Las locuras más divinas que hice por Luis Miguel (Parte III)
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Queridos lectores, quiero compartirles mi más reciente colaboración para “El mundo de Regina”.
Este año en especial fue maratónico por las locuras realizadas por Luis Miguel, pero créanme que todo esfuerzo tuvo su gran recompensa.
Si aún no han leído las dos primeras partes, les dejo el enlace donde pueden encontrarlas: https://elmundoderegina.com/author/maria-eugenia-cabral/
Luego de vivir momentos inolvidables junto a Luis Miguel en sus conciertos en el Caesars Palace de Las Vegas, en septiembre del año 2011, en donde conocí personalmente a su hermano Alejandro Basteri, se anunció el regreso de ‘El Rey’ al Festival de Viña del Mar, Chile. Este fue un gran acontecimiento porque volvía a engalanar el escenario de este prestigio festival, tras 18 años de ausencia.
Apenas conocí la noticia, salté de emoción. Imaginé la posibilidad de asistir a semejante acontecimiento, solo se trataba de tomar el carro y conducir unas 14 horas hasta dicha ciudad balnearia. Pero mis ilusiones se vieron truncadas cuando conocí el valor de los tickets. En Chile son excesivamente costosos y más cuando se trata de un evento tan exclusivo. Como se imaginarán, había regresado de Las Vegas hacía un par de meses atrás y no había tenido la oportunidad de contar con nuevos ahorros… ¡Estaba en bancarrota!
Pero no podía dejar pasar la oportunidad de brindar mi crónica del reencuentro de ‘El Sol’ con el monstruo de la Quinta Vergara, estando tan cerca del lugar y siendo la flamante poseedora de una columna en su honor. Cabe destacar que al público del festival se lo conoce como monstruo, ya que no titubea a la hora de abuchear a un artista que no cumple con sus expectativas.
Cuando hablé con el equipo de Sexenio, medio de comunicación en el que escribía, me dijeron que podían conseguirme un pase de prensa para ingresar al festival, que solo me preocupara por encontrar la forma de llegar hasta Viña del Mar. ¡Qué ilusión! Ya tenía lo más importante, solo restaba conseguir algo de dinero para movilizarme hasta allá.
La tarde del 20 de febrero de 2012, fecha previa a la del concierto, mis amigas y yo nos dispusimos a buscar información respecto al aeropuerto elegido por Miky para aterrizar en esa bella ciudad. Tras algunas llamadas, supimos que lo haría en uno muy pequeño, y que estaba situado literalmente en el medio de la nada. Hacia allá nos dirigimos. Estaba muy retirado de la gran urbe y, cuando llegamos, no solo nos encontramos con fans de varios países, sino con un centenar de periodistas que aguardaban el arribo del artista latino más importante del mundo.
Así fue la larga espera
Nos tocó corear canciones a pedido de algunos cronistas de televisión y también dimos algunas notas. En lo personal, se interesaron por saber qué cobijaba entre mis brazos tan celosamente. Al descubrir que se trataba de mi ‘Diario de una Fan’ (mis columnas impresas), les llamó poderosamente la atención, así que pidieron que comentara al respecto. Lo llevaba conmigo porque aún no sabía cómo ni cuándo iba a entregárselo a Luis Miguel. No podía perder la oportunidad si surgía algún contacto espontáneo. Allí esperamos 6 horas, muertas de frío entrada la noche, pero feliz de poder darle la bienvenida, apenas aterrizó.
Al otro día, horas antes del concierto, mi amiga Lucy de Perú recibió la llamada de la asistente del mánager, citándola en el hotel para obsequiarle boletos de cortesía para ella y su club de fans. De inmediato le pedí acompañarla, ya que era la única oportunidad de hacerle llegar a Luis Miguel el libro con las columnas. Hacia allá fuimos y, gracias a Dios, pude entregárselo en manos a su mánager, el que prometió dárselo cuanto antes. ¡Misión cumplida!
En la noche, nos alistamos y partimos hacia la Quinta Vergara, pero nuestros caminos se bifurcaron puesto que yo debía ingresar como prensa. Al llegar a la carpa que habían armado para tal fin, me encontré con más de un centenar de periodistas. Todos esperaban lo mismo que yo, presenciar la actuación de una leyenda viva.
Al exhibir mi acreditación, se me informó que ningún medio de comunicación extranjero iba a entrar a la Quinta Vergara, pero que me acomodara en una de las butacas de aquella gran carpa para presenciar las actuaciones a través de las pantallas gigantes.
Una gran decepción que, gracias a Lucy, se arregló
En ese momento el mundo se me vino encima, había hecho tanto sacrificio para viajar y… ¿me iban a dejar sin verlo en vivo y en directo? Mientras intentaba ocultar mis lágrimas, para que no se percataran de que realmente no era una periodista sino una simple fan, tomé mi teléfono para contactarme con el equipo de Sexenio y contarles lo sucedido. La situación no pudo ser peor al darme cuenta de que había problemas de conectividad por la gran cantidad de equipos de sonido.
El tiempo pasaba y los ánimos en la carpa comenzaron a caldearse, ante el reproche de muchos medios extranjeros que necesitaban cubrir la presentación de Luis Miguel. Cuando por fin capté algo señal, no solo me comuniqué con Sexenio, sino también con mis amigas que me preguntaban dónde estaba ubicada porque no me divisaban en el recinto.
Sumida en un mar de lágrimas imposibles de ocultar a esas alturas de la noche, puesto que Miky estaba a punto de salir a escena en escasos minutos, entró en mi móvil un mensaje cargado de esperanzas. Era Lucy, a quien milagrosamente le había sobrado un ticket y me citaba en las benditas puertas de ingreso de la Quinta Vergara.
Hacía allá fui aventando por los aires mi famosa acreditación, la que solo me había conducido a una carpa llena de indignación por el fraudulento manejo de la organización. Así fue como, gracias a mi amiga, terminé a los pies del escenario segundos antes de que Luis Miguel irrumpiera en él.
¿Cómo pasó el concierto de Luis Miguel?
Qué puedo decirles que no sepan, fue un regreso glorioso en el que fue reconocido con Gaviota de Plata, Gaviota de Oro, y una creada especialmente para él, la de Platino, por el aniversario número 30 de su carrera. Y, como si esto fuera poco, la alcaldesa le entregó las llaves de la ciudad.
Luego de tantos nervios, felicidad y emoción, nos fuimos a cerrar esa noche en un bar, en el que cantamos y brindamos por Luis Miguel y esta convención internacional de fans.
El largo regreso a la realidad
Regresé al hotel para dormir solo 2 horas, ya que me esperaba un largo día con 1.100 kms. por delante. Los que íbamos hacer en un solo tramo porque el viernes se avecinaba. Fueron 14 largas e interminables horas en las que cruzamos la Cordillera de los Andes y recorrimos bellos paisajes, tanto argentinos como chilenos.
Con el alma repleta de hermosos sentimientos por todo lo vivido, me dispuse a comenzar mi año de trabajo con las pilas bien cargadas. Jamás sospeché que, un par de días después de llegar de mi aventura chilena, recibiría una irresistible invitación por parte de una querida amiga brasileña, la que había conocido meses atrás en la ciudad de Las Vegas.
Beatriz me escribió para decirme que había comprado un ticket de más, en fila 2, para el concierto de Luis Miguel en Sao Pablo, Brasil. Ella quería obsequiármelo porque soñaba con que plasmara, en las páginas de mi diario, aquel regreso de Luis Miguel a Brasil luego de 13 largos años sin su presencia. ¡Imagínense!
¿Cómo podía rechazar tremenda invitación?
Por supuesto que Bea desconocía que mi capacidad de ahorro había sido afectada por mis recientes viajes y, si bien me ofrecía alojamiento en casa de su madre, debía trasladarme hasta allá en avión.
Pero como no hay nada que una tarjeta de crédito no solucione, recurrí a ella para pagar mi viaje en cuotas. Otra vez me iba a una aventura relámpago contra reloj por mi trabajo. Pero cada locura ha valido la pena con creces, pues viví un hermoso reencuentro de Luis Miguel con sus fans de Brasil, aquel 10 y 11 de marzo, y compartí momentos únicos con ellas.
Además, tuve la dicha de interactuar con Luis Miguel en dos oportunidades. La primera fue cuando leyó muy emocionado mi pancarta, la que decía una frase que luego le repetí infinidad de veces para que siempre la recordara: “Tu voz me acaricia el alma”.
La segunda vez fue al entregarle un oso de peluche que recibió con un gesto maravilloso: me miró a los ojos y, mientras me regaló una de sus más bellas sonrisas, me tomó muy fuerte de la mano. Fue un momento que jamás olvidaré.
Antes de cerrar el año, lo pude ver una vez más
Sobre el final de este año maratónico, Luis Miguel visitó mi Argentina y qué bueno que ya había tenido la oportunidad de recuperar mis ahorros.
Así que viajé otra vez a bordo de mi auto con destino a Buenos Aires, ciudad en la que asistí a 4 conciertos y a una cena de gala. A esta cena no tenía planeado concurrir, no porque no me interesara, todo lo contrario, sino que el valor de un boleto equivalía a los de 4 conciertos.
Es obvio que decidí verlo más veces, y que desistí de aquella experiencia de gala, la que por supuesto me tentaba. Pero un par de días antes recibí un mensaje de un miembro de su equipo diciéndome que Luis Miguel me invitaba a dicha cena, y les juro que casi me caigo de la silla por la emoción. Así fue como aquel año viví esta hermosa experiencia de lucir un vestido de gala para asistir a este evento tan exclusivo lleno de personalidades famosas.
Luego tocó viajar a mi ciudad, siempre acompañada de mis mejores amigas, porque debía cumplir con mi trabajo, así que había que emprender 7 horas de carretera. Llegué y pasé directo a dar clases, trasnochada y cansada, pero había que intentar disimular. A la gira de Miky por Argentina aún le quedaban algunas fechas, así que al otro día tomamos nuevamente la carretera por 4 horas más para dirigirnos a la ciudad de Rosario, pues nos esperaba otro inolvidable concierto. Allí nos quedamos a dormir, ya que había que recargar energías para volver a mi ciudad.
Para cerrar con broche de oro estos días tan mágicos
Llegó el turno a mi Córdoba querida, donde lo vi dos noches seguidas, pero la última fue una de las veladas más espectaculares que viví con Luis Miguel. Si sacan cuentas, estábamos en octubre de 2012, y yo le había hecho llegar mi primer libro con las columnas en febrero y, el segundo, tan solo unos días atrás en Buenos Aires. Como deducirán, no fue por casualidad que cada hoja de dichos libros, en la portada, tuviese mi fotografía. Y tal parece que mi plan había surtido efecto porque Miky ya se había familiarizado con mi rostro.
Aquel 27 de octubre salió al escenario y esta fan estaba a los pies, agarrada a la valla con uñas y dientes para no perder el lugar fruto de las avalanchas. Cuando recorrió el lugar con su mirada se encontró conmigo y de inmediato me señaló, gesto habitual en él cuando reconoce alguien en el público.
Mi corazón se detuvo por un instante, lo había soñado tantas veces y por fin se había concretado. Con el correr de la noche me colmó de hermosos detalles.
Vino hasta mí, a escaso metro de distancia, y cantó varias canciones mirándome a los ojos. En esos momentos me sentí en el paraíso mismo, y les juro que fue literal. Cuando cantaba “No sé tú” le grité en repetidas oportunidades “Te quiero”, declaración que me fue retribuida con un tierno beso lanzado al aire. A la hora de saludar al público, lo hizo con los de atrás, los de la derecha e izquierda, y cuando nos tocó a quienes estábamos adelante hizo un paneo con la mirada y al llegar a mí, me guiñó el ojo.
Yo estaba derretida, ¿Cómo no quererlo con el alma?
Fue mucho más difícil que de costumbre despedirlo esa noche, volvimos a mirarnos y nuevamente le expresé mi amor a viva voz, gesto que correspondió moviendo su cabeza de arriba hacia abajo y tocándose el pecho, como diciendo “sí, lo sé, yo también”.
Aquí termino de relatarles un año que llevaré grabado en mi mente y corazón por siempre, porque nada me amedrentó a la hora de luchar por mis sueños, y me sentí afortunada al verlos concretados. Cuando el motivo es Luis Miguel, todo esfuerzo es bien recompensado.
Los años transcurrieron y mis locuras también, siempre animándome a apostar por más. Prometo seguir contándoles en mi próxima entrega.
Continuará…
Euge Cabral