Las locuras más divinas que hice por Luis Miguel (Parte I)

Euge Cabral
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Queridos lectores, quiero compartirles mi más reciente colaboración para “El mundo de Regina”.

En esta ocasión estoy cumpliendo una promesa, contarles las locuras que hice por Luis Miguel a lo largo de mi vida como fan.

¡¡Son muchas!! así que este es el primer capítulo, y les aseguro que a medida que pasó el tiempo me animé a doblar la apuesta:

Antes de adentrarme en el tema que titula esta columna, deseo compartirles que por fin se confirmó la fecha de estreno de ‘Luis Miguel, la serie’, temporada 2, para el próximo 18 de abril. Entre los detalles con respecto al horario de transmisión y la cantidad de capítulos, Netflix informó que serán 8 episodios que podremos disfrutar los domingos en la noche a las 19:00 (hora Ciudad de México).

Una vez más, el mundo se detendrá durante 45/50 minutos para conocer nuevos pasajes de la historia del artista latino más importante y reservado del mundo. Luis Miguel nos compartirá sucesos nunca develados, y podremos revivir tantos otros, pero esta vez siendo partícipes del backstage. No queda más que poner a rodar la cuenta regresiva que nos llevará a uno de los días más esperados de este 2021. ¡Enhorabuena!

Ahora sí estoy en condiciones de profundizar el capítulo de hoy

¿Recuerdan aquel Instagram Live con mi querida Luisa Serna, con motivo de celebrar los 39 años de carrera de Luis Miguel? Pues de allí surgió la promesa de contarles aquellas locuras cometidas en nombre de este amor incondicional, y aquí estoy cumpliendo mi palabra. Como se imaginarán, después de casi 4 décadas siendo su fan, tengo muchísimas en mi haber, las que iré compartiendo en mis próximos escritos. Me remontaré al inicio de mi historia con Luis Miguel, y haré un recorrido cronológico para llevarlos en una línea de tiempo.

En mi niñez/juventud mis papás no contaban con una situación económica que nos permitiera vivir cómodamente, sino que lo hacíamos con lo justo y necesario. Pero siempre he sido muy agradecida con Dios por lo mucho o poco que teníamos. Vivir al día no era un problema para mí salvo cuando anunciaban que Luis Miguel vendría a presentarse en concierto. Es que no cabía la posibilidad de faltar a una cita con mi Rey, por ende, mi único objetivo era encontrar la manera de estar ahí. 

Como era muy estudiosa en la escuela, y Luis Miguel nos visitaba siempre sobre el final del año lectivo, mis padres me permitían vender los libros que no iba a utilizar en el siguiente ciclo. Pero como ese dinero no era suficiente, lo completaba con algún pequeño ahorro proveniente de una tía generosa. Así, el sueño de comprar el tan ansiado boleto, se concretaba.

Con 15 añitos ya tenía posibilidades de buscar mis propios recursos, así que me especialicé en la fabricación de una artesanía que estaba de moda. Unos pintorescos árboles en miniatura posados en una piedra autóctona, hechos con alambre de cobre y pintura sintética. Estos me concedieron la oportunidad de venderlos a lo largo de todo el año, y así logré reunir el dinero para mi preciada entrada. La verdad que siempre me he sentido más que orgullosa, y aún lo sigo sintiendo, de cada esfuerzo realizado con tal de gozar de la presencia de Luis Miguel en concierto.

Juro que en muchas situaciones pensé que no podría afrontar económicamente aquel sueño. Pero Dios siempre estuvo ahí, y felizmente puedo decir que jamás falté a una presentación en mi ciudad.

Luis Miguel nos inspira a realizar las más bellas locuras, y créanme que estas son increíbles, incalculables e inimaginables. Son verdaderos actos de amor. Nada nos detiene a la hora de querer estar ahí en las primeras filas para intentar lograr un contacto visual, recibir una de sus seductoras sonrisas, rozar su piel con la nuestra, o que nos dedique una pequeña fracción de canción. 

Allá por el año 1992 comenzaron mis primeras vivencias para lograr conseguir el tan anhelado primer lugar

Al convertirme en adolescente tenía un poquito más de libertad. Así que con mi hermana nos íbamos solas, a primera hora de la mañana, al estadio Mario Alberto Kempes a esperar la apertura de puertas para acomodarnos bien cerquita del escenario. En ese tiempo, como en muchos años posteriores, para estar a pocos metros de Luis Miguel había que sacar entrada de campo, sector sin numeración y sin butacas, obviamente. ¡Imagínense! la ubicación dependía del orden de llegada, motivo que nos condicionaba a
estar todo el día afuera del recinto.

El comienzo de la jornada nos encontraba sentadas en el piso, pero con el correr del tiempo, y la llegada de personas con la intención de robarnos el lugar en reiteradas oportunidades, nos veíamos en la obligación de estar mayormente de pie al rayo del sol, y a una temperatura no menor a 30º C hasta que nos permitieran ingresar alrededor de las 18:30 hs. Una vez abiertas las puertas la adrenalina se apoderaba de nuestro cuerpo al 100%. El corazón latía tan acelerado que golpeaba el pecho con todas sus fuerzas, y las piernas recibían la orden de moverse lo más rápido posible porque de ellas dependía conseguir la mejor ubicación.

Ya en el interior, aplastadas como sardinas, todos éramos uno. No me olvidaré jamás de que el calor era agobiante, y que no podía moverme en la multitud, ni siquiera para sacar algo del bolsillo por la presión que ejercían. Respiraba a duras penas, y estábamos pegados unos con otros, ¡Realmente repugnante! Y para colmo de males las horas parecían eternas. Había tanta gente en el campo que el aire te faltaba estando en un lugar a cielo abierto. Juro que mis rodillas temblaban producto de tantas horas de pie, de la ansiedad por verlo, y cuando parecía que el cansancio me ganaba, se apagaban las luces y ahí estaba Luis Miguel, tan lindo, seductor y dulce como siempre.

Si una se sentía desfallecer minutos antes, eso había pasado a la historia, porque él es nuestra fuente de energía, dicha y felicidad, sensaciones que te hacen olvidar cualquier dolor corporal. Pero el hechizo perdura mientras estamos hipnotizados con su presencia. Porque tras su ausencia el cuerpo vuelve a pasar factura por llevarlo a un cansancio extremo, sin comer y sin beber durante horas.

Fue un largo mes de espera

Este ritual se repitió hasta el año 2003 en que por primera vez se acomodaron sillas en el campo de juego creando los famosos y
bienaventurados sectores VIP. La noticia explotó en los noticieros, no sólo por la novedad sino por el valor que tendrían los boletos. Nada me frenó nuevamente, y mucho menos el precio de un ticket, sólo debía planear la jugada para lograr la primera fila.

Fue un largo mes de espera para por fin poder comprarlos, y en ese lapso fui protagonista de múltiples sueños locos. Unos en donde me dirigía al lugar de la venta, llegaba y era la primera persona apostada esperando a que abriera la boletería. Otros, los más frecuentes, eran pesadillas: llegaba y había un centenar de personas esperando adquirir su ticket. ¡Qué tortura! Pero dicho y hecho, temiendo que mi pesadilla se hiciera realidad, me di una vuelta por el lugar donde iba a realizarse la venta de boletos, la noche anterior a la fecha establecida, y ahí estaban alrededor de 20 chicas.

Me bajé del auto lo más rápido posible y ocupé un lugar. Me esperaba una noche larga y fría a la intemperie, pero eso no me acobardó para luchar por lo que quería. Llamé a mi hermana por teléfono y le dije: ¡Traé el dinero y vení ya! Qué emoción sentí al imaginar que, siendo solo 20 fans, seguramente estaríamos en primera fila. Al horario de apertura, cuando por fin nos dispusimos a buscar nuestro premio por la desvelada, un señor nos recibió con una frase que echó por tierra nuestras ilusiones: “Chicas, tenemos de la fila siete para atrás”. ¡Dios! ni en mis peores pesadillas había imaginado esto.

Volví a casa devastada, llorando en el camino como una niña. No era por el cansancio y las horas sin dormir, sino por la inmensa pena de no haber podido conseguir esa primera fila con la que había soñado tantos días atrás. Y esto se agravó con el paso del tiempo, no solo porque nadie quiere perderse a Luis Miguel en concierto, sino por la llegada de los revendedores que acceden a esas primeras filas antes que nadie, para venderlas a precios realmente exorbitantes.

Fuimos noticia en todos los medios de comunicación

En el año 2005, como en el 2010, volvieron las ubicaciones de campo sin numerar con un agravante. Ya no éramos (mis amigas, hermana y yo) las adolescentes de aquellos dorados años noventa. Por tal motivo, además de no encontrarnos en las mismas condiciones físicas, teníamos muchas más obligaciones laborales y familiares. Pero una vez más esto no fue impedimento alguno para no defender nuestro sueño anhelado y, contra viento y marea, ahí estuvimos. No crean que fue tarea fácil. Fue muy complicado lograrlo, pero lo vivimos como una demostración genuina del cariño y admiración que sentimos por este ser tan especial. A pesar de que muchas personas opinaran que eran puros actos de locura e inconsciencia total. 

Les confieso que los dos años estuvimos agarradas a la valla a un metro de Luis Miguel, y todo lo que vivimos compensó generosamente los esfuerzos realizados por conseguirlo. Ya les conté en un texto anterior la experiencia del año 2005, cuando mis amigas y yo fuimos las precursoras de comenzar un acampe 5 días antes de los conciertos.

Fuimos noticia en todos los medios de comunicación. Quienes se acercaron a entrevistar a estas fans incondicionales dispuestas a realizar lo necesario para interactuar con el artista que cambió sus vidas para siempre.

Me quedan muchas locuras por contarles, y les aseguro que doblé la apuesta conforme fueron pasando los años.

Continuará…

Euge Cabral

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