¡Sueño cumplido! Ver a Luis Miguel en Puebla

Euge Cabral
Sigueme

Hola queridos lectores, espero hayan pasado un hermoso ‘Día del Fan’, el pasado 18 de marzo, ya que es una jornada en la que especialmente nos sentimos más orgullosos, agradecidos, dichosos y felices de ser fans del artista latino más importante de la historia, al que nos une un amor incondicional recíproco. En esta ocasión estoy reencontrándome con ustedes para relatarles el capítulo final de lo que viví en México junto a Luis Miguel, amigos entrañables y personitas especiales que conocí.

Habíamos quedado en que nos esperaban un largo trayecto de carretera con destino a Puebla, en la que aprovechamos a completar las horas de sueño. Al llegar a la terminal, de esta pintoresca ciudad, nos dispusimos a desayunar para arrancar con energía. Mientras lo hacíamos puse en marcha mi plan para sorprender a mis amigos, a quienes los había conocido a través de Grupo Sexenio. Érika había sido esposa del webmaster, quien falleció en pandemia, y Quique Bush el operador de mi ex programa de radio en Sexenio FM. Con ellos forjé una gran amistad, y hacía 6 años que no los veía. Así que les escribí diciéndoles que les había enviado un pequeño obsequio a través de una amiga argentina que estaba de paso por Puebla, que si podían llegarse a la terminal porque allí estaba. Los dos picaron el anzuelo, y me dijeron que iban hacia allá entusiasmados. Me ubiqué en la mesa estratégicamente de espaldas hacia la puerta principal. Estaba feliz e ilusionada por sorprender y ver a mis amigos que extrañé un montón. Fue una espera de no más de 30 minutos para que llegara el primero, pero me parecieron eternos. Érika no se percató de mi presencia hasta que estuvo literalmente a mi lado, y me conmovió cuando se echó a llorar feliz e incrédula de la imagen que sus ojos le devolvían. Nos estrechamos en un abrazo interminable, lleno de cariño y verdadera amistad. Luego tomamos asiento, había mucho que compartir, pero poco tiempo, ya que ese día teníamos un almuerzo, no sin antes registrarnos en el hotel, después dirigirnos al estadio para llevar un regalo a Luis Miguel, y luego volver a prepararnos para el concierto. Nos secamos las lágrimas y comenzamos a platicar de nuestras vidas, proyectos, y, por supuesto, de Luis Miguel, a quien todos queremos y admiramos con el alma. Apenas comenzada la charla llegó Quique, quien reaccionó igualito a Érika. Qué dichosa me sentí de tener amigos a la distancia tan valiosos, con quien no necesito hablar a diario para saber que tengo su cariño y amistad incondicional.

@erikacg232

Cuando. Vas a la. Terminal de autobuses por un regalito y tremendo regalote ver a esta increible mujer a la que quiero muchisimo!!! #lafan#1 #luismiguel

♬ sonido original – Erika CG
Aquí el momento registrado por Érika
Enrique (Quique) Bush

Nos apuramos a plasmar el momento en fotografías, y volamos al hotel porque ya estábamos llegando tarde a nuestro almuerzo. Es que cuando uno está en buena compañía, no solo el tiempo vuela, sino que nunca es suficiente. Literalmente aventamos las cosas en el hotel, y fuimos a almorzar con una pareja de amigos que son un verdadero tesoro. A Tony lo conocimos a través de su hermano, un gran empresario Poblano, quien no solo era un experto de la fotografía, como fotógrafo y con la venta de insumos para lograrlas, sino que también era un ser humano como pocos en el mundo. Recuerdo nuestro primer almuerzo en Puebla, allá por el año 2015, cuando, en el salón de convenciones de su empresa, contrató un servicio de catering para que estas argentinas degustaran una gran variedad de tacos mexicanos. En esa ocasión también invitó a los integrantes del club de fotografía, y nos agasajó a todos. Era un gran anfitrión y amigo, así como lo es su hermano Tony, personas especiales que no abundan hoy en día… de alma, sentimientos y gestos buenos, criados con valores de personas de bien.

En ese almuerzo tuve la dicha de volver a comer Mole Poblano, y otras comidas típicas del lugar. La charla fue amena, siempre interesante, aunque un poco nostálgica cuando recordamos a su hermano Julián, que ya descansa en paz. Durante la sobremesa comenté que debía apurarme para llegar a horario al estadio, ya que había traído desde Argentina un regalo para Luis Miguel de parte de una fan, a quien le había prometido hacérselo llegar. Cuando comenté que se trataba de un exclusivo modelo de zapatos de piel de cocodrilo, Tony me dijo “Uf, menos mal que al ingresar al país no los vieron en tu equipaje porque aquí están prohibidos”. Me quedé helada, no sabía que era ilegal transportarlos, si no, ni loca me animo a llevarlos. No sé si recordarán que nos costó ingresar a México en este viaje, ya que están más severos con las políticas de migración, y nuestra situación se tornaba confusa para ellos, por la suspensión de los conciertos y consecuente cancelación de las reservas de hotel en las diferentes ciudades. ¡Imagínense si encima me encontraban los zapatos! De solo pensarlo me llevé un gran susto, podrían incluso haberme pintado los dedos. Pero la calidad de esos zapatos, la cartita de la fan que llevaban dentro, y el cariño con el que habían sido enviados, ameritaba correr los riesgos, ¿No?

Tony fue muy amable al acercarnos al estadio, y al llegar nos despedimos hasta el otro día, ya que nos había invitado a desayunar en otro bonito lugar. Allí esperamos junto a otras fans que también portaban regalos para Luis Miguel, mientras el cielo amenazaba con desatar una tormenta. Luego de entregar el paquete, a uno de los miembros del equipo de Luis Miguel, nos regresamos al hotel, elevando algunas plegarias al cielo para que el tiempo mejorara. Corrimos contrarreloj para salir lo antes posible, y gracias a Dios partimos hacia el estadio de béisbol ‘Hermanos Serdán’ sin pronóstico de lluvia. Costó llegar a las inmediaciones por el intenso tránsito, así que aprovechamos para plasmar nuestra emoción en un video.

Cuando nos acercamos al lugar, me costó creer que la policía de tránsito cerrara las inmediaciones en un radio de 10 cuadras, jamás lo viví ni en mi país ni en otro lugar. Pero ni modo, la hora avanzaba con prisa y sin pausa, así que nos bajamos del carro y nos dispusimos a caminar las 10 cuadras sin pensar en los tacones. Cuando arribamos al estadio todo era una fiesta, la música en las carpas con la venta de merchandising, el rico aroma de la comida al paso, y por supuesto las filas interminables de gente emocionada esperando entrar al recinto para disfrutar al cantante latino que ya es leyenda. Mientras estábamos esperando por ingresar, decidí esconder en mi espalda, debajo de la campera, dos carteles con mensajes para Luis Miguel. Uno de ellos tenía un mensaje directo a su corazón, y en el otro me despedía hasta el próximo tour, decía algo así como “¿Cómo le digo a mi corazón que debe despedirse de ti? Regresa pronto”. Al momento de pasar por el control, veo que la persona de seguridad que estaba controlando en la fila contigua, procede a palpar a la fan que estaba intentando ingresar. De inmediato pensé, “si toca los costados de mi cuerpo descubre los carteles de inmediato, ¡Cómo no le di uno a Ana, que es más corpulenta y lo podía disimular más fácilmente!, y al menos un cartel lograba ingresar” Me quise morir por tan mala decisión, pero es que no quería molestar a Anita con mis cosas, aunque sé que ella siempre está dispuesta a cooperar. Cuando llegó mi turno me abrí la campera sin hacer ningún movimiento que delatara lo que llevaba en mi espalda, entonces la persona decidió no registrarme con cacheo corporal y solo lo hizo con mi cartera (bolsa). Ay, me temblaban las piernas, pero salí airosa de la situación y el alma me volvió al cuerpo.

Tenía una gran expectativa de ingresar al campo de juego porque jamás había estado en uno de béisbol, así que fue doblemente emocionante pisarlo. Estando en la tercera fila no podía creer que el sueño de verlo antes de regresarnos para Argentina se estaba cumpliendo. No tenía más que palabras de agradecimiento a Dios por habernos consentido con esta dicha. En el público había mucha gente querida, no solo fans que he conocido por las redes sociales sino también gente del equipo de Sexenio, y mi gran amiga Carolyn, quien fue novia de Alex Basteri años atrás. Fue muy emotivo estos reencuentros, momentos que siempre atesoraré en el corazón.

Cuando llegaron los primeros acordes de la apertura del concierto, mi corazón latía a mil, Luis Miguel estaba a punto de irrumpir en el escenario, después de casi 10 días de recuperación por su faringitis, y nosotros a diez mil kilómetros de casa dispuestas a sentirnos las más dichosas del universo por semejante oportunidad. Luis Miguel se presentó ante la ovación de un público deseoso de corear y bailar sus canciones, y dejarse estremecer por sus interpretaciones que logran calar muy hondo dentro de ti.

Desde el comienzo del concierto nos dimos cuenta de que no estaba totalmente recuperado de su voz, pero fue muy emotivo confirmar, una vez más que, con tal de cumplirle a su público, hace esfuerzos sobrehumanos. No les voy a mentir, una sufre por él cuando vemos que le está costando tanto sobrellevar el concierto con disfonía, pero se valora el triple que esté dándolo todo y más.

En “Te necesito” tuve la suerte de que leyera mi cartel, justo en la canción que ha sido la gran protagonista de mis conciertos, ya que la mayoría de los contactos que he tenido con Luis Miguel se han dado con esta bella melodía como testigo. El cartel decía “Si yo pudiese elegir, volver a vivir, lo haría junto a ti. Euge”, y fui feliz de que supiera que había hecho miles de kilómetros para volver a verlo. 

Confieso que llevaba algunos años soñando con ver a Luis Miguel en esta ciudad con la que me siento tan ligada, y por fin estaba haciendo realidad mi gran anhelo. El público estaba más que encendido, así que le dediqué tiempo observándolo con atención. Detrás de mí había un jovencito muy apuesto, que se sabía todas las canciones y no paraba de bailar en los Up-tempos. Me dio tanto gusto verlo disfrutar así, que le pedí permiso para grabarlo y compartir su experiencia en mis redes sociales. Me llamó gratamente la atención la cantidad de hombres en el auditorio, conformaban un 50% de la platea, coreando sus canciones, filmando cada momento del concierto, y hasta algunos se animaron a gritarle “Te quiero Miky”.

Adelante mío había una parejita de novios muy jovencitos, también embelesados con la voz y la presencia de Luis Miguel a escasos metros, quienes me conmovieron muy especialmente. Es que fui testigo del amor que se profesaban al mirarse a los ojos, abrazados, mientras se dedicaban algunas frases de las canciones de amor más bellas que tiene Luis Miguel. Sentí que no todo está perdido con las nuevas generaciones, que algunos se animan a apostarle al amor y a gritarlo a los cuatro vientos, a ese sentimiento en el que prevalece el respeto, la admiración, la aceptación, y el deseo de construir la felicidad juntos.

Cuando llegó el momento del cierre del concierto intenté mostrarle mi último cartel, el de la frase de despedida, puesto que para mí era la última vez que lo vería en este tour, pero no hubo suerte, no lo vio. Y ¿Qué creen? Para mí ese fue un mensaje del universo, ya que en ese momento me dije, “¿Será que lo volveré a ver? ¿Qué por eso no leyó el cartel?” Me quedé con esa esperanza, ya que para ese momento se hablaba de un posible cierre de tour en Argentina.

Salimos del concierto felices por lo vivido, y nos reunimos con un gran grupo de fans, algunas de México, de EE.UU, y de Perú, para cerrar con broche de oro aquella noche cenando, brindando por Luis Miguel, y compartiendo anécdotas hasta tarde. Regresamos al hotel y caímos rendidas en los brazos de Morfeo, cansadas pero agradecidas a Dios por bendecirnos con aquel hermoso e inolvidable día.

No lo voy a negar, costó ponerse de pie al otro día, pero nos esperaba un desayuno con Tony y otra amena plática con este querido amigo. El lugar que eligió fue espectacular, se sirve un desayuno bufé mientras escuchas música en vivo. Luego visitamos la iglesia que está justo enfrente, cuyo altar está en una gruta, la que ha sobrevivido a tantos sismos sin derrumbarse. ¡Bellísima!

Sobre el medio día nos fuimos a caminar por las inmediaciones del hotel, a visitar tantísimas ferias de artesanías ambulantes en las calles. Imagínense, estaba nuevamente poseída por el espíritu de las artesanías, ¡Las amo! Podría pasarme días recorriendo cada puesto. Caminando en una de las ferias nos encontramos con un nativo que parecía un cacique, estaba ofreciendo un ritual para ahuyentar las malas vibras, y ayudar con el bienestar del cuerpo. Así que no animamos a hacerlo y se sintió super bonito. En lo personal quiero conocer siempre un poquito más de México, de su cultura y sus costumbres.

A primera hora de la tarde regresamos al hotel para cambiarnos, y luego esperamos a Alejandro Basteri y a su novia, Mariana, porque iban a pasar a saludar. Fue muy emotivo conocer por fin a Mariana, muy cariñosa, simpática y atenta, como volver a abrazar a Alex, puesto que, aunque hablemos casi a diario, no se compara el estar frente a frente. Charlamos un ratito, y les agradecí muchísimo la generosidad y amabilidad de pasar a saludar. Por supuesto que antes de irse les pedi tomamos fotos, había que renovar las que ya tengo con Alex y tener de recuerdo con Mariana.

Con mis queridos Mariana Otero y Alejandro Basteri

A la tardecita nos volvimos a encontrar con Érica para despedirnos, y compartir nuestra última comida en Puebla.

Cuando llegamos a la terminal de buses estaba atestada de gente, ya sabíamos que se había producido un accidente grande en la carretera camino a Ciudad de México, y que la habían cerrado. Por suerte a los 30 minutos de nuestra llegada la abrieron, pero imagínense la cantidad de buses que debían salir antes que el nuestro.

Último recuerdo en Puebla antes de partir

Nos tocó una larga espera, en la que sucedió algo que les prometí comentar. En esa espera se acercó un hombre, relativamente joven, pidiéndome que por favor le prestara mi cargador portátil, ya que iba a llegar a CDMX bastante tarde en la noche, y necesitaba tener un poco de carga en el teléfono para pedir un Uber. Mientras cargó su móvil se quedó con nosotras, y nos contó qué lo había llevado a Puebla, nos preguntó de dónde éramos, a qué habíamos ido a la ciudad, y un sinfín de preguntas que respondí inocentemente. Claro que me preocupé por no facilitarle datos precisos respecto a dónde nos estábamos hospedando, pero como quien no quiere la cosa, mi amiga me hizo entender que ya había deducido nuestro perfil económico, cuándo nos regresábamos al país, etc. Cuando Anita, a través de un mensaje por WhatsApp, me hizo tomar consciencia de que esta persona no tenía equipaje, y de toda la información que le había dado sin querer, me asusté muchísimo. En lo personal suelo ser amable con las personas, aunque sean desconocidas, e ilusamente pienso que los demás son iguales. Pero hay que pensar que hoy en día, los peligros en la calle son mayores que en épocas pasadas. Desde ese momento mi expresión cambió y el chico se dio cuenta, así que no le di más conversación y al ratito me devolvió el cargador. Pero… cuando se estaba yendo dio medio vuelta, nos miró y nos dijo: “¿Les puedo tomar una foto?” ¡Ay, si hubiesen visto mi cara aterrada!, me hice toda la película. ¿Para qué quería una foto?” ¿Qué pensaba hacer con ella? ¿Enviársela a alguien en CDMX para que nos robe o nos secuestre cuando arribáramos en la terminal?”. Le respondimos con un rotundo “No”, a lo que replicó, “¿Seguro que no?”, “Noooo”, volvimos a decir al unísono.

Luego se alejó y se sentó, pero siempre nos tuvo en la mira. Yo me puse la capucha de la campera y le di la espalda, estaba segura de que desde lejos nos tomaría esa foto. Subí al bus aterrada, pensando en lo tonta que había sido, tan ingenua con 50 años en mi haber, ¡Por favor! Cuando llegamos a la terminal de CDMX, pasada las 12 de la noche, nos bajamos rápido, sin mirar a nadie, pegadas al grupo de pasajeros que buscaba la salida hacia la calle, sin quedarnos a solas en ningún momento. Bajé con miedo del taxi cuando llegamos al departamento, porque hasta temí que nos siguieran. Pero por suerte entramos y todo quedó en un gran susto y aprendizaje.

Al otro día nos esperaba la última jornada en México, fuimos a almorzar con la hija de Marthita, Elisa, y con Lucy de Perú, para luego ir juntas a conocer la iglesia donde Luis Miguel fue bautizado.

Iglesia del Purísimo Corazón de María

Aprovechamos para ir a la casa de Elisa, ya que allí guarda muy amorosamente las cenizas de Marthita, y fue muy emotivo para mí poder estar frente a ellas. De regreso al departamento donde nos estábamos quedando, compré pan de muerto fresquito para llevar a mi familia, y nos preparamos para ir al encuentro de mi gran amiga Carolyn, quien había regresado también de Puebla. Las horas se nos pasaron volando, siempre tenemos mucho que compartir, y se hace difícil despedirnos porque el cariño es inmenso, pero logramos hacerlo con la promesa de volver a vernos pronto, en México o en Argentina.

Marthita siempre en nuestros corazones
Con cara de cansada pero muy feliz

Dormimos poquitas horas porque debíamos amanecer en el nuevo aeropuerto de México, el que por cierto es una obra maravillosa de diseño en su interior, puesto que cada sala y rincón es un homenaje a la cultura de esta querida tierra. Ese día me tomé allí las últimas fotos sosteniendo con orgullo mi manta con la imagen de Luis Miguel, souvenir de Puebla, con la nostalgia de dejar este país que amo tanto. Nunca es suficiente mi estancia por allá, porque soy muy feliz, y cuando uno la pasa tan lindo el tiempo se pasa en un abrir y cerrar de ojos.

Regresamos a nuestra Argentina sintiéndonos dichosas y muy agradecidas por lo vivido.

Gracias Dios, gracias Luis Miguel, amigos fans y no tan fans, por ser parte de un sueño más en mi haber. Gracias Anita querida por la felicidad de compartirlo con vos, sos mi amiga del ama y la mejor compañía.

¡Hasta pronto mi México querido!

Euge Cabral

2 comentarios

  1. Mi querida Euge, me encanta leerte! Me haces sentir que estoy a tu lado viviendo esos momentos tan especiales que Dios te regala por tanto que nos das a todos los que te admiramos y queremos!
    Un alma tan genuina y bondadosa como la tuya, merece todo eso y más!
    Un abrazo con todo mi cariño desde Nicaragua, Euge!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Botón volver arriba