Brasil renovó sus votos de amor con ‘El Sol de México’

Maria Eugenia Cabral
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13 de marzo de 2012

En Córdoba aún no amanece, mientras la ciudad duerme, me dirijo hacia el aeropuerto en busca del avión que me llevará hacia la ciudad de Buenos Aires. Con pocas horas de sueño y con la adrenalina a flor de piel (es mi primer viaje absolutamente sola) enfrento este gran desafío. Voy en busca del Sol, ese capaz de darle el calor que necesita mi alma. Todo sea por volver a oír su voz, por perderme nuevamente en su mirada, por dejarme embrujar por su sonrisa, por… ya no sigo porque mi lista es interminable.

Ya en el avión trato de concentrarme para escribirles, debo confesarles que me encantan desde pequeña pero que desde hace unos años me infunden mucho miedo, aunque suene bastante contradictorio. ¿La razón? El atentado a las Torres Gemelas y una serie de accidentes, que ocurrieron en esa época, hicieron que el miedo le ganara terreno a la pasión que desde pequeña me inspiraron.

Cuando se sacude por la turbulencia y mi corazón se acelera entrando en el umbral del pánico, tal cual me ocurrió en mi viaje a Las Vegas, pienso: “Ayy Miky, como te tengo que querer para estar acá arriba a 10.500 metros de altura y con mi vida pendiendo de un hilo” (¿exageré un poquito no? pero les juro que así me siento).

Sana y salva llego a Capital Federal y en estos momentos aguardo por mi próxima tortura: mi vuelo a Sao Pablo, directo y sin escalas. Mientras espero les escribo y me detengo sólo a pensar, previo a un suspiro,  que en unas pocas horas estaré respirando su mismo aire.

Luis Miguel está regresando, luego de 13 años, a reencontrarse con su público en Brasil. Esto es un gran acontecimiento que no me quiero perder y la gran culpable de que así sea, aquella que me allanó caminos para poder estar ahí presente, es mi amiga Beatriz Covelo. Persona que conocí en Vegas, a quién admiro por su fortaleza y valentía de viajar sola todos los años, miles de kilómetros, para presenciar los shows de Miky en el Caesars Palace. Quiero aprovechar y darle las infinitas gracias por su hospitalidad y por su cariño.

 Siendo las 14 horas, mi avión por fin despega hacia la hermosa ciudad de Sao Pablo. Allí esperan por mí en el aeropuerto, deseosa estoy que llegue el momento….

Aterrizamos puntualmente, 16:30 horas, ya estoy en tierras cariocas. Hace mucho calor, un sol radiante y un tráfico de locos. Un chofer espera por mí para llevarme al encuentro de mi querida amiga.

Volver a ver a Bea, y en estas circunstancias, es algo extraordinario.

Al fin, luego de casi una hora de carretera, llego a la preciosa casa de Bea y nos unimos en un fuerte abrazo.

Luego de compartir un rico café, nos disponemos a alistarnos para el gran evento. Hablé en plural, porque a pesar de que ella asistirá al concierto y yo recién tendré mi ansiada cita mañana, ¿cómo iba a quedarme en mi habitación sabiendo que Miky estaba tan cerquita? ¡Claro que no! Así que le dije a Bea unos días antes que la acompañaría al Credicard Hall (lugar destinado para el show) y que me quedaría afuera para ver ingresar a Miky al recinto.

Mi amiga, que algo ha estado tramando estos días, me deja entrever una posibilidad de ir al concierto puesto que se acaba de dirigir a mí diciéndome: “Tú vístete como si realmente fueras al show, ya veremos que hacemos”. Emocionada e ilusionada me voy, les escribo al regresar.

EL SOL BRILLÓ CON TODO SU ESPLEDOR

No puedo con tanta alegría, les cuento lo ocurrido: El chofer vino por nosotras, felices y dichosas partimos hacía allá, Bea, su hija Camila, Rosa (mamá de Bea) y quién les escribe.

De camino, a mi razón le costaba entender que horas antes estaba a 2500 kilómetros de distancia, inmersa en mis quehaceres cotidianos, y de un momento a otro Luis Miguel acapararía todos mis sentidos. A estas alturas, el estar levantada desde las 4:30 am y con un largo viaje en mi haber no me importaba, sabía que Miky renovaría mis energías instantáneamente.

En el ingreso al Credicard, debimos esperar por Patricia, una entrañable amiga de Bea, casi como de su familia. Ella tenía la oportunidad (luego me informaron de esto) de conseguir unas invitaciones para el concierto. Cuando Patricia hizo su triunfal aparición pude ver a una mujer extraordinariamente simpática, alegre, y como si esto fuera poco, traía en sus manos mi pase directo a la felicidad.

La verdad es que no pude dejar de abrazarla y agradecerle su hermoso gesto y por supuesto que también a la principal cómplice: Beatriz.

Esta noche, una vez más, me acompañó mi Virgencita de Guadalupe. Cuando seleccioné la ropa de mi atuendo y llegó la hora de elegir un colgante, no dudé en tomarla y desear desde lo más profundo de mi corazón que otra vez me asistiera para poder disfrutar de Luis Miguel.

Ya ven que no me falla, es algo de no creer, milagroso, no sé cómo retribuirle tanta lealtad.

Bea y su hija estaban en el frente, Rosa y yo un poquitín más atrás.

El lugar estuvo abarrotado de gente. Para ser sincera, no imaginé que en Brasil Miky tuviera tantos fans, exclusivamente por la barrera del idioma. Por más que me habían informado, que los tickets se habían agotado rápidamente, necesitaba constatarlo con mis propios ojos. Y así fue, me quede maravillada.

Tres cosas lograron llamar mi atención respecto al público: la amplia gama de edades, el gran porcentaje de hombres (la mitad de la audiencia) y que, a diferencia de Argentina, asistieron todos vestidos de gala. Y sí, así debería ser en todos los países ¿no? Para estar a la altura del show del Sol de México.

Otro detalle particular fue el observar a varios adolescentes, a partir de 14 años, como a un público más maduro de 70 y hasta 90 años.

El lugar es encantador, con una capacidad máxima de 7000 personas, y con una visión óptima desde donde te encuentres.

Luis Miguel, entre gritos y una euforia colosal, ingresó al escenario para dar por finalizada una larga espera.

Como ya es característico en él saludó, con un gesto de mano en la frente y una amplia sonrisa, a su gente de Brasil mientras entonaba su gran éxito “Te propongo”.

Unos minutos más tarde dirigió unas dulces palabras de bienvenida:

“Boa noite Sao Paulo, boa noite Brasil, muito obrigado, tudo bem, tudo legal, tudo ótimo”. Fue algo inolvidable escucharlo hablar en portugués, un gesto muy lindo de su parte para con el público de dicho país.

Particularmente esta noche se lo percibió feliz, radiante, simpático, entregado 100 % a sus fans, gozando lo que estaba haciendo al máximo, ya que no hubo ningún problema de sonido que distrajera su atención.

No dejó a nadie sin saludar con un apretón de mano, sin regalarle su bella sonrisa acompañada de un guiño de esos ojos verdes únicos.

El momento especial de la noche fue aquél en el que cantó con la bandera de Brasil abrazada a su pecho y el público explotó en una gran ovación. También alguien le acercó una de Argentina con la que procedió a realizar el mismo ritual.

A pesar de haberlo visto bastante seguido últimamente, no deja de asombrarme el matiz diferente con que interpreta cada una de las canciones. Es algo que le nace desde lo más profundo de su interior transformando cada palabra en una caricia para el alma.

Fue un deleite disfrutar de este primer concierto en Brasil. Su gente es muy cálida, apasionada y con una cuota extra de alegría.

Al salir, los fans, nos encontramos un ratito para hablar y compartir las experiencias del show y es ahí cuando divisé, desde lejos, a Eli, presidenta del Fan Club brasilero “Encanto Mexicano”, quién ha viajado muchas veces a Argentina pero que no habíamos tenido la fortuna de coincidir. Fue un honor darle un abrazo e intercambiar unas breves palabras.

 Ok, miro mi reloj y llego a la conclusión de que a estas alturas, llevo más de 18 horas despierta, con dos viajes en avión en mis espaldas. El descanso clama por mí y tiene toda la razón, mañana debo estar espléndida para revivir la magia de Luis Miguel en un nuevo concierto.

Los dejo….me voy a descansar (o a tratar al menos, luego de tantas emociones) y a soñar con que Dios mediante me encontraré nuevamente con su mirada, con el roce suave de su piel y con la dulzura de su sonrisa.

Continuará…..

Euge Cabral

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