“Conocerte fue mi suerte, amarte es un placer”

Maria Eugenia Cabral
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Casualidad o no, luego de mi catarsis contra la campaña de desprestigio hacia Luis Miguel incursionada por los medios de comunicación, la famosa revista ‘Hola México’ decidió publicar una nota real y positiva de ‘El Rey’. Lo verdaderamente preponderante respecto a esta publicación, es que por fin enaltecieron lo feliz que es en la actualidad, dándole todo el crédito al amor que siente por su pareja.

Luego de tanto maltrato injustificado por parte de la prensa, esta noticia consiguió que no perdiera del todo la credibilidad hacia quienes tienen la obligación de informarnos con la verdad. Pero fundamentalmente me alegró saber que apostaron a difundir una nota que dista mucho de ser amarillista, lenguaje común entre los periodistas de la actualidad, y que creyeron firmemente en la buena acogida del público. Y déjenme contarles que no se equivocaron, puesto que la repercusión que tuvo entre los fans fue grandiosa, no solo porque ya extrañábamos ver a Luis Miguel en una imagen, sino principalmente por el contenido de la nota. Al compartirla y expresar nuestro sentir al respecto, todos coincidimos en algo: nos sentimos los seres más dichosos del planeta con su felicidad. Eso es amor del bueno, ¿no creen?… y sí, nuestra historia es la de un amor como no hay otro igual.

Cambiando de tema, hace algunos días pensaba, luego de leer la historia que tengo para presentarles hoy y de vivir en carne propia tantas experiencias, que mucha gente se lamenta porque siente que el destino es un poco injusto, ya que el universo se empecina en no conspirar a su favor. Pero resulta que al investigar un poco acerca de los esfuerzos realizados para concretar esos deseos, la mayoría no se esmeró ni siquiera un poquito en alcanzarlos.

En esta vida las cosas que valen la pena no son fáciles de lograr, y qué bueno que así sea porque cuando las conseguimos la satisfacción es doble. Este relato es un claro ejemplo de que los sueños no vienen a tocar nuestra puerta, sino muy por el contrario, hay que salir a buscarlos. Definitivamente debemos ser cómplices del universo y trabajar en equipo, les aseguro que esa es la fórmula correcta del éxito, algo que tuvo muy en claro esta fan cuando fue en busca de la realización de su anhelo. Los dejo en su compañía:

Soy Viviana Sapiente, de Buenos Aires, Argentina, tengo 32 años y hace 22 que Luis Miguel me reconforta el alma. Para quienes no pudieron leer la primera parte de mi historia, publicada en este espacio en junio del año pasado, aquí se las resumo para que entiendan lo que Miky significa en mi vida.

En enero del año 2014 perdí a mi abuela, un ser muy especial porque era como mi mamá, y en ese momento, el peor de mi vida, Luis Miguel fue el motor que me impulsó a seguir adelante, ya que su voz me calma y me brinda paz. Luego supe que ‘El Rey’ nos visitaría en octubre, y esa noticia acaparó todos mis pensamientos, puesto que no hacía más que contar los días que faltaban para verlo nuevamente.

Siempre tuve la fantasía y el sueño de conocerlo -como todas, claro-, por eso lo seguía paso a paso sin perderlo, como dice la canción. Así fue que en octubre del año 2014, con mi gran amiga Mariana Díaz, lo seguimos desde La Rural –sitio donde se realizó la Cena Gala- hacia el hotel, pero lo único que logramos ver fue el auto que lo transportó. Sin embargo fue emocionante verlo pasar y pensar que iba ahí dentro, mientras conservábamos la esperanza de que en algún momento baje la ventanilla y salude. Y aunque eso no pasó en aquella oportunidad, jamás dejé de creer que algún día lo lograría.

Pasó un año de aquella experiencia, y otra vez tuvimos la grata sorpresa de una nueva visita de Luis Miguel a mi querida Argentina. Cuando llegó el 26 de noviembre de 2015, día de su llegada a Buenos Aires para sus conciertos en el estadio GEBA los días 27 y 28, tuve un pálpito, supuse que Miky iría a cenar al mismo sitio al que había ido en su estancia anterior: un lujoso restaurante en Puerto Madero. Como esa noche no tenía concierto, no era descabellado pensar que podía salir a deleitarse con algún platillo típico argentino.

Les confieso que aunque primero pensé en pasar por el hotel no lo hice, ya que decidí hacerle caso a la fuerte corazonada que me decía que se dirigiría hacia aquel restaurante. Fue así como llegué a las 21.30 hs. a la puerta, sin poder darle una explicación lógica a mi amiga Mariana cuando me preguntaba al teléfono qué hacía allí. Me prometí quedarme solo hasta las 22 hs., 30 minutos nada más, y es que cuando algo es para ti, se concreta por más difícil que parezca.

En ese lapso vi descender de una camioneta a muchos turistas, con lo cual el lugar se empezó a llenar de gente. De inmediato, al ver tanto movimiento, pensé que no estaban dadas las condiciones para que ‘El Sol’ se hiciera presente y, como soy una mujer de palabra, cuando el reloj marcó las 22 hs. emprendí la retirada.

Al dar el primer paso vi algo que acaparó mi atención, dos camionetas escoltando un auto, y de pronto recordé la comitiva que lo transportó el año anterior, y ésta era idéntica. Mi corazón comenzó a latir aceleradamente y, mientras se me entrecortaba la respiración, vi descender a uno de sus guardaespaldas –confieso que a esas alturas estaba en la antesala de un paro cardíaco. Sin poder caer en la realidad que estaba viviendo, vi caminar directo hacia mí a este señor de seguridad, el que se situó junto a mí previo a decirme “No foto”, orden a la que respondí con otro “No foto”, mientras temblaba como una hoja.

Luis Miguel no tardó en bajarse del auto y mis pulsaciones se descontrolaron por completo. Cuando lo vi dirigirse directo al sector VIP del restaurant no pude contenerme y, con una voz quebrada cual susurro, lo llamé con un tímido “Luis”. Al escucharme se detuvo, dio la vuelta, y les juro que cuando lo vi caminar hacia mí pensé: “No te acerques más por favor que no resisto, y moriré aquí mismo”.

Llegó mirándome de una manera tan cálida y con una sonrisa extremadamente tierna, me tomó la mano derecha y me brindó un fuerte apretón como diciendo… “Sí, soy yo, acá estoy, ¡reacciona!”. Y, como si esto fuera poco, con su acento mágico me endulzó los oídos con un “¿Cómo estás?”. En ese instante vinieron a mi mente miles de pensamientos… “Tienes en frente a ese ser tan especial que hace 22 años está en los mejores y peores momentos de tu vida, te sonríe mirando a los ojos y te pregunta cómo estás”. Al mismo tiempo recordé sus diferentes looks en toda su carrera… con pelo largo, corto, sus distintos gestos, etc., y ahí fue cuando reaccioné y me dije “¡Es él!”. ¡Me dejó literalmente sin palabras!

Estaba con un impecable traje negro y un pañuelo rojo en su bolsillo, portando un exquisito perfume que me quedó impregnado, tanto así que al llegar a casa iba a lavarme la cara, y terminé usando servilletas para secarme las lágrimas y poder dormir esa noche con su aroma.

Desde ese día mi vida cambió, ya que aún siento el calor de sus manos que me llenaron de energía, y que ese encuentro fue una señal de que vendrán cosas muy buenas, después de tantas dificultades que tuve que atravesar.

Miky, era tan grande el deseo de conocerte, que recuerdo que le conté a Euge Cabral que, en uno de los sueños que tuve, habías leído mi historia (la primera parte), y que luego le habías pedido a tu staff que me enviara un mail para comunicarme tu decisión de conocerme.

Después de esto pienso que el universo se encarga de que las cosas sucedan, y que las personas que tienen que encontrarse se encuentren en el lugar y momento justos.

Gracias Luis -como te llamé aquella noche-, créeme que si antes te adoraba, después de conocerte y de tu gesto para conmigo te adoro más aún. Ojalá llegues a leer esta columna y puedas entender porque me quedé sin palabras… No tengo dudas de que mi rostro y mis ojos te lo dijeron sin hablar.

¡Te quiero con el alma!

Vivi

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