Por Luis Miguel estamos a punto de perder la razón, la noción del tiempo y del espacio

Euge Cabral
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Arrancó el mes de Septiembre y, supongo que al igual que a ustedes, mi corazón galopa mucho más acelerado de lo habitual. Seguramente algunos se estarán preguntando en este instante cuál es el fenómeno que altera su pulso normal, y no hace falta que acudamos a un profesional especialista en el tema para que encuentre la causa de este suceso que tiene nombre y apellido: Luis Miguel Gallego Basteri.

Desde ayer comenzó el tiempo de descuento para que salga ‘El Sol’ en la ciudad de Las Vegas, cuenta regresiva que por fin se convertirá en un solo dígito a partir de mañana, y eso nos tiene más que exaltados y locos de júbilo.

Luis Miguel es un artista que se hace querer y extrañar demasiado, y cada vez que se ausenta de los escenarios –lógicamente necesita descansar- esta abstinencia se nos hace difícil de sobrellevar, pero luego es él mismo quien se encarga de hacernos olvidar de aquellos días en que nuestro ser se vio privado de sus encantos.

Su público lo espera ansioso, ilusionado, dispuesto a sorprenderse –Luis Miguel siempre lo logra-, y con ganas de vivir esas noches en las que los sueños se hacen realidad de su mano. Las redes sociales están atestadas de mensajes e imágenes al respecto, nadie se priva de gritar a los cuatro vientos lo felices que estamos de reencontrarnos con Miky, y es emocionante contemplar las cuentas regresivas que cada quien ideó, de acuerdo al país en que se encuentra y al concierto que asistirá.

El aire de Septiembre está a punto de impregnarse del perfume de Luis Miguel, aroma que actúa en la platea femenina como una suerte de elixir que nos hace perder la razón, la noción del tiempo y del espacio.

En otro orden de cosas, hay muchas novedades en cuanto al Tour que ‘El Sol de México’ realizará

en tierras aztecas en 2015, puntalmente en el primer trimestre, información que les iré brindando en las próximas columnas.

Siempre hay una nueva historia por conocer, porque Miky llega tan lejos como los rayos del mismo sol, por ello es que aquí se las comparto:

Mi nombre es María Elena Salazar Castañeda, soy de Sevilla, España. Mi historia con  Luis Miguel comienza en el año 1982 cuando apenas tenía 11 añitos. Lo vi por primera vez en televisión, y desde ese instante me sentí conquistada por aquel niño que con su voz traspasó la pantalla y todo tipo de fronteras.

Con el tiempo fui comprando sus discos, los que hoy conforman una gran colección y mi más preciado tesoro.

Para mí Luis Miguel lo es todo porque no sólo me brinda felicidad escucharlo, sino que me inyecta de energía en aquellos momentos en que me siento desanimada, a raíz de los ocasionales golpes de la vida.

Como a muchos, me ha tocado atravesar momentos muy difíciles, uno de ellos fue la partida de mi abuelita y actualmente la separación de un gran amor, pero la música de Luis Miguel logra rescatarme del dolor. Sin dudas Dios puso en mi camino a un ser único y especial, cuya voz se ha convertido en un bálsamo para mi alma.

He tenido la posibilidad de asistir solamente a dos conciertos en todos estos años de fan, el primero fue allá por el año 1999 y el segundo en 2012, el 6 de mayo para ser más exacta, y por supuesto que la cede fue mi amada ciudad de Sevilla. A este último show asistí con dos amigas fans y tuve el privilegio de estar en primera fila, como así también de vivir un momento precioso a su lado, experiencia que llevaré grabada en mi mente y corazón por siempre. Aún me emociona rememorar ese instante que pareció eterno, porque cuando tenemos a Luis Miguel enfrente se produce un hecho inexplicable: el tiempo se detiene para nosotros y todo ocurre en cámara lenta. Me recuerdo cantando –como lo hice durante todo el concierto- cuando me descubrió entre la multitud, y ante mi saludo respondió con una sonrisa que me iluminó el rostro, para luego coronar ese momento con un saludo muy típico suyo: cerró su mano y elevó el pulgar hacia arriba. Esa noche regresó hacia mi lugar muchísimas veces, razón que me permitió admirarlo de pies a cabeza sin perderme detalle, y déjenme contarles que estaba más guapo que nunca. Dicen que hay que dar para recibir, y eso mismo fue lo que hizo Luis Miguel en aquel concierto, se entregó por completo a sus fans y recibió infinitas muestras de amor por parte de este público incondicional.

Siento mucho cariño y admiración por este artista que ha sabido forjarse una carrera que lo llevó a ser el número uno, fruto de su trabajo, profesionalismo y entrega, por lo que como todo fan, mi mayor anhelo es conocerlo algún día.

Luis Miguel decidió compartir su voz con el mundo, acto de amor que implicó dar su vida por completo a esta profesión, por eso merece el agradecimiento eterno de sus fans y todo el cariño que le profesamos.

Aquí me quedo, a la espera de que pronto regrese a visitarnos a España, porque nos hace mucha falta.

María Elena

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