Luis Miguel… el universo que descubrí (Parte I)

Maria Eugenia Cabral
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Estamos atravesando la segunda mitad del año, y esta sensación de extrañar tanto a Luis Miguel comienza a hacer mella en sus fans. Somos conscientes de que es sumamente necesario para un artista este tiempo de descanso, y por cierto que él lo tiene más que merecido, pero se hace cuesta arriba transitar este recorrido sin extrañarlo a mares. No es la primera vez que les platico acerca de este sentimiento unánime entre los fans, el que no solo nace del cariño sino también de la necesidad de saciar el alma con su presencia, cual torrente de aire fresco que renueva las energías. Ante esta sed de Luis Miguel, sus fans albergamos siempre la ilusión de apreciarlo en una simple pero significativa nueva imagen, de la que podamos nutrirnos y palear más fácilmente este período en el que tanta falta nos hace. Y en medio del desierto encontramos el oasis, cuando el pasado jueves una fotografía casual nos devolvió su imagen, esa que con tantas ansias anhelábamos contemplar para calmar esta angustia que provoca su ausencia prolongada. Personalmente lo vi distendido, radiante y feliz, y eso me basta para agradecerle a Dios.

Quizás sea difícil de comprender, para quienes no comulgan con esta pasión, por qué nos hace tanta falta Luis Miguel, pero créanme que hablo en nombre de todos sus fans, los que no han dejado de reafirmar este sentimiento en sus espacios personales. Ante la situación descripta se me ocurrió canalizar esta sensación a través de un video, en el que podamos desnudar nuestra alma para profesarle una vez más nuestro cariño, y recordarle que la distancia no es impedimento alguno para sentirnos a su lado siempre. Todo lo que nace de un amor genuino e incondicional hace bien al alma, por eso públicamente les doy mi palabra que llegará a manos de Miky en cuanto lo tenga terminado. ¿Cómo hacen para participar? Es muy fácil, me contactan en eugecabral@diariodeunafan.com y allí les comento la idea.

En otro orden de cosas, quiero compartirles el relato que ilustra la columna de hoy. Como se imaginarán, en términos generales las fans son habitúes de este espacio, pero cada vez que un fan del sexo masculino se atreve a hacer pública su historia lo vivimos como una fiesta por partida doble. He confesado aquí la profunda admiración que me inspiran cada uno de ellos, porque son personas de fuertes convicciones, seguros de sí mismos, que se animan a vivir esta pasión libremente, sin que nada ni nadie le ponga frenos a lo que sienten. Son tan fans como nosotras, y su inteligencia les permite exteriorizar su admiración sin temor a ser juzgados.

A continuación los invito a deleitarse, tanto como yo, con la historia de un fan con todas las letras:

Mi nombre es Juan Colautti, soy argentino, y deseo compartir con todos ustedes cómo es que nació el fan que llevo dentro. Haciendo una retrospección, la primera imagen que viene a mi mente es la del video de la canción “Ahora te puedes marchar”, porque al verlo pregunté a mi madre acerca del cantante y con asombro recibí su respuesta cuando citó a Luis Miguel, ya  que con apenas 7 años yo pensaba que era Michael Jackson. Cuando le consulté si ese artista cantaba desde niño su nueva respuesta me desconcertó, porque no hizo más que confirmarme (a mi entender) que era ‘El Rey del pop’. Con el correr del tiempo vi en televisión el video de “Entrégate”, y nuevamente recurrí a mi mamá interrogándola: “Ese cantante es el que confundo con Michel Jackson? ¿Es Luis Miguel? porque me gustan todas sus canciones”. Debo aclarar que hasta ese momento solo había escuchado los cortes de difusión, nunca un disco completo, así que decidí buscar sus canciones, tarea nada fácil porque en aquel tiempo la única posibilidad de obtenerlas era grabándolas de la radio a un cassette.

Con los días fui a una pequeña tienda de discos de barrio, y fue allí donde descubrí las portadas de los discos, pero en versión cassette, y me emocioné muchísimo. Me llevé una grata sorpresa cuando constaté que había  salido otro disco, “20 años”, y al verlos exhibidos uno al lado del otro despertó en mí el profundo deseo de tenerlos todos juntos en un espacio especial en mi habitación. Eso fue algo que sencillamente sentí, pues ni siquiera había tenido aún la oportunidad de escuchar las exitosas baladas de su último trabajo discográfico. Por mi situación económica lamentablemente no pude cumplir el sueño de regresar con todos sus discos, así que tuve que optar por uno y ese fue “20 años”. Así fue que comenzó mi contacto con este mágico cantante, distinto a todos los demás.

Luego recordé que cantaba desde niño y fue ahí cuando me di a la tarea de investigar hacia atrás, pues me intrigaba saber cuántos discos tenía. Me quedé perplejo al escucharlo cantar sus primeras canciones, ¡Vaya manera de interpretarlas!, y qué pena más grande haberme perdido la el inicio de su carrera. Me propuse completar su discografía, pero esto me llevó muchísimos años.

Después de los 90 llegó el momento en que me sentí realmente un fan. Resulta que había escuchado por Armando Manzanero el bolero “No sé tú” y realmente me encantaba, pero qué sorpresa cuando escuché por la radio la versión de Luis Miguel… ¡Sencillamente exquisita! Nunca imaginé que un cantante podría hacer más bella una canción. En ese instante descubrí que no solo era un buen cantante de pop y baladas, sino que también era un gran intérprete capaz de hacer suyo cualquier género, incluso el de boleros. A partir de ahí me declaré públicamente su fan, y orgulloso compartí mi experiencia como seguidor de este gran cantante mexicano. Fue así como mi amigo de la infancia, Gabriel Cámara, se enteró de mi nueva pasión, y me invitó a escuchar el álbum “Romance”, en la puerta de mi casa, a través de un walkman. Me gustó tanto que, a los pocos días, lo hice parte de mi colección para escucharlo todas las veces que deseara. Gabriel me contó que seguía  a Miky desde hacía un buen tiempo, y trajo a la conversación canciones como “En Japón, Palabra de honor, Muñeca rota, Bandido Cupido, Lo leí en tu diario, Mini amor y Por ti”, y hasta me las cantó. Al escucharlo me invadió la desesperación por conseguir esas producciones, pero lamentablemente ya no estaban disponibles en las tiendas de discos. Mi única alternativa dependía de la bondad de alguna fan que pudiese prestármelos. Aunque Gabriel tuvo el bonito gesto de conseguirme algunas de esas canciones a través de la grabación que hizo en lo de una amiga, más adelante me hice de algunas más con una recopilación que lanzó la compañía EMI, y aunque ahí estaban “Directo al corazón, Marcela, Decídete y El Brujo (Yummy, Yummy, Yummy)”, entre otros, mi búsqueda continuó.  A todo esto “Romance” era un éxito mundial, que no solo gustaba a adolescentes sino también a generaciones pasadas. Recuerdo ver el disco en casas de amigos, y en las colecciones de sus padres junto a los de Julio Iglesias, por ejemplo.

El tiempo trajo consigo el momento más deseado por un fan, cuando los medios anunciaron la visita de Luis Miguel a mi ciudad, Córdoba. Cuando llegó esa mañana de Diciembre de 1991, mi amigo me llamó para decirme que tenía su entrada, que iba con una amiga y que me sumara a ellos para hacer más amena la espera, ya que temprano se iban al estadio para obtener un buen lugar (el sector más cerca al escenario era sin numerar y de pie). En esa época el costo de la entrada no era impedimento alguno para mí, ya que mis padres me la podían comprar, pero algo totalmente inesperado ocurrió, tuve que aguardar hasta último momento para pedirles permiso y, por desgracia, no me dejaron asistir. Sí, así de drástico fue el momento en que escuché a mi mamá decir: “¿Cómo te voy a dejar ir solo con 11 años?”. La verdad que fue lógico lo que dijo y tenía razón, era chico para asistir sin la compañía de un adulto, pero ¿cómo iba a comprenderlo mi corazón si yo me sentía mayor? Ese día lloré desconsoladamente, sobre todo a las 21:00 hs. cuando comenzó el concierto y me angustié tanto que no cené y recién al otro día salí de mi habitación. En esta actitud mis padres comprendieron lo que la música de Luis Miguel significa en mi vida,  y ante esto prometieron llevarme sí o sí la próxima vez.

En el año 1993 sorprendido escuché por los medios el corte “Ayer”, el que recuerdo pedirlo reiteradas veces en las radios locales, luego “Hasta que me olvides” y “Suave”. Mi padre, quien trabajó 30 años en una radio AM de la ciudad, llegó a casa con un cassette que había grabado con los simples de Luis Miguel, los que apenas salían, y hasta me hizo fotocopia de las carátulas porque ya venían en CD. A propósito, ese año compramos el primer reproductor de CD, y por supuesto que “Aries” fue quien lo estrenó, lo escuchaba tres o cuatro veces al día, y me encantaba oír “Luz verde” a todo volumen.

En 1994 nuevamente me quedé pasmado escuchando “El día que me quieras”… sí, Luis Miguel se animaba al tango, otro estilo más que se rendía ante su prodigiosa voz e interpretación. La verdad que recuerdo muchas cosas lindas de aquel tiempo en que mi vida estaba siendo musicalizada por ‘El Rey’, año en el que en todas las fiestas de 15 de mis compañeras  podíamos escuchar el disco completo durante la cena. También vienen a mi memoria los miles de posters exhibidos en todos los comercios de mi ciudad, y de repente aquella promoción de los medios que decía “Cerveza Corona te trae a Luis Miguel”, y esa vez no iba a perder la oportunidad de asistir.

Aquel Diciembre de 1994 mi mamá fue la primera en acompañarme al estadio, al que llegamos temprano, alrededor de las tres de la tarde, para formarnos para entrar. De repente, en nuestra larga espera, se escucharon pequeños acordes de algunas canciones y me sentí feliz de saber que era la prueba de sonido. Aquello bastó para acelerarme el corazón, y despertar mi ansiedad porque llegara pronto la hora del inicio del concierto. Finalmente fue una linda experiencia al fin poder escuchar en vivo, por primera vez, a la gran voz, deseo que se hizo esperar pero que finalmente se concretó. Pero un fan nunca se conforma, y si bien me encantó estar, fue poco lo que pude apreciar desde casi 80 metros en la platea.

En 1995 llegó el primer VHS, el disco doble, dos rancheras y una canción con el legendario Frank Sinatra. Luis Miguel estaba en lo más alto de la fama y me sentía muy orgulloso de ser su fan.  

1996 trajo a “Nada es igual” y a Luis Miguel nuevamente a Córdoba, la segunda oportunidad para mí. Esta vez, con 16 años, fui solo y me propuse un nuevo desafío o sueño por cumplir: verlo de cerca. Entonces saqué campo (el sector al pie del escenario) y salí hacia el estadio a las 8 de la mañana. Luego de una larga espera a la intemperie se abrieron las puertas, y no sé cómo pero terminé realmente muy cerca, a unos tres metros del escenario. Fue emocionante poder apreciar sus gestos, algo inviable si uno está lejos. Miky, con 26 años, estaba en todo su esplendor, pisando el escenario como nadie en este mundo, por lo que nos brindó un show increíble en el que lo dejó todo. Recuerdo haberle hecho, en repetidas oportunidades, los gestos de la coreografía de “Cómo es posible que a mi lado” que él olvidaba, el fragmento donde debía apuntarse el reloj con el dedo índice al son de “ya es muy tarde”. Fue entonces cuando vino hacia mi lado, me buscó, me miró fijamente a los ojos y me sonrió, para luego imitarme haciendo la famosa y recordada coreo. La verdad, es imposible olvidar ese instante en el que hice conexión con mi ídolo por primera vez… contacto gestual que vale más que cualquier otro.

En 1997 se anunció la llegada del disco “Romances” y otra visita a Córdoba. Ese año, la radio donde trabajaba mi padre afrontaba un atraso en los pagos, razón por la cual supuse que iba a ser complicado asistir al concierto, pero aún conservaba la esperanza porque ésta comenzó a auspiciar el gran evento, y cuando lo hizo con Enrique Iglesias fui gratuitamente a verlo. Días previos al lanzamiento de la promoción tuve la primicia de la visita de Luis Miguel a mi ciudad, ya que mi padre me lo informó antes que a nadie. A los días, éste se vio afectado por una fuerte gripe que lo obligó a reposar unas cuantas jornadas, por lo que acudió a mí para que me encargara de su salario. Cuando fui a la radio me presenté, y ellos amablemente me entregaron un sobre para mi papá y le enviaron sus deseos de pronta mejoría. Ya me había despedido y me estaba yendo, cuando de pronto detuvieron mi marcha requiriendo nuevamente mi presencia, pues se habían olvidado de entregarme dos tickets para el concierto de Luis Miguel. ¡La mejor noticia del mundo! No me esperaba esas cortesías que permitieron concretar nuevamente mi sueño. Fue mi tercer concierto y otra vez estuve cerca, aunque no tanto como el año anterior.

En 1999 Luis Miguel lanzó “Amarte es un placer”, año en que yo cursaba mis estudios Universitarios. Recuerdo una clase de Lingüística,  en un aula para 500 alumnos, cuando en plena clase escuchaba un programa de radio en la estación más importante de Córdoba,  conducido por Rebeca Bortoletto, gran locutora que tengo el gusto de conocer en persona, y de pronto dejó sonar las primeras dos canciones del nuevo disco, “Tu mirada” y “Soy yo”. Esos dos temazos bastaron para que me retire de la clase con el único fin de dirigirme directamente al centro de la ciudad para comprar dicha producción, mientras que en el trayecto me seguía deleitando con la presentación de las demás canciones inéditas. Ese año volvió a visitarnos y por supuesto que asistir, fue mi cuarto concierto.

En el año 2000 tuvimos el privilegio de disfrutar de “Vivo”, el que vino acompañado de un DVD. Al margen de lo espectacular que fue ese disco, ese año fue muy especial para mí porque al fin pude completar la tan ansiada discografía de Luis Miguel con sus producciones desde 1982 a 1985. Como les hice referencia antes, me costó más de 10 años completarla.

Fue en Agosto del 2000, cuando escuchando la radio descubrí a una chica que participó saliendo al aire, del ‘Fans Club Luis Miguel Internacional Córdoba’, con la intención de invitar al público a “La noche de Luis Miguel”, una fiesta que se iba a realizar en un reconocido sitio bailable. Tomé nota de inmediato y agendé su teléfono, aunque confieso que no la llamé. Cuando le comenté a mi querido amigo Gabriel se puso como loco y me dijo “¿Qué esperas? Llámala. A lo mejor te puede ofrecer entradas para obsequiar en tu programa”, ya que en ese tiempo hacía “Parada 97”, en la FM Latina 97.1, pues la radio siempre fue mi gran pasión, y obviamente en mis programas nunca faltó el bloque dedicado a ‘El Rey’… “Luis Miguel hoy y siempre”.

Fue así que me animé a comunicarme con la chica del llamado al aire en aquella estación y hablamos por casi una hora, conversación en la que aproveché la ocasión para invitarla a mi programa y aceptó. Fue doble la emoción que sentí al conocerla en persona, porque traía consigo los primeros cinco discos –pero en cassettes- oficiales de Luis Miguel, esos que para ese entonces aún no conseguía, y hasta me los prestó por una semana.  Ella era Andrea Cisterna, la que hoy es mi esposa y madre de mis dos hermosos hijos, Flor y Maxi,  y juntos conformamos una de las tantas familias de fans. Pero de eso les cuento en detalle más adelante.

Continuará…

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