La música de Luis Miguel es aquel lenguaje universal que une almas

Maria Eugenia Cabral
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La gran noticia de esta semana gira en torno al regreso de Luis Miguel al puerto de Acapulco, lo cual no significa que alguna vez lo haya dejado de visitar. Pese a que ya no cuenta con su residencia en Playa Bonfil, continúa siendo uno de sus destinos favoritos porque forma parte de su historia personal como profesional. Siente un cariño muy especial por este paradisíaco lugar ya que su vida entera ha estado relacionada a este sitio, por lo que para sus fans, como para el público en general, Acapulco es sinónimo de Luis Miguel.

El Sol de México siempre ha mostrado un gran compromiso con el país que lo vio crecer, ese que además eligió para nacionalizarse motivado por el amor a esta tierra y a su pueblo. Continuamente está apostando por el progreso, lo que lo ha llevado a involucrarse en el mundo de los negocios, tanto en el rubro inmobiliario como automotriz y, en este caso en particular, a grabar una serie de spots para promocionar uno de los sitios turísticos más importantes de dicho país.

El amor por su tierra ha sabido transmitírselo a sus fans, logrando que cada uno de nosotros admire ese suelo y lo quiera de una manera muy especial. No sólo ha enarbolado al nombre de México alrededor del mundo sino que no deja de comprometerse con obras concretas con tal de contribuir a una nación mejor. Siempre está preocupándose y ocupándose de su país, enviando mensajes positivos cargados de esperanza, como cuando nos aseguró que “México es más grande que sus problemas”.

Un país se construye entre todos, por eso es fundamental que cada uno aporte su granito de arena, y en esta ocasión -una vez más- Luis Miguel está involucrándose directamente… díganme si no es otro gran motivo para sentirnos orgullosos de él.

No quiero dejar de mencionar y destacar otro gran suceso que tuvimos por estos días, el que tiene que ver con Sexenio y su aniversario.  Este medio, el único que cuenta con una columna mundial dedicada a un cantante y, como no podía ser de otra manera, en homenaje al mejor de todos los tiempos, recibió múltiples felicitaciones -incluidas las de Luis Miguel desde su cuenta oficial en

Twitter- por un año más de éxito, siendo uno de los 10 portales más visitados de México. Sexenio se ha convertido en un medio de opinión y respeto en lo social, económico y político, cuenta con una propuesta informativa de vanguardia y con un futuro en continuo crecimiento. Desde aquí quiero enviar mis felicitaciones y agradecimiento por formar parte de este gran equipo y por la oportunidad de contar con estos espacios (la columna y el programa de radio) dedicados a uno de los artistas más importantes del mundo.

Ya no quiero extenderme más porque hoy les traigo la historia de un fan que vive intensamente esta pasión. Me queda más que claro, lo voy confirmando año tras año, que los fans masculinos son cada vez más, y es muy valorable el hecho de que se animen a enviar su testimonio y aceptar públicamente que sienten lo mismo que nosotras -siempre pensando en lo que Luis Miguel transmite con su voz.

Les presento a Omar:

No tengo manera de agradecer a Euge Cabral la oportunidad de contarles mi experiencia como fan de Luis Miguel, una figura internacional que tiene un encanto y talento sin igual, fuera de este mundo. Mil gracias, de todo corazón.

A mi edad, 24 años, es poco usual encontrar dentro de mi generación a alguien que le guste escuchar a Luis Miguel y que además, no sólo conozca aquellas canciones recurrentes en las discotecas mexicanas a media noche -“Será que no me amas” y “Sol, Arena y Mar“.  Y es que es entendible, Luis Miguel no es un cantante de temporada, no es un boom que se disipará a los seis meses siguientes, sino un artista constante que tiene como insignias la perfección y total entrega, que se ha mantenido en el gusto de su público durante mucho tiempo, algo que esos artistas que son debut y despedida quisieran alcanzar.

Mi gusto por su música comenzó cuando me encontraba en primer año de secundaria, tiempo en que aún vivía en mi querida tierra natal, la Ciudad de México. Recuerdo que con mis compañeros de clase escuchábamos el disco “Luis Miguel 87”, por casualidad durante el descanso entre clases, y cuando sonó “Ahora te puedes marchar” ocurrió algo mágico: desde los primeros acordes de esa canción sentí una fascinación instantánea y, desde ese entonces, decidí escuchar más de aquella voz. En la radio, recuerdo muy bien, sonaban “Amarte es un placer“, “Y“, “La Bikina” y “O tú o ninguna“.

Por cuestiones del destino al año siguiente me fui de la ciudad, teniendo viva la fascinación por aquél cantante que lograba escuchar en algunas estaciones de radio. Pasaron un par de años para que volviera a saber de él, cuando lanzó su disco de música ranchera “México en la Piel“; no hace falta decir que lo compré cuando se presentó la oportunidad y se confirmó mi gusto por su música. Desde ese instante siempre he estado pendiente de las noticias que hablan de él, si lanza nuevos

discos o no, sin embargo no había tenido la oportunidad de asistir a uno solo de sus conciertos hasta este año.

Buscando la cartelera del Auditorio Nacional en Enero del presente año, me encontré por sorpresa que El Sol de México tendría varias presentaciones en Febrero, y supe que era la ocasión perfecta para sentir en vivo la emoción de oírlo cantar a unos cuantos metros.

La cita estaba ya establecida: El día primero de ese mes, ocho de la noche, y en el escenario mayor de mi país. Entré y esperé paciente el inicio del grandioso acontecimiento.

¿La distancia entre el ídolo y el fan? ocho filas, sentía una emoción inmensa porque finalmente vería en carne y hueso al dueño de la voz que cautivó mis oídos cuando era un adolescente. Poco a poco se fue llenando de gente el lugar, y a las 8:30 p.m. comenzaron a tocar sus músicos “Mujer de fuego“, y ahí estaba él, sonriente ante su público que se le rendía por completo.

Cuando acabó ese éxito, que mueve a todo aquél que se encuentra en el recinto, llegó la hora de dirigirse al público; en un momento cuando miró la zona preferente del Auditorio, donde me encontraba, hubiera jurado que me vio, y con una sonrisa agradeció que estuviera ahí, como si me conociera de años, con esa mirada que agradece el reencuentro de dos amigos que no se ven hace décadas. El programa ya lo conocen, por lo cual no considero necesario relatarlo; al salir de ese lugar no cabía una pizca más de alegría en mí, había conseguido uno de mis propósitos en la vida.

Fascinado les conté a mis padres sobre la increíble velada, decidido a convencerlos de que me acompañaran una vez más. Nuevamente asistí el 8 de marzo y a ese mismo lugar mágico, noche en la que él estaba un poco fatigado por el viaje de regreso al Distrito Federal. El concierto duró un poco menos, y aunque muchos reclamaron la brevedad del mismo, lo cierto es que fueron más los aplausos de sus fans que, como yo, estábamos satisfechos de haberlo visto una vez más con esa sonrisa que inevitablemente nos contagia alegría, entusiasmo y emociones, las que no podría describir aquí, pues no hay manera de hacerlo con palabras. Sí, he de confesar que también extraño ver a Luis Miguel en acción y que saque finalmente otro disco, los que -como todos los que tiene- se destacan por la gran calidad, la que sólo encontramos en su música. He de confesarles también que escucho sus canciones en el automóvil, y a pesar de que el clima no sea el más agradable y el tráfico nos invite a salir corriendo de ahí, me siento a gusto cantando con él cualquiera de sus éxitos.

La música es el lenguaje universal que une a las almas, y Luis Miguel nos une a todos con su voz.

Siempre hay una de sus canciones que es perfecta para la situación en la que estamos, bien sea que hayamos encontrado la felicidad en una pareja, o cuando no sabemos qué hacer al término de una relación sentimental; nos anima a seguir, y él mismo es un ejemplo a imitar, pues ha salido

adelante ante la adversidad sin importar lo que se diga o publique de él. Luis Miguel será siempre el Sol aunque las nubes lo quieran tapar.

Omar Carmona

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