“Me haces falta desde el día en que te vi”
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Muchas veces he reflexionado a cerca de los sentimientos del corazón, y de cuánto le cuesta comprender ciertas situaciones por más que nuestro discernimiento intente explicarle el porqué de éstas. Aunque le pone mucho empeño y tarde o temprano se deja convencer por la razón, tan solo le sirve de coraza para evitar el sufrimiento que le provoca una realidad no deseada. El 31 de octubre amaneció gris y un tanto frío… daba la sensación de que la estrella más resplandeciente del universo le había cedido el trono a nuestro ‘Sol’ -el único artista que puede suplirlo- para que brillara más que nunca ante su inminente partida. Siempre me pasa igual, me cuesta aceptar que Luis Miguel tiene que irse y que otra vez padeceré su ausencia. Quisiera tener el poder de detener el tiempo a mi antojo para embriagar mis sentidos con su presencia, su aroma, y su voz, hasta sentir que ellos serán capaces de traerlo hasta mí para no extrañarlo tanto. Lamentablemente nadie ha conseguido manipular el tiempo, y es inevitable que se nos vuele cuando las fantasías toman forma.
Aunque puse voluntad por ocultar mi tristeza con una gran sonrisa, mis ojos no dejaban de delatar mi angustia porque se acercaba el final de unos días de ensueño, en los que había tenido la bendición de disfrutar a una de las personas que más quiero en el mundo. Creo que sólo otro fan puede comprender la incomparable experiencia que significa tener a Luis Miguel en tu ciudad respirando el mismo aire.
Mientras me alistaba para mi último concierto de esta gira, mi mente proyectaba como diapositivas los momentos vividos de los últimos días… ¡Cuántas emociones juntas en tan poquito tiempo!
Había que escribir el último capítulo de nuestras vivencias en este 2014, por lo que partí rumbo al estadio con mis fieles e infaltables compañeras, Anita y Vivi, a quienes me une un lazo de cariño inalterable y una promesa: estar juntas en cada tour, pase lo que pase.
Al llegar pude intercambiar saludos con fans de otras ciudades del país, como así también de los clubes de fans de Córdoba, entre los que quiero destacar a Juan y Andrea Cisterna, un matrimonio precioso que forma parte de la junta directiva del ‘Fan Club Luis Miguel Internacional Córdoba’, quienes se complementan maravillosamente a la hora de apoyar la carrera de ‘El Sol’.
Esa noche Luis Miguel deslumbró, demostrando por qué sigue siendo ‘El Rey’, y nos regaló otro concierto de colección. Hubo comunicación con los fans a través del lenguaje de las miradas, y un par de estrofas dedicadas en forma exclusiva a algunas afortunadas. ¿Recuerdan que les conté, la semana pasada, que no había posibilidades de un contacto físico con Luis Miguel a raíz de la lejanía del escenario? ¿Y que estaba segura que él iba a dar la orden de que hicieran algo al respecto? les confirmo que no me equivoqué, porque con el tiempo se aprende a conocer al artista que uno admira. Apenas ingresé al lugar me percaté de inmediato de algunas modificaciones realizadas para lograr que Miky alcanzara las manos de sus fans. Se colocaron plataformas en tres puntos estratégicos (en el centro y laterales) con el fin de acortar distancias a la hora de ese contacto que tanto apreciamos.
En cada concierto me dejé llevar por el repertorio, ya que no sólo la emoción se apoderó de mí con las canciones de amor y desamor, sino que me di la libertad de bailar cada Up tempo como si fuera la última vez que lo haría en esta vida. Déjenme compartirles que “Y sigo” (una de mis favoritas de este tour) en vivo suena insuperable, y que “Bésame mucho” causa el mismo efecto en todos lados: el auditorio, sin excepción, estalla cual ola expansiva poniéndose de pie, bailando y coreando ese bolero de Consuelo Velázquez al que Luis Miguel le puso su sello, convirtiéndolo en una canción que te obliga a saltar de la silla.
“Labios de miel” fue testigo de mis lágrimas, pues había llegado el momento de despedirlo. Mi consuelo llegó cuando pensé en la cantidad de fans que lo esperaban en otras ciudades, cargados de emociones y sueños por cumplir, así que respiré hondo, me sequé la humedad de mis mejillas, y con un beso al aire le dije hasta pronto.
Esa última vez en que puedo observo en lo más alto del escenario, saludando y repartiendo besos a la distancia, es el momento en que lo miro fijamente sin pestañar, para no perderme un solo segundo de su imagen, como si así pudiera retenerla en mis retinas un tiempo más prologando.
El encendido de las luces se empeñó en invitarnos a regresar a casa, pero cuesta salir del recinto porque eso significa dar vuelta la página y aún no estábamos preparados. Al lograrlo, después de interminables abrazos con otros fans, fuimos -mis amigas y yo- a cenar para tratar de extender un poquito más la magia del momento. Enseguida las estrellas se ocultaron y antes de que termináramos de comer nos sorprendió la lluvia, sin dudas el cielo también lloraba su partida.
Ese fin de semana me reuní con mis compañeras de tour y nuevamente nuestro corazón entró en pleito con la razón, ya que el domingo 2 de noviembre Luis Miguel iba a presentarse en la ciudad de Rosario, a menos de cuatro horas de mi ciudad. Nos preguntamos una y mil veces qué hacíamos acá ante la posibilidad de reencontrarnos con él una vez más. Pero el clima continuaba muy feo, con fuertes inundaciones, y tampoco teníamos tickets, dos motivos que nos jugaban en contra para aventurarnos a viajar. Les juro que hasta último momento estuvimos por subirnos al automóvil para correr a su encuentro, pensando que eso aliviaría la nostalgia que sentíamos. Nos tocó luchar fuertemente con la impulsividad, y aunque fue difícil optar por la cordura, ésta terminó por convencernos con su discurso: “Verlo una vez más no calmará su pena, sino que la sedará por un momento”.
La noche del domingo la carroza se convirtió en calabaza, pues nuestro príncipe prosiguió su camino y estas cenicientas regresaron a sus labores cotidianas.
Aquí nos quedamos Luis Miguel, queriéndote, admirándote y agradeciéndote tu visita a Argentina.
Gracias por tocar las fibras más íntimas de nuestra esencia y por hacernos sentir especiales.
Gracias por tu amor y entrega. ¡Te adoro!
Euge Cabral