amigas en un bar. Me lancé del auto y corrí hacia ellas.

Uf! Cuantas emociones juntas. Volver a ver a Lucy y Ana fue espectacular y qué puedo decirles de poder abrazar a Karen, quién hace 7 años que conozco y recién en ese instante pudimos concretar el sueño de estar frente a frente.

Costó separarme de ellas, pero esto sólo fue para registrarme en el hotel, porque ya luego por 48 hs. disfruté de cada una de ellas al máximo.

Realizados los trámites de rigor partimos a almorzar, momento en el que compartimos una inolvidable charla que se extendió por 3 largas horas.

Más tarde tuvimos el dato fiel de que Miky estaba por llegar al aeropuerto de Torquemada en Con Con, y por supuesto que ahí debíamos estar presente para darle la bienvenida.

Teníamos poco tiempo, así que nos dispusimos a salir rápidamente.

El GPS de Anita, que parece que se había puesto de acuerdo con el mío para hacernos la vida imposible, al obviarnos un giro a la derecha, nos recalculó el trayecto con 14 kms. de más.

De camino, al tomar cuenta de que no llegábamos a recibirlo, decidimos cometer una infracción, pero que la causa bien lo valía y giramos en U para encontrarnos con la salida que no habíamos tomado. A pesar de acortar distancia, de esta manera, no conseguimos ganar tiempo porque íbamos a paso de hombre, sí, literalmente fue así, hasta nos dieron ganas de bajar del coche y correr hacia el aeropuerto.

Nuestras amigas extranjeras, que ya estaban allá, no dejaban de llamarnos al móvil para preguntarnos dónde estábamos porque Miky no tardaba en aterrizar. Los nervios se apoderaron de nosotras, pero ya no estaba en nuestras manos el llegar a tiempo, sino en manos de los automovilistas que conformaban la larga fila que nos detenía en el camino.

Cada vez, que el telefonito sonaba, mi angustia se acrecentaba, pues temía lo peor: el que Luis Miguel ya hubiera llegado y nosotras a kms. del lugar.

Por suerte logramos llegar al cruce, retomamos el camino correcto y pisamos un poquito el acelerador para acortar tiempos.

Al llegar al aeropuerto nos encontramos con que no estábamos solas, parece que la noticia había corrido inmediatamente y un centenar de periodistas aguardaban la tan esperada llegada del “Sol de México”.

Al bajar del auto nos fundimos en un fuerte abrazo con las fans de México, Chile y Las Vegas, acompañando este momento con muchos gritos de alegría, logrando así despertar la curiosidad de la prensa chilena, quienes se acercaron a entrevistarnos.

En mi caso, como llevaba mi libro “Diario de una Fan” con mis columnas publicadas en Sexenio, se interesaron por saber qué era, para quién era y me pidieron que se los mostrara para las cámaras. Fue muy gratificante para mí contarle a los medios que en esas hojas estaban reflejadas las vivencias de los fans y por sobre toda las cosas, el cariño, gratitud, admiración que sentimos por Luis Miguel.

Al entrevistarnos sus caras evidenciaban un gran asombro, al saber que éramos fans de diferentes partes del mundo y que habíamos viajado exclusivamente para acompañar a Luis Miguel en su regreso, tras 18 años de ausencia, al escenario del festival más importante de Latinoamérica.

Su horario de llegada era 20:12 pm pero, como todo un Rey, se hizo esperar, así que nuestras amigas de México, Chile y Las Vegas no pudieron quedarse, porque tenían otros compromisos. Así que nosotras cuatro (Anita, Lucy, Karen y yo) decidimos aguardar la cantidad de horas que sean necesarias con tal de darle la bienvenida.

Cada avión que aterrizaba provocaba un revuelo entre los periodistas y nuestros corazones se aceleraban. Mientras tanto, nosotras en medio de la oscuridad, muertas de frio, esperábamos solitas al lado del ingreso al aeropuerto, en un lugar preferencial lejos de los medios, ya que les habíamos demostrado a los carabineros que somos fans muy tranquilas, respetuosas y que sólo queríamos que él nos viera, que supiera que lo estábamos esperando.

A las 22:49 hs exactamente aterrizó su avión privado y con él nuestras pulsaciones se dispararon a niveles altísimos, ya que comenzábamos a respirar su mismo aire.

Esperamos unos 40 minutos más, los que empleó para hacer los trámites pertinentes de Aduana, cuando al fin lo vimos salir en su auto y emprender su retirada hacia el hotel que lo albergaría esos días en esa bella ciudad.

Nos sentimos muy afortunadas de ser las únicas personas cerquita de la salida que utilizaría Luis Miguel. Toda la prensa estaba abarrotada, a unos 50 metros, con los carabineros impidiéndoles el paso. Claro que se nos había hablado respecto a cómo debíamos comportarnos, y sobre todo se nos hizo hincapié en que por favor no nos abalanzáramos al vehículo de Miky, cosa que cumplimos a la perfección. Tan sólo espero que haya podido escuchar nuestros gritos de bienvenida en medio del caos que se armó al salir.

Nos quedamos viendo como su auto se alejaba con su seguridad, deseando con todo el corazón que la Virgencita lo protegiera, ya que la prensa salió detrás de él de una manera audaz y peligrosa.

Regresamos cansadas a cenar, pero aún nos esperaban más emociones. Nos acompañaron las chicas del Fan Club “El placer de admirarte”, quienes son unas personas encantadoras, empezando por Elizabeth, Amanda, Claudia, Solange, Silvana, Ruth y Marcela. Gracias a todas por hacernos sentir como en casa y por compartir este momento inolvidable.

El nuevo día no se hacía esperar e iba a estar cargado de infinitos momentos conmovedores, así que nos retiramos a descansar con la ilusión de que lo mejor estaba por llegar: tendríamos por fin frente a frente al Rey de nuestros corazones.

Continuará… 

Euge Cabral

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