Luis Miguel, puente de sueños (Parte III)

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Hola queridos lectores, aquí estoy para compartirles el relato final de una aventura que jamás imaginé poder concretar, y mucho menos que se diera de un día para otro. Habíamos quedado en que estaba por arribar a la tierra de Marcella Basteri, mamá de Luis Miguel, sintiendo una profunda emoción ante la posibilidad de conocer la ciudad que la había visto nacer, donde comenzó su historia, y el lugar donde están las raíces de su familia, el legado de quienes la precedieron.

Fuimos directo a la plaza central de Massa, donde está la iglesia y los edificios gubernamentales, y luego hicimos una parada técnica para almorzar. Paseamos por esta bella, pintoresca y pequeña ciudad, con mucha nostalgia y cariño, por el gran valor sentimental que tiene para nosotras.



Aprovechamos para ir a conocer aquella famosa fuente de agua donde Luis Miguel tiene una foto con su abuelo Sergio, y transitamos aquellas calles por las que tantas veces habría caminado Marcella.

Les cuento que frente a la fuente hay una pequeña iglesia, así que entramos a conocerla, ocasión y lugar indicado para elevar una oración por Marcella y sus hijos.

Luego fuimos a Carrara, tierra del mejor mármol del mundo, pequeña ciudad que está a tan solo un par de kilómetros de Massa. La toscana es preciosa, pero para mí no fue un lugar turísitico más, sino uno al que me siento profundamente conectada por un cariño especial. Dios quiso que allí pudiese vivir cosas que ni en mis sueños pude imaginar, pero así como dicen que “Lo que se vive en Las Vegas se queda en Las Vegas”, pues tomamos la misma filosofía para nuestra visita a Massa Carrara, ya que lo que vivimos allá fue muy intenso y conmovedor, y lo guardaremos en nuestro corazón por siempre.
Retornamos a casa exhaustas, pero con el corazón llenito de felicidad y gratitud por el día que Dios nos había regalado. Fui directo a la cama para recargar energías, ya que al día siguiente me esperaba la última jornada en Roma.
Como era feriado por el día del trabajo, Cristina pudo estar conmigo en todo momento. Salimos hacia El Pantheon para encontrarnos con Silvia, otra fan italiana amorosa, y allí nos tomamos un rico capuchino en una de las cafeterías más famosas, La casa del café, premiada con la taza de oro, que está situada enfrente. Luego hicimos la visita a este lugar histórico de una belleza arquitectónica extraordinaria, cuya cúpula es la principal maravilla de la ingeniería romana. Quedé fascinada con el óculo, ese gran agujero en el vértice de la cúpula que permite la entrada de luz natural.

Luego nos dirigimos al Vaticano, lugar que había visitado en el año 2006, pero al que necesitaba regresar como buena cristiana. Otro sitio que me llenó de paz y de profunda emoción. Siempre está repleto de turistas, pero esta vez la situación era diferente porque había mucha expectativa a tan solo un par de días del comienzo del cónclave. En las inmediaciones ya estaban apostadas las enormes estructuras para albergar a la prensa mundial, y en el interior de San Pietro caminaban algunos cardenales, los que no podíamos dejar de admirar pensando en que quizá teníamos enfrente al sucesor de Francisco.

Al salir de allí nos encontramos con Amparo y su familia, y todos juntos nos fuimos a tomar un rico helado, pues el calor lo ameritaba. Luego de una amena charla me despedí de Luis, esposo de Amparo, a quien debo agradecer también su amabilidad, cortesía, y buenísima onda. Y aunque parecía que ya terminaba mi estadía en Italia, aún faltaba una última cena con mis amigas y la familia de Cristina. Allí la pasamos fenomenal comiendo unas deliciosas pizzas, y brindando por la unión y la amistad. Regresé a mi hogar transitorio para preparar mi equipaje, ya que tomaba mi vuelo con destino a Madrid muy temprano al día siguiente.
Al despertar me alisté, para luego desayunar con Cristina y Amparo, quien se llegó muy tempranito para despedirse y desear buen viaje. Las tres nos sentíamos extremadamente agradecidas por aquellos días inolvidables que compartimos, y nos despedimos con la promesa de volver a vernos muy pronto. Luego Cristina y su esposo me llevaron al aeropuerto, y allí les dije un hasta pronto, cuánto los quería, y lo agradecida que estaba por hacerme sentir como en casa estando en la suya.
En Madrid, específicamente en el aeropuerto de Barajas, me esperaba una amiga que conocí en el año 2006, fan de Luis Miguel retirada, pero, aunque no lo acepte abiertamente, su cariño por él sigue intacto. Ella había entrado a cirugía 2 semanas antes, y no solo me hizo un lugarcito en su casa, sino que ahí estaba acompañada del tierno Leo, su perro, esperándome muy emocionada. Nos volvimos a abrazar luego de casi 20 años, con el mismo cariño de siempre porque seguimos en contacto a la distancia.

Compartimos el almuerzo en su casa, y luego me tomé un tren con destino a Madrid, ya que Eva vive en una urbanización cercana. Fue toda una experiencia para mí, ya que no estoy acostumbrada a viajar sola y mucho menos en tren. Aquella tarde me reuní con fans en el centro de Madrid, en una confitería muy famosa, emocionada de poder conocerlas personalmente y compartir anécdotas. Luego, una de ellas, me acompañó a recorrer algunas calles del centro y, por supuesto, entré a comprar un gran sándwich de jamón Ibérico en “El museo del Jamón”. Me sentía una niña en Disneylandia con tantos jamones a mi alrededor.

Regresé a casa de mi amiga para seguir disfrutando de su compañía, y dormir temprano porque al otro día me esperaba una cita que me ilusionaba muchísimo. Me iba a encontrar con Juani, la presidenta del club de fans Por la Magia de Luis Miguel España, en el mismísimo restaurante del Estadio Bernabeu, con vistas al campo de juego.
Luego del desayuno partí en bus hacia Madrid, esta vez con una dificultad extra porque debía hacer trasbordo, pero con la ayuda de la tecnología me fue de maravilla. Me bajé frente al estadio a la hora pactada. Qué alegría conocer a Juani, con quien estoy en contacto desde hace dos décadas prácticamente. Fue súper emocionante poder abrazarla, platicar tantísimas horas, y disfrutar de un banquete para reinas en aquel restaurante.

Agradezco que me haya agasajado y consentido tanto. La charla se extendió por 5 horas, entre risas y anécdotas… ¡y las que nos faltaron! Pero seguramente repetiremos un encuentro en un futuro cercano. Nos despedimos encantadas de habernos conocido, y sintiéndonos acompañadas porque hemos vivido cosas similares, de las lindas y de las no tanto.

Regresé con Eva para desvelarnos hasta la madrugada viendo álbumes de fotos de su época de fan. Los había desempolvados para mí, así que tuve la dicha de descubrir tantísimas fotos inéditas, ya que ella portaba su cámara profesional cuando iba a los conciertos o a las diferentes guardias en hoteles y restaurantes. Tiene foto con Luis Miguel, por supuesto, y muchísimas de su hermano Alex Basteri, de Hugo López, y algunos cuántos más del entorno.

Al día siguiente nos levantamos y fuimos caminando a un shopping muy grande cerca de su casa, y allí vi mi cuerpo poseído por un espíritu que suele apoderarse de mí en los viajes, ¡el de las compras! Regresamos para almorzar, pasear a Leo, y alistar todo para mi regreso a la Argentina. El único problema que me atormentaba era no saber cómo empacar un regalo especial que me había hecho, una gigantografía de Luis Miguel. La llevé conmigo al aeropuerto, pero cuando vieron semejante caja quisieron cobrarme como si fuera una maleta extra, ¡imagínense! carísimo. Así que, con profundo dolor, la dejé allá, en espera de idear algún plan para traerla en mi próximo viaje en noviembre.
Me despedí de ella y Leo, que nos acompañaba a todos lados, inmensamente agradecida por tantas atenciones y cariño.
Me despedí de ella y Leo, que nos acompañaba a todos lados, inmensamente agradecida por tantas atenciones y cariño.

Emprendí aquel viaje desbordando de amor y gratitud, llevando en un lugar especial de mi corazón a cada persona con la que había compartido momentos entrañables. Después de 12 horas de vuelo regresé a mi ciudad, directo a trabajar sin importar el jet lag. Gracias a Dios por tantas bendiciones.
Euge Cabral

Que lindo fue todo, Euge, tantos encuentros, tanto cariño!!! Y que delicia todo lo compartido, no solo las charlas y alegrías, también la deliciosa comida italiana, que uno no extraña su tierra y come uno muy a gusto. Espero volver algún día no muy lejano.
Massa Carrara, que lindo lugar, me encantaron los paisajes de la Toscana. Merecido todo lo que hayas vivido en ese lugar, pues has tenido siempre una conexión bella con Marcela y sus hijos.
Celebro tu viaje y deseo puedas seguir viajando por el mundo a más conciertos de Miky, reuniones de fans y lugares icónicos en su vida.
Te abrazo a la distancia con el cariño de siempre. Gracias por compartirnos tan bellas historias que nos hacen revivir junto a ti esos momentos.
Ana María. Ortiz
Xalapa, Veracruz mexico
gracias hermosa, te quiero