El día que hice las paces con mi pasado

Maria Eugenia Cabral
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19 de mayo de 2020

No sé si les pase como a mí, pero extraño demasiado a Luis Miguel, y me agobia pensar en cuánto tiempo tendrá que pasar para volver a reencontrarnos. Soy consciente de que nuestra mayor preocupación está centrada en salir ilesos de esta gran batalla a nivel mundial, que la salud es prioritaria, pero a veces mis sentimientos le ganan a la razón, y la tristeza se presenta ante la incertidumbre generada por múltiples aspectos, y sin dudas uno de ellos tiene que ver con Luis Miguel.

Me hago mil preguntas: ¿Cuánto tiempo se necesitará para que podamos asistir a un espectáculo multitudinario de estas características? ¿Será que podamos, en algún momento, volver a vivenciarlos como supimos hacerlo? Y la angustia se acentúa cuando pienso que es aún más incierta la posibilidad de proseguir con aquella bonita y cercana relación que teníamos con Luis Miguel, esa peculiar manera de interactuar en cada uno de los conciertos, con un tierno apretón de manos o un dulce beso. Siento aflicción porque siempre ha sido mi cable a tierra y mi gran fortaleza en momentos difíciles, pues el solo hecho de pensar en verlo pronto me inyectaba de energías para seguir adelante. Y aunque trato de darme ánimorecordándome que ya hemos pasado un par de años sin ver a ‘El Sol’ cuando no hubo una gira mundial, la verdad es que en esta ocasión la situación es totalmente diferente porque laincertidumbre es lo que más preocupa y pesa. Y para colmo ni siquiera albergamos la ilusión de paliar un poco su ausencia con alguna foto robada por un afanado paparazzi… ¡Díganme! ¿Cómo se vive sin Luis Miguel, y más en estas épocas tan difíciles? Es familia, y a los seres queridos se losnecesita mucho, ¿No creen? Juro que aunque sé y respeto que no le agraden las redes sociales, no pierdo las esperanzas de que encuentre la manera de hacernos saber que está bien y, por qué no, nos envíe un breve saludo. Nos haría el día, ¡qué va!, el año.

Mientras tanto tenemos de aliada a la tecnología, la que nos recuerda momentos memorables junto a Luis Miguel con sonido e imagen, y por supuesto los relatos que descubrimos en este espacio, aquellos que nos hacen viajar a través de los recuerdos de quienes los protagonizaron.

Y aunque me lean un poco triste porque Miky me hace mucha falta, quiero que sepan que soy una persona muy positiva y creyente, estoy convencida de que vamos a ganarle la batalla al Coronavirus armándonos de consciencia social y compromiso ciudadano. Suena lógico pensar que nos llevará un largo tiempo, pero con Fe esperemos a ese futuro cercano en el que podremos disfrutar al máximo de los afectos, de nuestra querida familia y entrañables amigos. Sin más que agregar quiero presentarles la historia de una fan argentina, a quien inusualmente Luis Miguel conquistó muchos años después de llegar a su vida:

Soy Silvana Sánchez, tal vez me recuerden por la nota de “Diario de una fan”, historia 240 con fechade publicación 2 de mayo de 2016. Pasaron 4 años desde aquel momento, y aquí estoy de nuevo para contarles la segunda parte de este largo camino de admiración al talento del Señor Luis Miguel.

Quisiera empezar recordándoles el inicio de mi historia, la que comenzó de una manera poco convencional, ya que no fue un amor a primera vista sino todo lo contrario. Supe contarles que lo conocí a través de un disco que trajo consigo mi vecina Graciela, que vivía justo enfrente de mi casa, en cuya portada estaba un niño de cabellos dorados y enormes ojos verdes color esmeralda. En aquella época, en la que apenas teníamos 10 años, lo veía como un obstáculo a la hora de emprender juegos infantiles, razón por la cual me llevó a sentir un desprecio enorme por quien acaparaba la atención de mi amiguita. Así lo vivípor 6 largos años, hasta que en un programa de radio, en 1988, una voz mágica se coló hasta lo más profundo de mi alma con la interpretación de“Fría como el viento”. Les juro que literalmente me atravesó el cuerpo, y mi sorpresa fue mayor cuando el conductor, Juan Alberto Mateyko, anunció el nombre del cantante.

Así comenzó nuestra historia, y los años pasaronsin que pudiera asistir a un concierto, puesto queme veía imposibilitada por dificultades económicas y la gran distancia que debía afrontar para acceder a los recintos. Mientras tanto me dediqué a recolectar material, aprovechando los días de cumpleaños para que me obsequiaran sudiscografía, y cuando conseguí mi primer trabajo me dediqué a comprar lo que más pude de aquel artista que ya se había convertido en un hombre apuesto, dotado de un talento único e inigualable.

En el año 1991 compré, con mis últimos pesos yaquí en Mar del Plata, Argentina, el cassette “Romances”, del que había pocos ejemplares a raíz del éxito rotundo. Recuerdo que era muy costoso, que lo había adquirido con mucho esfuerzo, y que al llegar a casa se lo presté a una conocida que jamás me lo devolvió. Se justificó con una mentira, diciéndome que ya me lo había devuelto, pero decidí evitar discusiones dejándoselo pasar. Está de más decirles que recién lo pude conseguir casi 10 años después en formato CD.

En el año 1992, Marcelo Tinelli iba a contar con la participación estelar de Luis Miguel en su prestigioso programa “Ritmo de la noche” y no podía perdérmelo. En aquel tiempo teníamos un solo televisor en el comedor, el que sufrió un percance cuando mi papá decidió pintar. Por más que le rogué que no hiciera aquel trabajo ese día, él insistió en hacerlo con la promesa de terminarlojusto antes de la hora del programa. Pero lamentablemente sucedió algo que no estaba en los planes cuando apoyó mal la escalera y cayó justo detrás del televisor, cortando la antena y rompiendo el repuesto que la conectaba altelevisor. Por aquellos años no existían las grandes tiendas comerciales que atienden hasta los domingos, por lo que la única solución era esperar hasta la próxima jornada hábil para poder adquirirlo.

Creo que podrán imaginarse mi desesperación y mis lágrimas, puesto que por más que papá quiso reparar la antena no lo logró, y mi madre me negó terminantemente molestar a los vecinos, pues según ella nos dejaría mal parados porque no era una situación de urgencia. Conclusión, no pude ir y me perdí aquel recital en vivo, el que recién pude ver gracias a unos viejos VHS que me donaron 10 años después.

También ese año quise ir al Luna Park (momento en que había fallecido Luisito Rey), pero mi padre me lo impidió aduciendo que se iban a preocupar porque era muy lejos, cabe destacar que me separaban 400 kms. de aquel lugar, que no había transportes y encima iría sola. Pero jamás me rendí a pesar de todas aquellas limitaciones.

Cuando llegó el año 1993 Luis Miguel estuvo en el programa de televisión “360, todo para ver”, de canal 13, y al escuchar que anunciaban que leería todas las cartas enviadas por las fans me emocioné mucho. Decidí ir tras ese sueño, y como me faltaban unos días para cobrar el sueldo le pedí a papá que me prestara dinero para enviar aquellacarta. Él se negó, puesto que en ese tiempo salía una fortuna enviar una carta expresa que llegara al otro día, pero al ver mi cara de tristeza accedió arrojándome el dinero sobre la mesa y me dijo:“Anda, escríbele, vamos a ver si ése te responde”. Se habrán dado cuenta que mi padre actuaba motivado por los celos, al ver que su hija se mostraba interesada por un joven tan guapo. Aunque tuvo razón, porque nunca recibí respuesta, fui feliz de haberlo intentado.

A mediados de aquel año me enteré que iba a cantar por primera vez en el Estadio VélezSarsfield, y que en poco tiempo venderían las entradas. Mi padre pensó que otra vez le pediría dinero y tendría una nueva oportunidad de negármelo, pero lo dejé con las ganas ya quecontaba con los medios y había decidido cumplir ese sueño pendiente desde 1988.

Como mi papá ya no contaba con más excusas, pues yo tenía 21 años y por ende la mayoría deedad, solo se preocupó por pedirme que no fuera sola, que procurara llevar a una amiga. ¿Pueden creer que no conocía a alguien que le gustara Luis Miguel?, así que tuve que rogarle durante un mesa una amiga hasta que la convencí. Ahora sí, por fin pude comprar las entradas, la que por supuesto aún conservo de recuerdo.

Cuando llegó aquel momento tan esperado mi amiga durmió en casa para salir muy temprano al otro día, nos esperaba un largo camino con 3 combinaciones de autobuses, y en uno de ellos transcurriríamos hora y media de viaje.

Llegamos a Liniers, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un lugar desconocido para nosotras, pero a base de preguntas pudimos arribar a nuestro destino. Cuando nos señalaron un imponente edificio con grandes luces, el que sobresalía de aquel barrio, nos dimos cuenta que estábamos en el lugar correcto. Aunque apenas eran las 10 de la mañana, ya había una espera que formaba una fila interminable, con carpas apostadas en las primeras filas, las que eran fuertemente custodiadas por jovencitas que nos decían “vayan para atrás”, y ese “atrás” significaban 10 cuadras hacia el fondo, y con 35 grados a la sombra. Tomamos ese rumbo, al llegar nos acomodamos sobre unos papeles de periódicosporque el suelo estaba sucio, y nos sentamos a esperar. De más está decir que me hice cargo de todos los gastos, incluidos los de mi amiga, por lo que tuve que privarme de comprar cosas del merchandising, como alguna remera, una vincha o gorra, pues había que contar las monedas para volver a casa.

Ese día supe lo que era esperar, pues lo hicimos por casi 8 horas, tiempo en el que vimos desvanecer a personas por desmayos o descompensaciones a raíz del tremendo calor agobiante, pero igual seguimos aguardando hasta la apertura de puertas. En punto de las 18 horas comenzamos a ingresar cual estampida, trayecto en el que me lastimé el brazo con un alambre suelto pero no me importó, me limpié de inmediatoy proseguí mi camino, ya que todo sacrificio bien valía la pena.

Aún recuerdo la risa del personal de seguridad que controlaba las entradas frente a semejante espectáculo, y que nos alentaron a seguir corriendo para encontrar un buen lugar. Mi amiga traía sandalias, imagínense cuánto le costó correr, pero la tomé del brazo y la jalé hacia adelanteporque había que llegar a tiempo.

Adentro nos tocó seguir esperando, sin baños químicos ni la posibilidad de comprar bebida porque si nos movíamos perdíamos el lugar.Esperamos unas cuantas horas más, y cuando mis piernas comenzaron a temblar ante la falta deenergías, sin bebida ni alimento, las luces se apagaron y el cielo estrellado se transformó en un gran farol celestial. El movimiento de la inmensa marea humana nos llevó hacia adelante, y la banda musical comenzó a tocar desplegando todo su esplendor, para dar paso a la flamante entrada del artista latino más importante de todos los tiempos, aquel muchachito bello, dueño de esos ojos verdes que había descubierto en aquel disco de mi vecina. Su voz caló tan dentro de mi alma que me sentí levitar entre la gente, fue un momento verdaderamente mágico en el que por fin cumplí mi sueño.

Ese día definitivamente se ganó a una nueva incondicional, esa misma que siendo una niña juró detestarlo por siempre, promesa imposible de sostener al embrujo de su voz. Así fue como su música terminó siendo parte fundamental de mi vida, y hoy sido siendo esa fan incondicional.

Cabe destacar que mi amiga terminó con un chichón en la cabeza, una sandalia rota, y una expresión final: “Acá no vuelvo más”… ¡Pero nada me importó!

Por siempre guardo en mi corazón el recuerdo de aquel primer concierto, el 19 de noviembre de 1993 en el estadio Vélez Sarsfield, porque valió la pena la espera, los percances y el enorme sacrificioeconómico con tal de disfrutar aquella voz que estremeció mi alma. Sin dudas él lo vale todo.

En el collage que aquí comparto pueden ver mi imagen días antes del concierto, también al poster que compré con las pocas monedas que me quedaron, el que por cierto aún conservo, y aquella bendita entrada que guardo como mi más preciado tesoro.

Silvana

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