Luis Miguel, un sentimiento tan profundo que se hace carne
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Caminando entre nubes de algodón les escribo, es que así me siento con Luis Miguel en mi país, y luego de haber asistido a cuatros conciertos. El aire huele a nuestro Rey, aroma que nos tiene cautivadas y con esa sensación de levitar continuamente, a pesar de que nuestros pies están en tierra firme. ¿Será que el común de la gente pueda comprender lo que estoy describiéndoles? estoy convencida que no, muchos no lo entienden, por el simple hecho de no tener a Luis Miguel en sus vidas y por ende, no saben lo que él provoca en nosotros.
Estos días salimos del concierto y nos cuesta conciliar el sueño, recordando cada momento vivido… sus improvisaciones, miradas, sonrisas y esa manera única que tiene de apoderarse de nuestros sentidos por el lapso de hora y media.
En este corto tiempo que lo tenemos entre nosotros, y que lo vemos a diario, nos vemos inmersos en una especie de trance del que es difícil de salir, porque nos la pasamos reviviendo el concierto una y otra vez. En más de una ocasión nos hemos abstraído de la realidad ante una conversación ajena a Luis Miguel, y nos descubren volando en la estratósfera cuando se dan cuenta que físicamente estamos presentes pero que nuestra mente no, pues ésta recrea una y otra vez el mismo escenario, cuyo protagonista es el centro de nuestras vidas en estos momentos. Ese es mi estado actual y no quiero dejarlo ir, porque mis días a su lado son lo máximo.
Prometo contarles todo lo vivido en Argentina en mis próximas columnas, aunque quisiera hacer referencia a lo sucedido en los dos últimos conciertos de esta serie en Buenos Aires. Cómo cualquier mortal, en su ámbito laboral, Luis Miguel tuvo problemas de sonido en el escenario, que le dificultaron el excelente desempeño al que nos tiene acostumbrados, y cómo ya lo conocemos –él no se permite nada menos que la excelencia a la hora de agasajar a su público-, fuimos testigos de su impotencia ante esa dificultad, y de todo su empeño por intentar que los inconvenientes se solucionen. Fue emocionante ver y oír el apoyo de todo el estadio, que comprendió la situación y decidió devolver toda la pasión que Miky ofrece sobre el escenario, acompañándolo y esperándolo con cánticos, aplausos y palabras de aliento que sonaron de manera estridente en todo el recinto. Una vez más quedó demostrado que sus fans, de la misma manera que él, estamos en las buenas y en las no tanto.
Sabemos que no somos infalibles, ni él ni nosotros, que no siempre las cosas suceden como las deseamos, pero siempre hay que rescatar lo bueno de cada situación, como en este caso, que el poder está en su voz y no en su micrófono. Luis Miguel es él… a pesar de todo. Así lo sintió, y así lo vivimos hasta la última canción… Gracias Miky por pensar siempre en nosotros.
En otro orden de cosas, quiero presentarles una historia emocionante, fiel reflejo del amor hacia una persona tan importante en la vida de un fan:
Mi nombre es Vicky, soy fan del artista más grande de todos los tiempos, y vivo en Sevilla, España.
Recuerdo que la primera vez que lo vi fue en un programa de TV aquí en mi país, y me impactó de tal manera, que mi primer pensamiento fue “¡Wow! cuando tenga unos añitos más va a estar tremendo”, y no me equivoqué. Reconozco que en un principio me fijé más en su físico, pero no tardé en darme cuenta de la hermosa voz que tiene, y ese fue el comienzo -desde entonces ha pasado un poquito más de 32 años.
De vez en cuando escuchaba alguna de sus canciones en las estaciones de radio, hasta que un día vi un disco suyo y el corazón me dio un vuelco, así que sin dudarlo lo compré. Al llegar a casa me puse a escucharlo y me enamoré por completo de su voz, y a partir de ese día se convirtió en parte de mi vida. Nuevo disco que salía, producción que compraba, y me gustaba mucho más que el anterior.
Envidiaba a los fans que podían asistir a los conciertos cuando había gira por España, ya que para mí era algo imposible por algunos motivos, sobre todo económicos, pero no por eso era menos fan. Por muchos años soñé con verlo en vivo algún día, pero ese momento se hizo esperar por décadas, hasta que por fin a principios del año 2012 supe que vendría de gira, y esa vez tenía la posibilidad de asistir. A pesar de sentirme feliz, me angustió pensar si podría conseguir una entrada, pero Dios sabía de mi espera y me concedió la oportunidad de concretar mi sueño.
La cita fue en mi ciudad, Sevilla, el 6 de Mayo de 2012. Esa noche entré en el Palacio de Deportes, y con sólo ver el escenario me emocioné muchísimo. La gente seguía entrando y mis nervios aumentaban proporcionalmente. Deseaba con todas mis fuerzas verlo irrumpir en aquella sala y darme cuenta que no estaba soñando, que por fin mi momento había llegado. De repente comenzó la Intro del concierto y ahí mi corazón empezó a latir más fuerte, se oyeron gritos de los fans, y mis ojos lo buscaron desesperadamente, hasta que hicieron contacto con él… ahí estaba Luis Miguel, pisando el escenario con esa presencia arrolladora que lo caracteriza.
Lo que sentí en ese momento fue difícil de explicar con palabras, miraba alrededor mío como buscando la confirmación de alguna fan, que me dijera que no lo estaba imaginando. Sí, era él en carne y hueso, no había duda alguna, y esa hermosa realidad me shockeó, por lo que no pude dejar de llorar cual quinceañera, a pesar de tener 48.
Esa noche la recuerdo maravillosa… salté, bailé, canté y le lancé miles de besos. Fui inmensamente feliz, aunque a consecuencia de tanta euforia me quedé sin voz por cinco días.
Quisiera compartirles algo por lo que tuve que atravesar en mi vida, que fue muy fuerte y por ello tomé una decisión muy importante, en la que termina siendo parte Luis Miguel.
Un día me casé y no imaginé lo que esto significaría para mí, pues mi matrimonio fue un desastre, ya que sufrí malos tratos y un sin fin de cosas horribles y dolorosas. En ese infierno llegué a perder discos, fotos y muchos recuerdos de mi ídolo, porque mi ex pareja me los destruyó. Así fue que decidí tatuármelo para que nunca más nadie pudiera quitarme y destruir su imagen, y aunque ése fue uno de los motivos principales, también lo hice por la admiración, respeto y amor incondicional hacia él.
Hoy por hoy hay mucha gente que no entiende esta pasión que me une a Luis Miguel, aunque sinceramente me importa muy poco lo que el mundo entero piense, lo único verdaderamente relevante es que él siempre ha estado a mi lado en mis malos y buenos momentos. Llevo con mucho orgullo su rostro tatuado en mi piel, y por ese motivo he tenido muchas críticas, pero tampoco les doy trascendencia, porque mi Sol ha sido, es, y será la medicina de mi alma y nunca me fallará, lo sé.
Ahora espero y anhelo verlo nuevamente, para poder tocar sus manos y mirar de cerca esos ojos llenos de dulzura, y si eso pasa, podré decir que estuve en el paraíso mismo.
Gracias Luis Miguel por existir, porque sin ti la vida no sería vida.
Vicky Muñoz Sánchez