“Así te envuelve México”

Euge Cabral
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Hola mis queridos lectores, una vez más estoy en falta con ustedes, la vez pasada fue a causa de la edición de un video, y en esta oportunidad fui secuestrada por mis vacaciones. Si bien pensé en dedicar tiempo a esta columna en algunos ratos libres, para no hacerlos esperar tanto con la continuación de mis aventuras en México, la realidad es que mis días estuvieron llenos de actividades, razón por la cual en las noches caía rendida en los brazos de Morfeo. Les pido mil disculpas por la tardanza, y sin más preámbulo continúo con el relato.

Había quedado en nuestra llegada al hotel, en pleno centro de la Ciudad de México, con el tiempo justo para hacer un vivo por Instagram que tenía pactado con las fans de Texas. Luego de cumplir con esta actividad, que develaba tan solo un poquito del video para agasajar a Luis Miguel, partimos en busca de nuestro primer almuerzo mexicano ya que, luego de 15 horas prácticamente en ayunas, el estómago estaba pasando la factura.

En medio de negocios de venta de artículos de ferretería, pues ya saben que, en el centro de la ciudad, la zona comercial se caracteriza por sectorizar los rubros, encontramos un pequeño bar/restaurante con un aroma riquísimo. Nos sentamos en la barra y rápidamente nos atendieron acercándonos el menú, pero la elección del platillo se tornó una tarea complicada porque el estómago pedía la carta completa. En lo personal estaba deseosa por volver a degustar platillos mexicanos, por los que tengo una especial debilidad, pero quisimos empezar la estadía con algo no tan picante, así que nos decidimos por unos chilaquiles. No recuerdo bien cómo estaban preparados, pero los acompañaba una sala roja, carne, lecguga, cebolla morada y aguacate. Ese día estaba bastante fresco, recuerdo estar abrigada con mi campera de cuero, y con el primer bocado entré en calor de inmediato. Cuando vayan a México no se tomen tan a pecho el “No pica” de los lugareños, para nosotras sí picaba y mucho, mi cara colorada lo decía todo. Pero había que entrarle a esos Chilaquiles sin miedo porque, además del hambre que teníamos, había que empezar a preparar nuestro organismo con el tipo de alimentación de los próximos 10 días.

Regresamos al hotel para abrigarnos un poco más, y dirigirnos hacia el Monumento a la Revolución, en Cuauhtémoc, donde nos encontraríamos con nuestras amigas, Lucy de Perú, y Elisa, hija de Marthita Codó. Como no era demasiado lejos optamos por caminar, porque a ese ritmo uno puede observar más detenidamente la ciudad.

No puedo explicarles el viento helado que empezó a soplar, y yo pensando en que había llevado escasa ropa de abrigo. Pero nada iba a opacar este momento, a ponerle el pecho al frío y a encontrarnos con estas amigas que extrañábamos tanto. Luego de la alegría por el encuentro, acompañado de fuertes abrazos, nos dirigimos juntas a la emblemática calle Reforma, la que habían cerrado excepcionalmente por una bicicleteada en familia. Esta actividad tenía una sola premisa, caminar o pedalear con algún disfraz alusivo a las próximas celebraciones, Halloween y Día de Muertos. Fue una hermosa experiencia para estas argentinas, caminar por Reforma mientras nos sobrepasaban familias completas, con sus perros incluidos, con disfraces super divertidos y ocurrentes.

En esta larga y divertida caminata íbamos deteniéndonos en diferentes puestos ambulantes, los que estaban apostados sobre la vereda, y ofrecían artesanías, diademas alusivas al día de muertos, y también comida tradicional mexicana. Había un snack que jamás había probado en mis viajes a México por la impresión que me causaba imaginar unos chapulines en mi boca, pero apenas los vi me dije, “No puedo no probar algo tan característico de México”. Así que compramos una pequeña cantidad, respiramos hondo, cerramos los ojos, y pa dentro. No les voy a decir que es lo más rico del mundo, pero que es un buen snack para una chela bien fría si no hay maní al alcance de la mano.

Como hacía mucho frío, terminamos tomando un tazón XL de capuchino, acompañado de algo sólido para saciar también el hambre. Luego de una charla más que amena, que se estiró hasta el cierre del local, Elisa nos llevó hasta el hotel para descansar, luego de un largo viaje y un productivo día.

La mañana siguiente nos levantamos relativamente temprano para aprovechar la caminata hasta un café cubano que habíamos cruzado el día anterior. Debo confesar que Anita, como esta servidora, no podíamos arrancar el día sin un buen y gran café matutino. México me sorprendió gratamente en esta ocasión, porque ahora cuenta con café expreso donde quiera que uno vaya. En mis visitas anteriores sufrí bastante en este aspecto porque están muy acostumbrados al café americano, algo que en Argentina es muy diferente, puesto que tomamos principalmente expreso en un 99%. Ese día acompañé mi capuchino con mi primer pan de muerto relleno de crema, y fue una verdadera delicia.

Mi primer pan de muerto

Luego, por más que me había resistido 24 horas, terminamos yendo a La Ciudadela, el lugar sinónimo de la mejor artesanía mexicana. Quien me conoce sabe que tengo una especial debilidad, que podría catalogarla como una sana adicción al arte mexicano, razón por la cual el espacio más importante de mi casa es una pequeña exhibición de artesanías que me he traído en cada uno de mis viajes. Son kilos y kilos en mi equipaje, mayormente frágil, por lo que hay que llevarlo con mucho más cuidado, pero nada es un obstáculo cuando añoro tener esas piezas en mi hogar. El caso es que no pudimos vencer la tentación y allí entramos. Realmente te pierdes en tanta belleza, es adentrarte en su cultura y en sus costumbres, y nunca dejas de maravillarte con su arte. El sitio estaba ornamentado, por supuesto, por el Dia de muertos, y eso le daba un toque más especial.

A las 6 pm estaba pactado el gran desfile de catrinas por Reforma, al que siempre quisimos ir, pero no contemplamos la posibilidad por el concierto. Cuando éste se suspendió fue la primera actividad que anotamos sobre la marcha. La idea era reunirnos con Lucy y Olivia, presidenta del club oficial Contigo a la Distancia, para comer algo antes de asistir al desfile. Nuevamente nos fuimos caminando al lugar de encuentro con las chicas, esta vez era un poco más retirado, y no se imaginan la cantidad de gente que encontramos caminando hacia Reforma en busca de las catrinas. Leímos que iba a estar lleno de maquilladoras ofreciendo sus servicios, y de inmediato se nos ocurrió pintarnos de catrina por primera vez en la vida. Fuimos a comer en una zona muy linda, entiendo que es la zona rosa de CDMX, llena de lugares bailables, bares y algunos restaurantes. Teniendo a Oli explicándonos que era cada platillo, pedimos un mix para probar unos cuántos. Otra vez comimos y la pasamos más que rico, pero el tiempo voló y cuando nos acercamos a Reforma, a su vera había literalmente millones de personas esperando el desfile.

Con Lucy, Oli y Anita

Aprovechamos para hacer fila en un puesto de maquillaje, y cada quién eligió un diseño para lucir. ¡Qué bien y qué divertido la pasamos! En lo personal me conmovió ver a familias completas maquillándose, y disfrutando de esta tradición tan bonita, en especial a los más ancianos, con sus caritas pintadas de catrina. A fuerza de ser sincera pudimos ver relativamente poco por la gran aglomeración de gente pero, por suerte, Elisa estaba en un punto estratégico y tomó muchísimas fotos, las que luego nos compartió. Quedamos embelesadas con los diferentes trajes, por tanto amor y dedicación en cada uno de ellos.

Con Anita y Olivia.

Nuevamente nos dirigimos al lugar de la noche anterior por otros capuchinos extragrandes para reconfortar el cuerpo por el frío, y allí surgió una interesante charla que se extendió hasta el cierre del local. Por supuesto que la conversación giró en torno a Luis Miguel, y uno de los temas que surgió tenía que ver con su salud, luego de las suspensiones de los conciertos por consejo médico. Ese fin de semana se decían tantas cosas alarmantes, pues ya saben que a los medios de comunicación les encanta exagerar o inventar noticias. Se decía que tenía neumonía, que estaba intubado, y un largo etcétera de diagnósticos catastróficos. Los fans me escribían desesperados, angustiados, incluso ya habían surgido cadenas de oración. Si bien yo suponía que Luis Miguel tenía algo parecido a una gripe, faringitis o similar, no dudé en contactarme con alguien cercano para confirmar que no era nada serio y, de paso, transmitir tranquilidad a todos. Cuando me dijeron que estaba todo bien, que no me preocupara, sin más detalles por supuesto, ya que así se maneja su entorno, decidí crear una historia para llevarles tranquilidad. Pues resulta que, en esa charla, surgió el comentario de que algunas personas veían mal mi proceder, porque, según su mirada, yo quería hacerme pasar por la vocera del señor Luis Miguel. No sabía si reírme por semejante idiotez o explotar de bronca. ¡Nada les viene bien! O sea, ¿prefieren que sepa que está bien y me lo guarde para mí, mientras muchos piensan que está sumamente delicado? Pues eso no va a suceder jamás, no soy una persona egoísta, y estoy trabajando mucho en que no me afecte lo que piense la gente ,y mucho menos cuando están totalmente equivocados. En fin… regresamos tarde, cansadas, con medio kilo de maquillaje en la cara que iba a costar sacar, pero felices por lo vivido.

En la mañana fuimos a desayunar y volvimos a empacar nuestras cosas para cambiarnos a un lugar más ameno y moderno, pegado a Polanco. Ese día aprovechamos para acomodarnos en el lugar, e inspeccionar los alrededores en busca de cafés y restaurantes para nuestros próximos días. Dejamos nuestras cosas y caminamos escasos 200 metros hasta un restaurante, porque el cuerpo ya pedía recargar energías de inmediato. Ordenamos y mientras esperábamos empezó a sonar Luis Miguel, señal que estábamos en el lugar más acertado.

La tarde nos agarró desempacando, luego fuimos por nuestro capuchino extragrande de cada día, y el plan de la noche fue ver algo en la TV, para terminar de recargar energías para lo que se vendría. Al otro día desayunamos y decidimos caminar hasta Chapultepec, ya que nos habían recomendado tomar el trencito que visita cada rincón del lugar acompañado de su historia. Cuando emprendimos la caminata no imaginamos que fuera tan lejos, pero si quieren conocer cualquier lugar al mínimo detalle, recorrerlo a pie es la mejor opción. A mitad del camino, mientras esperaba a Anita que había tenido que entrar a un gran parque en busca de algo, me llegó la captura de pantalla de un famoso programa de TV de México, en el que informaban una nueva suspensión de concierto, al único que teníamos esperanzas de ir antes de regresar para Argentina. ¡Me quedé helada! Puebla era la única oportunidad que teníamos de verlo en México. De inmediato me contacté con su equipo, quienes gracias a Dios me dijeron que no era cierto, que hasta el momento el concierto seguía en pie. Uf, ¡Me volvió el alma al cuerpo y renové las esperanzas! Continuamos con nuestra larga caminata, la que sin quererlo terminó siendo de unos 8/9 kilómetros. Luego de un bello paseo por el famoso trencito y de convivir con las ardillas que son mi debilidad, regresamos al hotel en Uber porque había que alistarse para ir al encuentro con fans de México, y eso me tenía más que emocionada e ilusionada desde que saqué el pasaje.

En Chapulltepec

Allí me reencontré con fans que conocía personalmente, y con otras con las que tenía contacto desde hacía muy poco. Fue increíble ser el nexo para que se conocieran fans de clubes oficiales y algunas independientes, quienes se sintieron muy a gusto de vivir esta experiencia. Créanme que cuando uno comparte la misma pasión y vibra en la misma sintonía, no importa cuándo nos hayamos descubierto, lo trascendental es sentir que nos conocemos de toda la vida. Fue una cena llena de anécdotas, risas, emociones, abrazos y fotos. El tiempo voló, nunca es suficiente cuando hablamos de lo que Luis Miguel nos hace sentir y vivir. En ese encuentro por fin conocí a Claudia, una fan que tiene una historia muy emotiva, fuerte e inspiradora para compartir. Esa noche, luego de que la mayoría se retirara del lugar porque el siguiente día era laborable, ella, Laura, Anita y yo nos quedamos para escuchar de primera mano su relato. Créanme que eriza la piel escucharla decir, “Volví a caminar gracias a Luis Miguel”. Pero no quiero adelantarles esta historia, porque me traje su fiel promesa de que aquí se las compartirá a todos muy pronto.

Al día siguiente día nos esperaba una reunión muy especial, la que también me tenía más que ilusionada y feliz. En la próxima entrega les cuento todo con lujo de detalles.

Continuará…

Euge Cabral

Un comentario

  1. Me encantó este relato Euge, tan lleno de vivienvcias en nuestro país, disfrutando de las costumbres, cultura, gastronomía y de tan bellos encuentros entre fans.
    Me he divertido con sus aventuras en la bella CDMX, eso del picante es cierto, lo disfrutamos mucho pero es de comprender que quienes nos visitan lo resientan un poco. Espero con alegría tu próxima entrega para que nos cuentes del concierto!!! Abrazos con cariño
    Ana María Ortíz Pérez
    Xalapa Veracruz México

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