Intercambiando roles

Maria Eugenia Cabral
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6 de septiembre de 2011

Y es que no sabes lo que tú me haces sentir, si tu pudieras un minuto estar en mí

En cada uno de mis textos, no dejo de expresar mis sentimientos hacia Luis Miguel, y las mil y un emociones que me provoca. Este espacio nos ha permitido compartir no sólo vivencias sino pensamientos, sentimientos y en este último tiempo ha surgido entre nosotros una inquietud: ¿Cuál será el sentir de Luis Miguel respecto de sus fans?

¿Se han puesto alguna vez en su lugar e intentado viajar por sus sensaciones?

El imaginarme, como dice la canción,  por un minuto estar en él (en su piel) me produce sentimientos encontrados.

Supongo que debe ser muy difícil manejar la energía que recibe de cada uno de nosotros, multiplicada por mil, en cada show. Ese amor que le profesamos, cada cual de diferente manera, debe colmar su alma inyectándole una energía inmanejable, pero ¿qué sentirá al regresar al silencio de su habitación?

Muchas veces he leído y hasta me han planteado (en forma no muy feliz) que Luis Miguel debería tener un contacto más fluido y  personal con sus fans. Realmente me pone de muy mal humor leer o escuchar este tipo de planteo inquisidor bajo el lema “Él se debe a su público, y así tendría que ser”.

Paso a transcribir, según mi percepción de las cosas, qué sería para ellos el que Miky tenga un mayor acercamiento a su público:

  • Firmar autógrafos en una tienda de discos famosa.
  • Recibir a sus fans cada vez que nos visita.
  • Asistir a eventos solidarios, compartiendo tiempo con sus admiradores.
  • Ser protagonista de algún concurso en el cual uno de sus fans tenga un pasaporte sin escalas a su camarín o sencillamente una cena a solas con él. Etc.

Desde sus comienzos Luis Miguel ha sido una estrella con luz propia, por ende no ha necesitado de algunas de estas cosas para promocionar su carrera. Pero es muy cierto que la segunda opción mencionada la ha realizado, en algunas ocasiones, en retribución al cariño recibido de sus fans. También es muy solidario, prueba de ellos sus shows a beneficio de distintas entidades.

Quisiera aprovechar y expresar lo que siento, especialmente dedicado, a los medios y a las personas que no dejan de criticar a Luis Miguel, porque gracias a Dios, no es igual al resto de los artistas. Que les quede bien claro que no tenemos que reprocharle nada a Miky acerca de su entrega en cada concierto. Para nosotros eso es lo que cuenta; él, debajo del escenario, no tiene la obligación de nada en lo absoluto (por así decirlo). No voy a negar que me gustaría cruzármelo en algún lado y que desearía fuese más fácil llegar a él, para saludarlo y expresarle mirándolo a los ojos, lo mucho que lo quiero. Aunque es de público conocimiento que éste es el sueño de todos, también soy consciente de que Luis Miguel tiene una vida privada que debemos respetar y que seguramente, el no poder llegar a él sin trabas, sea fruto del accionar de muchas personas que no supieron cuidarlo a la hora de tener una oportunidad tan importante.

Tengo mis razones para pensar, que como fans, además de amor le transmitimos mucho miedo o alguna sensación semejante.

De niña lo he visto pasarla muy mal. Jamás se borrará de mi mente una imagen de Luis Miguel cerrando uno de los programas más vistos en mi Argentina allá por los años 84/85. Una cantidad incontable de niñas lograron sortear la seguridad e invadir el escenario del programa, rodeándolo de tal manera, que ya no pudimos verlo más en la pantalla del televisor. La imagen fue escalofriante, parecían aves de rapiña peleándose por devorar su presa. El programa finalizó con esta escena, e imagínense mi preocupación por no saber si Miky había logrado salir sano y salvo de tan cruel circunstancia. Muchas veces al demostrar cariño, la gente no mide sus impulsos ni las consecuencias de ellos, razón por la cual el amor se torna hasta agresivo.

Tiempo después me informaron de la triste realidad por la que había atravesado Luis Miguel. En su euforia, las niñas, le arrancaron mechones de pelo y lo dejaron semidesnudo, destrozándole su vestuario. Lamentablemente Miky no sólo ha pasado por esta situación, sino que en su vida se han repetido reiteradamente.  

No soy quién para juzgar la manera en que cada uno le demuestra su cariño, pero si quiero expresar que no estoy de acuerdo en que se lo lastime o en que se ponga en riesgo su vida.

El año pasado, en uno de los conciertos, tuve la posibilidad de tener a una fan a mi lado que es-

taba fuera de sí. Gritaba cosas sin sentido, lo llamaba insistentemente con desesperación, es más, le ordenaba a Luis Miguel que la mirara. Tenía un estado de aceleración, excitación y de descontrol que me dejó aterrada. En ese instante, con Miky a escasos metros nuestro, ineludiblemente mis pensamientos fueron acaparados por algunas incógnitas: ¿qué pensará él? ¿Se sentirá vulnerable por más guardias que tenga? Hay que tener coraje para estar arriba del escenario, donde sólo una valla y unos pocos guardias te separan de tantas almas, que desean demostrarte a como dé lugar (y no siempre de la mejor manera) su cariño y su agradecimiento por tanta entrega.

He leído muchas veces a fans que opinan (son muy libres de hacerlo y las respeto, aunque no lo comparto) que si una no le demuestra eufóricamente su amor a Luis Miguel en los shows, es porque no existe en nosotras un verdadero sentimiento de fan. Y me incluyo, porque soy de las que bailan y cantan en el lugar tranquilamente, sin demostrar signos de histeria y por supuesto, sin dejar de admirar al Sol de México con cara de enamorada. Aclaro nuevamente, que no pienso que esté mal reaccionar diferente ¿ok?

También el año pasado, tuve la posibilidad de hablar con uno de sus guardias, los que están debajo del escenario cuidando que no le aventemos nada. Yo había llevado un oso grande de peluche blanco, que vestía un chalequito con la bandera de México y de Argentina. Él se acercó a mí para pedirme que por favor no se lo arrojara. Fue tal mi asombro por el extraño pedido, que inevitablemente, al responderle que jamás haría algo que lastimara a Miky, no pude contener la curiosidad  de preguntarle el porqué de su pedido. Me respondió que los fan, en su afán de demostrarle su cariño, se valen de múltiples actos, que lejos están de conservar el bienestar de Luis Miguel. Yo me quedé anonadada cuando me relato que hasta un zapato le lanzaron. Me pregunto ¿cómo pueden llegar a este punto?

Aproveché para dejarlo tranquilo, comentándole que mi oso era para entregárselo en mano y le dije: “Para que compruebes el grado de respeto que siento por Luis Miguel, te diré que si en algún momento del show me propones ayudarme a subir al escenario, te respondo rotundamente que NO”. Le hice saber que para mí ese lugar es sagrado, que jamás irrumpiría en el escenario sin la aprobación de Miky. No sé si me creyó, pero le hablé con mi verdad, y fue muy divertido verlo abrir muy grandes sus ojos y responderme: “Muy bien” asintiendo con su cabeza.

Les cuento que aproveché para confirmar lo que yo ya sabía, porque considero conocer a la persona de la que soy orgullosamente su fan.  Hay un mito, por llamarlo de alguna manera, que circula sobretodo en Argentina: Se dice que Luis Miguel no permite que sus guardias y la gente que trabaja para él lo mire directamente a los ojos. Esto da vueltas desde hace muchos años, y hasta un periodista famoso de aquí lo comento en forma de confirmación. Al principio me provocaba mil carcajadas, luego con el correr del tiempo la risa se transformó en enojo. Yo creo que es algo que los medios han hecho circular para desprestigiar a Miky, a consecuencia de que no les brinda ni una sola nota. Y bien merecido que se lo tienen, yo aplaudo a mi Rey de pie por tan acertada decisión.

A su guardia se lo pregunté con el sólo propósito de que otras personas dejen de creer éstas cosas sin sentido, y me encantó oír su respuesta: “El que no lo mira a los ojos es simplemente porque no quiere hacerlo” y agregó que Luis Miguel es un gran jefe, una persona  muy atenta con ellos y que le tienen todos un enorme cariño. También ante mi pregunta de que si le gustaba su música (no olvidemos que es su trabajo y puede no gustarle) respondió afirmativamente.

Llego como siempre a la conclusión, de que adoro a Luis Miguel ¡tal cuál es! Que disfruto a morir de su entrega en los conciertos, de los detalles preciosos que tiene, como el de subirse a una bocina (parlante) o pasar detrás de ella para llegar a algunos fans que no están cerca.

Ojalá muchas personas tomen conciencia, que es de carne y hueso, que debemos cuidarlo, respetarlo y contribuir con el personal de seguridad para que se mantenga un cierto orden en el recinto, por su bien y por el nuestro.

Yo creo que si mejoráramos nuestro comportamiento y le demostráramos que podemos controlar nuestros impulsos, obtendríamos excelentes e inmejorables resultados. Animémonos a seguir amándolo de igual manera, pero tomando un poco más de conciencia en nuestro proceder.

Euge Cabral

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