Luis Miguel… ¡Cómo me gustas!

Maria Eugenia Cabral
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7 de junio de 2011

Una de las canciones de su más reciente disco se titula “Tres palabras”, es una preciosa conjunción de letras cargadas de amor, de pasión y en la voz de Luis Miguel se vuelve irresistiblemente un mimo al corazón. Esas tres palabras cargadas de romanticismo que le dan vida a la historia son justamente “Cómo me gustas”, título que resume el sentir de sus fans. Y esa sensación no resulta sólo de su aspecto físico, a pesar de ser uno de los hombres más lindos del planeta (déjenme decirles que personalmente no ha cautivado mi retina ningún otro ser que pueda darle siquiera la oportunidad de compararlo a Luis Miguel), sino de la dulzura con la que interpreta cada uno de los temas (su tan peculiar manera de acariciarnos el alma con su voz) y de la capacidad que tiene de abstraernos de la realidad mirándonos fijamente a los ojos.

Les confieso que tenía en mente hablar de otra historia en mi columna del día de hoy, pero me dejé llevar una vez más por mi corazón que me motivó a plasmar en mis escritos la catarata de sensaciones que desencadenó ver y oír un video grabado gentilmente por un fan en la ciudad de Chicago.

No es la primera vez que Luis Miguel logra calar lo más profundo de mi esencia con la manera de interpretar una canción que llevo años escuchando una y otra vez, hasta el grado de erizarme la piel y sentir vibrar mi alma con la consecuente lluvia de lágrimas en mi rostro. Qué difícil es explicar con palabras algo que ni la razón entiende. Esa sensación de felicidad, bienestar, enamoramiento, éxtasis después de una magistral demostración de canto colmada de pasión y ternura no se compara a nada en lo absoluto. No es de este mundo la virtud de la que es dueño. Nadie en ésta tierra es capaz de cantar el mismo tema cambiando la versión completamente de principio a fin en cada uno de los conciertos.

Miky es el único que lo hace, es el culpable de dejarnos sin palabras al oírlo, sin aliento y flotando en el aire. Luis Miguel es como Gardel, “Cada día canta e interpreta mejor”.

Si hay algo que no dejo de preguntarme es cómo hace para superarse a sí mismo. Cuando pienso que ya no puede hacerlo mejor por que llegó al límite de la perfección es cuando me demuestra que sí, que siempre puede ir más allá. Y ahí es cuando el orgullo que siento por ser su fan se acrecienta al punto de querer salir a gritar a los cuatro vientos que es el mejor cantante de ayer, de hoy, de siempre, que nadie le llega a los talones y que además estoy convencida que en éste ni en el siglo venidero nacerá el artista que pueda igualarse en calidad vocal.

No se preguntan ¿qué será lo que lo motiva a cantar de la manera en que lo hace en determinadas situaciones? Porque cada show es una invitación a escuchar melodías completamente diferentes. Hace lo que quiere con su voz a la hora de pasearse en la escala de notas con niveles de excelencia indiscutible (esto lo puedo afirmar con conocimiento de causa porque entiendo bastante del tema). Improvisa armonías, diferentes sonoridades, juega y disfruta cada una de sus interpretaciones. Por tales motivos como fans de una larguísima trayectoria nos vemos tentadas a asistir a la mayor cantidad de conciertos que nos permita nuestra economía.

Estimo que a muchas y a muchos les deben formular cotidianamente en año de tour las mismas preguntas: ¿Por qué vas al mismo show tantas veces? ¿No es el mismo? ¿Cuál es el sentido? Claro, los que preguntan no son fan y si tienen la suerte de saber apreciar lo que es la buena música (en el caso de los hombres además de esto deben ser capaces de dejar de lado el machismo y separar la competencia que pueden sentir por Luis Miguel en cuanto al aspecto físico) lo más certero es que hayan visto un solo concierto y se hayan perdido de comparar éste con algún otro. Sacrílegos! no saben que es pecado asistir a un solo show?

Permítame contarle a usted lector que no es fan del sol de México, que la magia no sólo se vive en el show, comienza el bendito y maravilloso día en que anuncian que Luis Miguel arranca el tour. Ese instante en que el corazón entra a palpitar desenfrenadamente, ya no volverá a latir como antes y la adrenalina se percibe a flor de piel por que comienza la cuenta regresiva para revivir esa dicha de mirarlo a los ojos, de oler su perfume (aclaro que éste se percibe desde las primeras filas), de cantar las canciones abrazadas a nuestras amigas del alma, de llegar a estrechar su mano, de lograr robarle un beso, etc.

Las que somos precavidas ahorramos de nuestros salarios desde un año atrás o hacemos cosas extras que nos permitan asistir a varios shows, ya sea en la misma ciudad o por el interior del país. Otras no tienen otro camino que pedir auxilio a sus tarjetas de crédito y luego trabajar más duramente todo un año para hacer frente a dichos gastos.

Vivir la magia de Luis Miguel no tiene precio, para el resto de las cosas está la bienaventurada tarjeta de crédito, ¿no es cierto?

Es que cuando de Luis Miguel se trata no deseamos perdernos del más mínimo detalle en cada una de sus presentaciones.

Seguramente si les contara las cosas que se realizan para alcanzar la gloria de estar cerquita de él, algunos nos encasillarían de personas no cuerdas. Tema que merece por ende una columna exclusiva por la infinidad de actos de amor que sus fans llevan a cabo a la hora de obtener el premio mayor: estar en las primeras filas, entiéndase no más allá de la fila número 2 o 3.

Esta más que claro que nuestro Luis Miguel tiene un don, un ángel especial, no sólo por que canta como los dioses y se planta en el escenario majestuosamente desde muy niño sino por la conexión sublime que tiene con su público. No porque sí se ha mantenido en el lugar que está por más de 30 años. Sigue siendo el Rey por que mueve multitudes, por vender 15.000 boletos en tan sólo un par de horas, millones de discos y porque él no necesita de una excelente escenografía ni despliegue escénico con grandes bailarines, para deslumbrar, maravillar, enloquecer a su público. Sólo se vale de su voz, sus músicos, su micrófono (gran aliado y eterno compañero) y del sonido para lograr llevarnos a ese lugar donde el encanto, la fascinación, la seducción son los protagonistas de la velada. En definitiva donde “La Magia” se apodera del momento y del lugar.

Tanto escribir sobre el tema, se van reproduciendo en mi cabeza imágenes como fotos, de los rostros de amigas muy queridas de España de “Por la magia de Luis Miguel”. Ellas no pudieron elegir mejor nombre para su Fan Club puesto que esa frase describe el poder que emana de alguien capaz de producir mil sensaciones únicas, incomparables e irrepetibles.

Magia: Arte, don o ciencia oculta con que se pretende producir (valiéndose de miradas seductoras, sonrisas, movimientos sexys o palabras inmersas en canciones vestidas de una dulce melodía) efectos o fenómenos extraordinarios, contrarios a las leyes naturales.

Por todo lo expresado llego a la conclusión que Luis Miguel es todo un “Rey Mago”… ¿no creen?

 “Si no existieras, yo te inventaría, como el sol al día… O tú o ninguno”

Euge Cabral

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