El encuentro con mi héroe

Maria Eugenia Cabral
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Hace algunos meses en el famoso foro de Univisión, uno de los lugares de encuentro más importantes que tenemos los fans de todo el mundo, descubrí a un muy especial que acaparó mi atención.

Me sorprende en él la manera en que aborda los ítems que están en discusión, pues lo hace de una manera muy objetiva, positiva y además con conocimiento de causa en cuanto a lo que se expone.

Y como si esto fuera poco, es en ese mismo espacio donde suele regalarnos temas referidos a las diferentes giras, con los que además de invitarnos a viajar en el tiempo nos brinda cátedra en cuanto a cosas técnicas referidas a la voz de Luis Miguel, de aquellas que suelen escapársenos a las fans, por estar abstraídas ante semejante derroche de belleza, dulzura y sensualidad.

Roberto es de Costa Rica y es de los fans que da gusto leer, pues siempre nos aporta cosas muy interesantes respecto a la carrera del Sol de México.

Conozcamos juntos la historia de este fan que no solo disfruta al máximo de la música de Luis Miguel, sino que su imagen le provoca otro tipo de sentimiento, que va más allá de una simple admiración:

Tenía apenas 8 años de edad, solo había ido una vez al cine con mi madre a ver Superman, cuando vi en este personaje lo que quizás todos los niños que nacimos sin padre buscamos: ese modelo a seguir digno de admirar.

En un programa de TV, unos días después, observé a un joven cantante frente a miles de personas y me gustó lo que cantaba, pero ahí quedó. Meses más tarde volví a ver por TV a otro cantante, pero esta vez en un video cantando en la playa “Cuando calienta el sol”, y me gustó tanto que en mi cumpleaños solo le pedí un cassette a mi mamá de este artista y lo escuché hasta gastarlo.

Un día, mientras se reproducía, se quedó pegada la cinta y tuve que volver a comprarlo, para ese entonces ya tenía el disco “Un hombre busca a una mujer”.

Al observar el nombre del intérprete, en las dos producciones, me di cuenta que en ambos casos era Luis Miguel. Descubrí que los dos artistas que me habían gustado como cantaban, en las diferentes oportunidades en que los había visto por TV, eran la misma persona, solo que uno más joven que otro, pues los programas llegaban tarde a mi país. Ese primer programa en que lo conocí fue en Siempre en Domingo, en Los Ángeles, cantando “Palabra de honor”.

Cuando cumplí 10 años Miky había cambiado de corte de pelo y ya era un adulto joven.

Viendo a Luis Miguel en un especial en el Auditorio Nacional, pues me gustaba mucho su música, no sé el por qué, pero sentí lo mismo que me trasmitió “Superman” en aquella oportunidad y en ese momento llegué a la conclusión de que Luis Miguel era mi héroe.

Quizás quería ser como él, quizás lo admiraba por su talento o sentía  esa identidad paternal que me hacía falta. Esto me llevó a peinarme como él, a observar detenidamente sus movimientos y como cantaba, en fin, así Luis Miguel se convirtió en mi referente.

Era 1992 cuando anunciaron a Luis Miguel con el Tour “Romance”. Iba a presentarse en dos funciones en el Palacio de Deportes, Sábado y Domingo, y por supuesto que quería ir a ver de cerca a ese personaje que tanto admiraba. No podía ir solo con apenas 11 años,  lamentablemente mi madre no podía acompañarme, así que ella me compró la entrada para el show del domingo y una amiga de mi tío me acompañó.

La primera noche me fue imposible quedarme en casa, así que me acerqué con mi abuelita a verlo llegar al lugar. Había como 10 mil personas afuera del Palacio, las que formaban un acordonado total, y alcancé a darme cuenta que salía Luis Miguel cuando vi un grupo de hombres vestidos de negro rodeándolo. A los pocos minutos empezó la intro de “Oro de ley”, la recuerdo tan bien como si fuera ayer, y cuando empezó a cantar eran tantos los gritos que prácticamente no me dejaron escuchar la música, supe inmediatamente que al día siguiente iba a estar genial.

Ese Domingo, no sé la fecha pero sí que era en la tarde tipo 16 horas, estando en la fila para ingresar, escuché a una persona de seguridad hablando respecto a que si tiraba nuevamente el pañuelo deberían pagarles extra, que solo cantaba cuatro canciones de “Romance” y además decían que era un doble (los rumores de siempre), pero a mí lo que realmente me preocupaba era que las horas pasaban lentas y ya quería ver a mi héroe de cerca.

Por fin había llegado el momento, con mucho orden, nos tocó entrar de dos en dos y nos situamos en nuestros lugares que fueron arriba. Debido a la cantidad de asistentes ya no había campo, no era numerado y solo había graderías sin silla, por lo que tuvimos que quedarnos de pie en la última fila.

Recuerdo que en esa época Luis Miguel hizo un comercial de una gaseosa y cada vez que lo ponían las chicas gritaban mucho, entonces la amiga de mi tío me dijo: “imagínate cuando él entre”.

Así fue, estaba muy nervioso cuando apagaron las luces, hasta que por fin comenzó la intro y veo a alguien de espaldas que se vuelve y comienza a cantar: era Luis Miguel, aquel que había visto por TV, y ahora lo estaba escuchando y admirando en vivo.

Había mucho escándalo entre las fans, cada vez que se movía o se tocaba el pelo todas gritaban, y yo estático, solo copiando sus movimientos, imitándolo, quería ser un clon de Luis Miguel de 11 años.

El show estuvo espectacular, lo hizo súper bien. Puntualmente no me olvido de ese momento en que cantó “Entrégate”, pues pusieron la parte del video donde sale con la modelo en la cama, lo que originó un sinfín de gritos.

Algo que me impactó fue cuando cantó “Tengo todo excepto a ti”, canción con la que jugaba con su saxofonista haciendo solos, y esa conexión entre ellos se percibía en el aire, lo que me dejó con la boca abierta.

No quería que se terminara, deseaba más y más, hasta que llegó “Cuando calienta el sol en Costa Rica”, así lo dijo. Las dos trompetas en la parte final junto al solo de guitarra, me decían que el show estaba terminando. Pero regresó con su gabardina negra y su pañuelo, aquel del que hablaban aquellos hombres antes del show. Cuando lo tiró al público, solo vi una lucha libre entre las chicas tratando de obtener un pedazo.

Llegué a mi casa todavía en una nube, era solo un niño viendo a alguien importante para mí, sintiendo cosas en un show que me dejaron impactados, como fue ver y escuchar el amor que le tenían las chicas. Este show me marcó tanto que logró que soñara con el saxofonista por un mes, fue increíble poder vivir mi primer concierto de Luis Miguel.

Era un niño que casi no sabía de música, que no tenía ningún tipo de experiencia similar en una multitud, pero que estaba con mi héroe, esa persona a quién quería parecerme.

Luis Miguel desde siempre ha provocado eso en todo tipo de público, se ha ganado su cariño y admiración.

Cada vez que voy a verlo contemplo cada detalle de lo que hace. Ahora, que ya entiendo de música, observo cuantos tonos da y como hace para darlos, no me pierdo su banda y todos lo que ocurre en escena.

El sentimiento es el mismo a mis 32 años, sigo viéndolo como un modelo, y lo mejor de todo es que mi esposa me respeta y entiende muy bien lo que ha significado Luis Miguel para mí.

Es  inexplicable lo que produce Miky en la gente, es como una energía positiva muy fuerte que se apodera de ti.

Roberto Vélez

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