No hay temor que se resista a su voz y a su mirada

Maria Eugenia Cabral
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9 de octubre de 2012

Hace un tiempo me contactó por Facebook una personita, la que valiéndose sólo de unas pocas palabras me dejó entrever que era muy especial. Con el correr de los días y de los mails comprobé que mi primera percepción en cuanto a su personalidad no fue errónea, Cristina es adorable. Bastaron un par de mensajes para que naciera entre nosotras un lazo de amistad muy fuerte.

Si hay algo que nunca dejará de asombrarme, y es fantástico que así sea, es lo que ocurre con los fans desde el primer contacto; en términos generales es habitual que aflore en nosotros esa sensación de que nos conocemos desde siempre, como de otra vida.

Cristina me confesó en sus correos que tenía un miedo que no podía superar y que esto le impedía disfrutar al máximo de su pasión por Luis Miguel, sobre todo cuando se trataba de verlo en otro ámbito que no sea el de su ciudad. Gracias a Dios escuchó mis consejos y tomó una decisión al respecto. Los invito a conocerla y a descubrir que cuando uno se propone dejarse llevar por sus sentimientos, no hay ningún obstáculo lo suficientemente poderoso que se interponga a la hora de hacer realidad nuestros más lindos sueños: 

Muchos de vosotros habéis tenido la maravillosa oportunidad  de disfrutar del calor de Luis Miguel a través de sus tiernos saludos desde el escenario, y de lo que es más importante según mi parecer, de su mirada, que tanto transmite y tanto te habla. Para mí era impensable el hecho de poder estar tan cerca de él como para recibir de primera mano su energía, su magia, en definitiva “conectar” con él. Mientras os cuento esto no puedo contener el llanto ante la emoción de recordarlo.

Mi nombre es Cristina Francisco y os escribo desde Barcelona, España. Conocí a Luis Miguel en mi adolescencia, allá por “20 años”, aunque recuerdo haberlo escuchado de niña, pero no fue realmente hasta ese momento en que tomé conciencia de que estaba escuchando una voz absolutamente privilegiada.

Hace casi 2 años inicié una terapia con un coach emocional, una de las metas que tratamos de conseguir era viajar y tomar un avión sola, no por miedo a volar, sino porque aunque os suene extraño, me aterran los aeropuertos; cuando entro en uno de ellos sola, me bloqueo hasta el punto que soy incapaz de leer cualquier indicación.

La terapia inicialmente no funcionó, así que la dejé y pasé este último año con la frustración a tope, una vez más sin haberlo conseguido.

La gota que colmó el vaso llegó en el mes de junio cuando mi amigo israelí me invitaba por 4º año consecutivo a visitarlo en vacaciones, y por 4º año consecutivo mi respuesta volvía a ser no… me sentía tan impotente y desalentada, que me pasé el día llorando pensando que jamás lo iba a conseguir.

Y ahí apareció mi queridísima y adorada y tan especial amiga Euge, la que corona esta columna. Recuerdo que una noche le explicaba lo feliz que me haría poder ver a Luis Miguel en Latinoamérica, puesto que si aquí en España lo vivimos con tantísima intensidad, no podía imaginar lo que debía ser verlo allá. Su respuesta fue contundente, jamás olvidaré sus palabras: “El mejor lugar donde jamás vas a verlo es en Las Vegas, así que persigue tu sueño”

Entendí al instante que no podía encontrar mayor motivación para superar mis miedos que ir a verlo a él.

A la mañana siguiente por la tarde estaba comprando el billete de avión en la agencia, la chica que me atendió decía: “¡pero qué emocionada estás!”, lo que no sabía es que yo estaba temblando por el pánico de lo que acababa de hacer, el esfuerzo de 4 años sin salir de vacaciones me iban a permitir,  por fin, ir tras mi sueño, y esta vez no estaba dispuesta a que nada lo arruinara.

En el año 2004 no pude ir al concierto en Barcelona, por aquel entonces no trabajaba, y me gasté el dinero que tenia llamando a un programa de radio donde regalaban 2 entradas si contestabas correctamente a una pregunta sobre su carrera musical, por supuesto que estaba segura de saber la respuesta, fuese cual fuese la pregunta! Pero no pude entrar en antena en ninguna de las llamadas. Aquella noche del concierto -la recuerdo con mucha amargura- lloraba por la Diagonal de Barcelona, pensando en la oportunidad de ser feliz que me estaba negando, incluso pensé en ir al Palau Sant Jordi para escucharlo desde fuera, pero creí que eso sería todavía peor.

Entonces me juré que jamás me volvería a ocurrir, bajo ninguna circunstancia dejaría de ir a verlo.

La primera vez que pude sentir su mirada no fue hasta el año 2007 en Barcelona, fueron escasamente dos segundos, la tengo grabada en mi memoria como si hubiese sido ayer mismo, no podía creer que entre toda la multitud y a lo lejos esos segundos fueran sólo para mí. La emoción y la sensación de felicidad fue indescriptible por aquel momento que me brindaba, instante en que las portadas de mis CD’s y mis revistas juveniles se acababan de transformar en carne y hueso de la forma más hermosa.

Hace 2 días he regresado de Las Vegas, tomando sola 4 aviones,  sí… ¡Lo conseguí!

Pero no solo superé mi pánico, sino que recibí el calor de sus manos, y especialmente la ternura de su mirada y su maravillosa sonrisa. Incluso como buena futbolera, le hice una camiseta de mi equipo, el  F.C. Barcelona con su nombre y evidentemente, el nº 1 estampado. Recuerdo que se quedó mirando la camiseta sorprendido y yo le dije que la había hecho para él, y con una maravillosa sonrisa la tomó de mis manos en el concierto del viernes 14, gesto que agradeció agarrándolas con fuerza (me impactó lo fuerte del apretón, el calor que emitía y lo suave de su piel).

En un momento tuve la necesidad absoluta de decirle cuanto había hecho por mí, algo inviable desde un escenario cantando, pero no quería perder la oportunidad ahora que por fin lo tenía a escasos palmos, así que en ese momento sólo se me ocurrió decirle: “¡Gracias, gracias, gracias, me haces feliz!”

Soy incapaz de describir lo que he sentido en esos momentos a lo largo de los 3 conciertos en Las Vegas, y en general, en cada uno de sus conciertos en los que he tenido la fortuna de poder asistir desde 1998 hasta hoy, pero sé que me entendéis perfectamente porque muchas de vosotras habéis experimentado lo mismo.

Me gustaría que mi historia sirviese para todos los que por su situación geográfica o quizás por sus miedos al igual que yo, sienten que jamás podréis vivir lo que he vivido, solo tenéis que desearlo con todas vuestras fuerzas; os repito la frase que mi amiga Euge repitió a hasta mi saciedad: Persigue tu sueño.

Y la dedico con todo mi amor a todas las personas maravillosas que he conocido en mi viaje a Las Vegas de Chile, Brasil, México, Los Ángeles, Perú, Argentina, Hawái, entre otras.

Todas y cada una de vosotras habéis sido culpables directas de la felicidad que hoy siento,  habéis pasado a formar parte de mi vida.

Creo sinceramente que si Luis Miguel conociese todas las miles de historias que rodean a sus fans, no precisaría ser feliz por sí mismo, le bastaría con experimentar la incalculable felicidad que nosotros sentimos gracias a él.

Te estaremos esperando siempre en España.

Porque junto a ti siempre vuelvo a ser “Esa Niña”. Terminaré resumiéndolo todo con tres palabras: ¡Gracias LUIS MIGUEL!

Cristina Francisco

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