10.000 kilómetros para rendirme a los pies de tu arte (Parte III)

Maria Eugenia Cabral
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Prosiguiendo con mis aventuras en México en busca de la mejor voz del universo, el martes 13 de noviembre desayunamos en uno de los lugares que más disfruto, la tradicional tienda Sanborns, para emprender una saludable caminata hasta el mercado de artesanías más grande de Ciudad de México, La Ciudadela. Debo confesar que todo lo elaborado por manos mexicanas es mi gran debilidad porque en el trabajo puede verse reflejado la tradición, el color, la creatividad y el amor por su tierra. Allí encuentran una exposición de productos de diferentes regiones que te lleva a emprender un maravilloso viaje por el interior del país. No recuerdo si les conté que al comienzo del 2018 estuve con mi familia paseando por la ciudad un par de días, para luego continuar nuestro itinerario recorriendo la costa del Atlántico, instancia en la que aproveché para abastecerme de mucha artesanía, aunque eso me costara extremar los cuidados en el traslado de mi equipaje. Necesito tener en mi hogar parte de esta cultura que tanto amo, sentir presente a México en mi cotidianeidad, y compartir su arte con quienes me visitan, pero nunca es suficiente lo que pueda adquirir ante una variedad de dimensiones colosales. Pero lamentablemente en esta ocasión viajaba con el equipaje acotado, así que debí luchar con la irresistible tentación de expandir la exposición/homenaje en mi humilde morada.

Después de almorzar en aquel pintoresco lugar, entrada la tarde porque allí se pierde la noción del tiempo, emprendimos la retirada porque había que prepararse para un nuevo concierto, sin dudas uno muy especial porque tendría una cuota extra de emoción, ya que el papá de Anita se nos uniría a esta experiencia.

Ya listos para dirigirnos al Coloso de Reforma, decidimos inmortalizar este importante momento con una fotografía en la que claramente la felicidad se ve materializada en el brillo de nuestras miradas.

Supe contarles que Amador es un gran admirador de la música mariachi y que su gran sueño tenía que ver con poder disfrutarla en vivo y en directo, por lo que la oportunidad de gozar de la mejor agrupación a nivel mundial junto al mayor exponente de la música latina era una oportunidad que no podía dejar escapar.

No puedo describir con palabras lo que significó tenerlo a mi lado cuando Luis Miguel irrumpió en el escenario, verlo deshacerse en gestos para saludar al artista de quien tanto le platicamos fue de lo más lindo que me ha tocado vivir. Me conmovió su felicidad y la posibilidad de observarlo, con las manos en alto y los pulgares arriba, brindándole un cálido saludo a Luis Miguel. Fue tan emocionante el momento que deseo compartírselos en este video que luego encontré en Youtube.

Nuevamente su hermano y el séquito de entrañables amigos de Luis Miguel se hicieron presentes para acompañarlo otra noche más, consintiéndolo con muchísimas muestras de cariño y admiración. Siempre estuvieron con una sonrisa para con nosotras ya que recordaban del concierto anterior a estas argentinas extrovertidas. Otra vez disfrutamos a ‘El Rey’ como si estuviésemos en primera fila, ya que los primeros asientos de la BB no cuentan con butacas adelante, o sea, ¡La gloria misma! Aprovecho para compartirles otro recuerdo de aquella noche, imagen en la que podrán observar a nuestro nuevo cómplice.

Llegué provista de mi Diario de una Fan “Edición 6” portando las columnas de un año completo, pues recordarán que la noche anterior no había podido lograr mi cometido, y felizmente la oportunidad de entregárselo llegó muy rápido. No sé con exactitud cuánto tiempo pasó desde el inicio del concierto, creo que en la quinta o sexta canción, pero sí que fue cuando se acercó al público para saludarnos. Elevé mis manos lo más alto posible, en la izquierda tomé muy fuerte el libro para ofrecérselo, y con la derecha deseaba hacer contacto físico, pues hay que admitirlo, cuando se trata de Miky queremos acapararlo. Atenta seguí sus pasos, él siempre sonriendo y haciendo lo imposible por llegar a todo aquel que deseaba saludarlo, sin dudas es un verdadero experto sorteando obstáculos. Así fue como llegó hasta mi lugar y me saludó con un fuerte apretón de manos, para después tomar el libro. La secuencia fue la siguiente: recibió el libro, se lo entregó a su personal de seguridad, y luego me pidió (con un gesto) que me acercara para volver a sujetar mi mano con fuerza como signo de agradecimiento. Mientras esto pasaba nos miramos fijamente a los ojos, algo que ama hacer y quien diga lo contrario miente, valiosos segundos que me brindaron la posibilidad de gritarle repetidamente “Te quiero, te quiero, te quieroooo” -Lo relato y me vuelvo a emocionar. Me sentí dichosa de haber cumplido con la promesa de ser el nexo entre tantos fans y Luis Miguel puesto que, como ya saben, en dicho compendio además de relatos propios iban historias de incondicionales.

También deseo compartirles este video que grabó mi amiga Lizbeth sin que yo supiera, en el que claramente mis emociones traspasan la pantalla, pues así vivo cada concierto de principio a fin. Qué bonita se ve su firma plasmada en mi piel, ¿Están de acuerdo?

Cuando llegó el momento del mariachi hicimos un paso adelante y nos colocamos literalmente pegados al escenario. No pude quitar mis ojos de Amador, tenía la oportunidad de ser testigo presencial de la concreción de su sueño y no quería perderme el más mínimo detalle. Parecía un niño obnubilado ante la mayor de las atracciones con esa luz en la expresión que lo decía todo, ¡Estaba fascinado! El gran despliegue que se vive sobre el escenario en ese preciso momento se apropia de todos los sentidos, las imágenes proyectadas en las pantallas, el imponente ingreso del Mariachi Vargas de Tecalitlán ejecutando “El son de la negra”, y un ballet que danza al compás de esta obra del folclore mexicano le aporta el toque de color y gracia a esta verdadera fiesta tradicional. Amador lo vivió muy intensamente, y nosotras muy conmovidas por verlo tan feliz y dichoso.

Realmente me costaba creer que Amador estaba a nuestro lado cual fan, de pie y subsistiendo la presión que ejercía el público que siempre se agolpa contra el escenario en la última parte del concierto, con tal de ver a Luis Miguel más de cerca y acceder a saludarlo. Conociendo a Miky pensé que se estremecería al verlo en esa situación y que correría a estrechar su mano, pero tal parece que entre tantas atenciones no se percató.

Esa noche volví a tener suerte atrapando una de las pelotas lanzadas, y de nueva cuenta decidimos donarla porque no hubo forma de desinflarla rápidamente para despejar la visión e ir tras la rosa preciada. Como se habrán dado cuenta esta flor es un tesoro para las fans y muchas estamos dispuestas a sacrificarlo todo por ella, pero otra vez nos quedamos sin pelota y sin rosa, pues Miky no se detuvo en el sector donde estábamos. Ya lo dijo muchas veces, “Nunca son suficientes”… y es que las aspirantes somos muchísimas. Por supuesto que esto no nos desanimó ya que nos faltaban 3 conciertos con los que renovar esas oportunidades de lograrla. Bien vale destacar la cantidad de rosas que regala y su gran esfuerzo por llegar a lugares impensados (primer piso de un auditorio) con tal de que su público se lleve este inolvidable recuerdo. No puedo dejar de admirarlo y valorar el hermoso gesto mientras agasaja a sus fans como todo un caballero, evidentemente sabe lo importante que es para nosotros y es otra manera de demostrarnos su cariño.

Finalicé esta velada feliz y agradecida por todo lo vivido, regresando a mi hogar temporario con la tranquilidad de haber logrado la misión de entregar el libro a su verdadero dueño.

Continuará…

Euge Cabral

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