No existen límites para un triunfador

Maria Eugenia Cabral
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1 de mayo de 2012

Hace algún tiempo tuve la enorme fortuna de conocer virtualmente a José Carlos, un fan de Perú, digno de mi eterna admiración.

Desde los primeros contactos pude percibir a un ser encantador, transparente, amistoso y de una sensibilidad muy especial, virtud que le permite transitar intensamente este camino como fan de Luis Miguel.

Siempre he dicho, y no me canso de repetirlo, que rescato y valoro profundamente la valentía de los fans del sexo masculino, por animarse a experimentar las mil sensaciones que despierta en nosotros Luis Miguel, con su voz y con su manera única de interpretar.

José Carlos, desde su lugar en el Fan Club “Cómplices de Luis Miguel Perú”, es un fan que trabaja mucho por la carrera de “El Sol de México” y lo hace de una manera impecable, dedicada, sin miedo a lo que puedan opinar aquellas personas que no comprenden esta pasión, demostrando de esta manera cuan orgulloso está del artista a quién decidió seguir desde niño.

Tras un tiempo relativamente largo deseé conocerlo en vivo y en directo, y fue recién en el Festival de Viña del Mar donde tuvimos la dicha de reunirnos, para por fin intercambiar unas palabras mirándonos a los ojos, y no a través de una pantalla fría de una computadora. Aunque el tiempo fue tirano, transcurrió demasiado rápido, agradezco la oportunidad que tuvimos de compartir un rato agradable. Al despedirnos nos prometimos una nueva cita, con Luis Miguel de por medio, para seguir cultivando esta bonita amistad.

No me quiero extender más, les presento a este fan de pura sangre:

Si me preguntan cuál fue el primer recuerdo que tengo de Luis Miguel, pues tendría que remontarme a cuando era niño, en los tiempos de los discos “Soy como quiero ser” y “Busca una mujer”, tiempo en el cual se había desatado toda una moda en el país (y en toda Latinoamérica).

En la TV pasaban a cada rato sus vídeos, reportajes y hasta hacían programas especiales dedicados enteramente a él, por lo que era difícil no saber quién era. Me llamaba poderosamente la atención su estilo: siempre con terno, una melena, lentes oscuros de aviador, y una forma de ser que inspiraba despreocupación, algo así como si dijera “yo mismo soy”, y claro, el enorme furor que causaba entre las féminas. Sin embargo, tenía 5 años y no me imaginaba lo importante que podía llegar a ser esta admiración, pues en ese momento era sólo eso, un cantante que me llamaba la atención. Recién con el primer disco de boleros, “Romance”, es que tomé conciencia de ello, y me di cuenta de la magnitud de este artista y de lo que era capaz de lograr, gracias a su enorme talento, pues vi cómo su música era aceptada y preferida no sólo por la gente joven sino también por gente adulta e inclusive por ancianos. Sabía entonces que aquel no podía ser un cantante cualquiera, no era un cantante “normal”, no era un cantante de “moda” más. Así fue como empezó toda esta magia.

Con los años la admiración fue creciendo, me empecé a interesar más por sus discos, su música, su vida. No quisiera usar la palabra “fanático”, pero probablemente lo sea, puesto que algo que me caracteriza es que cuando algo me interesa, me meto de lleno en eso. Soy muy apasionado en mis cosas, al grado de estudiarlas a fondo y defenderlas “a capa y espada”.

Admiro a Luis Miguel en muchos aspectos y ámbitos. Como artista, ¿quién puede dudar de su gran calidad interpretativa, su voz, la manera cómo canta, el sentimiento que le impregna a todas y cada una de las canciones y su gran performance en el escenario en vivo? Absolutamente nadie. Más allá de eso, también admiro a Luis Miguel como ser humano (aunque algunos no estén de acuerdo); rescato de él la disciplina, la perseverancia y el profesionalismo con los que ha manejado su impecable carrera y su vida; su personalidad reservada y la elegancia para vestir. De hecho, podría decirse que Luis Miguel ha influido positivamente en mi vida, pues ha sido una especie de modelo a seguir, alguien en el cual me he podido ver reflejado y que me ha ayudado a lograr todas las metas que me he propuesto y que aún estoy por alcanzar.

Una de mis citas favoritas y que uso a menudo, es una que él alguna vez dijo: “No existen límites para un triunfador”, una máxima con la cual me siento muy identificado. Ahora, muchos se rompen la cabeza pensando por qué un hombre admira a un cantante como Luis Miguel, les aseguro a todos ellos que es porque queremos ser como él. Sin lugar a dudas.

A pesar de ser tan fan, sólo he podido asistir a tres conciertos hasta este momento: los dos últimos que dio en Lima (2004 y 2010) y el que acaba de dar en Viña del Mar este año. En los años anteriores me había sido imposible ir, debido a que, al ser muy joven, no contaba con los medios suficientes. Y pues en mi casa no acostumbran a ir a conciertos o cosas así. Ver y escuchar a Luis Miguel en vivo es siempre una experiencia totalmente distinta y única, hasta diría que mucho mejor que escucharlo en los discos. La manera cómo reinventa las canciones haciendo con su voz lo que quiere, hace pensar que estamos sin dudas ante un prodigio. Realmente somos unos privilegiados por estar viviendo en la misma era que Luis Miguel.

Las anécdotas que más recuerdo son aquellas en las que ser fan de Luis Miguel, a veces (o casi siempre), significaba ser objeto de bromas o burlas por parte de los amigos, pues que un hombre admire a un cantante así, puede ser visto como raro o poco común. Con los años las bromas me han dejado de afectar en lo más mínimo e inclusive no tengo ningún tipo de temor de decir que soy fan de Luis Miguel a donde quiera que vaya. De hecho, a donde voy, ya sea nuevos lugares de trabajo o lugares de estudio, intento difundir su música entre los demás, lo que hace que me haga conocido entre todos por ser su fan, tanto así que a veces me llaman “Miky” o “Luismi”.

Aunque me ha tocado viajar por muchas partes del mundo, este último viaje a Chile ha sido la primera vez que he viajado a otro país sólo por ver a Luis Miguel, y déjenme decirles que fue una experiencia totalmente impresionante. Y es que no sólo hablo de estar en un concierto tan significativo para Miky (su regreso a Viña, los 30 años de carrera, la Gaviota de Platino) sino también de tener la oportunidad de poder conocer en persona a tanta gente que sólo conocía por Internet, fans de todas partes del mundo que se reunieron para estar junto al Rey, muchos(as) de ellos(as) cyber amigos(as) que por fin he tenido el gran placer de poder abrazar. En fin, personas que forman parte de esta gran familia LuisMiguelera en la que se ha convertido. Eso es otra de las cosas que le agradezco a Luis Miguel: el tener grandes amigos en Perú, con los que formamos el Club de Fans “Cómplices de Luis Miguel” presidido por mi entrañable amiga Lucy Gómez Sánchez y del cual tengo el privilegio de ser el vicepresidente, como así también en otras partes del extranjero.

En lo personal, además, al estar en esta ocasión en Viña del Mar en una ubicación muy cercana al escenario, ¡pude finalmente darle la mano a Luis Miguel! Eso era algo que nunca había podido conseguir antes. Ha sido todo un logro para mí, pues inclusive para hacerlo tuve que quitarme del camino a un camarógrafo de la TV que me impedía el paso (literalmente lo tuve que empujar).  Ahora sí puedo decir con mucho orgullo “le he dado la mano a mi ídolo” y eso no tiene precio.

Una vez más ha quedado demostrado que eres el artista más grande de todos los tiempos, Luis Miguel. Que tu música nos acompañe 30 años más. Yo estaré siempre ahí siguiéndote. Siempre arriba, Luis Miguel, ¡siempre arriba!

José Carlos Meléndez

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