Luis Miguel sigue siendo ‘El Rey’
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No hay dudas de que Luis Miguel nació para ser ‘El Rey’, y que supo conquistar este título honorífico apenas comenzó su carrera, cuando el público se lo otorgó, como reconocimiento a su prodigiosa voz, presencia, y seguridad con la que siempre pisó el escenario.
Una carrera, de más de 30 años de éxito ininterrumpido, forjada a fuerza de trabajo y de un profesionalismo que alcanza la perfección, por lo tanto, así como no ocupó el lugar de nadie, tampoco tendrá sucesor. ¿Por qué? Sencillamente porque es imposible que otro mortal sea bendecido con la voz y sensibilidad de Luis Miguel y, como si esto fuera poco, que goce de las cualidades que trae en su ADN; ¿Cuáles? el eterno compromiso con su carrera, su dedicación a tiempo completo, la entrega absoluta a su público procurando brindarle lo mejor, y defender lo que siente y piensa a como dé lugar, entre otros tantos atributos.
El pasado fin de semana ‘El Rey’ escribió un capítulo más en la historia de su vasta trayectoria, presentándose en el Palenque de las Fiestas de Octubre en Guadalajara. A medida que el tiempo transcurría y se acercaba ese momento, fuimos testigos -a través de las redes sociales- de los preparativos por parte de su gran equipo técnico. Debo confesar que la mayoría dudamos respecto a la ausencia de un escenario, porque si bien en este recinto no se monta una escenografía especial, pensamos que se las ingeniarían para armar algo similar para Luis Miguel, pues fuimos incapaces de creer que rompería con todos los esquemas, esos que respeta tan celosamente desde hace tantos años. Con el correr de las horas, y observando los instrumentos ya dispuestos en el perímetro de aquel pequeño círculo, comenzamos a tomar conciencia y a darnos cuenta que verdaderamente nuestro Rey estaba por enfrentar un nuevo desafío en su carrera, y nos sentimos felices y orgullosos por ello.
Así fue como Luis Miguel se permitió disfrutar de un ámbito diferente al que está acostumbrado, hecho que lo tenía más que sorprendido porque no dejaba de repetirle eufóricamente a su equipo “¡Es el palenque!”. Esta vez interactuó con sus músicos desde otro lugar, pues el poco espacio en el ruedo lo invitó a tener un contacto más cercano con ellos, intercambiando miradas cómplices y sonrisas –un espectáculo aparte.
Muchas críticas hemos tenido que soportar este último tiempo, por parte de ciertos periodistas, en relación a la presentación de Luis Miguel en palenques, pero a las pruebas debemos remitirnos, cuando claramente demuestran que este público tan especial se rindió a sus pies. Las malas e injustificadas críticas quedaron en el olvido, porque tanto los medios gráficos, como televisivos y radiales, alabaron su concierto y destacaron no sólo su desempeño vocal y despliegue escénico, sino la calidez con el público y simpatía. Al margen de estas apreciaciones, celebro que Luis Miguel decida hacer lo que siente y lo que lo hace feliz en esta etapa de su carrera. Sus fans vamos a estar acompañándolo y apoyándolo siempre.
Quedó demostrado que un palenque puede ser digno de la presencia de Luis Miguel y el público acompañó, pues estuvo a la altura de este gran acontecimiento.
A fuerza de ser sincera, me quedé con ganas de vivir un concierto con estas características, así que lo pondré en mi lista de sueños a concretar.
Quien no se perdió este hecho sin precedentes es mi amiga Clarissa, más conocida en esta gran familia de fans como ‘La Fan Primera’, a quien quiero agradecer especialmente, porque el día mismo de su retorno a casa se dio a la tarea de escribirnos la reseña de lo sucedido en el primer palenque. Los invito a descubrir, desde adentro, lo que se vivió en la noche más esperada:
Cuando leí que Luis Miguel se presentaría por primera vez en un palenque supe de inmediato que era un evento que no podía perderme bajo ninguna circunstancia, así que puse manos a la obra e hice lo que siempre hacemos, estar atenta al comienzo de la venta de entradas. Ésta comenzó exactamente a la hora de salida de mi trabajo, así que llamé en cuanto llegué a casa y, aunque apenas había comenzado, ya había muchísimas llamadas solicitando boletos para ver a Luis Miguel. Al colgar el teléfono me sentí eufórica, ya tenía fecha exacta mi siguiente cita con ésos ojos verdes que enamoran.
La fecha no se hizo esperar, el tiempo voló contrario a lo que sucede en otras ocasiones, y con mi pequeña maletita llena de ilusiones tomé el autobús rumbo a Guadalajara -seis horas de camino que aproveché para escuchar mis melodías favoritas. Iba muy ilusionada porque me encontraría con amigos que viajaban desde otras partes para verlo, con los que ya me había contactado e intercambiado números telefónicos para encontrarnos en la Feria de las Fiestas de Octubre.
No podía dejar de pensar… “No estaré cerca para poder tocar su mano, pero no voy por un apretón de manos, ni siquiera por una rosa, voy a reencontrarme con su mirada, su voz y su sonrisa”.
La cita fue en el Auditorio Benito Juárez, sede de las Fiestas de Octubre de Guadalajara 2014, y las puertas se abrieron cerca de las 8 pm, aunque el espectáculo era hasta la media noche.
Fui un tanto preocupada porque aunque quería dedicarme a disfrutar el show sin pensar en nada más, deseaba compartirles una o dos fotos para que la comunidad LuisMiguelera de Internet estuviera al tanto, pero esto sin embargo no resultó como esperaba. A la entrada me dijeron que no podía ingresar mi cámara digital, por más que les expliqué que no podía dejarla en el carro porque no llevaba uno, y mucho menos dejarla en mi casa porque había viajado desde otra ciudad exclusivamente para ver a Luis Miguel. Los agentes no entendieron súplicas ni razones, así que tuve que pedirle a una señora de un puesto de comida que me la cuidara, y me quedé con el pendiente de no poder recuperarla. Luego perdí mi señal de Internet con lo cual me fue imposible subir ninguna foto a las redes sociales y, para colmo, la batería de mi celular se descargó al 100%.
Acompañada de mis amigos entré al palenque por fin y, llena de nervios, busqué mi asiento -siempre lleva uno en la cabeza conocer primero qué tan lejos estaremos de nuestro querido Sol-, el cual estaba esperándome a unas cuantas filas del ruedo. En ese momento me separé de mis compañeros de aventura, pues cada quien tenía boleto con ubicaciones diferentes, pero no me sentí sola, porque sabía que mis amigos estaban a unos cuantos metros de mí.
Había mucha expectación por verlo ahí, y nos preguntábamos cómo iban a instalar todo el despliegue de equipos y tecnología que Luis Miguel lleva a sus conciertos.
Terminadas las peleas de gallos empezó la emoción y, casi sin darme cuenta por dónde habían entrado, vi apostados a lo largo de los pasillos varios guardias y otros elementos de seguridad. Cuando ingresaron al ruedo a colocar una alfombra se escuchó el primer grito emocionado del público presente y, casi en cámara rápida, instalaron el equipo que faltaba. El nerviosismo empezó a apoderarse de mí cuando observé personas de seguridad, con audífonos inalámbricos y equipos de comunicación portátil, hablando en clave.
Aunque la banda y corista estaban en sus respectivos lugares, los minutos pasaban y Luis Miguel no aparecía. Minutos después de las 00:30 am comenzó, el público enloqueció, y me olvidé de las casi cuatro horas que había estado ahí sentada esperando por este momento, mirando a todos lados menos al ruedo, porque las peleas de gallos nunca me han gustado.
El espectáculo duró cerca de hora y media, y estuvo basado principalmente en el repertorio de canciones con mariachi. Déjenme contarles que la entrada de los ‘Gallos de México’ fue espectacular en medio del clamor del público.
Los detalles durante el concierto siempre son cosas que uno recuerda para siempre, a mí me impresiona cómo Luis Miguel disfruta e interpreta cada canción -algo que puedes percibir en su rostro y en sus gestos-, y no porque las haya cantado miles de veces las canta sin sentirlas.
Amé su carita cuando cantó el fragmento “Altanera, preciosa y orgullosa”, y su expresión, la fuerza de la voz, y la seña que hizo al llegar a la parte que dice “Pero sigo siendo el Rey”. Y es que lo sabe, es consciente que es un Rey.
He aquí algunas anécdotas del concierto: estuvo algunos minutos sentado en la barrera que separa el ruedo de la primera fila de asientos, el vaso con rosas blancas que finalmente no repartió se quedaron ahí, y estuvo bebiendo continuamente traguitos de un vaso que tenía aparentemente vino tinto. Hubo una fan vestida de novia -quien no estaba por casarse ni se había casado recientemente, sino que había prometido que así se vestiría para llamarle la atención y lo cumplió- a la que no la dejaron bajar a saludarlo y finalmente lo logró, porque Luis Miguel dio la orden que la dejaran pasar. La felicitó y la saludó, y alcancé perfectamente a ver la cara de felicidad de ella cuando le dijo “Gracias”. Hubieran visto a la novia vestida de blanco, con velo y todo, a brinco y brinco de felicidad después del beso de Luis Miguel.
¡Ah! y una integrante de ‘La Ohana de Luis Miguel’, Verónica, le puso un lei hawaiano al cuello, el cual lució por largo rato.
Cuando se despidió hizo algo que yo no lo había visto hacer antes, dejó el micrófono en el suelo y le hizo señas a su ingeniero de sonido para indicarle dónde había quedado el micro. El grito de “Otra, otra” no se hizo esperar, y aunque pensé que no regresaría lo hizo. ¡Qué alegría volver a verlo cuando pensaba que ya se había ido!
Mi momento sublime fue cuando volteó hacia donde estaba y le hice señas gritándole “Te amo”, obviamente no me escuchó pero ése momento en que mueve la cabeza afirmativamente como diciendo “ya te vi, ya te oí, gracias” no lo olvidas nunca.
Me siento muy orgullosa de haber podido presenciar el evento único del debut de Luis Miguel en palenques.
Mi regreso a Vallarta fue un largo camino con un único pensamiento en la mente “¿Cuándo volveré a verte?”
Agradezco a Kristian Núñez y Cecilia Arróyave por su amistad y compañerismo, aunque los tres nos sentamos en lugares separados me sentí acompañada todo el tiempo.
“Doy gracias al cielo por haberte conocido, por haberte conocido doy gracias al cielo”
Clarissa Villarreal