Luis Miguel, de la tierra del son a la vie en rose (Parte I)

Maria Eugenia Cabral
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Quedó atrás el mes de las celebraciones de la Independencia de México en la ciudad de Las Vegas, y aunque la ausencia de Luis Miguel se hizo notar muchísimo, en lo personal y pensando en su bienestar, siento que la decisión fue más que acertada. 11 años consecutivos presentándose en concierto, 8 de los cuales transcurrieron en el Colosseum del Caesars Palace, ha sido todo un récord difícil de superar por la cantidad de presentaciones sold out. No exagero al decir que los latinos esperaban con ansias sus conciertos (como así también un buen número de estadounidenses), en especial sus admiradoras, las que año tras año convirtieron al lugar en un “centro de convención internacional de fans”.

Tuve la oportunidad de vivir esta experiencia en el año 2011, luego de escuchar atentamente las vivencias de quienes fueron las precursoras en esto de viajar motivadas por una pasión que nos moviliza tanto. Sus anécdotas fueron suficientes para hilar un sueño que me propuse conquistar, al que nunca dejé de avivar, con la ilusión de concretarlo en un futuro cercano. Trabajé arduo para conseguirlo, pero les aseguro que la recompensa fue una de las realidades más bonitas que me ha tocado vivir.

Y si bien esta experiencia no pude repetirla, lo hice a través de la lente de muchos fans que me secundaron, los que se tomaron el tiempo de transmitir en vivo y en directo, con el único fin de trasladarnos hasta el mismísimo paraíso. Esto ha sido de gran ayuda para palear las incontrolables ganas de embriagarnos de su presencia y, aunque comprendemos que este año no pudimos saciar nuestros sentidos ante la necesidad de hacer una pausa en su carrera para recargar energías, no quita que lo extrañemos a mares.

“Septiembre sin ti” ha sido la frase más usada por los fans durante estos 30 días, al rememorar con imágenes y videos sus antiguas presentaciones en Las Vegas. Pero algunos afortunados, como mis amigas fans que viven en Los Ángeles, pudieron llenar el vacío de su ausencia con un encuentro casual en alguna parte de esa gran ciudad. Dicen que lo que es para ti, es para ti aunque te quites, y ellas estuvieron en el lugar y momento indicado. Al contactarme con ellas me cuentan que Miky se sorprendió gratamente al verlas, se mostró feliz y muy cariñoso… y es que no es para nada descabellado pensar que nos extraña tanto como nosotros, cuando llevamos casi 35 años compartidos.

¿Ya les conté que Luis Miguel tiene una prodigiosa memoria fotográfica? Reconoce a sus fans en el público, sabe fehacientemente si estabas en su concierto la noche anterior y lo demuestra con un gesto de sorpresa y alegría. Y ni se diga si eres un fan que sigue sus pasos bien de cerca con la consecuente posibilidad de que te vea seguido, habrás logrado que te recuerde por siempre aunque aún desconozca tu nombre. Vuelvo a destacar la generosidad de Luis Miguel, su amabilidad, predisposición, cariño, sencillez y buena onda a la hora interactuar con sus fans, en un ámbito dedicado a su vida personal en el que no tiene ninguna obligación de hacerlo.

En otro orden de cosas quiero presentarles la interesante historia de una fan que vive actualmente en Francia. ¿Cómo es que Luis Miguel llegó a su vida? ¿Cómo ha mantenido viva esta pasión en un país donde no se escucha su música?, éstas y otras incógnitas las develaran al descubrir el texto:

 Mi nombre es Greta María Suárez, y deseo contarles que hoy una amiga me ha hecho la pregunta del millón: ¿Cómo se supo de Luis Miguel en Cuba? y automáticamente surgieron un montón de imágenes desordenadas en mi mente, esos recuerdos que atesoro desde mi niñez. Resumir mi experiencia, la que está indefectiblemente ligada a esa pregunta, en una simple respuesta lo vi muy difícil, así que le prometí escribir mi historia para ir recordando todo lo que viví hasta salir de Cuba.

Debo remontarme al año 1989, en La Habana, cuando con solo 10 años y en 4to grado de la escuela primaria escuché la voz de Luis Miguel. No fue de casualidad ni mucho menos, fue en una época en la que Cuba era muy aclamada y conocida por sus adelantos en Latinoamérica, uno de los primeros países con un gran potencial cultural, y respecto a la música siempre en el primer lugar. Las grandes figuras no cesaban de hacer giras en el exterior para llevar nuestro arte por doquier, y uno de los países más visitados era sin dudas México. Había mucha influencia de música americana y mexicana, por lo cual en La Habana se escuchaban a todas las figuras internacionales que habían conquistado al mercado gringo y mexicano.

Vengo de una familia de músicos, ya que mis padres y mi hermana mayor son profesionales del lenguaje universal. Mi padre, un guitarrista prestigioso en Cuba que se codeaba con los grandes cantantes y compositores del momento, trabajaba sin descanso en diversas actividades… componía, hacia conciertos clásicos, trabajos investigativos, asesoraba programas de televisión y acompañaba con su guitarra a cuanto artista se lanzaba. Era una época en la que él era el arreglista, asesor y compositor de un cuarteto vocal llamado “Génesis”, con quienes estuvo trabajando alrededor de 10 años.

Estos chicos magníficos viajaban mucho a México porque los contrataban seguido, por lo que hacían buenas giras allí. En esa ocasión estuvieron en la ciudad de Mérida y regresaron cargados de novedades musicales, entre ellas el último vinilo de Luis Miguel, una joven promesa que estaba arrasando en el país azteca. Mi padre y yo estábamos de visita en casa de uno de los integrantes del cuarteto después de su viaje, y fue ahí el mágico momento en que vi y escuché por primera vez a Luis Miguel, con el disco que lo tenía en ascenso: ‘Un Hombre Busca A Una Mujer’. El chico del cuarteto estaba encantado con su voz y talento, sobre todo porque decía que era demasiado joven para tener tanto potencial. En lo que tardé en escuchar el disco me grabaron todo el contenido en un cassette para regalármelo, mientras yo estaba obnubilada mirando la carátula con su foto. Recuerdo que me impactó de inmediato, y que desde ese instante me volví su fanática hasta el día hoy. Después de eso escuché aquel material todos los días y se lo enseñé a mi mamá, que creía que yo estaba desarrollando alguna especie de trastorno psicológico, y no podía dejar de mirarme sin entender nada.

No tardó mucho tiempo en filtrarse el disco en mi país, pocas semanas después llego a la radio nacional. La emisora Radio Progreso trasmitía a diario el programa ‘Juventud 2000’, donde se presentaban en primicia los nuevos singles de los artistas nacionales e internacionales. El director del programa, Guillermo Vilar, un día se declaró al aire como fan de Luis Miguel -tenía muchos contactos en México y le llegaba muy rápido cualquier novedad en música. La primera canción que escuché en ese programa fue “Esa Niña”, que por cierto la cantaba a coro en la escuela con un grupito de compañeras de mi clase. Luego sonaron “Un Hombre Busca A Una MujerEl primeroSoy Un Perdedor y La Incondicional”, la cual estuvo en las listas de Hits mucho tiempo al igual que en otros países.                                                                       

Otros programas de la misma emisora, como ‘La Discoteca Popular’ y ‘Nocturno’, se hacían eco de las canciones hasta que fue rodando de radio en radio, para oírse en todas partes a nivel nacional. Por supuesto que Guillermo ponía de inmediato cada disco nuevo de Luis Miguel. Los sábados era el día del invitado especial y la emisión era dedicada al artista anunciado, por ende cuando llegaba un nuevo CD de Micky lo anunciaban durante la semana, y yo corría a comprar cassettes de 90 minutos para que me cupieran todas las canciones. Así tuve en mi poder los discos desde “20 Años” hasta “Amarte Es Un Placer”, por cierto, este último se convirtió en mi disco anti-insomnio ya que transcurría las madrugadas escuchándolo hasta que el sueño regresaba. Entre el trabajo de día y la universidad de noche el stress me ganaba, y éste era el antídoto perfecto para conciliar el sueño definitivamente.

Cuando se estrenó el vídeo de la canción “La Incondicional” comenzó a copar los programas de televisión, fundamentalmente en Canal 6 que era la cadena principal del país, en el programa ‘Colorama’ donde difundían lo último en música. Recuerdo que también estuvo por bastante tiempo en los ‘Colohits’, la lista de los videos favoritos de la semana. Había otros programas televisivos que se llamaban ‘De La Gran Escena’ y ‘Recital’, los que iban los domingos en la noche, y ahí compartían una hora de conciertos de todos los artistas, sobre todo los mexicanos. Luis Miguel pasaba frecuentemente y cuando lo anunciaban, yo dormía la siesta para no dormirme a la hora del programa.

En poco tiempo Micky fue haciéndose más conocido, pero el batacazo lo dio obviamente con “Romances”. Al ser un disco de boleros, género musical cubano, se llevó todas las glorias de parte de compositores como César Portillo de La Luz y Frank Domínguez, ambos grandes amigos de mi padre y autores de “Contigo en la distancia” y “Tú me acostumbraste”. Aquellos compositores se sentían orgullosos, en las entrevistas para la televisión, cuando les preguntaban qué significaba para ellos que Luis Miguel cantara sus canciones. Una vez, el maestro Portillo respondió: “Es un honor que un artista tan joven haya hecho tal trabajo con el bolero, es algo monstruoso, tiene una voz magnífica y estoy encantado de que escogiera mis canciones para interpretarlas tan maravillosamente bien”. Los boleristas cubanos empezaron a respetarlo y a elogiarlo, y yo me emocionaba mirando televisión, alimentando mi orgullo y admiración hacia este gran artista.  Recuerdo particularmente el vídeo de “No sé Tú”, uno de los más vistos, ya que siempre que homenajeaban al bolero lo mencionaban y compartían.

En el mismo canal, los domingos por la mañana transmitían películas, les gustaba mucho proyectar filmes mexicanos, y mientras más dramáticos mejor. “Ya nunca más” era la que más se veía de Luis Miguel, y les confieso que mucho tiempo después de descubrirlo como cantante, supimos que era el mismo niñito que gritaba “Mi pierna, mi piernaaaa”. Años más tarde ocurrió una tragedia nacional, el archivo de la cinemateca de Cuba se incendió y se perdió casi todo el material que tenían, razón por la cual nunca más volvimos a disfrutar de la película en pantalla chica.

Tengo recuerdos de la adolescencia, más precisamente de la secundaria, donde también tenía un grupito de amigas a las que nos gustaba mucho Luis Miguel, y coreábamos a viva voz por la calle “Yo que no vivo sin ti” y “Palabra de honor”, ¡Nos encantaba! Teníamos unos cuadernos que les decíamos cancioneros y copiábamos la letra de los temas que nos gustaban -no tener un cancionero en ese tiempo en la mochila era como salir sin ropa. Particularmente tenía dos, el general donde había canciones de Juan Luis Guerra y LA-440, Dulce, Lorenzo Antonio, José José, Juan Gabriel, Rudy Lescala, etc., y para Luismi un cuaderno especial.

Teníamos revistas, fotos con ese look tan particular con pelo alborotado, y nos sabíamos algunas canciones, pues ya en esa época era conocido. ¡Cómo olvidar a Tony!, un chico que estaba en un curso superior al nuestro, exactamente igual a ‘El Sol’, parecía su gemelo porque hasta se sonreía igual, aunque no tenía esos ojos verdes que lo caracterizan. En la escuela era una locura porque las chicas le corrían detrás y nadie le decía su nombre, le llamaban Luis Miguel a secas. Cuando finalizó esta etapa escolar y nos dejó, casi nos morimos de tristeza porque era como tener a Micky entre nosotras.

En el próximo capítulo les contaré más sobre esta admiración que nació y creció en Cuba, y cómo esta pasión me acompaña en un país donde la música de Luis Miguel no se conoce.             

Continuará…

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