“Es pasión, delirio de estar contigo”

Euge Cabral
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Hoy, como tantas veces, amanecí con esas ganas incontrolables de abrazarlo y de sentarme a conversar con él por horas… sí, de Luis Miguel estoy hablando y no enloquecí aunque la frase suene surrealista. Y es ese momento en el que me peleo duramente con la realidad, porque si bien este sueño puede concretarse, es algo que no puedo conseguir que suceda pronto y eso muchas veces me lleva a angustiarme. No sé si alguien habrá atravesado una situación similar para que pueda comprenderme, pero déjenme decirles que uno se siente muy impotente cuando el corazón te pide a gritos estar con la persona que adoras entrañablemente desde hace algo más de 32 años y no puedes concederle ese deseo. Ahí es cuando la razón intenta explicarle al corazón para que entienda que hay situaciones que no son tan simples de materializar y tiempos que no se pueden manipular, explicación que termina siendo en vano la mayoría de las veces, porque los sentimientos no saben de distancias ni del hermetismo que rodea a las personalidades famosas. Qué fácil sería poder escribirle un mail o enviarle un Whatsapp -ya que está tan de moda en la actualidad- a Luis Miguel con el siguiente mensaje: “Deseo verte para poder darte ese abrazo que mi alma necesita para sentirse en paz, plena y feliz. Necesito mirarte a los ojos para decirte en primer lugar cuánto te quiero, y luego conversar sobre tantas cosas que me gustaría contarte. Sólo dime un lugar en el mundo, día y horario que allí estaré”. Qué gran sueño sería poder estar en contacto con él, no sólo para saber cómo está sino para poder intercambiar ideas, opiniones, sugerencias, etc. –me permito volar con la imaginación porque allí todo es posible.

Soy consciente que este profundo anhelo que tengo de conocerlo es un deseo común entre los fans, y qué bonito sería que Dios nos bendiga a todos regalándonos ese momento que tanto hemos imaginado una y mil veces. Mientras escribo no puedo dejar de pensar en todos los afortunados que han tenido la dicha de compartir un instante con Luis Miguel cuando se hacían reuniones con los fans, como tampoco puedo dejar de pedir que éstas pudieran repetirse en la medida de las posibilidades, ya que fueron encuentros verdaderamente enriquecedores tanto para los fans como para el artista. Personalmente opino que el contacto que Luis Miguel tiene con sus fans en los conciertos es único, no hay otro artista que se entregue como él lo hace y eso lo valoramos muchísimo, pero nosotros siempre queremos más, por lo que concretar una pequeña conversación y un abrazo de su parte, haría que sintiéramos que podemos despedirnos de este mundo en paz y  completamente felices.

Miky… tú generas esto, tú te haces querer, desear y extrañar como nadie, por eso tus fans nos hemos vuelto tan demandantes. Juro que si nos concedes unos minutos no te arrepentirás, noso-

tros vamos a encargarnos de que te sientas tan querido y orgulloso como lo estamos de ti.

Y mientras trato de engañar a mi corazón con algún sueño, de esos en los que me he despertado realmente convencida de haber estado a su lado compartiendo un momento muy agradable en el que hasta pude percibir su perfume, los invito a conocer la historia que tengo para presentarles hoy:

Pensar en escribir acerca del cantante que me hace delirar cada vez que escucho una de sus canciones o cuando lo veo en alguna fotografía, me embarga un sentimiento de gran emoción, orgullo, placer y dicha indescriptiblemente infinita.

Mi corazón late con fuerza cada vez que escucho algo relacionado a Luis Miguel o, como ahora, al escribir mi historia como fan. Pensándolo bien, no sé si sea esa la palabra correcta, quizás la más acertada sea admiradora, seguidora o amiga incondicional hasta la eternidad. Este lazo que me une a él va mucho más allá de ser sólo su fan y, aunque Luis Miguel no me conozca, siento como si lo conociera desde siempre, pues lo veo como un gran amigo o alguien que es parte de mi familia.

No miento al decir que hemos crecido juntos y que muchas de sus canciones, sino todas, han coincidido en tiempo y en espacio con experiencias que he vivido  a lo largo de estos 30 años. Me ha dado la sensación de que él sabía lo que estaba sintiendo en un preciso momento y escribía una determinada canción para mí; una de ellas, por ejemplo, es “Nos hizo falta tiempo“, la que al escucharla por primera vez sentí que había adivinado lo que ocurría en mi interior.

No hay forma de que no se me estremezca el cuerpo al escuchar su majestuosa voz e interpretación, sumadas a su impecable elegancia y presencia en el escenario, ¡Él siempre está tan guapo!

Todo comienza en 1984, a mis 10 años, cuando estaba cursando el 6°grado de la primaria en la ciudad de Lima, Perú. Recuerdo que estábamos sentadas en el salón de clases y una amiga me preguntó: “¿Has oído la canción “Palabra de Honor” de Luis Miguel? Canta lindo y es guapísimo”. Le respondí que no, sinceramente aún no la había escuchado, pero ese fue el momento para descubrirla. Esa canción sonaba en todas las emisoras radiales de Lima y fue un éxito rotundo. La letra y la melodía eran preciosas y la potencia de su voz al interpretarla, con ese grito agudo e inconfundible al final de la canción, marcaron mi vida para siempre, y fue el comienzo del gran éxito de Luis Miguel en mi país. Desde ahí no paré de seguirlo.

Vinieron luego “No me puedo escapar de tiMe gustas tal como eresSeparadosFiebre de amor y Ahora te puedes marchar”, entre otras, pero la canción que para mí estableció un antes y un después en su carrera fue “La incondicional”, composición que vino acompañada de un interesante videoclip que mostraba a Luis Miguel con un corte de pelo que lo hacía aún más irresistible.

Cómo olvidar esos veranos inolvidables de mi infancia y adolescencia en un balneario bello al sur de Lima, en los que me la pasaba escuchando su música. Algunos años después ‘El Rey’ cantó “Será que no me amas“, otro de sus grandes éxitos, y el momento en que apareció esta canción fue increíblemente precioso. Recuerdo ir con mis amigas los fines de semana del verano del ´90 y ’91 al club de playa, y bailar realizando la coreografía de la canción y divertirnos muchísimo.

Al año siguiente, otro paso gigante en su carrera, disfruté muchísimo de “No sé tú” y toda la colección de boleros, la que simplemente fue una obra magistral. Estaba (y siempre estaré) hipnotizada ante tales interpretaciones que salen del corazón… y es que él es de otro planeta, no encuentro otra explicación.

La producción “Nada es igual” también la sentí a la medida de mis experiencias de aquel entonces, pues el paso del tiempo coincidió en mi vida con amores que iban y venían, rupturas, desilusiones, etc.

Hasta este momento nunca estuvo en mis planes asistir a un concierto de Luis Miguel, no porque no me gustara, todo lo contrario, sino que sencillamente me parecía un sueño casi imposible de realizar porque lo veía muy lejano. Pero a medida que fueron pasando los años decidí darme la gran oportunidad y el gran gusto, después de todo, la vida es solo una y los años pasan. Fue así que en el año 2002 (y ya con casi 2 años de casada) me enteré que mi ídolo -mi sueño imposible- venía a Lima, después de 6 años, con su concierto “Mis boleros favoritos”. ¡Casi muero de tanta emoción!

En esa oportunidad invité a mi mamá, así que nos fuimos las dos y fue simplemente mágico verlo y escucharlo, ¡No lo podía creer! A pesar de haber estado en la fila 26, y de haber asistido un poco cansada al concierto por la pura emoción, fue una experiencia única e inolvidable. Todo el cansancio se desvaneció de pronto cuando irrumpió en el escenario interpretando “Amor, amor, amor“; grité y bailé durante todo el concierto y mi mamá que no lo podía creer.          

En adelante me propuse que en el siguiente concierto estaría en la primera fila, y desde entonces no me he perdido ni uno solo, aunque lamentablemente aún no realizo el gran sueño de estar bien cerquita para poder estrechar su mano o ser cómplice de algún gesto o mirada.

El más reciente concierto al que asistí fue el 7 de noviembre del año pasado, pude estar en la fila 7, y fue maravilloso porque descubrí, por ejemplo, el brillo de sus zapatos. Toda la noche estuve levantando una rosa blanca esperando a que la vea, canté todas sus canciones, lo aplaudí y ovacioné de pie durante todo el concierto, y cual adolescente conservo las entradas y noticias del periódico como souvenirs.

Ahora que tengo 40 años y  camino hacia los 14 años de casada, una de las grandes  satisfacciones de ser su “Incondicional” es escuchar a mis adorables hijos cantar sus canciones y admirar su inigualable talento. “Luis Miguel, eres el mejor cantante del mundo entero”.

No dejaré de soñar con ese momento en que me pueda encontrar con él, si Dios me lo permite, para poder decirle cuánto lo quiero y admiro, aunque siento, por todos estos años de ser su fiel seguidora, como si ya lo hubiese conocido.

Hasta el próximo reencuentro Miky, y ésta vez sí será en primera fila.

Silvana Tortorelli

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