Tan cerca y tan lejos…

Maria Eugenia Cabral
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Luego de un tiempo de descanso comienzo a relatarles lo que se vivió en Argentina con la tan esperada visita de ‘El Rey’, pero antes de adentrarme en mi experiencia deseo festejar con ustedes dos acontecimientos sumamente importantes, su reciente cumpleaños y el aniversario número 8 de esta columna que nació un 26 de abril de 2011. Querido Miky, celebro tu vida gozosa y agradecida a Dios y a tus padres por la bendición de poder disfrutarte. No encuentro palabras que puedan expresar lo mucho que te quiero y lo que significas en mi vida. ¡Felicidades! Que Dios te retribuya con creces lo dichosa que me siento con tan solo pensarte.

Por otro lado quiero agradecer a Grupo Sexenio Comunicaciones y muy especialmente a mis lectores el inmenso apoyo a este espacio dedicado a Luis Miguel. Desde el inicio, a través de testimonios que dejan al descubierto nuestro amor, admiración e infinito orgullo de ser sus fans, tuve la intención de retribuirle lo feliz que nos hace, propósito que ansío haber alcanzado.

Volviendo al tour por Argentina su primera parada estuvo estipulada en mi ciudad, Córdoba, para luego continuar con dos presentaciones en Buenos Aires. Todo un país, literalmente hablando, esperaba el momento de poder disfrutar del mejor artista latino de todos los tiempos luego de privarnos de su presencia durante más de tres años.

Tanto fue el furor por empaparnos de su talento que al intentar comprar para las fechas de Buenos Aires muchos fans nos quedamos afuera del evento, pues la productora implementó un sistema de ventas por Internet con una horrible fila virtual que nos obligó a esperar algunas horas para acceder a una chance de compra. Y como si eso no hubiese sido suficiente obstáculo para obtener nuestro pasaporte al paraíso, muchos experimentaron la desesperante situación de perder lo reservado cuando la página dejó de funcionar al intentar efectuar el pago, error que los obligó a reiniciar aquella interminable espera en la nefasta fila virtual. En mi larga trayectoria como fan jamás había experimentando la dolorosa situación de quedar excluida del evento, ante la imposibilidad de conseguir una ubicación medianamente aceptable. Para que puedan comprender un poco más la situación he de contarles que el lugar elegido para dicho concierto tenía dimensiones exorbitantes, y comprar en un sector apartado del escenario era sinónimo de ver a Luis Miguel a través de las pantallas gigantes. Los que me conocen saben que como fan tengo un grave defecto, por así catalogarlo, ya que los años me han vuelto un tanto egoísta al querer disfrutar de mi Rey lo más cerquita posible, decisión que me llevó a quedarme afuera en esta ocasión. Juro que intenté superar esta dificultad en otras ocasiones y lo único que conseguí fue sumirme en una profunda angustia que me llevó a luchar con unas incontrolables ganas de huir del lugar. No logro concebir la imposibilidad de interactuar con Luis Miguel en los conciertos, pues aquellos segundos en los que siento tocar el cielo con las manos son el gran motor que me impulsa a trabajar muy fuerte para contar con los medios económicos que me permitan acceder a esa oportunidad. Esto es más que importante para mí porque, como siempre les digo, con el tiempo dejó de ser solamente el artista a quien admiro infinitamente para  pasar a ocupar un lugar muy especial en mi corazón como miembro de la familia. Estarán de acuerdo conmigo en cuanto a que necesitamos estar en contacto con los seres queridos porque este amor genuino es el alimento del alma, razón por la cual preciso algún mínimo contacto que me ayude a sobrellevar la cruda verdad de no poder brindarle a Miky todo ese amor contenido, el que comúnmente lo exteriorizamos con palabras, gestos, abrazos y tantas otras manifestaciones que no puedo materializarlas en él. En fin, trato de hacerles entender el motivo que me llevó a tomar la complicada determinación de optar por esperar hasta último momento por un milagro, puesto que si había alguna posibilidad de conseguir un buen ticket sobre la hora del concierto allí estaría para adquirirlo.

Visto y considerando lo ocurrido para las fechas de Buenos Aires la expresión “Por suerte” puede aplicarse a lo sucedido en mi ciudad, cuando supimos que ese pase a la primera fila iba a depender pura y exclusivamente de nuestro esfuerzo físico. Ante esta realidad tuve sentimientos encontrados, por un lado me sentí aliviada porque iba a depender de mí la obtención del lugar más ansiado por un fan al momento de interactuar con Luis Miguel y gozar de todo su arte, pero a la vez me preocupaba la situación de no saber con certeza si estaba en condiciones óptimas para afrontar un campo sin numerar, como le llaman al sector del estadio donde te forman de pie y por orden de llegada. Aunque debo confesar que en estos casos me invade el brío de la adolescencia, por lo que me siento impulsada a darlo todo con tal de conseguir mis sueños, suelo olvidar que ese espíritu jovial no es acompañado por un excelente rendimiento físico a esta altura de mi vida. No en vano hay una célebre frase que dice “Los años no llegan solos”, y ahí radicaba mi temor.

Sabía que, por el momento, aquella sería la única oportunidad real de verlo en mi país, y era consciente de que la decisión de gozarlo lo más cerca posible conllevaría un gran esfuerzo de mi parte. Si quería acceder a un buen lugar debía aguardar en las afueras del estadio con mucha antelación al concierto, pero me perturbaba no saber con cuántos días de anticipación. Si bien ésta les parecerá una idea descabellada cambiarán de opinión cuando sepan que en mi ciudad su visita siempre se vive con mucha pasión, puesto que somos un grupo numeroso de fans que estamos dispuestas a doblar continuamente la apuesta porque sabemos que cualquier sacrificio vale la pena cuando se trata del artista a quien tanto queremos y admiramos.

Supe contarles que allá por el año 2005, mis amigas y yo, fuimos las pioneras en emprender la osadía de aguardar a la intemperie la llegada del día del concierto con tal de acceder a un lugar de privilegio, hazaña que años después repitieron otro grupo de fans yendo 21 días antes con tal de ganarnos la partida en buena ley. Muchos se estarán preguntando cómo es que uno puede acudir tantos días previos con la familia y el trabajo a cargo, situación que resulta factible si se confecciona un cronograma en base a los horarios disponibles de cada integrante del grupo, y luego se hacen relevos para cubrir el puesto durante el tiempo previamente pactado.

A fuerza de serles sincera me preocupaba el famoso grupo que se nos había adelantado la vez anterior, ¿Cuántos días antes irían? pues no cabía duda de que intentarían superar su record anterior. Mi angustia se acrecentaba cuando pensaba que no solo ellas podían ganarnos de mano sino el público en general, y no era una opción viable tener que verlo desde más atrás levitando en una verdadera marea humana. Pero no tenía más remedio que entregarme por completo a la suerte, ya que aunque hubiese querido no era posible destinar a dicha espera un lapso mayor a 15 días. Y debo admitir que esa cantidad ya era un número avasallante pensando en las obligaciones cotidianas, y si a eso le sumamos las inclemencias meteorológicas que podían sucederse durante un caluroso verano acompañado de amenazantes tormentas de estilo tropical, aquel periodo se tornaba nuestra mayor apuesta.

En lo personal comencé el año inquieta por lo incierto del futuro respecto al concierto con el que soñábamos estar bien ubicados. Mi ansiedad se agudizó a los pocos días, más precisamente el 6 de enero, cuando supimos por los medios de comunicación que aquel grupo de fans había decidido comenzar la espera 51 días antes del concierto. Nos quedamos anonadadas ante tal hazaña, y aunque hubiésemos dejado todo para salir corriendo tras aquel segundo puesto, lo cierto es que fehacientemente no podíamos hacerlo. A partir de ese momento nos encomendamos al destino, solo él sabía si más adelante conseguiríamos nuestro objetivo.

Si bien aquel primer grupo que inauguró el acampe para disfrutar a Luis Miguel el 26 de febrero en la ciudad de Córdoba estaba conformado por 25 chicas que hacían turnos rotativos en forma personal, deseo destacar a una de ellas. Amerita hacerlo porque estando allí supe que algunas de sus compañeras, por motivos particulares, no pudieron asistir para cubrir esos turnos acordados, por lo que Mariela tomó el lugar y es por eso que se ganó el respeto y la admiración no solo de la audiencia de los programas de radio y televisión, que se acercaban a entrevistarnos, sino de todos los fans de “El Sol”. Ella asistió las 51 jornadas acompañada de su pequeña hija Laura de tan solo 5 años, afrontando esperas de hasta 12 horas corridas en condiciones extremas por el calor y las tormentas desafiantes, esfuerzo digno de valorar por la gran pasión que lleva en su ADN.

En la imagen pueden apreciar a Mariela sosteniendo su bandera con la frase “Córdoba te espera siempre”.

Luego de que las precursoras de este acampe 2019 transcurrieran 35 días en soledad arribamos nosotros, un entrañable grupo conformado por Carolina, mi hermana, y mis amigos Lizbeth (México), Ana (Buenos Aires), María, Viviana, Natalia, y Nahuel, hijo mayor de Viviana que heredó el fervor por este gran artista.  Desembarcamos la tarde del 11 de febrero tal cual lo habíamos planeado, con la felicidad de conquistar nuestro pase al paraíso en segundo lugar.

Conitnuará…

Euge Cabral

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