Luis Miguel brilla con luz propia

Euge Cabral
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Luego del éxito en Las Vegas el The Hits Tour 2013 ha continuado su camino por diferentes ciudades de EEUU, en las que Luis Miguel se presentó ante un público que agotó las localidades y que tuvo el privilegio de ser testigo de esa voz que se supera continuamente. En todos los shows el común denominador fue la entrega a su público -apretones de manos, miradas fulminantes, sonrisas seductoras y besos fugaces- y se mostró feliz disfrutando de uno de los placeres más grandes de su vida.

Nada me conmueve y derrite más que ver a Luis Miguel cuando se deja llevar por lo que siente en el escenario, sin importar que esto no esté en los planes de los camarógrafos ni de la gente de iluminación, quienes tienen que estar más que atentos a cada uno de sus movimientos. Ese Miky que disfruta y le hace caso a los impulsos de su corazón es el artista que admiro doblemente, y fue precisamente el concierto que brindó en Tucson el marco perfecto para llevar a cabo la osadía de sentarse  a cantar sobre el piano -cabe destacar que primero probó con sus manos cuán fuerte era este instrumento para cumplir tal capricho. Al parecer se sintió súper cómodo cantando con su partener -el piano-, por lo que repitió su juego en el concierto de Reno, California, pero aquí redobló la apuesta y se animó a más, ya no sólo se sentó sino que se recostó sobre él mientras interpretaba “Labios de miel”.  

Esa noche no todo quedó en ese mágico momento, sino que una vez más sorprendió a la audiencia con su actitud encantadora ante la presencia de dos señoras que querían acercarse a entregarle una bandera de México. Mientras emprendían juntas el camino que las llevaría directo a El Sol fueron interceptadas por los guardias de seguridad del lugar, quienes les impidieron continuar su destino; ante esta situación Luis Miguel no dudó en jalarlos por la espalda  para luego darles la orden de que las dejaran pasar. Cuando por fin llegaron a su encuentro, él les regaló la más dulce de sus sonrisas, las tomó de sus manos cual princesas y aceptó el regalo que con tanto cariño le habían llevado.

Y aunque daría lo que sea por seguir escribiendo sobre la felicidad que nos provoca Luis Miguel,

debo lamentablemente anunciarles que ese sentimiento se vio opacado este fin de semana cuando conocimos la triste noticia de que nuestra amiga y fan Jéssica González había perdido la batalla contra una enfermedad terminal. Esta gran familia no fue ajena a la situación que ella estaba atravesando, por eso cuando supimos de su gravedad -hace unos días- no dudamos en escribirle y enviarle, a través de otra fan, mensajes de amor y toda nuestra energía positiva para ayudarla a sobrellevar este difícil momento. Gracias a Dios pudimos estar cerca de ella y, según lo que nos contaron, le devolvimos la sonrisa y la esperanza de que con la ayuda de Dios podría salir adelante… pero parece que estaba en sus planes llevársela a su lado para que dejara de sufrir. A partir de ahora Luis Miguel tiene otro ángel que desde el cielo vela por él, porque ella no sólo lo amaba con todas sus fuerzas sino que él se había convertido -con el correr del tiempo y de su enfermedad- en un gran pilar donde apoyarse y soportar tanto dolor.

Créanme que ella no partió de este mundo sin dejarnos una gran enseñanza. Hace poco la tuvimos de protagonista en esta columna y nos demostró que se puede luchar por los sueños y hacerlos realidad pese a la adversidad, que debemos disfrutar de lo que amamos y nos apasiona hasta el último respiro.

Jessi fue una guerrera, alguien a quien admirar por su fortaleza, ganas de vivir y por cómo batalló contra esa cruel enfermedad.

Mi querida Jessica, los fans de Luis Miguel vamos a recordarte siempre porque nos robaste el corazón con tu personalidad. Descansa en paz.

La vida es así, nos golpea y debemos ser fuertes, seguir adelante, pero eso sí, aprendamos que la vida es hoy, disfrutemos cada instante como si fuera el último, vayamos tras nuestros sueños y encontremos la felicidad en las cosas simples.  

Aunque después de esto se hace difícil continuar la columna, ¿Qué les parece si les presento a María Cecilia? Ella es una fan de Argentina que tiene una historia que contar:

Luis Miguel entró a mi vida en el año 1982, momento en que lo vi y me deslumbró porque era un sol hermoso. Así fue como empecé a comprar sus discos, coleccionar sus fotos y soñar despierta con la posibilidad de verlo en vivo. En aquella época solía presentarse en  el viejo canal de TV ATC (Argentina Televisora a Color), en un programa denominado “Sábados de todos”, y también en los programas de Canal 9.

La primera vez que lo vi,  con su pelo al viento y su carita de ángel, fue cantando “Directo al corazón, La juventud y Recuerdos encadenados”, era una época en la que los juegos eran de amigos -patinábamos en la alameda-, en la que le cantó a mi abuela su balada, y así fuimos transitando nuestro camino juntos hasta que llegaron los ’90 y me invitó a cantar boleros, luego rancheras y lo he acompañado hasta la actualidad, siempre con la misma pasión y las ganas de verlo.

El 28 de noviembre de 2008 estaba dispuesta a darle todo el amor del mundo, en la cita obligada en el estadio Vélez  Sarsfield, y lo que viví fue algo emocionante. Quizás fue el calor o los nervios de la espera, pero comencé a sudar antes de que apareciera en ese imponente escenario. En punto de las 10 pm se hizo la luz con los videos clips que se emitieron en las pantallas, esos que hicieron un recorrido por todos sus éxitos. Luego mi Rey irrumpió en el escenario con la mágica presencia que lo caracteriza, siempre tan irresistible con su traje negro hecho a medida, ese que no hace falta aclarar que le quedaba súper lindo. Con el correr del tiempo se  cambió tres veces de vestuario y la verdad… no sé cuál le sentaba mejor a esa sonrisa, a sus ojos verdes, la piel bronceada y esa firmeza y buen caminar sobre el escenario.   Recuerdo haber gritado como loca  con los primeros acordes  de “Tu imaginación” porque estos dieron pie su flamante entrada, y juro que con él una vez más mi sueño se  hizo realidad.

Entre mis gritos  y sus canciones,  que se confundían con las voces de la multitud, cada vez que dirigía su mirada hacia el frente me podía encontrar, pues soy esa incondicional que lo ama, Isabel, Lupe o Lili -según su canción. Es increíble como en los conciertos los gritos se hacen uno sólo ante la misma exclamación: “Luis Miguel,  Luis Miguel, Luis Miguel”.

Tampoco faltó mi baile al ritmo de “Suave” mientras elevaba mis manos ante su pedido -cuando dice “Quiero ver sus manos”-, y créanme que me sentí en una misa carismática en la que estaba adorando al Sol.

Luego prosiguió “Como es posible que a mi lado, Será que no me amas y Pensar en ti”, para luego deleitarnos con el repertorio de Cómplices, “Te desean, Si tú te atreves y Bravo amor bravo”, interpretaciones que me derritieron como hielo al sol.  Cuando llegó el momento de “Hasta que me olvides” esta canción me hizo pensar que jamás podría olvidarlo porque es parte de mi vida desde mi niñez.

Verlo en vivo y disfrutarlo aunque sea dos horas en cada show, saber que es real… para mí es algo muy valioso porque vuelvo a ser niña, adolecente, y aunque hoy seamos adultos siento que cuando lo veo el tiempo se detiene. A su lado cada momento es único e irrepetible, siempre tengo esa linda sensación cuando lo tengo enfrente.

Es admirable ver que ha crecido con la solidez de un grande, que de niño logró imponerse y hoy ya está consagrado como una artista de alto nivel, con 31 años de trayectoria que no es poca cosa. Me emociona saber que sin querer soy partícipe en alguna medida de su carrera artística, es genial y muy difícil de explicar lo que se vive y siente.  

Luis Miguel le imprime su sello, su marca registrada a cada canción, y eso es parte de su magia; tiene un carisma propio y un magnetismo que atrae, eso es lo que no se puede imitar. Él brilla con luz propia, además de ser una persona única en su especie… y sí, es el Rey, el Rey de corazones.

Ser fan es una linda aventura, aunque muchas veces el resto de los mortales no logran comprendernos. En terapia me han dicho que uno proyecta en el otro lo que le hubiera gustado ser, y no está mal si tienes los mismos objetivos, pues puede ser tu referente. Lo que tengo muy en claro es que lo que sentimos por él es la manifestación del  grado más puro del amor verdadero, duradero y sobre todo leal, como también es la mejor excusa para transitar el camino de los sueños.

Cuando uno sigue a un artista admira también su esfuerzo, dedicación y el éxito con el que ha logrado sus metas, todo esto en su conjunto se valora más, se aprende, y con gran satisfacción confirmamos que si nos proponemos algo en la vida lo podremos hacer.

Creo que ser fan es una locura sana, siempre y cuando se mida con la razón, y a mí me enorgullece ser fan de Luis Miguel porque amarlo es un placer.

A ti Luis Miguel se te vive en cada canción porque eres canción, tienes un talento nato y eres capaz de transmitírselo a la gente con la misma pasión con la que lo haces, por eso somos capaces de sentirte. No sé si otros cantantes logren transmitir emociones hechas letras y música como lo haces tú.

María Cecilia Zicarelli  

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