Más allá de todo, más allá de ti

Maria Eugenia Cabral
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Luis Miguel continúa cosechando éxitos, ya lleva 12 conciertos en México a lleno total. Nadie quiere perderse la oportunidad de experimentar su magia, con decirles que este sábado pasado sorprendió a la gran audiencia una pareja de recién casados, que hicieron su ingreso al Auditorio con el único fin de bailar su primera canción como flamantes esposos. Imagínense ese momento, uno de los más importantes en la vida de dos personas que se aman, y ellos decidieron darle el marco perfecto logrando que la voz sinónimo de romanticismo sellara ese instante. El Rey agasajó a la novia con una de sus famosas rosas blancas y con un “Vivan los novios” a viva voz, realmente un recuerdo inolvidable que perdurará en sus corazones para siempre y que podrán contar orgullosos a sus futuros hijos ¡Que sean felices!

Asistir a los conciertos de Luis Miguel es realizar un viaje por nuestras sensaciones. Verlo irrumpir en el escenario provoca una adrenalina indescriptible, tu corazón late a mil y tu respiración se acelera, escucharlo cantar con tanta pasión, ternura y entrega logra que te emociones hasta las lágrimas. Cuando toca el turno de los Up Tempo la diversión y la felicidad se apoderan de ti -momento en el que demuestras tus dotes de bailarina y armas una coreo improvisada con tu compañera de asiento-, cuando tienes ese contacto directo con él, ya sea a través de una mirada, sonrisa o apretón de manos, sientes que levitas entre la gente y todo a tu alrededor desaparece, instante sublime en el cual Miky acapara toda tu atención y tus sentidos.

Siempre nuestro Sol se caracterizó por la entrega a sus fans, pero me colma de orgullo verlo cada día más cercano a su público que tanto lo ama. Este fin de semana continuó con su ritual de acercarse a los balcones del Auditorio Nacional cual Romeo, para obsequiarle a las fans una tierna caricia de sus suaves manos, junto a esa tan sensual como encantadora sonrisa de la que es dueño. Adoro la capacidad que tiene de hablarte a través de sus ojos, cuando tienes el privilegio de encontrarte con esa mirada que te atraviesa el alma, uno es capaz de leer lo que su mente y corazón quieren decirte.

Este domingo que pasó una fan logró colarse y subirse al escenario, cuando corrió directo a Luis Miguel su guardaespaldas, que está atento siempre a todo, no tardó en detenerla imposibilitándole todo tipo de contacto con el Rey, pero él al percatarse de esta situación le hizo señas de que la dejara avanzar y ahí fue cuando tuvo un gesto que creo que ni en sus mejores sueños esta niña se lo imaginó: la abrazó muy fuerte por unos segundos, besó sus cabellos y luego

decidió regalarle otro beso en su mejilla. ¡Quién pudiera haber estado en la piel de esta fan! Sólo le pido a Dios antes de irme de ese mundo que me bendiga con la posibilidad de estar entre los brazos de Miky por un instante, mi corazón lo necesita casi, casi, como mi cuerpo al aire que respira.

Hoy quiero presentarles una historia muy especial, que demuestra el amor genuino que un fan puede tener por su artista y lo que es capaz de hacer para demostrárselo. Tengo la dicha de conocer a Adriana, de México, desde hace un tiempo y me siento feliz por ello porque es una fan de hueso colorado, a quien además admiro mucho por el inmejorable trabajo que realiza en pos de la carrera de Luis Miguel. Mi admiración se extiende a su mamá, Isabel, quien es otra gran fan a quien quiero mucho, la que me ha demostrado que se puede vivir esta pasión al máximo sin importar la edad que tengas. Isabel también hace una labor increíble en el programa de radio del que forma parte como miembro del Fan Club Contigo a la Distancia.

No quiero alagar más esta presentación porque el relato de Adriana es espectacular, espero que lo disfruten tanto como yo:

Iniciar a redactar mi historia como fan al principio se me hace complicado pero creo que conforme escribo voy recordando detalles que sacan de inmediato una sonrisa y un bello recuerdo.  Para empezar no tengo una fecha exacta en la que me haya convertido en fan, pues desde que tengo uso de memoria Luis Miguel ha sido el artista que siempre me ha fascinado, lo que sí recuerdo es que cuando era niña mi hermana tenía uno que otro poster pegado en la pared de su cuarto y era la que escuchaba los LP de Luismi mientras yo bailaba al son de su música.

Recuerdo también que desde aquel momento la voz de Luis Miguel para mí era un bálsamo increíble, mi mamá (mi cómplice, Isabel Santa Ana) me cuenta que cuando era súper chiquita y que siempre que lo veía o escuchaba decía: Apo nene mamá (guapo nene) así que Miky ha estado conmigo literalmente toda la vida.

Fueron pasando los años y con ellos fue creciendo mi amor por el mejor cantante que conozco. Cuando estaba en la secundaria compraba cualquier periódico o revista que tuviera noticias de mi Rey e incluso grababa con mi VHS todas las notas de los programas de espectáculos del momento.

Mi primer concierto fue maravilloso, tan solo  tenía 13 años, la gira era “Amarte es un placer” y al entrar al Auditorio Nacional -sabiendo que estaría en el mismo lugar que Miky- hacía que de mi ropa salieran chispas de electricidad de tanta energía que sentía. Mi mamá y yo estuvimos sentadas en el primer piso y para mí era fascinante ver a Luis Miguel en el escenario, con decirles que grité hasta cansarme y lloré, es que me apasionaba verlo tan majestuoso en aquel recinto. Algo que me parece mágico fue el hecho de que mientras transcurría el concierto veía a las chicas de la primera fila que podían disfrutar de Luismi a un nivel más íntimo, podían tocarle la mano, él les sonreía y pasaba largo rato con ellas, por lo que miré a mi mamá y le dije “Un día voy a estar ahí” y mi mamá no me respondió nada, únicamente puso cara de preocupación (pues en ese momento nuestra situación económica era complicada) y después me dijo “Sí hija, si lo deseas con tu corazón, pronto estarás ahí sentada en la primera fila”.

No había pasado ni una semana de esto cuando salió a la venta una edición especial de la Revista Eres, dedicada exclusivamente a la carrera de Luis Miguel, en la que vi nombres y direcciones de diferentes clubes de fans de aquí de México, así que de inmediato llamé por teléfono y me dijeron que la próxima junta del club sería el siguiente sábado. Ni lerda ni perezosa pedí permiso a mis papás para asistir, pero en ese momento estaba de moda el escándalo del Clan Trevi-Andrade así que mis padres se negaron rotundamente a que fuera sóla a menos que mi mamá me acompañara, y así fue, ambas acudimos al lugar acordado y fue entonces cuando conocí a mi primer Hada Madrina (pues así les digo a las Luismigueleras que han sido parte fundamental en el cariño que le tengo a Luismi) la presidenta del Club Las Jarochas, Soledad Espinoza. Llegamos cinco chicas a la cita: Marlene, Daniela y su mami, Claudia, Angélica y nosotras, ahí Soledad nos explicó en lo que consistía el club y nos dijo que si tenía noticias se comunicaría a la brevedad.

El siguiente jueves al llegar de la secundaria sonó el teléfono y era Soledad, quien me dijo: “Adri ¿Puedes ir hoy a un concierto de Luis Miguel? Tengo boletos de primera fila”. Me quedé callada, no podía creer que mi deseo se convertiría en realidad y de inmediato le dije: “Sí, claro que puedo” -aunque no sabía si me darían permiso. Le llamé a mis padres y me autorizaron a ir, a menos que obviamente fuera acompañada por mi mamá, la cual tuvo que quedarse afuera del Auditorio junto a Susana -la mamá de Dani-, pues Soledad únicamente tenía boletos para nosotras.

A mis trece años cumplí uno de mis deseos más fervientes, estar en primera fila era algo que sólo había vivido en sueños. Observaba el escenario cuando de pronto las luces se apagaron y mi corazón empezó a latir a toda velocidad, en ese instante salió el Sol, y fue uno de los momentos más bellos de mi vida poder ver a Luis Miguel tan cerca, tan bello, tan guapo, poder apreciar sus maravillosos ojos verdes y deleitarme con su exquisito perfume que seguramente se percibía hasta la quinta fila. Esa noche fue mágica, especial, decirle que lo amaba, sentir un apretón de sus manos, un guiño de sus ojos y sobre todo, en la canción “Inolvidable”, notar su mirada de gato encima mío -supongo que porque todavía me veía muy niña- fue increíble. Al finalizar la gira, el equipo de Miky tuvo el gran detalle de dejarnos un banner promocional autografiado por nuestro amor, así que fuimos por él al hotel y oh sorpresa, era del tamaño de una pared y nosotras íbamos en un VolksWagen amarillo, por lo que tuvimos que amarrarlo en el toldo y regresar a casa de Soledad a 40 km por hora. En ese mismo coche casi nos matamos al ir a un concierto, pues sabíamos que andaba mal de los frenos y aun así decidimos arriesgarnos, fue en una esquina cuando definitivamente no frenó y casi fuimos arrolladas por un camión de refrescos, por lo que literalmente puedo decir que por Luis Miguel casi pierdo la vida.

Después seguí asistiendo a diferentes conciertos y pude volver a estar cerca de él, casi siempre con mi mamá, mi cómplice adorada que también es súper fan de Miky.  Así transcurrió el tiempo y junto a un grupo de entrañables amigas vivimos la gira “México en la Piel”, haciéndonos llamar Luis Miguel en la Piel, con las que pasé momentos maravillosos, pues le preparamos muchísimas sorpresas a Miky durante cada día de sus 30 presentaciones en el Auditorio. Entráramos o no al show, corríamos a su hotel para que cuando él regresara nosotras estuviéramos esperándolo. Le aventamos pétalos de rosa, le cantamos, nos vestimos de payasitas, de soles, de mimos e incluso le contratamos un mariachi, cada noche Miky tenía el noble gesto de detener su camioneta, se asomaba intrigado preguntándose con que sorpresa lo esperaríamos esa noche y bajaba el vidrio para poder estrechar su mano con las nuestras.

La anécdota que más me gusta recordar es cuando nos vestimos de Minnies, con la clásica minifalda roja con bolitas blancas, blusa roja y orejas de Mickey Mouse. Mi mamá mandó a hacer una botarga (disfraz) de peluche rosa con la forma de un conejo, al pasar Luis Miguel y bajar el vidrio vio a mi mamá y soltó una carcajada, la llamó, la tomó del brazo y le dijo “te ves preciosa” con una sonrisota de oreja a oreja. Esa misma noche no sé cómo me senté en una especie de barda antes de bajar al estacionamiento, le compré una muñequita Minnie y se la mostré moviéndola de un lado al otro, él desde la parte trasera de su camioneta movió su mano y con sus dedos me hizo la señal de que me acercara, juro que no sé ni cómo ni cuándo salté de aquella barda pues traía tacones y en menos de lo esperado ya estaba pegada a la camioneta acariciando su mano y entregándole la muñequita, que según lo que me informaron sus guardias lo acompañó en el auto durante toda la gira.

En ese mismo tour, después del último concierto, nos fuimos a esperarlo a un punto cercano al Auditorio donde sabíamos que él pasaría, así que nos formamos pegadas a la pared, en la oscuridad de la noche y en la soledad que caracterizaba esa calle. Los autos que pasaban por ahí se asustaban al vernos, no sé qué se imaginarían al ver puras mujeres paradas a mitad de la calle en medio de la oscuridad pero les confieso que sólo esperábamos a Luismi. De pronto escuchamos las sirenas de las patrullas que lo escoltaban y de la moto que lo resguardaba y comenzamos a gritar fuertemente nuestra porra: “Luis Miguel en la Piel, Luis Miguel en la Piel” y al pasar por ahí sucedió lo que ni en mi más loco sueño me imaginé, se detuvieron las camionetas y de pronto se abrió la puerta justo enfrente de donde yo estaba, observé que alguien se bajaba y era ni más ni menos que Luis Miguel, se bajó y al verlo frente a mí comencé a llorar inconsolablemente, al mismo tiempo que me acercaba a abrazarlo, y las únicas palabras que pude emitir fueron: “Luis Miguel tantos años de esperar este momento”. El me abrazó más fuerte y me dijo “No llores, yo también las quiero”, para mí fue una eternidad ese momento pero en fracciones de segundo las demás chicas ya estaban abalanzadas para tener contacto con él, por lo que de estar en sus brazos

pasé hasta atrás pero no me importó, ya lo había abrazado. Luego entré en shock, perdí conciencia de todo lo que sucedía alrededor, lo único que recuerdo fue cuando él subió a su camioneta y todas corrimos atrás, y que cuando reaccioné con los gritos de mi mamá era porque estaba a mitad del periférico a merced de los autos. Ese ha sido uno de los momentos más bellos y especiales de mi vida, superado únicamente con el nacimiento de mi hijo.

Pasaron más años, me enamoré, me casé y nació mi hijo. Cuando vino Luis Miguel a México era muy bebé y aunque ser madre es algo maravilloso e invaluable, lloraba porque no podría ir a ver tan seguido a Miky. Les cuento que aunque mi hijito tenía meses no aguanté la tentación, lo dejé al cuidado de su abuelo y su papá y me fui al concierto, pese que al regresar me fue como en feria pues ambos estaban furiosos. Así entré nuevamente en contacto con mis otras hadas madrinas del Club Vivo por Luis Miguel, con las cuales conocí gente extraordinaria y maravillosa.

En algún momento de mi vida pasé por un problema de salud tan fuerte como grave y en el que me encontraba sumergida. Mi gran amigo Eli Mora me pedía que pensara en algo positivo que me hiciera salir adelante y las dos cosas que me ayudaron, que fueron mi tabla de salvación, fueron mi hijo y la música de Luis Miguel. Finalmente eso es únicamente un episodio más de mi vida en el que Miky estuvo a mi lado.

Es así como llego al club en el que tengo el gusto de compartir semana a semana una emisión radial todos los miércoles en punto de las 12, Radio LM, la estación del Club Oficial Contigo a la Distancia, en el cual realizo la conducción en compañía de mi súper hada madrina Martha Codó, de mi inseparable cómplice Isabel Santa Ana, de mi querido amigo Elí Mora Arriaga, de mis amadas amigas del club y de radioescuchas fantásticos de todo el mundo. Esto para mí ha sido una experiencia mágica, una vivencia que me llena de luz, de energía y que me hace saber que los fans de Luis Miguel somos únicos en el mundo.

Le agradezco a mi mamá Isabel Santa Ana por ser siempre mi compañera de aventuras LuisMigueleras, mi cómplice, mi amiga, mi incondicional, a mi esposo por aguantarme y comprender mi amor por Luismi, a todas y cada una de las personas que he conocido en este mundo y en esta entrañable familia LuisMiguelera, a Euge por brindarnos este espacio para compartir nuestras experiencias junto a Miky y sobre todo a Luis Miguel por ser el refugio para nuestra alma, por ser el dulce bálsamo en momentos de tristeza, el romanticismo en momentos de amor, el ritmo en momentos de alegría, la compañía en momentos de soledad, por permitirnos conocer gente extraordinaria, y por ser definitivamente algo que va más allá de todo, más allá de ti.

Adriana

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