Luis Miguel, mi eclipse (Parte II)

Euge Cabral
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Hace algunos días, la cuenta oficial de Luis Miguel en TikTok, compartió un video del último tour, en el que pudimos disfrutar a Miky interpretando aquella emblemática canción con la que abrió cada uno de sus conciertos en los años 80: “Cucurrucucú Paloma”. Bastaron un par de acordes para que se agolparan en mi mente tantísimos recuerdos que llevo conmigo, de aquellas primeras presentaciones a las que asistí. Me invadieron un torrente de emociones, porque por un momento vuelvo a mirarlo con los mismos ojos e inocencia de aquella niña, y la emoción cala mucho más fuerte cuando me doy cuenta de que han pasado 40 años y sigo viéndolo de la misma manera, pero con una admiración y amor que va más allá de lo terrenal. Jamás me cansaré de decirlo: Luis Miguel fue el primero que puso a mil mi corazón, y después de 4 décadas no solo sigue haciéndolo sino que además logra elevarme, estando con los pies sobre la tierra. ¿Les pasa como a mí? Los leo en los comentarios.

Aprovecho para compartir este video que nos hace viajar por el tiempo:

Rememorar estos momentos nos hacen extrañarlo aún más, pero cada día que pasa es uno menos para reencontrarnos con su voz y su presencia, esa que necesitamos imperiosamente para volver a emocionarnos, soñar, sentirnos más vivos que nunca, y recargar energías. Pero en el mientras tanto somos afortunados de contar con este espacio en el que se comparten tantas hermosas vivencias junto a Luis Miguel, puesto que nos ayudan a sobrellevar su ausencia de los escenarios.

Les debía la segunda parte del relato de Ingrid Zuñiga, una fan italiana que se inventó una interesante teoría para explicar lo que siente, y he aquí la continuación:

Pasaron algunos meses, era casi tiempo de la Navidad, e iba en auto con una amiga escuchando la radio. De pronto el locutor informó que Luis Miguel haría un concierto en el Radio City Music Hall en febrero del año 2000 (recuerden que estaba viviendo en esa época en EEUU). Nuevamente no lo podía creer, me emocioné cual adolescente, aunque ya tenía casi 30 años como él. Mi amiga Isabel, luego de haber visto mi reacción, me preguntó: “¿Te gusta tanto este Luis Miguel?”, y obviamente mi respuesta fue un rotundo “Síííí”. De inmediato me dijo que no sabía qué regalarme para Navidad, y la remató con un: “Te regalo la entrada al concierto, pero en primera fila, es más, vamos juntas, pero tú tienes que conseguir las ubicaciones”. Les juro que el corazón se me salió del pecho por la emoción.

Esperé con ansias los próximos 2 meses hasta que llegó la tan deseada preventa. En ese tiempo las entradas se compraban telefónicamente, así que llamé 5 minutos antes de la hora indicada para la venta, puesto que imaginaba que se agotaría todo súper rápido como siempre. Tuve la suerte de conseguir una operadora muy amable, aunque apenas atendió me dijo: “Lo siento, pero la venta inicia en 5 minutos, por lo que tienes que llamar más tarde”. Le supliqué que me diera la oportunidad de esperar en línea porque yo tenía que comprar mi entrada en primera fila, ella obviamente era americana y no sabía muy bien quien era Miky, por lo que no tardé en contarle brevemente mi historia y mi teoría del eclipse y, ¿Qué creen?, lo conseguí. Logré las mejores ubicaciones.

Mi primer eclipse fue en ese concierto, y la fila uno fue mucho más que eso. En el Radio City Music Hall, que es un teatro, en el espacio que había entre la primera fila y el escenario habían puesto 3 hileras más de sillas, y yo estaba en esa primera fila extra. Como se imaginarán, para mí fue un gran sueño. Con mi poca experiencia en conciertos descubrí que muchas chicas tenían carteles, flores, y estaban vestidas muy guapas, como para una cita especial. En cambio yo, como siempre, me sentí menos, puesto que no llevé nada y me vestí normalmente. Aunque pensé en cargar mi cámara fotográfica no lo hice porque estaba prohibido. Cabe destacar que en esos años los celulares no eran tan populares como lo son hoy en día, y pocas personas poseían uno. Pero con el tiempo aprendí que no logro tomar fotos o hacer videos de Luis Miguel, porque siento que preocuparme por estas cosas me roba la atención hacia él. Soy una de las pocas fans que, hoy en día, grabo el concierto a través de mis ojos y lo conservo directamente en mi corazón. Soy muy afortunada ya que siempre surge alguien que logra tomarme una foto para el recuerdo. Nuevamente sentí que no era una fan de verdad, pero sabía que era muy privilegiada porque tenía la oportunidad de verlo. Estuve de pie durante el concierto, canté todas sus canciones junto a él, y les cuento que ocurrió algo inolvidable cuando preguntó como hace siempre, “¿Alguien sabe esta canción?”. Se hizo un gran silencio durante una fracción de segundos, y entonces aproveché, sin siquiera pensarlo, para gritar con todas mis fuerzas: “Yooooo”. Él se acercó a mí (el escenario era muy bajo), cantamos juntos tomados de la mano, y al final de la canción le di un beso. Su perfume perduró durante muchas horas y me acompañó en mi viaje, porque después del concierto tomé un avión para volver a Chile (ahora estaba viviendo allí). Cabe aclarar que, en esos tiempos, él aún no regalaba rosas.

Luego la vida me llevó a vivir a Italia, al norte, cerca de donde son sus abuelos, y otra vez me sentí cercana a Miky. En estos años me perdí mucho porque aquí no hay revistas, Cd’s o programas que hablen de él, solo se recuerda su actuación en el Festival de San Remo en 1985 con Noi Ragazzi di Oggi, en donde obtuvo el segundo lugar. Era muy diferente cuando viajaba a Chile porque me enteraba de muchas cosas y compraba sus discos.

En el año 2012, a través de una red social, supe que haría un concierto en Málaga, y aunque ya estaba casada y esperando un bebé, me organicé y fui con mi marido. Nos fuimos por 4 días, mi esposo lo hizo para acompañarme y aprovechó para conocer Málaga, y yo en busca de mi próximo eclipse. Así ocurrió el segundo, el que fue mucho más suave porque estando embazada tuve que disfrutarlo sentada desde la platea, pero igual fue muy emocionante. Canté durante todo el concierto y no tuvimos ningún contacto físico, pero cuando lo veo siento que de alguna manera nos conectamos porque, aunque quizá piensen que es una tontería, estoy convencida que nuestras miradas se cruzan.

Como todo eclipse, pasaron muchos años entre uno y otro, y el tercero se dio en el año 2019, mágica experiencia que les relaté al inicio de mi historia, en la columna anterior. Accediendo al link pueden leerla.

Ingrid en su último concierto

Espero poder seguir viviendo nuevos eclipses, pero mientras tanto seguiré cultivando mi pasión, mi afecto, respeto, admiración y cariño por Miky. Tengo la esperanza de que, si algún día la vida, Dios, o el destino me regala la posibilidad de hablar con él, podremos decirnos 3 palabras recíprocamente:

-Gracias

-Te quiero

-Yo estaré contigo y para ti por siempre

Un abrazo

Ingrid

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