“Luis Miguel, siempre atento con sus fans”

Maria Eugenia Cabral
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Pasado el mediodía del 26 de noviembre emprendí, junto a mis co-equipers, un largo viaje que nos llevaría a un nuevo encuentro con Luis Miguel, en la siguiente parada de este tour 2015: el estadio GEBA, sito en Capital Federal. Me esperaban unas 8 horas aproximadas al volante pero, lejos de haber sido una carga para mí, fue un verdadero placer ser la conductora designada de otra bonita aventura.

A pesar de que este trayecto lo hice múltiples veces con la misma ilusión, acompañada de mis inseparables e infaltables amigas del alma, cada nuevo tour es especial y este lo fue aún más, porque tuvimos la dicha de contar con pasajeros internacionales. Lizbeth y Dieguito viajaron desde México para ser testigos del romance de Luis Miguel con el público argentino, y por supuesto que aprovecharon para conocer lugares emblemáticos de Buenos Aires y degustar platillos típicos. Puesto que recorrer kilómetros en las carreteras argentinas forma parte de una tradición en nuestras MikyAventuras, por nada del mundo íbamos a dejar pasar la oportunidad de que pudieran vivir esa experiencia.

Entre amenas pláticas, risas, y canciones de ‘El Rey’ coreadas  al unísono, la distancia pasó volando, y fue el mismísimo Obelisco quien nos renovó las energías al darnos la bienvenida a esta gran ciudad.  ¡Qué alegría! Ya estábamos respirando el mismo aire que Luis Miguel, y ante todo había que agradecer a Dios por velar por nuestra seguridad e integridad durante el largo viaje.

Luego de una rica cena, una de mis favoritas en Baires (tienen que probar la pizza, son realmente especialistas), nos entregamos a un sueño profundo y reparador, ya que el nuevo día nos esperaba con el primer recorrido turístico para que los viajeros descubrieran la city porteña.

Amanecimos con el sonido de fuertes truenos y una lluvia matutina, situación que me inquietó porque a la noche teníamos concierto al aire libre. A media mañana el agua torrencial se transformó en llovizna intermitente, así que nos animamos a iniciar nuestro itinerario, cuya primera parada fue el legendario barrio de San Telmo. Luego nos fuimos hacia La Boca, para recorrer su mítico callejón ‘Caminito’, paseo en el que se puede disfrutar del tango, artesanías y pinturas de artistas callejeros, y contemplar réplicas de antiguos conventillos, muchos de los cuales son pequeños museos, en cuyos balcones hay representaciones de personajes de la historia argentina. El siguiente stop fue en el estadio Alberto José Armando, conocido mundialmente como La Bombonera, perteneciente al Club Atlético Boca Juniors, ya que Dieguito es un gran admirador de este famoso equipo de fútbol.

El tiempo transcurrió rápidamente y la caminata nos abrió el apetito, así que emprendimos el regreso pero no sin antes detenernos en una parrilla excepcional donde se come de maravillas, pues queríamos que los visitantes degustaran la mejor carne del mundo (algo que constatan y afirman continuamente los extranjeros, y ésta no fue la excepción). Mientras almorzamos se desató un verdadero diluvio con ráfagas de aire fresco, inclemencia meteorológica que me intranquilizó bastante no solo porque nuestra invitada experimentaría un concierto bajo la lluvia, algo no muy grato a fuerza de ser sincera, sino principalmente por la salud de Luis Miguel, ya que venía tratando de recuperar su voz y esto iba a perjudicarlo.

Como madre preocupada por el bienestar de su hijo -así me sentía-, pensé que no le haría nada bien empaparse y tomar frío, y eso me angustió, pero procuré pedirle insistentemente a Diosito por la pronta mejoría del clima, y al parecer surtió efecto porque además luego supe que más de una fan estuvo avocada a la misma tarea. Con el correr de las horas paró de llover, pero al salir hacia el estadio una enorme nube se encargó de recordarnos que aún había probabilidades de chaparrones.

Cuando por fin llegamos y nos acomodamos en nuestros lugares, me tomé unos minutos para observar el cielo y no pude creer lo que me devolvieron mis ojos. El firmamento estaba completamente despejado, cubierto de un manto de estrellas y una luna preciosa, la que por cierto captó la atención de Luis Miguel en un momento de la noche, cuando se tomó un instante para admirarla y señalarla -no es la primera vez que lo hace, tiene una especial fascinación por este satélite natural. Da gusto verlo disfrutar de lo simple de la vida, ¡Si vieran cómo la observaba! con el embeleso de la mirada de un niño.

La antesala del concierto fue cargada de emoción, porque conocí personalmente a muchas fans de Buenos Aires, como así también de otros lugares de Argentina, con las que ya tenía contacto vía redes sociales.

Pasadas las 21:30 hs. comenzó el show, con un estadio abarrotado de un público deseoso por disfrutar del único artista que no le hace falta un súper despliegue escenográfico ni una parafernalia para conquistarnos, sino que su voz  y su sola presencia son suficientes para acaparar nuestros sentidos.

Comenzamos bailando los Up-Tempos, y luego llegó el momento de las baladas con las que tanto me deleito. Cuando le tocó el turno al Medley del maestro Juan Carlos Calderón (de mis preferidos), Luis Miguel se expresó a viva voz diciendo “Mi querido Juan Carlos, donde quieras que estés”, y les juro que se me hizo un nudo en la garganta… ¡Qué bonita manera de homenajearlo Miky! Nada mejor que recordarlo cantando sus canciones.

Como les conté en la columna anterior, llevaba conmigo una nueva pancarta para Luis Miguel, esta vez con el siguiente mensaje: ‘Gracias por cambiar mi vida para siempre’. No sé a ciencia cierta la razón, pero esta vez el escenario estaba altísimo, elevado como nunca antes, y eso dificultó un poco su visión hacia el público, así que no lo logré en el primer intento. Pero no soy una persona que se rinda fácilmente, y mucho menos si se trata de demostrarle lo que siento a quien desborda mi alma de los más puros sentimientos.

Cuando escuché los primeros acordes de “Más”, esa canción con cuya letra sus fans nos identificamos tanto (otro de nuestros himnos), sentí el impulso de elevar bien alto mi pancarta con la certeza de que esta vez lo lograría y así fue… nuevamente se tomó el tiempo de leerlo.

Amo cuando se sorprende al verlo, lo señala, sonríe, y luego se toca el pecho (pueden apreciarlo en la imagen); ojalá supiera lo feliz que me hace con estos inolvidables detalles. Gracias Miky por hacer realidad mis sueños.

La canción más esperada del concierto es “Te necesito” pues, como también les platiqué en mi reseña pasada, trae consigo la oportunidad de llevarse una rosa obsequiada por el mismísimo Luis Miguel. Cito nuevamente este momento porque quisiera destacar algo que me conmovió profundamente. A pesar de la altura del escenario ‘El Rey’ se esforzó al extremo para entregar las rosas, y cuando le quedaba una sola en mano se dio cuenta que adelante –entre la multitud agolpada contra la valla- había dos personas con capacidades diferentes (una en silla de ruedas y una fan no vidente), entonces comenzó a deshacerse en señas para que su staff le alcanzara más flores. Lo que no se percató es que había agotado los tres ramos que tiene para obsequiar y que su equipo no tenía de dónde sacar más. Se lo vio inquieto al darse cuenta de esta situación, sin saber cómo remediarla, y aquí viene la parte que me emocionó: una fan le dio a Miky su rosa (la que minutos antes él le había regalado) para que pudiera agasajar a estas dos personas con tan preciado tesoro. Y, como las buenas acciones se contagian,  pude observar que otra fan se sumó y tuvo el mismo gesto noble. Definitivamente los fans de Luis Miguel son únicos y tienen una grandeza de alma incomparable. Imagínense lo difícil que habrá sido decidir desprenderse de un regalo tan valioso, pero estas fans lo hicieron sin titubear ni siquiera un instante (También les dejo al pie de la columna este video). Estos y tantos actos de amor solo suceden en los conciertos de Luis Miguel, pues él es el principal promotor.

Más tarde nos deleitamos con “Cucurrucucú paloma”, canción con la que ‘El Sol’ nos sorprendió, meses atrás, incorporándola nuevamente al repertorio luego de más de dos décadas sin interpretarla. Es más que evidente que goza muchísimo al cantarla, tanto como disfruta de enloquecer a la platea femenina con sus movimientos sensuales (si quiere dejarnos sin aliento les confirmo que lo hace), y que se divierte al máximo con el retorno de su popular patada voladora.

En la canción de cierre Luis Miguel tuvo claras intenciones de llegar al público para hacer contacto físico pero lamentablemente se quedó con las ganas, ya que su guardaespaldas no comprendió lo que quiso decirle a la distancia. Miky deseaba que se acercara para que lo tomara por la cintura, pues había muchísimas probabilidades de que perdiera el equilibro y cayera, intentando tomar las manos de sus fans. Pero conociéndolo, supe de inmediato que iba a tomar medidas al respecto para el concierto del día siguiente y no me equivoqué, ya les contaré en mi próximo relato.

Continuará…

Euge Cabral

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