Luis Miguel, mi eclipse (Parte I)

Euge Cabral
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Hoy es un día más que especial para cada uno de nosotros, puesto que cada 18 de marzo se celebra el “Día Internacional del Fan”. Aunque cada día de nuestras vidas nos sentimos felices y orgullosos de ser fans del artista latino más importante de todos los tiempos, hoy lo proclamamos a viva voz para que el mundo entero lo sepa. Así que me sumé a la dinámica de su sello discográfico, Warner Music, y compartí este video con el HashTag #DíaInernacionalDelFan en mis redes sociales. ¿Se animan a sumarse también? Ya verán que es todo un reto intentar expresar lo que significa ser su fan en menos de un minuto, cuando los sentimientos desbordan el alma.

¡Feliz Día Internacional del Fan a los mejores del mundo!

En la historia que tengo para compartirles hoy, casualmente se habla acerca de lo que siente una fan, y por qué ella muchas veces no se sintió una auténtica admiradora. Cuando la leí me afloraron muchos sentimientos, pero se los comparto más adelante para no spoilear la historia:

Mi nombre es Ingrid Zuñiga, soy italiana, y comenzaré por relatarles lo que aconteció en torno al último concierto al que asistí en Valencia, en el año 2019, cuando me enteré de que Miky haría una gira por Europa. A través de una red social comencé a buscar grupos que me dieran más información al respecto, y así conocí virtualmente a Martha Codó, quien fue súper gentil conmigo. Nos escribimos por Messenger, varias veces, y en esas charlas pude apreciar su generosidad y cariño, me hizo sentir inmediatamente cercana y me trató como si me conociera desde siempre, por eso, ¡jamás la olvidaré!

Martha me dio el contacto de Cristina Mari, una fan italiana, porque ella pensaba que seguramente algunas personas del fan club italiano asistirían al concierto de Valencia. Lamentablemente no pude contactarme con ella, pero igualmente organicé mi viaje. El programa consistía en un viaje en avión desde Bologna a Valencia, el sábado por la mañana, para llegar al medio día, pasar esa noche en un hotel, y regresar a Italia el domingo en la mañana. Una locura, sobre todo a mis 49 años.

Cuando estaba en el avión, sentada en primera fila, escuché que alguien dijo “Luis Miguel”. ¡No lo podía creer! De inmediato busqué con la mirada a una señora, que estaba a mi altura pero del lado opuesto, y en italiano le pregunté: “¿Usted dijo Luis Miguel?”, y ella súper sorprendida me respondió que sí. Así fue como conocí a Silvana, otra mega fan italiana, y mientras conversábamos se puso de pie otra señora, que estaba en la quinta fila, para decirnos en italiano: “Muchachas, yo también voy al concierto de Luis Miguel”. La alegría que invadió mi corazón fue increíble, porque en cuestión de unos minutos había conocido 2 personas, Silvana y Anna, más el marido de una de ellas, que viajaban por el mismo motivo que yo a Valencia. Comprendí que lo que me parecía locura no lo era tanto.

Obviamente el concierto fue maravilloso, por primera vez lo vi como una fan de verdad, de pie en el predio de la cancha, y aunque a esta edad eso es un gran esfuerzo, créanme que valió la pena porque además obtuve mi primera rosa blanca. Esta vez me presenté luciendo mi mejor outfit, como si fuese mi gran cita, y con mi cartel bien grande (más adelante entenderán el porqué de este comentario).

Miky lo leyó, se río, me hizo gestos con las manos como llamándome, y luego me anticipó que iba a lanzar aquella rosa especialmente para mí, lo que me llenó de emoción.

Después del concierto conocí el grupo de fans italianas que estaban ahí, y me inscribí oficialmente en el fan club, “Per Luis Miguel”. Desde ese día estoy en contacto con personas que sienten y viven a Miky como yo, con experiencias increíbles, y de alguna manera permití que mi pasión y sentimiento por este gran artista, que hasta ahora era muy íntimo y personal, creciera externamente.

Obviamente a Euge la conocí a través de una red social y, como Martha, me acogió desde un principio con afecto y generosidad. Aprovecho para decirle ¡Gracias!

Ahora les explico lo que significa Miky para mí, porque pienso que no soy la única que lo vive de esta manera y, seguramente, mi experiencia podrá servir a otras personas para que externen su pasión, y puedan vivir libremente esta condición de vida llamada FAN.

A los 14/15 años conocí a Luis Miguel en un programa de televisión, y fue amor a primera vista. Ese muchacho, algunos meses mayor que yo, me encantó con su voz, su sonrisa y personalidad. Me sentí inmediatamente cercana a él, seguramente nos unía la edad y las ganas de vivir. En esa época vivía en una ciudad del sur de Chile, eran tiempos en donde las noticias de Luis Miguel me llegaban a través de revistas, programas radiales o televisivos, pues no existía la globalidad de hoy, y tenía que conformarme con ese puñado de noticias. Pasaban meses sin saber nada de él, tan diferente a la actualidad que todo es prácticamente en tiempo real. Por mi forma de ser comencé a sentirme su fan muy discretamente, casi en secreto, obviamente compraba sus cassettes y los escuchaba con mi walkman, sin incluir a nadie más que él y yo.

Cuando participó del Festival de Viña del Mar en 1985 soñé con poder asistir, pero vivía a más de 600 kms. y mis padres jamás me hubieran dejado ir. Debo confesar que sinceramente no tuve la valentía ni siquiera de preguntar si era posible, supongo que para no enfrentar una respuesta negativa.

Mi pasión continuó creciendo dentro de mí, mientras veía en televisión a las chicas que lo esperaban en el aeropuerto, o fuera de su hotel, gritando y llorando de emoción. Este tipo de reacciones, como de situaciones, me hicieron pensar que no era una verdadera fan, puesto que no había hecho nada que se pareciera a lo que otras fans hacían por él. Esto hizo que nunca me sintiera a la altura de una fan incondicional, motivo por el cual mi pasión fue siempre muy íntima.

En mi mente de quinceañera me seguían dando vueltas algunas preguntas que no podía responder, como la imposibilidad de comprender por qué era tan injusto ser fan, ya que no es posible encontrar a tu ídolo o compartir con él. Por qué todo el cariño y afecto que sentimos debíamos demostrarlo desde lejos y, a veces, hasta con imprudencia, con gritos o llanto en un concierto. No entendía la razón por la cual, artista y fan, siendo personas que se respetan, conocen, y estiman mutuamente tenían que vivir alejadas “para siempre”. Era un pensamiento recurrente que, durante mi adolescencia, no me abandonaba y tenía que brindarle una respuesta. Obviamente nunca la encontré, pero me inventé una: “Hay personas que en la vida nunca podrán estar juntas o, mejor dicho, se podrán reunir sólo en ocasiones especiales”. Pensé… ¿Con qué fenómeno podría relacionarlo?”, y de inmediato se me presentó la naturaleza que es sabia, y me inventé mi propia teoría llamada “Eclipse”. Se las explico, es súper simple. Los eclipses ocurren en raras ocasiones, es cuando el sol coincide con la luna, y se deja cubrir completamente. Esta es exactamente la sensación que siento cuando veo a Miky, solo que es al revés, su brillo me cubre por completo. Miky es el sol de México, los eclipses son sus conciertos, y yo soy la luna.

Esto me tranquilizó y me hizo vivir serenamente esta pasión, porque de alguna manera había dado una respuesta a mis preguntas, y con mi teoría pude colmar platónicamente la distancia que existe entre él y yo.

Pasaron muchos años y yo seguí cultivando mi pasión muy reservadamente, él hizo algunos conciertos en mi país, pero siempre en la capital, por lo que nunca más pude asistir.

En el año 1999 yo vivía en Nueva York, USA, por motivos de estudio, y a través de mi prima Patty me enteré de que Miky haría un concierto en mi ciudad. No podía creer que el destino me jugara esta mala pasada, cuando Miky visitaba mi ciudad yo me encontraba en otro continente… lloré de rabia, pero me prometí a mí misma que tarde o temprano mi Eclipse tenía que ocurrir. Y así fue, sucedieron 3 eclipses en mi vida, los que relataré en la próxima entrega.

Continuará…

Esta es parte de la historia de Ingrid, que muy pronto seguiremos descubriendo, y ahora sí puedo explayarme respecto a lo que sentí cuando leí a Ingrid y sus preguntas sin responder. Literalmente se me cayeron las lágrimas mientras avanzaba en su relato, porque realmente me identifico con ella. Con los años que llevo siendo fan, puedo decir que no he podido superar del todo la angustia que me provoca no haber podido abrazar aún a Luis Miguel, para transmitirle en ese fuerte abrazo todo mi cariño. Qué difícil es amar con todas tus fuerzas a una persona y no tener la certeza de que algún día se lo podrás decir mirándolo a los ojos. Qué difícil es no poder verlo cuando tu corazón te lo pide a gritos. Pero me ha servido de mucho su teoría porque tiene toda la razón, debemos sentirnos afortunados de tener a alguien tan especial en nuestras vidas, que nos hace amarlo y admirarlo con locura, y estar muy agradecidos de esos encuentros fugaces que los hacen aún más especiales. Quizá algún día, cuando Dios así lo disponga, podremos darle rienda suelta a nuestros sentimientos, exteriorizándolos con palabras, gestos y abrazos a Luis Miguel.

Euge Cabral

2 comentarios

  1. Realmente una teoría muy bella, gracias Ingrid.
    Euge, Esperanza, es lo que nos mantiene firmes… la esperanza de algún dia abrazar a nuestro querido Luis Miguel.

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