Hasta que vuelvas detengo el tiempo
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Todo en esta vida tiene principio y fin, y lo que se vive al máximo e intensamente da la sensación de que transcurre en un abrir y cerrar de ojos. 33 conciertos, con un éxito arrasador que disfrutaron más de 300 mil personas, y 14 estados en tan sólo 52 días son las cifras que arroja el The Hits Tour 2103 por México ¡Felicidades Miky, qué gran gira! Sigues siendo el Rey de Reyes.
Hoy tengo sensaciones ambiguas. Estoy muy feliz por todo lo acontecido y por haber sido testigo –a través de fotos, videos y reportes- de momentos inolvidables en cada uno de los conciertos. Aprovecho para darte las gracias Luis Miguel por tu entrega total, tus interpretaciones sublimes, esas que han logrado abstraernos de la realidad una vez más, y tus gestos de cariño invaluables. Gracias por cada apretón de mano, beso, sonrisa, guiñada de ojos, mirada que fulmina y por superar obstáculos para llegar a lugares de difícil acceso, poniendo en riesgo tu integridad física, con tal de ir tras el encuentro de tus fans.
Pero esta felicidad está empañada por la melancolía que se apoderó de mí desde ayer y por más que intento apartarla de mi lado, me resulta difícil cuando se trata de mi Rey.
Lo que vivimos en las giras no sólo es maravilloso, soñado e inolvidable sino que es muy fuerte porque se involucran nuestras emociones y sentimientos.
Estar de tour es como estar en el paraíso mismo, uno está todo el tiempo en las nubes y doy fe, desde hace 31 años, que cuesta bajar al planeta tierra y no encontrarnos con esa mirada que mata, con esa sonrisa que paraliza y con esa voz que te acaricia.
Este diario se ha vuelto mi confesionario, así que aquí les cuento otra verdad: desde el momento en que Luis Miguel dice “Hasta la próxima”, mi alma se siente desgarrada y luego -mínimo- la tristeza me invade una semana porque me cuesta aceptar la realidad de que ya no lo tengo cerca. Todo transcurre tan veloz y es tan mágico, que es inevitable que nuestra alma no pida a gritos por el artesano que la talló con su voz, aquel que le provocó las sensaciones más bonitas.
Luego de los días de crisis la razón entra en disputa con mi alma para hacerla recapacitar, pues
resulta imposible ver a Luis Miguel los 365 días del año porque además de tener su vida fuera del escenario, se merece descansar y recobrar energías para trabajar en un nuevo proyecto, ese que nos bendecirá con su próxima visita.
A pesar de que no he podido estar físicamente en México, transito estos días post shows de una manera similar gracias a la tecnología.
Vivir a miles de kilómetros del lugar del concierto y sentirnos ahí, gracias a las noticias en vivo y las dinámicas del staff, no tiene precio.
A ver si coinciden conmigo. Adoro saber en qué lugar del planeta está Luis Miguel haciendo lo que más le gusta y trato de percibir –con la ayuda de alguna imagen- cuál es su estado de ánimo actual; de lo contrario transcurro mis días pensando: ¿Dónde habrá amanecido hoy? ¿Estará bien y feliz? y automáticamente elevo una plegaria a Dios para que así sea.
El lazo de cariño que me une a él es tan poderoso, que me resulta difícil no extrañarlo y más aún, si no tengo a ciencia cierta una fecha exacta en la que mis ojos tendrán la dicha de obnubilarse con su presencia. Mi corazón necesita, cual aire que respiro, revivir a la brevedad esos momentos en que se siente reconfortado por esa única voz capaz de lograrlo. Desde hoy pongo nuevamente en marcha una cuenta regresiva anhelando que llegue ese momento.
En otro orden de cosas, quiero compartirles la historia de Myriam, una fan que tiene una anécdota muy especial que contar:
Soy de El Quisco, de la 5ta. Región de Chile, y desde que tenía 18 años he sido fan de Luismi. Amo sus canciones, sus películas y todo lo que lo rodea. Veía lejano el sueño de conocerlo, porque por más ganas que tenía de asistir a un concierto esa posibilidad jamás se concretaba.
En Noviembre del año 2002 llegó el momento tan ansiado, ese que había esperado por años, asistí a un show en la capital del país y aunque lo disfruté, no pude verlo muy de cerca. Pero el destino me tenía reservada una sorpresa al día siguiente, algo que me desbordó de emoción y que jamás pensé vivir. Leí en un diario que vendría a la Casa Museo de Pablo Neruda, la que queda en Isla Negra a 5 minutos de donde vivo. Me dispuse a ir con mi hermana y una tía (aunque no eran fanáticas como yo).
Llegué nerviosa, me costaba creer en esa noticia del periódico, pero al ver a su guardaespaldas de color supe que era verdad.
Había medios de TV, radio y una revista mexicana y poco a poco fue llegando más gente.
En un momento irrumpió un automóvil negro, se detuvo, abrió la puerta y quien bajó fue Luis Miguel, pensé que mi corazón se me saldría por la boca porque estaba a escasos centímetros de él. Fue muy amable, nos saludó con su hermosa sonrisa, su piel lucía un bronceado muy sensual y se lo observaba distendido. Al girar en busca de mi tía y de mi hermana, que las había perdido de vista, me las encontré boquiabiertas ante tanta belleza.
Bajamos a la playa para verlo mientras las personas encargadas lo guiaban por las instalaciones y al no poder contener más mi emoción le grité “Te amo” con todas mis fuerzas. Cuando me escuchó se rió y nos saludó con su mano, fue un momento inolvidable.
Los 40 minutos del tour por la casa transcurrieron muy rápido, así que con una amiga decidimos seguirlo hasta el helicóptero y allí le tomamos dos fotos antes de subir; al vernos nuevamente miró y sonrió para la foto. Desde ese día estoy convencida que los sueños sí se hacen realidad.
Supe por una revista que compré -en la que venía el reporte de su visita a la casa de Neruda y en la que me descubrí en una de las fotos- que Luis Miguel minutos antes de tomar el helicóptero rumbo a Isla Negra había caminado sólo por una de las calles céntricas de Santiago -más precisamente por Cuming- pasando totalmente desapercibido entre la gente y hasta se detuvo en una esquina para hablar por su celular. Con esto se demuestra que a pesar de ser un artista tan importante, su alma atesora una gran simpleza.
Luis Miguel es parte de mi vida, sus canciones han marcado muchas de mis etapas, por ejemplo el disco “Romance” lo escuchábamos con mi esposo, con el cual llevo 18 años felices. He asistido a 6 recitales y cada uno ha sido muy especial, los he vivido con la emoción a flor de piel, sobre todo el último al que asistí en su regreso al Festival de Viña del Mar, noche en la que fue multipremiado.
Esta es mi historia, la de una mujer que ama y admira incondicionalmente a “El Sol de México”, el que brilla cada día con más fuerza para sus fans.
Miriam Parra