Directo al Corazón

Maria Eugenia Cabral
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26 de febrero de 2011

Comienzo a typear las primeras letras de mi columna, y aún no me lo creo.
Todo ser que me conoce, sabe que soy muy soñadora, que no concibo la vida sin tener metas, sueños por cumplir y por los cuales luchar. Fue sin lugar a dudas ese espíritu inquieto y hambriento de aventuras el que me llevó hace unos días a aceptar ésta invitación (¿o tentación?) a la cual caí rendida al instante: hablar sobre Luis Miguel.

Déjenme decirles que para mí es un honor y un placer hablar de una de las personas más importantes de mi vida, aquel que dejo una huella en mi corazón que jamás podrá borrarse. Cada vez que hablo de Luis Miguel, me invade un orgullo inmenso; no sé si sea su fan número uno, no porque no lo sienta así (¿quién no quisiera tener ése título?) sino porque los fans de Luis Miguel somos una gran familia, y aquí no se disputa ningún puesto.

Jamás voy a olvidar ése día del año 1982 (intenté recordar al menos el mes, pero me fue imposible: 29 años es demasiado tiempo ¿no creen?), cuando salimos de paseo en familia: mi mamá se bajó en una disquería, y vino atesorando entre sus tiernas manos el regalito que cambiaría el resto de mis días. Wow! vaya sorpresa, era el cassette de Luis Miguel titulado “Directo al Corazón”. Fue amor a primera vista, me enamoré profundamente de esa voz dulce, afinada, con unas letras increíbles para la época que vivíamos. En ése entonces yo era una niña de tan sólo 8 añitos, muy romántica, vivía enamorada, y no crean que cambiaba de amor todos los días eh!, mis amores duraban un año, o al menos la época escolar. Por aquellos tiempos, acá en Argentina había varios programas infantiles como aquel famoso “Cantaniño” y la verdad, nada lograba atraparme, cautivar mi corazón, pero Luis Miguel lo hizo, y de qué manera…para siempre!!.

Desde ése día, en aquel estéreo del gigantesco auto-bote que tenía mi papá, comenzó a sonar “Cariño mío sólo tú y yo los dos, el pájaro y la flor, y tú y yo lanzamos el amor, y tú y yo…..directo al corazón, al corazón”. No sólo cantaba Luis Miguel, porque pasó poco tiempo para que lograra aprenderme todas las canciones, y entonces ahí yo lo hacía a la par… ¿se imaginan? ¡Pobre familia!, mis papás y mis hermanos cómo me habrán querido, porque era realmente una tortura para ellos escucharme cantar todos los días –hasta el hartazgo-, las mismas canciones. Y como si esto no fuera suficiente, también me sabía la coreografía en la parte que decía “Y tú y yo”, así que abarcaba todas las facetas. Claro, ya soñaba también con ser cantante mega famosa algún día y había que entrenarse muy duro para tal fin.

Con el correr de los días, y bajo amenaza de dejarlo de querer un poquitito, mi querido papá que es un gran guitarrista tuvo que aprenderse las canciones para que su niña cantara. Fue así como gracias a Luis Miguel, luego estudié canto, estuve en coros de la escuela, y hasta me animé a estar en una banda de Rock-Pop en mi juventud. Saben las veces que soñé ser corista de Miky? Ni quiero imaginarme lo que hubiera sido poder estar toda una gira completa escuchándolo cantar en vivo, viajando, siendo parte de su staff. Les dije que era soñadora, ¿no? ¡Hora de bajar a la realidad Euge!

Ah! Van a leer seguido en mis columnas que al referirme a Luis Miguel lo haga como “Miky”, y me imagino estarán pensando “¡Qué burra, Micky se escribe con C!”, pero nuestro Miky NO, él nos dejó conocer un día allá por los años 90, si mal no recuerdo, que así le gustaba que lo llamaran en una camperota de cuero que lució con éstas cuatro letras grandes en su espalda. Sus fans lo llamamos así, con todo el cariño y el respeto que él se merece.

Luis Miguel, gracias por decidir regalarnos el don con el que Dios te bendijo, por ser la única persona en el mundo que con la dulzura de su voz, logra acariciarnos el alma y de ahí, transportarnos directamente al paraíso mismo. No me cansaré de repetirlo y de pedirte que por favor… NUNCA DEJES DE CANTAR.

Euge Cabral

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