Martha Codó siempre tuvo ángel

Maria Eugenia Cabral
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El pasado martes 29 de septiembre, desde las cuentas oficiales de Luis Miguel, ‘La Serie’, se compartió una imagen para dar a conocer a los actores que conformarán el nuevo elenco, el que seguirá teniendo a Diego Boneta en la piel de Luis Miguel, Oscar Jaenada en el papel de Luisito Rey, Juan Pablo Zurita como Alejandro Basteri, César Bordón como Hugo López, Camila Sodi como Érika Camil, César Santa Ana como Alex McCluskey, Martín Bello como Tito Gallego Sánchez, y Pilar Santacruz como Sophie (Stephanie Salas).

Se suman a esta nueva temporada Valery Sais como Michelle, en la etapa de niña, Macarena Achaga como Michelle adulta, Fernando Guallar como Mauricio Ambrosi (manager que sucedió a McCluskey), Pablo Cruz Guerrero como José Pérez (asistente de Hugo López), Teresa Ruiz como Azucena, y he aquí la gran incógnita, ¿A quién estarán por representar en este papel, sin citar la verdadera identidad?, y por último Axel Llunas (hermano de Izan Llunas, quien interpretó a Luis Miguel de niño) como Sergio Gallego Basteri.

Esta temporada, a estrenarse el próximo 2021, abordará dos líneas de tiempo, y tal parece que la trama explorará las dificultades que enfrentó Luis Miguel para balancear su vida familiar y profesional.

A los fans nos llena de ilusión saber que la semana pasada empezaron a rodar, y que si Dios quiere podremos disfrutarla en la pantalla chica el próximo año.

Estos meses hemos estado homenajeando a nuestra querida Martha Codó, y quiero seguir haciéndolo a través de historias que la recuerdan con tanto cariño. Hoy le toca a una de sus mejores amigas, quien la conoció antes de convertirse en fan de Luis Miguel:

Mi nombre es María de los Ángeles Herce Moriel, pertenezco al Club de Fans ‘Contigo a la distancia’ de la Ciudad de México.

Soy fan de Luis Miguel desde 1991, año en que fui por primera vez a uno de sus conciertos en el Auditorio Nacional, acompañada por mi amiga Martha Codó, a quien me unió una relación muy bonita, pues nos sentíamos familia. La conocí en el año 1986 cuando, junto a mi familia, me mudé al mismo edificio de condominios donde ella vivía.

Mi mamá entabló una hermosa amistad con Angelina Rendón, madre de Martha, y como por aquel entonces Marthita y su esposo, Cosme Rugarcía, tenían 2 hijas pequeñas, de 9 y 10 años, también surgió una entrañable relación entre nosotras. Esta amistad perduró en el tiempo, llevamos más de 30 años, con decirles que las dos familias nos reunimos para compartir cada Navidad y Año nuevo.

Ella era una persona muy entusiasta, alegre, llena de vida, y positiva, que nos inyectaba de felicidad contando sus chistes, muy buenos, por cierto, pues tenía un carisma inigualable. Cómo olvidar cuando llegaba a casa portando su más bella sonrisa y un nuevo disco de Luis Miguel que venía a obsequiarnos. Viajábamos juntas muy seguido a la playa, a Cancún o Acapulco, y por supuesto para ver a ‘El Sol’, como cuando fuimos a Paraguay.

Trabajé durante 27 años en una reconocida compañía aérea mexicana como azafata, y cuando tocaba estar en México aprovechaba para ir a los conciertos de Luis Miguel en el Auditorio Nacional. Tuve la fortuna de asistir a muchísimos, pero sinceramente no recuerdo a cuántos.

Se imaginarán que por mi trabajo viajé a diferentes lugares, en muchos de los cuales tuvimos que pasar la noche, oportunidad que aproveché para asistir a conciertos en Guadalajara y Monterrey cuando coincidió con Luis Miguel.

En fin, siempre he admirado a ‘El Sol de México’, me encanta su voz, y por supuesto no puedo dejar de mencionar que es guapísimo, que tiene mucha clase, y que literalmente parece un príncipe. Mi vida está relacionada con sus canciones, y me siento orgullosa de ser su fan.

Desde 1991, con Marthita, nunca faltamos a un concierto en el Auditorio Nacional, y es justo ahí donde se suscitó una bonita anécdota, en el año 2018, cuando fui a ver a Luis Miguel acompañada por el gran Gualberto Castro (QEPD).

Para quienes no conocen demasiado acerca del señor Gualberto Castro, les cuento que fue un legendario actor y cantante mexicano, que pasó más de 50 años sobre el escenario. En su juventud formó parte del grupo de sus primos, “Los hermanos Castro”, reconocidos por su estilo romántico, canciones inolvidables, y las armonías en sus voces. También representaban una fusión de ritmos, entre el pop, la balada, el jazz y la música latina. Eran un gran éxito en Estados Unidos, especialmente en Nueva York y Las Vegas, y estuvieron un par de veces en el programa “The Ed Sullivan Show”, un fenómeno de la época, donde acudían artistas de la talla de Los Beatles.

En los años ’70 los hermanos decidieron emprender carreras separadas, por lo que Gualberto se lanzó como solista, y en 1975 ganó el Festival de la OTI (Organización de Televisión Iberoamericana) con la canción “La felicidad”. Su carrera se extendió por Latinoamérica y su talento también se trasladó a la televisión, donde fue presentador de “La Carabina de Ambrosio”, uno de los programas humorísticos más famosos de la cadena Televisa. Hasta sus últimos años conservó la voz, hecho que adjudicaba a la disciplina, y su vida se apagó, fruto de un cáncer de vejiga, la tarde del 27 de junio de 2019.

Con Gualberto compartimos tiempo muy valioso, como cuando se reunió con el Fan Club, o cuando participó de uno de nuestros programas de “Contigo a la distancia” que emitíamos en vivo y en directo por Facebook.

Siguiendo con mi relato les cuento que me encontraba junto a él en tercera fila cuando comenzó el concierto en el coloso de Reforma, momento en que todos empezaron a gritar y esta situación le llamó la atención. De inmediato me preguntó por qué gritaban de esa forma tan exagerada, a lo que respondí que era lo frecuente y rematé con: “¿Cuándo te presentabas en concierto no gritaban así?”, y su respuesta fue un contundente “Noooooo”.

Gualberto estaba fascinado y me decía cuánto admiraba a Miky, que tenía una voz privilegiada al explicarme que algunas notas son muy difíciles de alcanzar, entre otras técnicas que mencionó.

Cuando Luis Miguel empezó a cantar los boleros junto al piano, Gualberto se enloqueció de felicidad y me invitó a ir hacia adelante. Hacia allá fuimos y nos quedamos de pie, y él no dejaba de repetir “¡Qué hermoso está cantando!”.

Cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos rodeados por muchísimos fans que siguieron nuestros pasos, situación que me puso muy nerviosa porque no aguanto las aglomeraciones y nos estaban aplastando. Esto me provoca ansiedad a raíz de que fui víctima de un secuestro exprés, del cual heredé este trauma y no he podido superarlo, por lo que rápidamente le dije al guardia de seguridad que me dejara pasar donde estaba Martha Codó. Cabe destacar que mi amiga era especialmente cuidada por el equipo de Luis Miguel, y en esos momentos la situaban entre el escenario y el cordón de seguridad del Auditorio Nacional. Por supuesto que el señor de seguridad hizo caso omiso a mi pedido, no me dejó pasar, entonces le pedí expresamente que me ayudara a salir del tumulto, pues comencé con esa falta de aire que terminó desencadenando un ataque de pánico. Miky, que siempre está atento a sus fans, se dio cuenta al instante y mediante una seña le indicó al personal de seguridad que me abriera paso para salir de allí.

Cuando el médico me tomó la presión la tenía altísima, razón por la cual indicó llevarme al hospital. Le pedí por favor que me diera tiempo, que seguro iba a bajar porque solo era fruto de un ataque de ansiedad. Así que traté de tranquilizarme respirando hondo, una y otra vez, hasta que por fin lo logré y me dejó regresar a mi asiento.

El lugar estaba tan repleto de personas que me fue imposible avanzar hacia mi ubicación, esperé un rato, y mientras no dejaba de buscar a Gualberto al que no podía divisar.

En lo que estaba esperando para regresar a mi butaca, Miky se trasladó hacia la esquina, movimiento que llevó a la gente hacia aquel sector, y así logré pasar. Una pareja situada a mi lado me dijo “A su esposo lo pasaron a los camerinos”, qué risa que pensaron que Gualberto era mi pareja, y el chico agregó: “¿Vio lo que hizo Miky?, Se fue hasta la esquina para que puedas pasar a tu asiento”. Incrédula exclamé: “¿Quéee?, ¿cómo?”, ¡claro que no!” y en conjunto afirmaron: “Claro, así fue”. ¡No lo podía creer! -Cabe destacar que esa pareja eran amigos de Luis Miguel, pero no recuerdo sus nombres. Realmente me siento honrada y agradecida porque es un acto muy bello, que demuestra una vez más al gran ser humano detrás del mejor artista latino del mundo.

Al final del concierto le marqué a Gualberto, pues quería avisarle que lo esperábamos con Martha en las afueras del Auditorio, y con la misma rapidez que respondió la llamada la terminó, pues nos dijo que estaba con Luis Miguel en el camerino. Pero por esas cosas del destino no apretó bien el botón y la llamada no se cortó, así que escuchamos cuando los dos se saludaron, y muy especialmente a Miky cuando le dijo: “A usted lo admiro mucho”. ¡Imagínense nuestra emoción al ser testigos de ese encuentro!

Cuando por fin salió Gualberto olía al perfume de Luis Miguel, pues se habían fundido en un fraterno abrazo, y todas nos abalanzamos sobre él para robarle un poquito aquel aroma. Luego nos tomamos una foto para inmortalizar el momento.

También deseo compartirles esta hermosa imagen junto a Gualberto, tomada en su último cumpleaños antes de partir con Dios.

Solo me resta darle gracias a Dios por bendecirnos con la oportunidad de conocer a una persona tan maravillosa como Marthita, la que siempre llevaremos presente en nuestro corazón. Jamás dejaré de admirar ese gran cariño y lealtad que le tenía a Miky.

Vuela alto mi querida Marthita, seguirás brillando como lo hacías aquí en la tierra. Te quiero mucho mi hermanita del alma.

Un abrazo hasta el cielo.

Ángeles

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