Nuestras vidas tienen un antes y un después de Luis Miguel

Euge Cabral
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El pasado 2 de noviembre y después de 11 años, Luis Miguel regresó al escenario del anfiteatro de Altos de Chavón en La Romana, República Dominicana. El Rey, vale aclarar, no pisaba suelo Dominicano desde el año 2011, por lo que los fans de este bellísimo país ya estaban deseosos por volver a reencontrarse con El Sol.

Según se informó en los medios, Luis Miguel pidió incluir a este país en su The Hits Tour 2013, como así también que su regreso fuera en este anfiteatro situado en el corazón del Centro de Artes Escénicas de la Escuela de Diseño de Altos de Chavón. Esta maravillosa obra arquitectónica tiene un estilo griego y casualmente fue inaugurara por Frank Sinatra en el año 1982.

Estuve interiorizándome un poquito respecto a este lugar y créanme que me he quedado anonada, ahora entiendo por qué nuestro Rey pidió ir expresamente. Quiero compartirles una pequeña reseña: La Villa de Altos de Chavón, como ya les conté al comienzo, está situada en La Romana a tan sólo 110 kms. de la ciudad de Santo Domingo. La Villa se comenzó a construir en el año 1976 con un aspecto similar al de una aldea mediterránea del siglo XVI, siendo Charles Bludhorn quien tuvo la idea de realizarla para obsequiársela a su hija por su cumpleaños. Este pintoresco lugar está enclavado en la cima de una meseta, y goza de las más bonitas vistas del Río Chavón y el mar Caribe. Cada camino de piedra, marco de madera, la decoración en hierro forjado, los muebles y los edificios, fueron realizados a mano por artesanos dominicanos.

Evidentemente este es un lugar cargado de las mejores vibraciones donde la magia te envuelve, y mucho más si Luis Miguel se hace presente.

Este sábado El Sol brilló con todo su esplendor y sorprendió con un cambio de vestuario. Desde que inició la gira hemos tenido la oportunidad de verlo enfundado en un traje negro, con camisa y corbata del mismo tono, y esta vez irrumpió en el escenario con camisa blanca y corbata a rayas en composé.                                                                                                                                                                                                                                                                            Ahhh me dejaste sin aliento al verte, ¡Qué bien te sienta el blanco Miky! Me resulta irresistible junto a tu bronceado y esos ojos verdes que hipnotizan.

A lleno total, cada alma del anfiteatro coreó todos sus éxitos, los que hicieron un repaso por sus tres décadas de carrera. Una vez más demostró su nivel de excelencia vocal y que sabe cómo llegar a emocionar hasta el ser más apático del mundo. Nadie es capaz de resistirse a sus encantos, a la manera tan peculiar que tiene de seducir con su voz, su sonrisa y su mirada.

Para el cerrar la cita, El Sol dio paso a un gran despliegue de fuegos artificiales que iluminaron el firmamento y cada rostro de los asistentes, quienes no pudieron ocultar en su mirar esa sensación de haber estado en el paraíso durante dos horas de concierto.

La gira continúa este próximo jueves en Perú, para luego trasladarse a Venezuela, países que están más que listos para cobijarlo en su seno. Y ya que estamos hablando de países de Sudamérica, quiero presentarles la historia de una fan de Paraguay, la que no tuvo el privilegio de verlo en demasiadas oportunidades en aquel país, pero que cuando lo hizo lo disfrutó el doble. Les presento a Diana:

Mi historia con Luis Miguel se remonta a muy temprana edad -exactamente no la recuerdo- porque mi hermano mayor siempre fue fanático suyo. Por aquel entonces escucharlo en casa era algo cotidiano, pero era sólo eso, escuchar cantar a un muchacho que estaba de moda.

En el año 1992 mis padres llegaron al divorcio, y técnicamente quedamos mi mamá, mis tres hermanos y yo en la calle. Desde ese momento todo empezó a cambiar, mamá trabajaba casi 18 horas diarias y nosotros (dos adolescentes, una pre-adolescente y un niño) teníamos todo el tiempo del mundo para hacer lo que queríamos. Como única niña en la familia me había caracterizado siempre por obtener buenas notas en la escuela, sin embargo, a partir de aquel suceso empezaron a llegar las bajas calificaciones, los primeros reprobados en mi vida, sin dejar de mencionar las amistades que había adquirido, para nada envidiables. También me atraparon los primeros vicios, las primeras copas, en fin,  todo aquello de lo cual uno no se puede sentir orgullosa.

Pasaron los años, y un martes por la mañana mi hermano mayor llegó a casa con el video de un concierto en la mano y casi sin pensar -tampoco sé por qué lo hice- me planté a su lado. Empezó a sonar “Luis Miguel, El Concierto”, lo que para mí fue el toque de un ángel, e inmediatamente le pregunté a mi hermano si ése era aquel muchacho de cabello rubio y piel dorada que solía seguir, a lo que respondió: “Sí, es Luis Miguel”. En silencio seguimos viendo el video hasta el final, recuerdo haber llorado al verlo cantar “La incondicional”, y fue ese día cuando mi hermano me contó varias cosas del Rey. Me habló sobre su padre y la desaparición de su madre, pero dijo algo que marcó mi vida para siempre: “A pesar de todo nunca se rindió, al contrario, se fue superando día a día. Todo lo que hace, lo hace con la mayor perfección posible y para gente que ni siquiera conoce. Él dedica la vida a sus fans”.

“A pesar de todo”… esas palabras me cambiaron para siempre, a partir de ahí mi vida dio un giro de 360° porque me dije: “Si él pudo superar tantos obstáculos para llegar donde llegó, ¡yo también puedo!”

Desde ese instante Luis Miguel se convirtió en un ejemplo a seguir para mí, su música y su vida me apartaron de muchos problemas, y como reza aquella canción… “Él está conmigo en mi tristeza, está en mi alegría y en mi sufrir”, es imposible explicar con palabras la paz que me genera oírlo cantar.

Hoy me siento orgullosa de lo que he logrado. Siguiendo su ejemplo he obtenido dos títulos universitarios, una maestría, un pos-grado y la satisfacción de haber visto llorar de alegría y orgullo a mi mamá después de tantos años de lucha.

Imagino que luego de todo lo que les he contado se estarán preguntando si pude verlo en concierto alguna vez, y déjenme decirles que sólo un par de veces. Por lo que recuerdo, Luis Miguel sólo ha venido cuatro veces a Paraguay -aunque algunos aseguran que en cinco oportunidades-, y creo que es porque no tiene muy buenos recuerdos de mi país. La primera vez que se presentó, en febrero del ’89, fue justo la noche del golpe de estado en mi país, y la segunda fue el día que tristemente falleció su padre.

Cuando llegó la tercera y la vencida no conseguí el lugar que había soñado, pues en aquella ocasión no disponíamos de los recursos suficientes y ese fue el sitio que me consiguió mi madre con mucho esfuerzo. Gracias a Dios Miky regresó en el año 2010 y las cosas para mí ya habían cambiado, trabajaba y podía pagar algún lugar privilegiado.

Al llegar el día del concierto me sentí como nunca antes, estaba muy nerviosa, y me surgieron muchos interrogantes: ¿Qué ponerme?, ¿Cómo peinarme? ¿Podré tocarlo?

Esa noche Luis Miguel salió a escena como siempre, ¡Impecable! No lo podía creer… estaba ahí, frente a mí, era lo que siempre había soñado y por fin estaba pasando. Mientras cantaba se paseaba por el escenario, miraba fijamente a las personas y les sonreía con un gesto de agradecimiento. Cantó temas de los ‘80, ‘90 y las más nuevas, como queriendo recuperar el tiempo que habíamos perdido las otras veces, y en su speech prometió no ser tan ingrato y volver apenas le sea posible.

Cuando el concierto estaba llegando al final se dio vuelta y miró hacia su derecha, exactamente donde yo estaba maravillada con su hermosura, cantando entre lágrimas de tristeza y alegría el penúltimo tema de la noche. Al divisarme hizo un gesto cariñoso como diciéndome que no llore, elevó sus manos, me pidió que salte, sonrió, y continuó con el show. Ese momento, ese preciso instante, fue el más hermoso que pude haber vivido. Quedé extasiada con su canto, pero sobre todo con la calidad humana de ese hombre que durante todo el concierto sólo regaló sonrisas y buen trato a su público. Sólo me queda desear que ojalá pueda cumplir su promesa y lo tengamos pronto por Paraguay.

Lo que intento trasmitir con esta historia, es que Luis Miguel no llega a sus fans sólo con su música sino que es un ejemplo de vida y superación para muchas personas, entregándose siempre al 100% en lo que hace. En síntesis, Luis Miguel salvó mi vida y espero alguna vez poder agradecérselo en persona. 

Diana Giménez

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