“Yo soy ese viajero que va por el camino, por brechas y veredas, buscando su destino”

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Hola mis queridos lectores, ante todo quiero desearles un gran 2025 repleto de amor, paz, salud, trabajo, y sueños concretados. Qué bonito poder comenzar y compartir un nuevo año juntos, ¿no?; 365 páginas en blanco en las que tendremos la oportunidad de registrar nuevas metas y desafíos que impliquen salir de la zona de confort en busca de la felicidad, como así también de plasmar aprendizajes que surjan de los obstáculos que se nos presenten. En lo que respecta a noticias de nuestro querido Luis Miguel, será un año incierto, ya que le espera un merecido descanso después de tanto trabajo, pero siempre albergaremos la esperanza de alguna sorpresa que nos ayude a transitar su ausencia. Como fans, que sentimos a Luis Miguel como parte de nuestros afectos, se nos hace difícil pasar tiempo sin saber de él, puesto que, aunque esté alejado de los escenarios, en nuestra cotidianidad lo tenemos más que presente en nuestro corazón. No hay día que no lo escuchemos, no lo recordemos, no pensemos en qué estará haciendo, y, los creyentes, no elevemos una oración para pedir por su felicidad, paz y bienestar. Por suerte, gracias a las redes sociales, contamos con un espacio donde compartir material y crear contenido, lo que contribuye a recordar momentos junto a Luis Miguel y, ya lo dice el refrán, recordar es volver a vivir.
Sé que estoy más que en deuda con ustedes, ya que tengo muchas experiencias vividas en el último trimestre del 2024 que no les he compartido, año que por cierto fue uno de los mejores de mi vida por todo lo vivido y los sueños concretados. Aprovecho esta oportunidad para alentarlos a enviar su historia para compartir en este espacio, ya que no solo esta servidora a cumplido sueños, sino que muchos fans me han hecho llegar vivencias muy fuertes como emotivas a mi cuenta de Instagram. Éstas no dejan de demostrar el pilar importante que es Luis Miguel en nuestras vidas, cuánto nos ayuda de mil y un maneras, cuánto sana y reconforta el alma, y lo feliz que nos hace. Si se animan a compartir, sugiero que inicien el relato contando desde el momento en que Luis Miguel llegó a sus vidas, cuándo y cómo, y todas las anécdotas que deseen. No se preocupen si no son grandes escritores, ya les ayudo con eso, sin cambiar la esencia por supuesto. Cuando puedan la envían junto a algunas imágenes que ilustren el texto, a eugecabral@diariodeunafan.com.
Prosiguiendo, les cuento que, desde que arrancó la gira, tenía deseos de volver a mi querido México, tierra que no pisaba desde noviembre de 2018. Si bien tuve intenciones en 2023, ese año se tornó complicado puesto que la gira arrancaba en Argentina con 10 conciertos, y deseaba ir a la mayor cantidad posible, razón por la cual el presupuesto para México fue imposible de solventar. Cuando se conocieron las nuevas fechas del 2024, volví a tentarme con la posibilidad de regresar a este país que extrañaba tanto. Sabía que pensar en asistir al Arena Ciudad de México iba a ser muy complicado, ya que el caudal de público que alberga este lugar supera por lejos la capacidad de cualquier estadio de otra ciudad. Así que, después de estudiar un poco las distancias en un mapa de México, sacar cuentas de días y kilómetros por recorrer, más un estimativo de gastos, me di a la tarea de convencer a mi amiga Anita para que nos lanzáramos a esta aventura juntas. Con esta información en mano iba a ser más fácil para ella tomar una decisión, ya que lo más difícil de resolver no iba a ser un impedimento, puesto que esta escapada iba a coincidir con parte de sus días por vacaciones.
La idea era ir a las ciudades más cercanas a Ciudad de México, y luego retornar al ex DF para pasar el día de muertos, y vernos con amigos fans. Respecto a los tickets para los conciertos, cuando hemos viajado al exterior, sobre todo cuando la decisión fue después de la venta, lo que hacemos es ir a la taquilla esa misma noche. Por suerte siempre hemos podido encontrar buenas ubicaciones que, a última hora, se ven liberadas. Ese fin de semana en que supuestamente regresaríamos a CDMX, Luis Miguel iba a presentarse en Puebla, ciudad más que especial para mí porque fue sede de Grupo Sexenio, medio de comunicación en el que empecé a escribir esta columna y en el que tuve mi programa de radio. Esta ciudad es muy importante porque no solo fue lo primero que conocí al llegar a México, sino que allí tengo entrañables amigos que surgieron de mi relación con Sexenio, la que siempre estuvo muy ligada al enorme cariño y admiración a Luis Miguel. Y aunque hubiese sido soñado poder contar esta ciudad en nuestro itinerario, decidimos priorizar el tiempo que íbamos a compartir con amigos de CDMX, a quienes no veíamos desde hacía 6 años.
Buscamos pasajes de avión a buen precio durante un tiempo, cuando los encontramos costó sacarlos, pero lo logramos. Lo más importante ya lo teníamos, luego hubo que avocarse a buscar hoteles que cumplieran con las condiciones de ser lindos, lo más cerca posible a cada estadio, y a buen precio. Después de un estudio de mercado hotelero que nos llevó como 3 días, uno por cada ciudad que visitaríamos, nos ocupamos de reservar en CDMX un depa, como dicen los mexicanos. Teníamos prácticamente todo resuelto, así que solo debíamos esperar la llegada del día del embarque rumbo a cumplir un nuevo sueño.
Pasaron los días y nos topamos con un imprevisto, surgió un problema de salud en Anita, el que de inmediato puso en jaque nuestro tan ansiado viaje. Por suerte, luego de unos 20 días de mucha incertidumbre y preocupación, Anita logró estar óptima y el médico autorizó el viaje. Preparamos los outfits para cada concierto, compramos algunos presentes y, en lo personal, prioricé llevar en mi maleta lo imprescindible, ya que siempre regreso con cosas extras, y no podía darme el lujo de pagar extra por exceder el peso en mi equipaje.

Recuerdo que la noche anterior al viaje, apenas 15 horas antes de mi primer vuelo con destino a Buenos Aires, le pedí a mi esposo que comprara comida para conversar tranquilos y acostarme temprano. Alrededor de las 10 pm, sentada en la mesa, feliz y entusiasmada, dispuesta a dar el primer bocado a una de mis comidas favoritas, recibo un WhatsApp portador de una noticia que me dejó en shock. El mensaje contenía un comunicado oficial del equipo de Luis Miguel, el que informaba que el concierto de esa noche, y los próximos tres, se suspendían por problemas de salud de Miky. Confieso que no me preocupó demasiado, ya que en el último concierto lo habíamos escuchado muy disfónico, y seguro se trataba de una simple gripe o faringitis. Les juro que mientras leía cuáles eran las fechas suspendidas, guardaba la esperanza de que éstas terminaran antes del último concierto al que pensábamos ir, pero no, habían sido todas suspendidas. No pude probar bocado de mi cena, de inmediato llamé a Anita y juntas dimos de baja las reservas que teníamos en las diferentes ciudades, ya que aún estábamos a tiempo sin tener que abonar penalidad. Luego dijimos, ¿Qué hacemos ahora?, lo primero era evaluar la posibilidad de correr el viaje para los siguientes conciertos que no estaban suspendidos, pero, la verdad, no estaban cerca de CDMX, había distancias enormes entre ciudades, así que descartamos rápidamente esa opción. Con todo listo, sumado a la gran ilusión que teníamos de volver a México, no había chance de cancelar el viaje. Teníamos la esperanza de que Luis Miguel pudiese retomar en Puebla, y así tener la oportunidad de regresar a nuestra Argentina habiéndolo disfrutado una vez, al menos. Cuando le comenté la situación a mi esposo me dijo: “Aunque esto último no se dé, andá, vos amás México, la vas a pasar hermoso igual”. En ese momento surgió otro imprevisto, no teníamos lugar donde quedarnos en CDMX, y ese fin de semana el alojamiento estaba sobrevendido por el Gran Premio de F1. Esa noche Elisa, la hija de Marthita Codó, nos ayudó contactándose con un hotel, modesto pero lindo, cuyos dueños conocía, y logró una reserva para estas argentinas desesperadas, al menos por el fin de semana, tiempo que nos sirvió para buscar un lugar mejor cerca de Polanco.
Con los problemas recurrentes en Argentina, respecto a medidas de fuerza en los aeropuertos que impiden el normal funcionamiento, tenía terror de que mi vuelo a Buenos Aires no saliera a tiempo. Y estuve cerca de vivir esa película de terror, ya que un vuelo, en el que pude haber elegido porque fue una de mis opciones, se canceló hora y media antes. Eso detonó mis nervios y preocupación, pero gracias a Dios mi vuelo salió a tiempo. Cuando aterricé en Buenos Aires, con el alivio de llegar a tiempo ya que tenía los minutos contados para trasladarme al otro aeropuerto, surgió un inconveniente que me hizo pensar que quizá ahí había finalizado mi aventura, justo antes de comenzar. Resultó que, a la hora de buscar mi mochila, la que estaba en el compartimiento del avión destinado a tal efecto, la misma había desaparecido. Tenía en uno de los bolsillos mi pasaporte, el resto no me importaba perderlo, pero en ese momento me vi sin poder continuar mi viaje y otra vez el pánico y los nervios tomaron el control. Empecé a observar desesperadamente las mochilas de la gente a mi alrededor, pero nadie la tenía. Quería gritar “Nadie más se baje del avión”, pero resultó que más de la mitad ya había tomado el transporte con destino al interior del edificio. No podía dejar de pensar que la mayoría de las mochilas son parecidas, negras, y que recién cuando la persona llegara a su casa iba a desempacar y darse cuenta del error. Para ese momento ya sería más que tarde para mí, ya que mi vuelo a México estaría a mitad de camino. De repente el pasajero que venía detrás mío me dice, “Mirá, acá tengo mi mochila y la de mi amigo, él seguro se llevó la tuya por confusión”. Le pedí que por favor lo llamara por teléfono para que no se vaya, pues resultó que ya se había bajado del avión. Por más que insistió un par de veces, su amigo no atendió la llamada. Bajé del avión, no sin antes avisarle a la azafata que mi mochila había desaparecido, así que me pidió que avisara a seguridad apenas llegara al interior del edificio. Mientras íbamos en el bus hacia el lugar, el pasajero siguió intentando hablar con el amigo hasta que logró que lo atendiera. Ahí le comentó y su amigo se dio cuenta del error, pero les juro que hasta no confirmarlo con mis propios ojos no iba a estar tranquila. Gracias a Dios solo fue un gran susto, pero no había tiempo de reponerse porque debía volar, esta vez en automóvil, hacia el otro aeropuerto para encontrarme con mi amiga e iniciar el proceso de viaje al exterior. Por suerte, gracias a la generosidad de Eva, tenía chofer esperándome, y no la conocía personalmente aún. Eva supo contactarme meses atrás para contarme que su suegro le hacía el calzado a Luis Miguel cuando era tan solo un jovencito, y que deseaba hacerle llegar un par de zapatos de piel de cocodrilo de regalo. De inmediato le conté que me iba a México, y que me ofrecía a llevárselos de su parte, que aprovechara y le escribiera una cartita que pondríamos en el interior del paquete. Nos pasamos días viendo modelos exclusivos, ella me tomaba fotos y me las mandaba para que, entre las dos, decidiéramos un diseño que fuera de su agrado. Generosamente se ofreció a llevarme hacia Ezeiza, mientras conversamos de nuestra pasión durante todo el trayecto.

Me entregó el paquete con la cartita, y en pleno hall del edificio abrí mi maleta para ubicarlos con la mayor protección posible, para que llegaran intactos a su futuro dueño. Luego de despachar el equipaje pasamos por migración y surgió una anécdota muy graciosa, cuando el oficial le preguntó a Anita hacia donde viajábamos, y ella le contestó cantando a “Méxicooooo”. De repente, la otra persona que estaba trabajando en la cabina, pero de espaldas a nosotras, respondió cantando: “Te llevo en el corazóooooon”, mientras buscaba con la mirada a quién había empezado esta canción. Fue una enorme alegría darnos cuenta de que era Mariana, una mega fan de Luis Miguel que conocemos desde hace años. Pidió permiso y salió de aquella cabina para saludarnos, transmitirnos su alegría al saber que viajábamos a ver a Luis Miguel, y a desearnos buen viaje. Su buena vibra fue recompensada un mes y medio después, cuando le tocó este diciembre recibir a Luis Miguel y a Paloma en migración. Contó que estaba muy nerviosa, que él venía saludando a cada uno de sus compañeros con un fuerte apretón de manos, pero cuando le tocó a ella, Luis Miguel se dio cuenta de que su mano temblaba muchísimo. Ella expresaba con su semblanza su gran cariño, admiración y respeto, y él lo supo comprender, así que se acercó a ella para darle un beso y un abrazo.
Siguiendo con nuestra aventura, de inmediato buscamos el salón VIP para merendar, y anticipar la cena ya que nos esperaba un largo primer tramo en avión en una aerolínea low cost. Ya, con la calma de haber llegado en tiempo y forma a la zona de embarque, nos relajamos y mientras llenábamos la pancita registramos el incidente del supuesto robo en este video que deseo compartirles.
Por fin llegó la hora de abordar el avión, despegamos rumbo a la primera escala, Santo Domingo, y no puedo contarles nada más porque dormí todo el trayecto, súper cómoda porque viajamos las dos solas en 3 asientos.

Lo mismo me pasó con el segundo trayecto, dormí tanto que Anita debió despertarme para que no me perdiera el imponente espectáculo que estaba dando el famoso volcán mexicano Popocatépetl. No tardé en buscar mi teléfono para captar imágenes y video de este suceso, cuya última erupción registrada fue precisamente ese día, el 26 de octubre de 2024. Así nos recibía México, y nosotras felices, ilusionadas y maravilladas con ese paisaje.

Cuando empezamos a sobrevolar CDMX mi corazón comenzó a latir muy fuerte, había deseado tanto regresar, y ya era una realidad.
Después de aterrizar fuimos directo a migración, les juro que no podía contener mi emoción y felicidad. Cuando pasamos por la cabina vinieron las preguntas de rigor, y aquí me llevé el tercer gran susto del viaje. Al oficial que nos interrogaba no le cerraba la historia de no contar con reserva de hotel para algunos días, que de repente habíamos cancelado las que ya teníamos en las diferentes ciudades, y que no teníamos un plan concreto para el día siguiente, que era domingo. Es que no le mentíamos, no sabíamos bien qué íbamos a hacer al día siguiente, nuestros planes habían cambiado de un momento a otro, y lo único que deseábamos era instalarnos para buscar dónde quedarnos el resto de los días que no teníamos reserva. Además, íbamos a estar atentas para ver, con el correr de los días, si Luis Miguel se reponía para su presentación en Puebla y, en ese caso, organizarnos para viajar hasta allá. También, en caso de reprogramación de algún concierto suspendido, que coincidiera con la semana que teníamos previsto regresar a Argentina, íbamos a evaluar cambiar el ticket de avión para quedarnos un par de días más. Cuando explicábamos todo esto recibimos una pregunta que nos mostró el grado de riesgo que estábamos corriendo, respecto a la estadía que pensábamos tener en México, cuando el oficial nos dijo “¿Tienen manera de demostrar que tienen trabajo en Argentina?”. Les juro que ahí tomé real consciencia de lo que estaba pasando, se me aflojaron las piernas y por primera vez en mi vida sentí que mi sueño estaba en manos de otro. Por suerte Anita tenía su carnet de trabajo a mano, y yo me di a la tarea de buscar on line mi certificado. Luego nos preguntó qué día volábamos de regreso, y finalmente accedió a permitirnos ingresar al país. Aún con el pánico en mi cara, fui directo a tomarme una foto con esta bandera que amo tanto, previo a preguntarle al oficial, no vaya a ser que hiciese algo que no debía y ahí sí me regresaran a mi país.

Cabe destacar que llegamos al nuevo aeropuerto internacional Felipe Ángeles, construido en lo que supo ser una base aérea militar, y que es una belleza por donde se lo mire. Hay gigantografías con imágenes típicas de México y de su cultura, hay esculturas y, lo mejor, no es tan concurrido como el aeropuerto principal.
Luego de un viajecito en bus, que sale directo desde el aeropuerto hacia el Ángel de la Independencia, nos tomamos un auto al hotel. Allí llegamos, nos instalamos, y de inmediato me enlacé con EEUU, ya que fue en la época que hacía vivos por Instagram con los encuentros de los fans, para grabar el video para el proyecto mundial.
Ese fin de semana en CDMX no lo programamos, pero resultó maravilloso. En la próxima columna les sigo contando.
Continuará…
Euge Cabral
Que alegría Euge, leerte en este 2025 que con el favor de Dios, nos permite estar acá disfrutando la vida, los afectos y cada momento único en irrepetible, como los que siempre nos compartes. Mi corazón sabía que habías venido a México, me encanta que hayas podido realizar ese sueño. Gracias por querer tanto a México, te queremos muchísimo, está es tu casa. Y bueno Dios mediante habrá más tiempo y más viajes para poder encontrarte con todos quienes te apreciamos y conocer más de las bellezas de nuestro lindo país. Te abrazo a la distancia, deseando lo mejor para ti y los tuyos ahora y siempre y espero pronto tu siguiente columna para disfrutar de lo que estoy segura fue una experiencia maravillosa en el México lindo y querido que lleva a Miky en la piel!!
Ana María Ortíz Pérez
Xalapa Veracruz México
Gracias hermosa, espero poder coincidir contigo pronto. Besos