15.000 voces para una sola ovación

Euge Cabral
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Lo que vivimos en el segundo concierto, en el estadio GEBA, fue un verdadero déjà vu. Luis Miguel brindó nuevamente un show soberbio, de calidad, y con interpretaciones que superaron la excelencia.

Uno de los momentos conmovedores de la noche surgió de la interacción con los fans, feedback que disfrutamos muchísimo, y es el fiel reflejo de un amor auténtico que no sólo sigue intacto a través de los años sino que se fortalece con el tiempo. Los artistas que nos visitan coinciden en que el público de Argentina es particular en muchos aspectos, y lo pude comprobar a partir de este concierto, paso a contarles el por qué. Luis Miguel no había sentido la necesidad de comunicarse con su público a través de un speech, desde que comenzó su gira por Estados Unidos, y aunque ésa siempre fue su costumbre, en esta ocasión priorizó otro tipo de contacto. Aunque su bienvenida y el cariño expresado en palabras no es algo esencial, cuando él se deshace en gestos hacia su público, los fans extrañábamos esa comunicación. Aquella noche del 24 de octubre, la imponente luna que admiraba el espectáculo desde las alturas, presenció la estruendosa ovación del público cuando Luis Miguel nos cedió el micrófono para que completáramos la frase final de “Te necesito”. ¿Se acuerdan? “Todo es vano y pasajero si no estás….”, siendo este fragmento el pie que nos invitó a responder “Conmigoooo”. Fue inmediatamente después de esa intervención cuando se desató una verdadera fiesta de gritos y cánticos con los que intentamos que él percibiera todo nuestro amor y lo conseguimos. “Te queremos Miky, Te queremos” resonaba una y otra vez en la garganta de miles de fans y él, embelesado, no se perdía detalle de la revolución que estaba provocando. Esto se dio por el lapso de varios minutos y con una euforia que ascendía proporcionalmente, pues Miky se dejó querer sin límites. Cuando el estadio parecía que se venía abajo, al ritmo de “¡Luis Miguel!, ¡Luis Miguel!, ¡Luis Miguel!”, él nos sorprendió con un bello mensaje que no tenía previsto, y fue su corazón quien nos habló y nos transmitió lo que estaba sintiendo en ese momento. Ese gesto lo valoramos entrañablemente, y en lo personal me conmovió comprobar una vez más que el artista a quien admiro, por dejarse llevar por su corazón y defender sus convicciones -entre tantas cosas- , sigue siendo fiel a sí mismo.

Finalizado el concierto tuve el privilegio -junto a mis compañeras de tour- de saludar a la “Big Band”, como me gusta llamar a los músicos de ‘El Rey’. Ellos son parte vital de esta gran familia que conformamos y siento que son irreemplazables. Con los años hemos aprendido a quererlos y a descubrir que detrás del talento existen personas con una sensibilidad muy especial, dotadas de buen humor y de una simpatía que también los hace únicos.

Aunque Luis Miguel acapara todas las miradas y resulta imposible desviar la atención de su lado, sus músicos se las ingenian para no pasar desapercibidos y cobrar unos segundos de protagonismo, especialmente cuando Miky interactúa con ellos o los hace cómplices de sus travesuras. Es un espectáculo aparte verlos bailar, disfrutar de lo que les apasiona, y destacarse por sus aptitudes… y es que estas estrellas son el complemento perfecto para que el Sol brille con todo el fulgor en el imponente firmamento.

Me gustaría citar uno a uno a los integrantes de esta “Big Band”, y agradecerles infinitamente su entrega en los conciertos y los detalles que nos regalan a los fans desde el escenario: 

Lalo Carrillo –Bajo

Todd Robinson –Guitarra

Francisco Loyo –Teclados, piano y coros

Victor Loyo –Batería

Salo Loyo –Teclados y coros

Tommy Aros –Percusión

Alejandro Carballo –Trombón y coros

Jeff Nathanson –Saxofón y Oboe

Ramón Flores –Trompeta y coros

Peter Olstad –Trompeta y coros

Kasia Sowinska -Coros

Luego de conversar con ellos y compartir un ratito muy agradable (te hacen sentir realmente parte de la familia) nos dispusimos a retornar a nuestro hogar transitorio –al menos para Viviana y para mí-, pero no sin antes hacer una breve y suculenta parada en un lugar emblemático de la capital porteña donde se degustan una de las mejores pizzas del país.

La mañana del día siguiente fue la antesala de un encuentro profundamente deseado, en la que fans de tres países diferentes nos dimos cita para almorzar en otro famoso sitio de Buenos Aires, el centro comercial más visitado por los turistas por su obra arquitectónica, pues cuenta con una cúpula central -patrimonio cultural de la ciudad- en la que cinco grandes pintores muralistas plasmaron sus obras. Allí nos reunimos fans de Argentina, Brasil y Uruguay para vivir un momento inolvidable, como todos aquellos en los que Luis Miguel nos convoca, e intercambiar obsequios como signo de amor y amistad.

No me canso de vivir emociones fuertes -sino todo lo contrario- durante los días que estamos de tour, porque no solo con Luis Miguel se viven momentos que te movilizan sino también con los fans, con esas personitas con quienes nos entendemos al ciento por ciento porque pensamos y sentimos de la misma manera. Siempre es reconfortante volver a verlos, y es toda una experiencia poder fundirse en un abrazo interminable con quien has forjado una amistad que no sabe de fronteras ni de idiomas, pues las almas se comprenden cuando las reúne un mismo amor. Conocer en ese encuentro a Solange Felipe y a Cici Karat, al igual que compartir con el resto de los fans, fue una bendición de Dios.

Esa mañana mi querida amiga Ruby, de Buenos Aires, me adelantó como primicia una gran noticia, la que debía guardar celosamente hasta después del concierto. Esta gran fan me sorprendió con su declaración, en la que me develó que ella junto a otras personas habían estado trabajando fuertemente -durante un período de tiempo considerable- para agasajar a Luis Miguel en su visita a la Capital Federal.

Ese día, más que nunca, deseé que llegara la noche para asistir a un concierto que sería más especial de lo habitual, y sólo unas pocas personas lo sabíamos. Estábamos a punto de ser testigos del cariño y reconocimiento de toda una ciudad a un artista que es sinónimo de excelencia, entrega, pasión y profesionalismo.

En la próxima columna les cuento todo lo que aconteció en aquella inolvidable velada, ¡No se la pierdan!

Euge Cabral

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