Encuentro, pasiones e infracciones

Maria Eugenia Cabral
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6 de noviembre de 2012

Luego de mi primer concierto en GEBA y por segunda noche consecutiva dormir no fue tarea sencilla, algo más que lógico a mi entender, ya que las emociones vividas son tan fuertes e intensas que terminan canalizándose en un estado de pura adrenalina, aquel que logra mantenerte exaltada durante horas. Al recostarte, tu mente recrea una y otra vez cada momento del concierto, suceso que dispara los latidos de tu corazón a ritmos incalculables e impide que logres el descanso que necesitas.  Pero el dormir es algo secundario en días de tour, mi prioridad absoluta es vivir esta pasión y cada momento al máximo, porque cada uno de ellos es único e irrepetible y no habrá oportunidad de volver el tiempo atrás.

Reencontrarme con esa persona tan importante en mi vida, luego de meses de no verlo, hace que mi corazón se regocije de gozo y felicidad, Luis Miguel es mi familia y ya se torna necesario y vital para mí el que no pase mucho tiempo sin poder tenerlo enfrente.

Luego de descansar unas pocas horas me dispuse a prepararme para asistir a la reunión que estaba programada, con el único objetivo de pasar una tarde mágica acompañada de fans de diferentes partes del mundo como de ciudades de mi Argentina.

Nos dimos cita fans de Brasil, Chile, Perú, Venezuela, Uruguay y de diferentes puntos cardinales de mi país. Fue un momento inolvidable donde el protagonista de nuestras conversaciones más lindas fue Luis Miguel. Era imposible que pasáramos desapercibidos en ese lugar, las personas a nuestro alrededor no dejaban de observarnos preguntándose qué motivo nos mantenía con una sonrisa imborrable en los labios y con una algarabía incontenible. No tardaron en develar su incógnita, ya que orgullosos nos dispusimos a plasmar ese encuentro en fotografías y revolucionamos el lugar al desplegar nuestras banderas, esas que nos identifican como fans de nuestro Sol. Cabe destacar que muchos nos conocimos en ese preciso instante, pero mágica e inmediatamente experimentamos esa hermandad que nos une. Si hay algo que nos caracteriza a los fans es ese sentimiento de unión inquebrantable y poderoso que surge entre nosotros producto del gran cariño que sentimos por este ser tan especial.

Si algo nos faltó esa tarde fue tiempo, el que voló en un abrir y cerrar de ojos dejándonos con

ganas de compartir muchas más vivencias y sensaciones. Aprovecho para agradecer a cada uno de los fans que se acercaron y que hicieron de esa tarde un momento para atesorar por siempre en nuestros corazones.

Esa noche me sorprendió camino a Ezeiza con mis compañeras de tour, Anita y Viviana, en busca de la cuarta integrante de esta aventura: mi amiga Karen Novoa de Chile.

Ella es presidenta del fan club El Rey Sol y a quien tengo el honor de conocer hace unos 7 años aproximadamente. Una fan de hueso colorado que trabaja incansablemente en apoyo a la carrera de Luis Miguel pero que es de bajo perfil, razón por la cual quizás no reconozcan su nombre, pues todo lo hace a través de las cuentas de su fan club.

Karen traía consigo muchísimas ilusiones, ya que por primera vez salía de tour fuera de su país natal, siendo ésta toda una experiencia para ella -coincidirán conmigo en que Luis Miguel es el mejor motivo a la hora de llevar a cabo este tipo de travesías-.

Lo que sentimos por él es algo tan fuerte que nos impulsa a realizar cosas realmente importantes, nada nos detiene a la hora de disfrutarlo al 100%. Somos capaces de resignar cosas materiales, viajes en familia o con amigos, con tal de asistir a los conciertos, un ejemplo claro y que demuestra fehacientemente esto que les digo es la situación en la que se encuentra hoy en día Karen: tomó las vacaciones de este año y las del próximo, por lo que tendrá que trabajar arduamente hasta el año 2014. Algo que tengo más que claro es que cada esfuerzo que realizamos en su nombre se lo merece y él nos lo recompensa con creces.

Fue grandioso volver a ver a mi amiga y compartir este tour en Argentina con ella. Esa noche, como las restantes y sin excepción, nos acostamos tarde reviviendo en nuestras charlas todo lo acontecido la última vez que estuvimos juntas, en el emblemático Festival de Viña del Mar, e intercambiamos las mil y un expectativas que teníamos respecto a este The Hits Tour.

El nuevo día llegó y con él otra cita con nuestro Rey. Partimos hacia GEBA con las mismas ilusiones y ganas de verlo cual primera vez. Allí tuve el honor de saludar a muchos fans de Buenos Aires, a quienes quiero y admiro mucho. Esa noche Luis Miguel volvió a brillar y a entregarse por completo a su público, obsequiándonos sonrisas, miradas, caricias y encanto en todo su esplendor. Lo observé feliz, agradecido y con ganas de retribuirnos el cariño que le profesamos, cosa que logró exitosamente sin lugar a dudas. Fue un gran concierto y una vez más me trasladó a ese lugar donde sólo él logra transportarme con su interpretación.

El final de “Tu y yo”, una de mis favoritas, es un momento en el que te invita al silencio y a dejarte llevar por su voz. Miky se compenetra con la melodía tan íntimamente, que sientes que su alma es la que se está expresando en ese momento y si cierras tus ojos y te concentras, logras escuchar

como su alma le susurra a la tuya en un idioma totalmente diferente al terrenal ¡Qué rico se siente este lenguaje!

El cierre del show fue nuevamente una fiesta y nos dejó con ganas de más, nunca es suficiente tiempo cuando se trata de disfrutar de la mejor voz del universo.

Al salir del estadio nos encontramos con fans de diferentes lugares y créanme que en el aire se respiraba una felicidad inconmensurable por lo vivido.

Siendo casi las 2 de la madrugada y sin cenar debimos hacer una parada obligada a tal efecto. El lugar elegido fue en pleno centro porteño, cerquita del Obelisco, donde gozamos de una rica comidita.

Al salir, cerca de las 3 am, en busca de nuestro medio de transporte -el auto de Ana – nos dimos con la no grata sorpresa de que ya no estaba donde lo habíamos estacionado. ¡Imagínense qué susto nos llevamos! Había dos opciones, o se lo había llevado la grúa municipal por mal estacionamiento, o estaba en manos de los piratas del asfalto (ladrones de automóviles). Al consultar con el señor del puesto de revistas, que permanecía abierto, nos confirmó nuestras sospechas: de los dos males era el menos peor, o sea, la primera opción.

Debimos caminar unas tres cuadras, en plena madrugada y con lo peligrosa que es la capital de Buenos Aires a esas horas, en busca del corralón que albergaba nuestro móvil del tour. Allí debimos asumir culpas y previo pago por el acarreo, logramos recuperar el auto y regresar a nuestro hogar, la casa de Anita convertida en hostel para la ocasión.

Esa noche caí rendida a los pies de Morfeo, había sido un día largo cargado de emociones y necesitaba descansar para reencontrarme Dios mediante con el príncipe de mis sueños.

Continuará…

Euge Cabral

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