Luis Miguel, a tu lado vivimos una eterna juventud

Euge Cabral
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Siempre he sido totalmente sincera con este diario respecto a lo que pienso y siento -y así lo será por siempre-, por lo tanto deseo confesar que la llegada de Mayo me tiene revolucionada.

Francamente hubiera deseado que este mes se tarde un poco más de lo normal en arribar puesto que cumplo años. Si nunca me resultó demasiado fácil cambiar de década, imagínense lo difícil que se me hace digerir que cumpliré los tan temidos cuarenta. Hace un año que vengo tratando de asimilarlo y voy en camino de asumirlo, pues me consuela saber que hay una frase que dice “La juventud se lleva en el espíritu y en el corazón”, y si es así yo me siento de quince.

Luis Miguel tiene mucho que ver con mi juventud interior, porque él sigue conectándome con mi niñez y mi adolescencia, esas etapas en las que actuamos guiados por lo que siente nuestro corazón sin medir consecuencias. Con Luis Miguel siempre vuelvo a ser esa niña soñadora y auténtica que comete tantísimas locuras con tal de tenerlo cerca y llamar su atención, con el único fin de que sepa cuanto lo quiero y lo especial que es en mi vida.

Es una bendición poder decir que he vivido cuarenta años, y que treinta y dos han sido como fan del mejor artista de todos los tiempos, suceso digno de celebrar junto a él y que concretaré este año tan especial. ¿Se dieron cuenta de lo que escribí en mi último párrafo? ¡Ya casi los asumo!

La semana pasada estuvimos festejando el gran triunfo de nuestro Rey en los Premios Billboard, con su avasallante “The Hits Tour”, y hoy nuevamente los quiero invitar a recordar esta gira en la piel de una gran fan chilena:

Mi  nombre es María Angélica, la gran mayoría de los fans me conoce como “Chicajara”, tengo 41 años y soy de Chile. Mi historia es simple y comienza hace 32 años cuando vi por televisión a un niño dos años mayor que yo, con una hermosa melena rubia, unos ojos verdes impresionantes y unos dientes separados muy particulares -confieso que me gustaban mucho más así, es cosa de gustos.

Recuerdo haber ido a su primer concierto, en agosto de 1986 en el Estadio Chile (hoy Estadio Víc-

tor Jara), con Yenny, mi mejor amiga de esos años, y que su papá nos llevó para luego esperarnos a la salida. Cuando entramos no cabía más nadie en el recinto, por lo que no nos quedó otra alternativa que situarnos a un costado frente a unos enormes parlantes, entre los que había una mesita -no nos habíamos percatado de ello en un comienzo- a la que Luis Miguel se acercaba a beber agua. La primera vez que se acercó allí morimos y, como sólo había dos niñas y nosotras, cada vez que iba nos miraba y nos saludaba ¡Fue mágico!

Tampoco puedo borrar de mi mente un momento muy particular en el que Luis Miguel estaba cantando y  tocando al piano, cuando de repente se escuchó un gran estruendo y, para sorpresa de todos, una niña se lanzó desde la galería cayendo a su lado, lo que me dejó en shock. Aunque vinieron los guardias a sacarla, Miky la tomó, la levantó y la sentó a su lado. Fue un momento muy tierno pero a la vez una acción muy arriesgada la de esa chica, recuerdo que ha sido imborrable para mí y me imagino que mucho más para ella hasta el día de hoy. Al salir de ese primer y maravilloso concierto nos encontramos con el papá de mi amiga Yenny, don Carlos, quien mientras nos esperaba afuera nos contó que llegó un auto con un niño que por su pelo y su vestimenta le llamó mucho la atención, luego resultó que este pequeño bajó y lo saludó, gesto que respondió Carlos sin saber que era el mismísimo Luis Miguel. ¿Qué cómo lo supo después?, porque la gente que estaba ahí se lo dijo, ¡Insólito!

Después de ese primer encuentro fueron pasando los años, y Luis Miguel con su música se fue convirtiendo en una parte importante de mi vida, pues cada letra de sus canciones resultaron ser vivencias que iban marcando momentos claves y culmines de mi existir. Estuvo presente en mi primer gran amor, en mis primeros logros, en mis alegrías, en mis tristezas, pero cuando más se hizo parte de mí fue cuando me sostuvo con sus canciones en el momento más doloroso de la etapa de mi juventud, y por eso voy a estarle eternamente agradecida.

Hoy miro hacia atrás y en cada recuerdo hay alguna canción de ‘El Sol’ rememorando esos instantes… de los buenos y de los malos, de los bellos y los no tanto, de personas que tanto amé y que hoy ya no están conmigo, en fin, así es como alguien que sin conocer físicamente se fue metiendo poquito a poco en mi alma, y hoy ya forma parte de los que quiero y me importan tanto. Tengo la seguridad de que me llevaré esta dulce sensación conmigo hasta el último momento de mi vida.

Después de esa reflexión, les contaré que seguí yendo a sus conciertos a través de los años, viviendo en cada encuentro una nueva ilusión, pero fue en el año 2012 cuando esos encuentros (así les llamo a sus shows) se tornaron realmente encantadores. En Viña del Mar estuve con mis grandes amigas Ceci, Pauly, Mili, y mis primas Luz María y Nina para aprontarnos a una nueva aventura con ‘El Sol’.

No me pregunten cómo, pero estando al final de las filas terminé casi al borde del escenario, travesía en la que me ayudaron Ceci y Pauly  a quienes se los voy agradecer siempre, porque estando en la orilla de la pasarela Luis Miguel cantó una de mis grandes favoritas, “Te Necesito”, y vino un momento muy divertido porque en el coro se le olvidó la letra y miró directo a mis labios para poder continuar con la canción. Luego sí me miró cuando retomó el hilo y me sonrío, imagínense, me sentí feliz. Cuando se acercó a estrecharnos la mano, me encontraba sola con una niña muy alta a mi lado, ella se la dio inmediatamente y yo, al ser muy pequeñita, no alcancé por más que él intentó saludarme, ya que se abalanzaron sobre mí muchas niñas. Pero no me rendí, seguí intentando ese contacto físico hasta que de pronto sentí un tremendo apretón en mi mano y cuando logré reaccionar se la sujeté muy fuerte, tanto es así que tenía un anillo en el dedo y me quedó marcado. Les cuento que mientras me sujetaba, dos chicas detrás mío lo agarraron, cada una de la manga de su chaqueta y él casi cae al piso porque perdió el equilibrio, pero como me tenía tomada de la mano se enganchó de mis dedos, y les juro que me dolió cuando se soltó porque me tenía agarrada muy fuerte. Claro que Miky se dio cuenta de esta situación y nuevamente me sonrío, créanme que ese fue el pago a estos 32 años de brindarle mi cariño y respeto como el gran cantante que es.

Confieso que nunca he llorado por Luis Miguel pero al término del espectáculo, cuando busque a mis amigas y primas que se fueron quedando atrás, lloré por la emoción al contarles todo lo que había vivido, y es que fue todo un cúmulo de emociones guardadas por muchos años; que increíble es lo que resulta de una simple mirada de Luis Miguel, se siente como que nos regala el mismísimo cielo y más, y a la vez nos hace dar cuenta que de algo tan simple se puede estar tan agradecido porque, a pesar de ser alguien con quien nunca hemos estado, nos entrega su alma y su corazón a través de la música.

Pero mi historia no termina ahí, en “The Hits Tour” 2012 tuve la oportunidad de conocer gente espectacular, personas que han seguido a Luis Miguel por años como yo, y a su encantador staff y músicos, a quienes les estaré muy agradecida siempre por el cariño y las hermosas oportunidades que me brindaron. Como no mencionar a mi querida Euge Cabral, a Lucy, Peggy Conlin, a la amorosa María José Yunnissi , a la Fan Primera, a Sylvia Weber y a tantas lindas amigas (perdón si no las nombro a todas, pero son muchas y agradezco de corazón que  así sea) que he ido conociendo y que a través de las redes sociales me han demostrado tanto cariño y se han preocupado cuando no estuve bien, todas han sido una gran compañía pues, como siempre digo, somos una gran familia LuisMiguelera -creo que muy pocos fans del mundo pueden decir lo mismo y nosotras lo hemos logrado.

Retomando mi relato, les cuento que estando parada arriba de una silla en el Movistar Arena Chile ese mismo año -ya que era de suponer que se irían todas hacia adelante cuando apagaran las luces-, me sentí feliz porque lo tenía justo enfrente, ¡Qué mejor! No me olvido que en un momento le lancé un beso y él me respondió con un gesto muy tierno, situó su cabecita en su hombro izquierdo mientras me apuntó con el micrófono, detalle que logró emocionar a una niña que estaba detrás mío y la impulsó a gritarme “¡Qué envidia!”, para luego apretarme muy fuerte el brazo. Cuando le tocó el turno a “Te Necesito” y nuevamente se olvidó la letra, me ubicó fácilmente sobre mi silla y me volvió a seguir pero por un buen rato -mucho más que en Viña del Mar. En todo momento me sonrió y yo que sólo atiné a seguir cantando, mirarlo y sonreírle, ¿Cómo me contuve para no gritar de emoción?, no lo sé, pero ya me estoy acostumbrado a que me siga en esa canción. Desde ahí disfruté al máximo el show y al término, como guinda de la torta, le tiró directamente la pelota a mi amiga Ceci, quien la alcanzó a tomar junto con Pauly, aunque no fue tarea fácil, ya que tuvieron que luchar por un momento con las fans que la querían, pero al final cedieron al darse cuenta de que el Rey le había lanzado la pelota a mi amiga.                 

Una de mis locuras más grandes fue viajar por la tarde a Concepción, que queda a 7 hrs. más o menos de Santiago, sólo por ir a verlo. Esto fue en día de semana siendo que al otro día debíamos trabajar, pero teníamos las entradas y no podíamos perderlas. Llegamos un poquito atrasadas porque al no haber ido nunca nos perdimos, pero finalmente logramos llegar y lo hicimos cuando cantaba “Mujer de Fuego”. Después de una semana intensa tras los pasos de ‘El Sol’ ya estaba bastante agotada, pero el cansancio queda de lado si se trata de él, ¿no les parece?

El viaje tuvo su recompensa, pues mientras nos acomodábamos en un estadio que a esas alturas ya no tenía filas armadas, Luis Miguel cantaba del lado opuesto a mi ubicación y de pronto, cuando volvió y llegó al medio del escenario, hizo como que miró hacia mi lado pero no fue así, y cuando estaba por regresar hacia la misma esquina en la que estaba cantando, volvió su mirada nuevamente hacia donde estaba y ahí sí que me vio y abrió sus enormes y hermosos ojos y estiró su brazo apuntándome con el micrófono con esa dulce sonrisa como diciendo, “Noooo, tú aquí otra vez!” Así lo interpreté y no fui la única, ya que una de mis amigas fan que estaba allí lo notó y se emocionó mucho, es que si a mí me costaba creer que me hubiera reconocido mucho más a ella, fue todo como estar viviendo un bello sueño. Les juro que esa carita de sorprendido al verme ahí es uno de los más dulces recuerdos que llevaré siempre conmigo.

Al término de esta inolvidable aventura fui con Ceci y Pauly a despedirnos de su amoroso staff y de sus músicos, quienes una vez más fueron inmensamente encantadores conmigo y mis amigas, eso sí, les dijimos adiós con la tristeza de que tendríamos que esperar hasta una nueva gira para poder verlos. Luego viajamos toda la noche para poder llegar a tiempo en la mañana a Santiago y así cumplir con nuestras obligaciones laborales.

Estoy segura de que se vienen muchas aventuras e historias que contar de mi querido Sol, y no solo para mí sino para muchísimas fans. Quiero desearles de todo corazón a cada una de esas y esos incondicionales que viven la ilusión de estar con Luis Miguel algún día, que ese deseo se cumpla en algún momento de su vida, hoy veo a un Luis Miguel mucho más cercano, más amigable, más relajado y tengo Fe de que ese hermoso sueño a más de uno se le pueda hacer realidad.

Imposible no aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a Luis Miguel por haber cumplido un sueño. Amigas y amigos no solo estar con él es un sueño cumplido sino también lograr que él, desde ese escenario en el que brilla siempre, me reconozca entre miles de fans.

Esta es mi historia que se traduce a toda una vida siguiendo, acompañando y disfrutando a ‘El Sol’, riendo y llorando en los momentos sublimes junto a él.

Viva El Sol,  Viva el Rey… ¡Sí Señor!

María Angélica Jara

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