Marinero de las letras, te fuiste a la mar

Maria Eugenia Cabral
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27 de noviembre de 2012     

La madrugada de este 26 de noviembre de 2012 recibí una de las noticias más tristes en mi vida como fan de Luis Miguel: la partida de uno de los compositores más grandes de la historia de la música, Juan Carlos Calderón.

Nunca estaremos preparados para afrontar el duro golpe de la muerte, a pesar de que como cristianos sepamos que en esta vida estamos de paso y que sólo se trata de un tiempo de preparación para la vida eterna. El desapego físico es algo que nos cuesta aceptar, y más si pensamos en que todavía no había llegado su hora, porque déjenme decirles que aún tenía mucho talento para darnos. Como fans anhelábamos muy pronto un nuevo trabajo discográfico con El Sol de México, por el simple hecho de que no fue un compositor más entre tantos, sino que fue quien talló a fuego nuestros corazones con sus letras.

Fue alguien sumamente importante en la carrera de Luis Miguel, autor de muchísimos de sus éxitos. De la mano de una de sus obras, “Me gustas tal como eres”, Miky obtuvo su primer premio Grammy con tan sólo 15 años de edad, record que aún conserva intacto.

En mi nombre, y en el de todos los fans de Luis Miguel, quiero darle al maestro especialmente las gracias por ser el creador del Himno que nos identifica: “La Incondicional”. Además quiero agradecerle el que haya compartido su arte con el mundo entero, porque no debe existir ser alguno sobre la faz de la tierra que no se haya emocionado, soñado y enamorado con sus baladas.

Desde que nació, su vida siempre estuvo ligada a la música, y siendo tan sólo un niño demostró tener aptitudes musicales sorprendentes. Esto quedó más que demostrado a lo largo de toda su carrera, ya que trabajó en 83 producciones discográficas como arreglista, compositor y productor.

Para que una canción se cuele directo al alma se necesitan dos cosas: una letra incomparable y una voz capaz de transmitirte lo que el autor está sintiendo al escribirla. Por ello es que Luis Miguel y Juan Carlos Calderón fueron una dupla arrasadora e insuperable desde el comienzo.

Luis Miguel con su voz, ángel y magia, le dio el toque de perfección que las composiciones de Juan Carlos Calderón necesitaban.

“Infinitas gracias maestro porque me sentí dichosa y afortunada de crecer con sus canciones en esa voz que acaricia mi alma. Tenga por seguro que vivirá por siempre en mi corazón y en el de todos los fans de Luis Miguel”.

Corresponde aclarar a mis lectores que hoy hice una pausa en mis MickyAventuras por una razón más que valedera. Considero que no debo extenderme más, no porque Juan Carlos no lo merezca, todo lo contrario, sino que quiero dar paso a alguien que lo conoció personalmente y que compartió muchísimos momentos inolvidables junto a él. Ella es mi querida amiga Juani, presidenta de Por la Magia de Luis Miguel, fan club del cual este gran compositor era su padrino:

Una mañana estaba tomando café con mis compañeros de trabajo cuando de repente suena mi teléfono móvil – llamada desconocida ¿Quién será el que me molesta justo ahora en la pausa grrr? me pregunté:

-¡Hola, buenos días!

-Buenos días, con Juana María Arroyo?

-Hola sí, soy yo

-Buenos días, soy Juan Carlos Calderón – casi me muero!!!!

Me salí de la cafetería donde había mucho ruido para hablar tranquilamente y me desconecté del planeta tierra, pues tenía al otro lado del teléfono a unos de mis grandes ídolos de la música: El gran compositor Juan Carlos Calderón, el que había escrito tantas canciones que tanto significaban para mí, y sobre todo alguien que fue sumamente cercano a mi ídolo Luis Miguel.

Juan Carlos había recibido la carta del Fan Club que presido, “Por la Magia de Luis Miguel”, donde le expresábamos nuestra admiración y le comentábamos que sería un enorme honor para nosotros apadrinara nuestro club. Me llamaba para decirme que sí, que lo hacía, y preguntaba qué tendría que hacer para formalizarlo.

Enseguida fue una relación como si nos conociéramos de toda la vida. Llamadas muy frecuentes de teléfono, charlas largas, muy largas, a veces horas, y finalmente llegó el día en el que fuimos a visitarlo a su estudio de grabación. Allí, aparte de recibirnos e invitarnos con unas tapas y unos refrescos, se sentó en su piano y nos deleitó tocando algunos de sus temas, que había compuesto hacía apenas unos días, y nos preguntó: “¿Qué os parece? ¿Os gusta?”.

Me sentía como en la luna, no podía creer que el gran compositor Juan Carlos Calderón estuviera sentado ahí al piano y a mi lado, tocando con esas manos que tantos temas importantes había

compuesto y como si esto fuera poco me preguntara “¿te gusta?”. Era una época en la que tuve que acostumbrarme a recibir llamadas de él, como si de cualquier amigo se tratara.

A veces me enviaba poemas por mensajes de texto al móvil, otras me llamaba para contarme algo que le había ocurrido o bien para hablarme de algún nuevo tema que había compuesto y quería saber que me parecía.

Tuve el inmenso placer de poder hablar horas y horas con él. Hablar sobre la música, los sonidos, el funk, el jazz, el soul, la política, el amor y muchas cosas más, pues Juan Carlos se convirtió en un muy buen y entrañable amigo mío.

A lo largo de los años me mostró como trabajaba y que era un ser muy inquieto. A pesar de tener un ritmo diario frenético, sus siestas, sin embargo, eran sagradas. Nuestras llamadas solían terminar diciendo siempre: “llámame después de la siesta ó llámame antes de la siesta”.

Recuerdo muchos momentos con él, sobretodo de risas, pues aparte de componer, era un artista.  Hacía figuras, pintaba y creaba cosas como una lámpara o una postal de Navidad. Una tarde que llegamos varias chicas del club a su estudio me dice: “Ahora me ha dado por recolectar las placas de los ordenadores y fíjate, los componentes eléctricos parecen casas, si lo ves de una perspectiva hasta son edificios, ciudades”. Las tenía ahí en su estantería como una figura más entre fotos con grandes personalidades del cine y de la música.

En octubre de 2005 me comentó que tenía ganas de deleitarnos con algo al piano, pero que fuera en un sitio grande y público para que pudiera ir toda la gente del club y que no le importaba que fuera otra gente, pues quería ofrecernos una Tocata y lo iba a hacer con una cantante, que por aquel entonces estaba trabajando. Ese día llegó y me sorprendió verle lo nervioso que estaba. Era como si fuera la primera vez que fuera a tocar el piano, entonces me dijo: “Juani, no sabes lo nervioso que me pongo siempre. Soy muy perfeccionista, no me perdono fallar una tecla y ya soy mayor, por lo que si se me va un tono me enfado y me pongo nervioso”, a lo que le respondí: “Juan Carlos, por favor! Aunque te equivocaras en 10 tonos, nosotros no nos daríamos cuenta, pero si tocas como Dios! Eres lo más grande”. No me olvido que siempre me decía: “No me trates así, no me digas esas cosas, que soy humano como todos” era tan humilde!

Las veces que hablé con su hija y le pregunté si le había podido mostrar a su padre alguna cosa de las que le solía mandar por internet (videos en los que Juan Carlos salía en Youtube), ella me comentaba que su padre era “culito mal asiento” y que no aguantaba ni 30 minutos quieto en un sitio, que era muy difícil que le prestara 5 minutos atención, pero que era curioso ver su agilidad mental, la forma en que le surgían las ideas y le creaban esa inquietud. Él era una fuente de creatividad, ¡Un Genio!

Cuantas veces no hemos hablado de momentos importantes en su vida. Nada tenía importancia

para  él, sólo las amistades y el factor humano. Tenía un corazón inmenso, sufría con las malas noticias, se alegraba de lo bueno y participaba siempre en todo lo que podía.

Juan Carlos Calderón le tenía un gran cariño a Luis Miguel, le quería como a un hijo y le compuso sus mejores temas.

Hoy se va un Genio de la Música, uno de los Grandes, el Beethoven del siglo XX de la música española, pero sobre todo un gran amigo al que siempre echaré muchísimo de menos.

Descanse en Paz Juan Carlos Calderón – no te olvidaremos nunca.

Juani 

También quiso hacerse presente en esta columna homenaje un fan de México, quien admiraba entrañablemente a este artista sin igual y lo hará por siempre, los invito a conocerlo:

Mi nombre es José Ricardo Rico Cedillo, tengo 23 años, soy oriundo de la Ciudad de México y mi historia como fan de Luis Miguel y de Juan Carlos Calderón, a quien trataré de homenajear, empezó de esta manera.

Recuerdo perfecto la primera vez que escuché un tema de Luis Miguel, estaba en la sala de mi casa escuchando los cassettes (en ese entonces) de mi papá cuando, entre tantos más, puse uno cuyo primer tema era “Me gustas tal como eres”, aquel que cantó a dueto con la gran intérprete Sheena Easton.

Desde entonces quedé prendido de la voz de Luis Miguel, quien en dicha grabación era apenas un adolescente que ya ganaba su primer Grammy de la academia.

También encontré entre las pertenencias de mi padre el cassette “Un hombre busca a una mujer”, aquel disco que marcó la etapa de un Luis Miguel maduro, con canciones más serias, y dispuesto a erigirse en lo que hoy es, el artista latinoamericano más grande y exitoso de la historia. Entonces empecé a escuchar el tema que le da el nombre a ese disco, también “Esa niña”, “Culpable o no”, “Por favor señora” y “El primero”. Me resultaba imposible no dejar de estar encantado con la interpretación de este artista, la profundidad de cada arreglo y la letra de cada composición, todas ellas venían de una mano y corazón bendecidos, los de Juan Carlos Calderón.

Mi curiosidad por seguir escuchando música de ese cantante creció a partir de entonces. Eran los ’90 y en las noticias todo el mundo hablaba de él, pues recién había editado otro clásico de su discografía, “Romances”.

El disco continuaba con el concepto de los boleros, en los que incluía por primera vez temas

inéditos que alcanzaron gran éxito, “Estar contigo” y sobre todo la multipremiada “Por debajo de la mesa” del maestro Armando Manzanero.

Me limitaba a escuchar los temas que eran hits de Luis Miguel, “La media vuelta, Por debajo de la mesa, No sé tú, Hasta que me olvides, Suave, Tú y yo”, pero entre ellas también los clásicos que, de la inspiración de Juan Carlos Calderón, Miky llevó a otro nivel como “Entrégate, Sin hablar, Tengo todo excepto a ti, Oro de ley y Amante del Amor”. Había una canción en especial que me gustaba por encima de todas, esa es justamente la que dejó una huella imborrable en la carrera del Rey, “La Incondicional”.

Como compositor, influenciado por el feeling que Luis Miguel le imprime a cada uno de sus temas, me he visto influenciado en mi forma de escribir y sentir por este gran maestro, que desgraciadamente vio apagar su luz este 26 de Noviembre.

Una insuficiencia cardíaca nos arrebató a uno de los compositores más importantes y sentidos de la historia de la música en español. Se nos fue una joya de la composición musical, aquel que supo transmitir, en la voz de todos sus intérpretes, los sentimientos más agudos y profundos que un simple mortal puede experimentar. Mocedades, Serrat, Sergio y Estibaliz, Julio Iglesias, Emmanuel, Ricky Martin y el gran Luis Miguel, entre otros, han perdido la pluma de quien escribió en un pentagrama los caminos destinados al éxito de cada uno de ellos. La música en español, sobre todo la romántica, está de luto por la partida de uno de sus hijos prodigios, en quien la naturaleza depositó la sensibilidad precisa de poder surcar en el alma de quien la escuchó y la entendió.

Gracias, desde el paraíso que le fue reservado, por tantas canciones, tantos sentimientos que aún erizan la piel, por poner en la voz de grandes artistas, en especial en la de nuestro ídolo Luis Miguel, temas que quedarán para siempre, ese es su legado y a partir de su partida comienza su leyenda.

Entre notas de guitarra les hablaba de su tierra, de un clavel y de un balcón donde aún llora una niña, esperando a aquel que un día se olvidó decirle adiós… oh marinero, oh marinero, con sombrero de ala ancha y un clavel en la solapa, un Don Juan se hizo a la mar…”

José Ricardo

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