Luis Miguel es amor, pasión y locura desatada

Euge Cabral
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No me canso de leer las diferentes historias de los fans que les presento cada martes y, a pesar de que encuentro diferencias en cuanto a la época en que descubrimos a Luis Miguel y las anécdotas vividas junto a él, me sigue sorprendiendo confirmar que ha marcado nuestras vidas para siempre. Por más que pasen los años, el pacto de amor que existe entre él y nosotros sigue intacto.

Hoy pensaba, a un par de días de mi cumpleaños, que llevo casi toda la vida regalándome el mismo obsequio para este día y estoy feliz que así sea. Siendo mujer, seguramente deducirán que se trata de vestimenta, accesorios, perfumes o zapatos, pero temo decirles que si esto se les cruzó por la mente están bien errados, pues mi regalo no es algo material sino todo lo contrario. Desde aquella primera vez en que todo mi ser se estremeció ante esa voz, esa mirada, y esa sonrisa capaz de abstraerme de la realidad para explorar sensaciones totalmente desconocidas, decido regalarme la posibilidad de reencontrarme con Luis Miguel. Es muy emocionante regresar con el pensamiento en el tiempo, y verme de niña pidiendo a mis padres este regalo tan preciado para mí. Me conmueve darme cuenta que nada ha cambiado después de tres décadas de ser su fan, algo que debo agradecérselo pura y exclusivamente a él, porque ha sabido cautivar mi corazón y todos mis sentidos.

Regresando al punto en que Luis Miguel deja una huella en nosotros, quiero presentarles a alguien que se sintió prendada de un niño, allá por el año 1982, y del cual se enamoró a primera vista y para siempre:

Mi nombre es Marianela, soy argentina, y quiero contarles mi historia con Luis Miguel, la que comenzó cuando yo tenía 8 años. Mi abuelo, quien trabajaba en Canal 11 -medio de TV muy importante en mi país- y en un cine situado en el barrio donde vivía, estando en mi casa mirando televisión, sentado a mi lado, me dijo: “¿Te gusta como canta ese niño?” Recuerdo que Miky estaba con un traje negro de cuero hermoso, y que me puse colorada porque mi abuelo no dejaba de observarme fijamente al percatarse de mi mirada atenta a lo que sucedía en el televisor. Les confieso que la vergüenza no me dejó responderle, porque en esos tiempos uno tenía muchísimo respeto cuando debía dirigirse a los mayores, por lo que mi  abuelo Óscar agregó: “Lo más lindo que puede pasarnos es tener un ídolo, ya sea cantante, deportista etc.”, y me preguntó nuevamente… “¿Ese niño te gusta?”, a lo que por fin pude responderle con un sí, aunque un poco avergonzada. Desde ahí supe que iba a ser un amor importante en mi vida.

Cuando Luis Miguel regresó a Argentina, creo que yo ya tenía 12 años, mi abuelo me llevó a un estudio de televisión a verlo. Al llegar me di cuenta que el lugar estaba repleto de niñas acompañadas por sus mamás pero no era mi caso, mi acompañante era un hombre súper tierno.

Mi abuelo siempre contribuyó a alimentar esa pasión regalándome dinero para que pudiera adquirir algunos souvenirs toda vez que asistí a los conciertos en el estadio Vélez Sarsfield. Cómo olvidar una gorra que me compré, la que guardo cual tesoro como todo lo que tengo de mi Rey, porque al verla me recuerda a mi abuelo, a quien le estaré eternamente agradecida porque por él amo a Luis Miguel  y lo acompañaré hasta el fin, como dice la canción.

Con el correr del tiempo, más precisamente a mis 18 años me uní al Fan Club “Tengo todo excepto a ti”, donde participé de reuniones muy lindas, y hasta me animé a acampar frente al hotel Sheraton con tal de verlo.

No olvido que un año no pude saca la entrada porque no tenía dinero, fue el tour con el que Luis Miguel se presentó en el estadio River Plate, y me sentí tan triste, que mis compañeros de trabajo fueron testigos de mis lágrimas. El día del show estuve trabajando y mi supervisor, Pablo, me llamó para decirme que ya era hora de retirarme. Como no entendía nada le pregunté “¿Retirarme?, pero sin aún no termina mi horario laboral”, a lo que él respondió “Sí, terminó porque debes ir al estadio River Plate”. Pensé que me estaba jugando una broma de mal gusto por lo que le retruqué “No me hagas esto, sabes que estoy mal” y me puse a llorar sin poder evitarlo. En ese momento me tomó de la mano y me dio dos tickets que se había ganado en un concurso de una gaseosa muy conocida. ¡Imagínense! salté de alegría, se lo agradecí, y mis lágrimas ahora sí que fueron de emoción.

Fue un gran gesto de mi compañero de trabajo, algo que jamás olvidaré, como tampoco esa noche que la disfruté muchísimo junto a mi hermana menor.

Los siguientes shows pude ir acompañada de mi novio, ahora esposo, quien disfruta de la locura que se apodera de mí cuando tengo enfrente a mi amor platónico.

En el año 2010 asistí a uno de mis conciertos preferidos porque me acompañaron mi esposo y mi hijo quien jamás había visto a Luismi,  y no saben cómo se reía al verme tan enloquecida. Hicimos la ola y cantamos juntos, fue una feliz experiencia y a él le encantó.

Mi esposo también me acompañó a las Cenas de Gala que ha brindado Luis Miguel en Argentina, en las que hemos tenido oportunidad de conocer fans, como ocurrió en el año 2012 cuando conocimos a Peggy de Venezuela, Alicia Galea de Mar del Plata, a Moni y Miguel, el hombre que comparte este sentimiento a la par de nosotras.

Déjenme contarles que también he llevado a los conciertos a mis amigas del alma, para que compartan conmigo y entiendan un poco más esta pasión que motiva mi vida.                    

Luis Miguel me genera amor y locura… y es que cuando se apagan las luces y el irrumpe en el escenario, el éxtasis se apodera de mí y es imposible no llorar de emoción sin importar quien tenga a mi lado, porque en ese instante solo existe él y todo lo que me hace sentir.

¡Lo amo y amare por siempre!

Marianela Videla

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