Luis Miguel, eres mi momento único (parte V)
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Hola queridos lectores, aquí estoy para continuar relatándoles lo que viví con Luis Miguel en su paso por Argentina en este 2024. Nos faltaba por completar un concierto, aquel que había sido suspendido por tormenta eléctrica, así que el domingo amanecimos ilusionadas porque esta vez parecía que el clima iba a acompañar. Llegamos temprano para merendar nuevamente cerca del Campo de Polo, y compartir un rato más con Maitê, nuestra nueva amiga brasilera. Esa noche, como pasó en cada concierto, la gente se abalanzó nuevamente hacia adelante copando los pasillos, así que no dudé en correr hacia el frente para no repetir el mal momento vivido la jornada anterior, cuando me tocó ver a Luis Miguel prácticamente a través de las pantallas de los móviles. Esta vez nadie me obstruía la visión, pero, al estar aplastada como sardina en lata, me encontraba privada de cualquier movimiento, ya que mi cuerpo no era capaz de responder más que a la presión de la marea humana. Sofocada por el intenso calor, a causa del clima más el contacto cuerpo a cuerpo, llegué al punto de perder total dominio de mi cabello, el que por momentos le pertenecía a la gente de mi entorno. Debo confesar que eso de terminar con el sudor de medio mundo es algo totalmente desagradable, pero todo valía la pena con tal de verlo y disfrutarlo con mis propios ojos, y no a través de la proyección de un dispositivo electrónico. La situación iba más o menos tolerable, hasta que intenté levantar mi cartel para que lo leyera Luis Miguel. Quien me conoce sabe que soy una persona muy respetuosa del prójimo, por lo cual estudio la situación y, cuando siento que tengo la oportunidad de acaparar la atención de mi Rey, elevo el cartel por unos cuantos segundos. Si veo que no logré mi cometido procedo a bajarlo de inmediato, para arremeter nuevamente cuando se presente otra oportunidad. Recuerdo que, en esa ocasión y encima en el primer intento, unas cuantas manos intentaron dañarlo, algo que no me había pasado anteriormente. Realmente me hicieron sentir muy mal porque, en vez de pedir que lo bajara, eligieron actuar en forma salvaje. En fin, hay gente que no conoce otro idioma más que el de la violencia, pero, por suerte, una de las chicas que estaba detrás mío no solo me dijo que iba a protegerme, sino que me alentó a volver a intentarlo. Les juro que fue difícil que me volviese a animar, pero encontré un momento y un claro entre la gente, que me brindó una nueva oportunidad sin la necesidad de levantarlo tanto. Lo intenté, pero no podría decirles con seguridad que pudo leerme.
Está de más decirles que disfruté muchísimo de cada una de sus interpretaciones, pero que no pude tomar videos por miedo a perder el teléfono con la presión y el movimiento constante de la gente. Por suerte en un momento nos sorprendió una tímida lluviecita que nos refrescó bastante, y así pudimos llevar adelante el sofocón del tumulto. Sobre el final logré agarrarme de la valla, al lado de una de las chicas del club de fans de Rosario, y entre todos le pedimos una canción más al ritmo de “Otra, otra, otra”. Por momentos parecía que se despedía, y por otros que pensaba seriamente en concretarnos el sueño de deleitarnos con una interpretación más. Le pedíamos cada vez más fuerte, como si su decisión dependiera de una ovación mayor del público, y surtió efecto. Ya dice el dicho, persevera y triunfarás, y nosotros jamás nos dimos por vencidos, así que explotamos en un grito ensordecedor cuando escuchamos los primeros acordes de “Cucurrucucú Paloma”. Cantamos felices por la oportunidad de disfrutarlo un ratito más y, sobre el final, justo antes de retirarse, alcanzó a ver mi cartel que decía “Te quiero, te veo en mi Córdoba”. Me miró y me guiñó el ojo, y esa fue la mejor recompensa a tantas horas de pie y apretujada.
Al salir teníamos que regresar rápido al hogar porque nuestro vuelo salía de madrugada, pero siempre hay tiempo para encontrarse con gente querida y tomarse fotos para eternizar el momento.
De camino debíamos encontrar algo para saciar el estómago y, mientras buscábamos un lugar de paso para abastecernos de algunos víveres, se me ocurrió hacer un vivo por Instagram para mostrarle la gran ciudad de noche, y lugares emblemáticos como el obelisco y el Teatro Colón. Conversando con ustedes se me pasó volando el trayecto y, como a esa hora en domingo estaba todo cerrado, terminamos comiendo una picada con el recalentado del mediodía y algunos snacks.
Ducha rápida y a la cama, porque en un par de horas había que tomar un avión y, en lo personal, me esperaba un día de trabajo. Anita venía con nosotras, pues no se iba a perder el concierto en mi ciudad, ni la posibilidad de seguir disfrutándonos por algunos días más. Esta vez me tocó con gusto recibirla en casa y, como siempre, la pasamos hermoso. Ese día fue muy difícil dar mis clases con tan pocas horas de sueño en mi haber, pero la responsabilidad y el compromiso fueron mis grandes motores.
Días antes había estado hablando con una fan del interior, quien venía sola a mi ciudad y quería pasar tiempo acompañada. Así que coordinamos para encontrarnos, e ir a cenar después del concierto. Les cuento que la suspensión del concierto en Buenos Aires había transmitido inseguridad a quienes debían viajar a mi ciudad, ya que desde comienzos de semana el pronóstico anunciaba lluvia para el día del concierto. Hubo gente que me escribió, y me comentó que había tomado la decisión de vender su ticket ante la incertidumbre de no saber qué pasaría esa noche con la tormenta pronosticada, ya que, siendo de Buenos Aires, el gasto incurrido era mayor. Sabíamos que la agenda apretada de Luis Miguel no le iba a dar margen para una reprogramación, así que nos dedicamos a poner en práctica distintos rituales con tal de alejar la lluvia aquella noche. Era tal la preocupación, que los meteorólogos hablaban en los informativos específicamente acerca del estado del clima para ese 14 de marzo. Pero parecía que a esa hora todo iba a estar bien, decían que a lo sumo nos afectaría una leve llovizna.
El día previo al concierto de Córdoba, Luis Miguel sorprendió a sus fans de Buenos Aires cuando, a pesar de la lluvia que había afectado a la ciudad durante toda la jornada, salío a la puerta del hotel para saludarlas. Literalmente la lluvia cesó por unos minutos y salió “El Sol” para iluminarlas y darles calor.
Con tantos años de ser sus fan, estábamos seguras de que iba a viajar hacia Córdoba luego de ese saludo, así que nos fuimos esperanzadas al aeropuerto con la idea de escoltarlo. Estando allí espezamos a deliberar, puesto que sabíamos que iba a ser muy difícil seguirle el paso, ya que nosotras no estábamos autorizadas a pasar semáforos en rojo porque no éramos parte de la comitiva acompañada por la policía de la ciudad. Así que a minutos de que aterrizara partimos hacia el hotel, en el que nos encontramos a muchísimas fans con la ilusión de repetir lo que vivimos en el año 2019, cuando él se bajó de su auto para saludarnos. Aproveché para hacer unos videos, que aquí les comparto, como así también las imágenes del arribo de Luis Miguel, quien no pudo detenerse a saludar, porque de un momento a otro estaba llegando la barra brava de uno de los principales equipos de fúltbol del país, los que justo habían ganado un importante partido en el preciso instante en que El Rey aterrizó.
El día amaneció nublado, pero dentro de todo tranquilo, y aunque a la siesta llovió un poco, sobre la hora de apertura del recinto ya había cesado. Llegamos al lugar y nos arriesgamos a no bajar nuestras capas para la lluvia, ya saben, antes empapadas que sencillas, pero sobre todo porque ya no había miras de un gran aguacero.
Antes de entrar le hice llegar otro regalo a Luis Miguel, me reuní con Paola, con la que había organizado encontrarme, a quien me dio mucho gusto conocer. También esperé a una compañera de trabajo y amiga, la que jamás había visto a Luis Miguel de cerca, y esta iba a ser la noche en la cual concretaría ese sueño. Siempre les digo que después de mirarlo a los ojos, escuchar su voz en vivo a escasos metros, ver en detalle su vestuario, y cada expresión en su rostro, no hay vuelta atrás, pues como dicen, es un viaje de ida. En Córdoba el público es muy pasional, razón por la cual decidí ir de zapatillas al concierto, por más que tenía fila 1, para correr lo más rápido y segura posible ante una sorpresiva corrida de asalto a la valla. Si eso pasa luego hay que luchar contra las avalanchas que se forman y, con tacones, es mucho más complicado.
En la puerta estaban los medios de comunicación, reseñando con detalle la emoción y la algarabía de un público que llevaba 5 años esperando a ‘El Rey’. Una de las cronistas de espectáculos más reconocida en mi ciudad, me pidió que le mostrara el cartel que llevaba en mis manos, y se sorprendió con la frase. Así que pidió permiso para tomarle una fotografía y compartirlo en las redes sociales del canal de TV más importante de Córdoba.
Cuando mi grupo estuvo presente, nos dispusimos a entrar a un estadio que ya estaba colmado de gente deseosa por deleitarse con la voz latina más importante de la historia. Al llegar a nuestros lugares quedamos atónitos al ver la altura del escenario y la distancia entre la valla y la primera fila. No sabíamos qué decisión tomar. ¿Nos quedábamos ahí si la multitud avanzaba? Porque agarradas a la valla como habíamos pensado, íbamos a ver solo la cabeza de Luis Miguel, en el mejor de los casos ya que, si cantaba en el centro del escenario, ni eso si quiera. La decisión era más que difícil, quedarnos en el lugar iba a significar cero contacto visual por la lejanía y una posible multitud delante nuestro, e irnos a la valla que lo veríamos fraccionado y de vez en cuando. En lo personal no fue tan complicado, no pongo en duda la posibilidad de interactuar con él al menos un instante, cueste lo que cueste. Tenía en claro que me iba a la valla, así que hablé con mis amigas, les expliqué mis razones, y entonces no dudaron en acompañarme. Antes decidimos inmortalizar este momento, tomándonos una foto a los pies del escenario.
De un momento a otro la gente empezó a merodear aquel espacio que separaba el escenario de la primera fila, con la clara intención de hacer tiempo hasta el comienzo del concierto, cuando nos percatamos, ni lentas ni perezosas, nos movimos hacia adelante y nos abrazamos a la valla. Cuando vinieron a quitar los plásticos que cubrían los retornos, nos dimos cuenta de que veríamos mucho mejor a Luis Miguel de lo que en un principio pensamos, así que respiramos un poco más confiadas y aliviadas.
Si bien estaba feliz por tener a mis compañeras de aventuras y porque esta vez jugaba de local, me daba mucha ilusión tener a mi lado a mi compañera de trabajo, quien siempre había escuchado en la escuela mis vivencias con Luis Miguel, y esta vez iba a tener la oportunidad de ser testigo de una de ellas. Además, quería ver la expresión en su carita cuando lo viese por primera vez tan cerca, como nunca lo había vivido.
Continuará…
Wow, Euge, tantas aventuras en tan corto tiempo. Que emoción cada encuentro con el Sol y que felicidad tener amigas con quién compartir estos momentos únicos!! Es un lástima la actitud de algunas fans sin embargo has demostrado siempre una férrea determinación a expresar tu amor y admiración por LM y esta vez no serían la excepción, mucho más en tan esperada visita a tu bella ciudad.
Recibe como siempre todo mi cariño y el de México, en donde te apreciamos mucho por el ser hermoso que eres y por amar tanto a Micky
Ana María
Veracruz, México
gracias querida Ana. Un abrazo