Hasta que vuelvas

Maria Eugenia Cabral
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30 de agosto de 2011

Creo expresar a continuación el sentir de la mayoría de los fans: ¡Qué difícil y asfixiante se torna esperar a Luis Miguel hasta el nuevo tour!

A pesar de que somos conscientes de que se merece descansar después de cada extensa y agotadora gira, nos resulta inevitable e inmanejable el extrañarlo con locura. Personalmente siento que después de tantos años, Miky forma parte de mi familia, y se hace cada vez más arduo el transitar este tiempo sin tener noticias suyas. Como si existiera algún lazo de sangre, no hay día en que no deje de preguntarme cómo estará, si la felicidad colmará su alma, si la vida le sonreirá cada mañana.

Es imposible manifestar con palabras lo complicado que resulta el año en que no tenemos la ilusión de su visita. Las preocupaciones que nos aquejan, en esos interminables días, lejos están de ser el obtener ese pasaporte hacia una sin fin de emociones (nuestro tan deseado ticket).

Como argentinos somos verdaderamente muy afortunados en que Luis Miguel nos visite con cada disco que presenta. Quiero destacar y rescatar, que nunca dejó de hacerlo, ni siquiera en los peores momentos que vivimos como país respecto a nuestra economía. Allá por el año 2002, cuando ningún artista nos visitaba por el simple hecho de que no les convenía económicamente, él apostó por su público y se presentó en show. Esta fue su manera de demostrarnos su cariño y lealtad. Su entrega total en los conciertos contribuyó a que olvidáramos, al menos por un momento, la dura realidad que nos afectaba. Disfrutarlo fue como una bocanada de aire fresco en el desierto, y particularmente siempre le estaremos agradecidos por esta visita especial.

Cuesta mucho sobrellevar ese año sin soñar con nuestra cita perfecta, sin experimentar la adrenalina  y el entusiasmo que nos provoca el conseguir un lugar de privilegio en ella. Por ello debemos recurrir a innumerables actividades que contribuyan a calmar la angustia, producto del vacío, que nos provoca su ausencia.

Una de ellas, lo veo a diario en el común de los fans, es compartir videos de Luis Miguel en las cuentas personales de redes sociales. En sus estados leo cotidianamente frases de sus canciones (que delatan cuánto lo extrañan), como así también palabras revelando sus deseos de volver a verlo.

Otra opción, es la de encontrarnos con un grupo de fans para revivir los conciertos, con la complicidad de dos grandes aliados: el bienaventurado proyector de imágenes y algún DVD de nuestro Rey. Este es uno de mis encuentros favoritos, porque es lo que se asemeja más a los conciertos. Nuestro sentir es lo más parecido a tenerlo enfrente, en vivo y directo, con una ventaja: podemos ser libres a la hora de sacar afuera nuestras sensaciones logrando plasmarlas en palabras.

Este ritual resulta parte fundamental para alimentarnos el alma,  y para transcurrir este tiempo sin Luis Miguel. Es algo extraordinario observar desde afuera cual espectador, en cada reunión, la energía y la felicidad que se respira en el ambiente. Esta conjunción de emociones desencadena gritos, danzas con coreografías, risas y por supuesto, las infaltables canciones coreadas al unísono como adolescentes.

Sería imposible y hasta inapropiado en esta columna, transcribir textualmente las frases que las fans proclamamos a viva voz, sin ningún tipo de censura, desde el preciso instante en que le damos play al DVD, ante cualquier mínimo movimiento sensual del protagonista. Es que no encontramos otra mejor alternativa de aflorar todo aquello que tenemos contenido en nuestro interior, y que seríamos incapaces de repetirle a Luis Miguel mirándolo a los ojos cuando gozamos de tenerlo a escasos metros de nuestro ser (estoy 100% segura que lograríamos sonrojarlo).

Otro capítulo aparte es pasar por la puerta del lugar donde suele presentarse con su show. Cuando lo diviso desde lejos es cuando respiro hondo e ineludiblemente evoco un gran suspiro mezcla de nostalgia y felicidad por lo vivido tiempo atrás. Mientras manejo lentamente, tratando de detener el tiempo, logro abstraerme de la realidad y automáticamente viajo al pasado, a ese último día en que mis ojos tuvieron la dicha de posarse en los suyos. Atino a cerrarlos para recordar su perfume, para desempolvar los recuerdos de mi memoria, con el sólo propósito de  que por un instante me transporte nuevamente a su mirada. Es ahí cuando invaden mi mente muchísimas imágenes cual diapositivas,  acompañadas del sonido ensordecedor de los gritos de los fans, logrando que mi corazón reaccione instantáneamente elevando sus pulsaciones. Lamentablemente siempre hay algo que te trae nuevamente a la realidad, en este caso son las bocinas de los otros automóviles los que me obligan a abandonar el lugar, y mientras me alejo, no dejo de imaginar cuándo y cómo será mi próxima cita con el Sol.  Continúo mi camino anhelando que pronto llegue a mi vida esa noticia por la que mi corazón se quedó esperando desde su partida.

En estos viajes cotidianos Luis Miguel es mi eterno compañero, ya que no deja de cantar nunca en el estéreo de mi auto. Hace poco tuve un pasajero que me preguntó: “¿no escuchas otra cosa que no sea Luis Miguel?” Y mi respuesta fue: “sí, a veces enciendo la radio y me gusta disfrutar de otros cantantes melódicos, pero en muchas de las oportunidades, esto me lleva inconscientemente a compararlos con Luis Miguel y casi sin pensarlo, como un acto reflejo, termino apagando la emisora y accionando el play del disco de Miky”.

Otra manera de acortar tiempos y suplir su ausencia, es lo que realizan muchos de los fans, que deciden aventurarse y lanzarse a recorrer miles de kilómetros en busca de ese lugar que se parece tanto al paraíso, donde sólo Miky es el encargado de hacerles vivir momentos únicos, incomparables e irrepetibles.

La tecnología asume un papel importante a la hora de revivir cada instante de los shows a los que hemos asistido. Siempre que tenemos la posibilidad de apreciar nuevamente un video, le encontramos algo especial, algo que en un principio se nos escapó de los sentidos, y esta es la razón que nos invita a verlo más de una vez. Y ni que decir de las fotografías, esas que no dejamos de observar hasta el mínimo detalle y que están siempre al alcance de la mano para cuando nos agarra un ataque de melancolía o de LuisMiguelitis aguda.

 Quiero aprovechar y agradecer a Luis Miguel el que nos visite en cada tour (en términos generales es cada dos años), y como fan, aunque suene un poquito egoísta, expresarle que nunca voy a dejar de anhelar que lo pudiera hacer más seguido o al menos, que no se extendiera más allá de este tiempo que tanto nos cuesta atravesar sin él.

Comparto con ustedes este párrafo de la canción, el cual no puede reflejar mejor nuestro sentimiento:

Hasta que vuelvas detengo el tiempo, que nadie pise tu recuerdo. Hasta que vuelvas, junto a mis ojos, hilando sueños…te esperaré

Euge Cabral

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