Cada suelo que pisa es un poco mío

Euge Cabral
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Una vez más se anunció la venta de tickets para el primer concierto de Luis Miguel en Argentina, y esto desató una fiebre entre los fans por obtener los primeros lugares. Algunos acampamos, desafiando las condiciones meteorológicas y la inseguridad, y otros optaron por amanecer en la página web del sitio oficial de la empresa encargada de la venta de tickets. Como era de esperar, ‘El Sol’ agotó de inmediato los sectores con vista preferencial, vendiendo miles de tickets apenas inaugurada la venta.

Aunque no todos logramos obtener las ansiadas primeras filas como soñábamos, estamos felices de acompañar un año más a Luis Miguel, y así gozar de momentos únicos e inolvidables a su lado. Personalmente tengo la dicha de acompañarlo desde 1983, año en que pude disfrutarlo por primera vez en mi tierra, y desde ese encuentro en el que caí rendida ante su voz, presencia, encanto y ángel, prometí que jamás faltaría a una cita. Gracias a Dios siempre estuve ahí, aunque no fue nada fácil para mí lograrlo, pues como supe contarles en mis primeras columnas, mi familia no contaba con los medios para solventar el costo de un ticket, por lo que tuve que incursionar en un pequeño emprendimiento que me diera liquidez. Para ese entonces ya era una jovencita que tenía muy en claro que no iba a permitir que nada truncara mis sueños. Resulta que pasaron 33 años y nada ha cambiado, sigo buscando hacer cosas extras que me permitan ir tras mi mayor anhelo: ¡tu voz, tu sonrisa y tu mirada Luis Miguel!

Dando una vuelta de página, quiero contarles que Luis Miguel está nominado a las Lunas del Auditorio, en la categoría ‘Balada’, junto a Camila, Franco de Vita, Marco Antonio Solís y Yuri. La ceremonia se llevará a cabo el próximo 28 de octubre, y los fans podrán seguir la transmisión vía Streaming. Ahí estaremos apoyándolo a la distancia porque nuestro corazón le pertenece, y porque además estamos convencidos de que en este género, como en tantos otros, es insuperable.

Luis Miguel siempre ha sido muy cercano a sus fans desde sus inicios, pero desde hace unos años se preocupa por consentirnos mucho más en los conciertos. Muestra de ello es la cantidad de gestos de cariño que ha tenido en los recientes conciertos en EEUU.

María López Ventura ha sido una de las afortunadas en experimentar en carne propia el feedback entre ‘El Rey’ y sus incondicionales, pues no dudó ni un instante en lanzarse a la aventura de viajar miles de kilómetros en busca del artista que tantas emociones le provoca.

Los invito a conocerla, y a revivir de su mano lo acontecido con Luis Miguel estos últimos días:

¡No sé por dónde empezar a contarles! Quizás sea mejor por el principio. Les cuento que nací en Cuba, y que siendo muy pequeña viajé a EEUU y ahí me radiqué. Todo comenzó cuando entré a una tienda de discos y tomé en mis manos el CD “Romance”, y al ver el listado de canciones le dije a la muchacha de la caja: “¡Qué canciones más lindas!”, expresión que ésta remató con “Más lindo es el que canta las canciones”. Al llegar a casa oí el disco y quedé hipnotizada, motivo por el cual regresé al otro día a la tienda y me compré todos los CD’s que encontré. Realmente sentí que descubrí un gran tesoro.

Con el correr de los días se anunció un concierto en el Miami Arena –recinto que luego pasó a llamarse American Airlines Arena- y no dudé ni un instante en salir a comprar tickets. Aunque no logré conseguir buenas ubicaciones, porque las mejores se agotan al instante, disfruté muchísimo del show, con decirles que decidí asistir a cada concierto que surgiera en el futuro.

Con el transcurso de los años fui testigo de cada uno de los conciertos en los que Luis Miguel se presentaba cerca de casa, y pude contactarme con un Fan Club, cuyas integrantes me ayudaron a conseguir asientos más cerca del escenario, ¡Qué maravilla! Fue un sueño cumplido poder admirar todo su encanto.

Les cuento que soy mamá, así que mis hijos crecieron escuchando a Luis Miguel, les gustara o no, oían sus canciones continuamente en el carro camino a la escuela y en cada trayecto que emprendíamos juntos. Así fui descubriendo cada una de sus canciones y aprendiéndolas, les juro que no hay una que no me guste.

Cuando supe de la serie de conciertos que habitualmente ofrecía en Las Vegas, con motivo de las fechas patrias, me decidí a vivir la experiencia, y en términos generales he asistido a todos. La sección que más disfruto es cuando lo acompañan los mariachis, porque se percibe la emoción y la alegría con la que interpreta tan bonitas canciones.

En esos conciertos siempre me pude acercar a él, pero el segundo año compré tickets sobre la hora y me tocó primera fila. Fue maravilloso porque fue él quien se acercó y me estrechó su mano,

quizás porque estaba de pie solita, ya que el hombre que tenía a mi lado se quedó sentado todo el concierto. La segunda noche lo que me pasó fue surreal, pues él salió al escenario justo de mi lado y nuevamente, al hacer contacto visual, vino hasta mí para darme su mano… ¡Por poco me desmayo! El señor que tenía junto a mí me dijo “Tú estabas en la primera fila ayer”, pregunta a la que respondí afirmativamente,  y él argumentó que fue porque Luis Miguel se acordaba de mí. Eso probablemente sea difícil de creer, hasta a mí me cuesta aceptarlo, pero les juro que todo sucedió con testigos presenciales. La tercera y cuarta noche lo saludé con un apretón de mano y también me miró como si me conociera.

Aquí les comparto una imagen que encontré en Facebook, en la que pueden observar que soy la única de pie admirándolo, y una en la que estoy con otro de mis tesoros: la pelota.

En el tour “Cómplices” asistí al concierto en la ciudad de Charlotte, North Carolina, y ahí tuve la suerte de agarrar una playera que lanzó al público, parte de su merchandising oficial, y nunca la usé porque decidí colocarla en un cuadro, con el fin de exhibirla en lo que me gusta llamar ‘Mi santuario de Luis Miguel’. Este lugar especial, en el que le rindo un tributo, es una habitación tapizada de fotos de los conciertos a los que he asistido, también tengo una pelota con su nombre –las que lanza al final-, que traje de Las Vegas el año pasado, al pequeño Micky que me regaló mi querida amiga Beatriz Medel Mora de España, un televisor para ver sus DVD’s, y por supuesto mi laptop para comunicarme con amigas fans, con las que intercambio fotos de los diferentes conciertos a los que fuimos. Este es mi lugar de la casa donde vivo esta pasión al máximo.

Soy una fan que goza al máximo de esta pasión, y para ello he cometido algunas locuras, pero lo de este año escapa a la lógica y a la razón. Cuando conocí la noticia de que Luis Miguel visitaría con su tour El Paso, Phoenix, Indio y Reno, supe de inmediato que quería estar ahí. Al hacer los cálculos del presupuesto que necesitaría para volar a esos lugares me di cuenta que no podría afrontar tal gasto, así que con mi esposo –quien se ofreció a llevarme- optamos por tomar la carretera y manejar 5364 millas (8633 kilómetros), puesto que vivimos en Atlanta, Georgia, y esta localidad está en la costa opuesta a las ciudades antes mencionadas.

Salimos el día 14 de septiembre a las 5 de la mañana y llegamos a Dallas, Texas, luego de 11 horas de carretera. Allí descansamos para retomar al otro día el siguiente trayecto que nos llevaría directo a El Paso. Cuando por fin arribamos al hotel solo había tiempo para cambiarnos y salir rumbo al concierto. En el estadio me encontré a Martha Codó, a quien conocí tiempo atrás en Las Vegas, y como siempre fue un placer verla. Algo curioso a compartirles es que el año pasado de pura casualidad, coincidimos en sentarnos en la misma fila las tres noches en la que ‘El Sol’ brilló en el Coliseo del Caesars Palace. En esa oportunidad tuvimos la suerte de saludar a Luis Miguel, algo que es muy especial para una fan porque él lo hace con mucho cariño y muy sonriente.

En la próxima columna prometo seguir narrándoles todo lo que viví luego de recorrer miles de kilómetros tras ‘El Sol’.

Continuará…

María López Ventura

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