La música de Luis Miguel eleva el alma
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La columna de la semana pasada me llevó a reflexionar acerca de cuánto nos acompaña Luis Miguel a lo largo de nuestras vidas, y la gran fortaleza que sentimos al refugiarnos en este amor que nos retroalimenta permanentemente, y hoy me resulta emocionante presentarles un relato que confirma esta realidad.
Siempre recalcamos que la música de Luis Miguel nos enamora, nos contagia de felicidad, nos invita a creer y a apostar por el amor eterno, nos contiene y nos rescata de todas las maneras posibles, pero en esta ocasión quiero destacar que nos enseña a ver la vida con positivismo.
Luis Miguel es un hombre fuerte, íntegro, con una visión y una postura muy interesante sobre la vida, quien con su accionar nos demuestra continuamente que es fiel a sus creencias -nada ni nadie lo hace vacilar en lo más mínimo-, y que lo negativo se puede revertir con una actitud diferente cargada de esperanza.
De acuerdo a lo manifestado, y pensando en que crecimos junto a él, suena lógico que lo hayamos tomado de referente a la hora de defender lo que sentimos y pensamos, como así también cuando debemos respirar hondo y tomar coraje para enfrentar alguna dura batalla, de la que seguramente -cual discípulos- obtendremos una gran enseñanza.
¡Cuánto hemos aprendido a tu lado Luis Miguel! Prueba más que suficiente es la historia que les comparto a continuación:
Mi nombre es Andrea, aunque me conocen más como Ruby, y más allá de contarles desde cuando soy fan de Luis Miguel, a cuántos conciertos asistí, o qué sensaciones experimento cada vez que lo veo o escucho, tengo la necesidad de escribir esta historia con el fin de que conozcan una parte de mi vida en donde Miky es protagonista, y como es que su música elevó mi alma.
Hace muchos años, siendo una niña, mi padre me introdujo en el mundo del tango, y al escuchar la voz de algún cantor en esos hermosos acordes musicales, desde mi inocencia siempre le decía a mi papá que eran muy tristes aquellas melodías; jamás olvidaré su respuesta ante mi comentario: “Tú tienes que escuchar y comprender las letras, no desde el lado triste y frustrante sino desde el aprendizaje y la aceptación”, palabras que transmitían un mensaje que no supe comprender en ese momento pero sí cuando crecí.
Allá por el año 1991 nacían mis hijos, los mellizos, y junto a ellos el disco “Romance”, el cual logró que papá escuchara con otros oídos a Luis Miguel, y desde allí compartiéramos muchísimas cosas desde la música. Cada canción que escuchábamos mi papá la interpretaba de un modo tan especial y tan positivo, que hacía que me enamorara aún más de mi Rey.
Pocos años después enferma mi madre y me dije a mi misma: “Pude transformar los temas tristes, o mejor dicho melancólicos, en verdaderas guías para mis experiencias, entonces nada impedirá que en esta ocasión actúe de igual manera”. Así fue como Miky nos acompañó a cada sesión de quimioterapia, a cada consulta con médicos, a cada paseo y en casa, pues él era nuestra gran esperanza porque su música cambió nuestra familia.
Siempre aceptamos con una gran sonrisa lo que Dios nos envió, y créanme que la lucha fue hermosa porque mi madre vivió unos años maravillosos. Ocho años después de conocer el diagnóstico de la enfermedad de mi madre, inesperadamente fallece mi padre, pero en el mismo instante que sucedió entendí el por qué: él no hubiera podido soportar la partida de su amada. Ese día su despedida fue con la canción “Contigo aprendí” a todo volumen, porque toda mi familia sabía que Miky significaba paz en nosotros. Un año después se va mi madre y su partida fue igual que la de mi padre, para ese entonces Luis Miguel se había transformado en mi amigo, en mi consejero… en mi todo.
Un día enfermé y le pedí a Dios que nunca me abandone, y a Luis Miguel que me acompañe en la lucha que debía emprender. Así es como día a día sigo aceptando y dando batalla a todo lo que me sucede, siempre dispuesta, alegre y sin ver lo malo, eso jamás.
Luis Miguel logra que todo el tiempo esté sonriendo porque está a mi lado siempre… él transformó mi vida en Luz, elevó mi alma y cambio mis sentidos.
Dios y Luis Miguel nunca dejaron que baje los brazos, ellos me empujaron a un lugar inigualable dónde no cabe lo malo y reina el amor. Gracias mi Rey por ser mi incondicional y dejarme soñar con ese mundo maravilloso dónde tu voz nos alienta y nos anima, lugar en el que a través de tus ojos no me siento invisible.
Ruby