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Hola queridos lectores, ¿cómo están? Estoy un poco perdida, pero, si me siguen en mis redes sociales, sabrán que no del todo, ya que estoy escribiendo en forma mensual para un medio de comunicación de México. Hace dos meses me tentaron y decidí aceptar la oportunidad de volver al ruedo, a donde empezó mi columna, no al lugar físico sino a la persona que me invitó a escribir sobre esta pasión que me une a Luis Miguel y a tantos fans alrededor del mundo. Así que, en el “Hipócrita Lector”, también podrán leerme.
Llevo tiempo deseándoles compartir una gran e inolvidable experiencia que viví hace unos meses, para que puedan palpar de cerca cómo nacen lazos de amistad genuinos a partir de compartir un mismo amor.
Para esto necesito remontarlos al mes de agosto del año 2023, cuando la gira de Luis Miguel recién comenzaba. En aquellos días recibí un mensaje privado por Instagram, de una fan con la que había hablado en un par de ocasiones, como con tantas otras. Respecto a ella no tenía muy en claro de dónde era ni a qué se dedicaba, solo que compartíamos los mismos sentimientos por Luis Miguel. Se llama Amparo, es una fan española, de Valencia, que vive hace 15 años en Italia, puesto que se enamoró y decidió formar una familia y establecerse en Roma. En ese mensaje me preguntaba si tenía pensado viajar a España para los conciertos, ya que tenía muchas ganas de conocerme. No tuve que pensar demasiado la respuesta, me moría de ganas por viajar a otro sitio para verlo, pero, después de tantos conciertos en Argentina, mis ahorros estaban en estado crítico. Le expliqué esta situación, pero ella insistió, diciéndome que solo pensara en el dinero para afrontar los tickets de conciertos y el hospedaje, ya que me ofrecía contar con la posibilidad de ser una de sus beneficiarias en la aerolínea para la que trabaja. Recuerdo que me dijo, “El pasaje es gratis, solo habría que pagar los impuestos, y yo me haría cargo”. Les juro que leía incrédula su mensaje, jamás había recibido un acto de semejante generosidad, puesto que me estaba ofreciendo esta posibilidad sin conocerme, teniendo amigos y familiares que podían beneficiarse. Me sentí honrada y muy bendecida en ese momento, se concretara o no, la intención era lo que realmente importaba, así que no me alcanzaron las palabras para agradecerle.
A pocos días salió la noticia de que Luis Miguel estaría en España en julio del siguiente año, coincidiendo con mis dos semanas de vacaciones por el receso escolar. En ese momento sentí que todo se acomodaba mágicamente, y empecé a soñar con la posibilidad de viajar a la madre patria. Cuando hablé con Amparo me dijo que la fecha era muy difícil para viajar justamente por el receso escolar, ya que los aviones van completos. La gente escapa del frío argentino en busca del calor ibérico, pero, como había un vuelo directo desde mi ciudad con destino a Madrid, lo íbamos a intentar. Por si alguien no sabe, les cuento que estos pasajes, disponibles por los trabajadores de las aerolíneas, dependen de lugares libres al momento de la partida.
Siguiendo con el relato, más adelante se dieron a conocer el valor de los tickets de los conciertos, unos 1000 euros aproximadamente, y si viajaba tenía pensado asistir a por lo menos tres. Imposible afrontar ese número para mí, cuando acababa de pagar 5 conciertos en Argentina, con el agravante de no saber, a ciencia exacta hasta último momento, si iba a poder abordar el avión. Así fue como las ilusiones, las de ella y las mías, se esfumaron de inmediato.
Amparo me volvió a escribir al poco tiempo, para decirme que no perdía las esperanzas de poder encontrarnos en España para los conciertos, así que procedió a pedirme la documentación correspondiente para agregarme como beneficiaria de los pasajes gratuitos. Seguía sin poder creer lo hermosa persona que estaba siendo conmigo, casi sin conocerme. Seguimos en contacto, compartiendo cosas, y conociéndonos un poco en la distancia.
El año siguiente llegó, los meses volaron y julio encontró a Luis Miguel en España. No les voy a mentir, jamás perdí las esperanzas de que un milagro tocara a mi puerta y me llevara hasta allá, pero no se dio. Durante aquel año no pude viajar a España, por cuestiones laborales, y el dichoso beneficio estaba llegando a su fin. Pero Amparo volvió a contactarse para decirme, “Yo quiero conocerte y no pierdo las esperanzas. Voy a renovar tu beneficio un año más”. Wow, mi corazón se sentía desbordado de felicidad y gratitud.
En mis vacaciones de verano salí en busca de sol, arena y mar de una hermosa playa de República Dominicana junto a mi esposo, y después fui a visitar a mi hijo a Miami, a quien extrañaba muchísimo. Cuando regresé le hablé a Amparo y le dije que mi próximo viaje tenía que ser a Roma a conocerla, pero para esto debíamos esperar otro año, ya que en mis vacaciones de julio sabíamos que era imposible concretarlo. Ella insistió en que tenía muchos trayectos para usar durante el año, que no pensara en cómo cuadrar muchos días, sino que aprovechara y fuese algunos fines de semana. La verdad es que hasta Roma tengo dos vuelos, uno de 12 horas, y el otro de 2 horas y media, sumado a las esperas, era mucho esfuerzo físico para ir dos días y regresar. Así que me di a la tarea de buscar en el almanaque, los feriados de Argentina para este 2025. Me encontré que el 1 y 2 de mayo eran no laborables y que, si me iba desde el 26 de abril al 4 de mayo, solo debía faltar dos días al trabajo. Pero antes de entusiasmarme con la idea debía ser razonable, pensando en que recién llegaba de un viaje largo, con gastos en mi haber, sumado a que mis ahorros estaban en saldo negativo después de los últimos conciertos de Luis Miguel en diciembre de 2024. Pero pensé en que la vida es una, y que el dinero va y vuelve. Así que le pregunté a mi mamá si estaría dispuesta a prestarme dinero, en caso de necesitarlo. Ella accedió sin problemas, así que le hablé a Amparo respecto a esta posibilidad. Ella entró y se fijó la fecha en el sistema interno de la aerolínea, me dijo que el vuelo del 26 de abril iba casi lleno porque viajaba un contingente de 70 personas, pero que de todas maneras debíamos chequear la misma semana del viaje.
Cuando pasó un mes y medio empezamos a hablar acerca del viaje, y les comentamos a las chicas de Italia sobre la posibilidad de visitar Roma. Cerca de la fecha del viaje, mi entrañable amiga Cristina, con quien tengo una amistad desde hace muchísimos años, me ofreció quedarme en su casa durante mi estadía. La verdad es que no quería molestar, interferir en la cotidianeidad de su familia, pero muy generosamente me abrió las puertas de su casa y, lo que es más importante, me hicieron sentir parte de los suyos. Acepté dichosa y muy agradecida, porque es muy valioso estar acompañada por personas de confianza, cuando uno está en un país que no es el suyo.
El fin de semana anterior a mi posible viaje, comencé a pensar en la organización de todo por si me iba, pero el lunes siguiente amanecimos con la triste noticia de la muerte del Papa Francisco. El mundo entero estaba yendo con destino a Roma, así que me dije, “Pues bueno, no será en esta ocasión entonces”. Al día siguiente Amparo me marcó y me explicó todo: “Mira Euge, ahora mismo voy a generar los pasajes aéreos, dime las fechas en las que quieres volar, cuántos días quieres estar en Roma y luego en Madrid”. ¡Imagínense! Todo era en potencial. Así que le dije que mi idea era estar 5 días en Roma y 3 en Madrid. Luego me explicó que debía armar mi maleta, partir hacia el aeropuerto con 3 horas de anticipación al vuelo, despachar el equipaje, e ingresar hasta la puerta de embarque. Ahí debía esperar a que suba el último pasajero, y recién en ese momento me iban a decir si había un lugar disponible para mí. No lo podía creer, pensé que con uno o dos días de antelación lo sabría. Para alguien tan estructurado como yo, estas cosas no son fáciles y, por lo tanto, lo mío no es lanzarme a lo impredecible. Pero después de pensarlo un rato, llegué a la conclusión de que quien no arriesga no gana, ¿Qué podía perder? Solo el tiempo en hacer la maleta y deshacerla si no viajaba. Así que cambié el chip y comencé a preparar mi viaje con una fuerte convicción de que se daría.
Amparo me llamó el miércoles para decirme que yo estaba en tercera posición, respecto a las personas que deseaban viajar en las mismas condiciones. La verdad es que pensé que no sería nada fácil, porque ¿Quién no se presenta para abordar un viaje al exterior? Pero Amparo no dejaba de transmitirme confianza, diciéndome que es frecuente que en un vuelo no aborden todos los pasajeros, que no perdiera las esperanzas. Así que seguí entusiasmada preparando mi equipaje, y con Fé compré unos regalos para llevar.
La noche anterior al vuelo, soñé que mi difunto papá me llevaba en su auto al aeropuerto para hacer este viaje en particular, así que desperté más segura que nunca de que ese milagro se daría. Saludé a mi perrita y le dije “Mamá viene en unos días, aunque quizá vuelva a dormir la siesta con vos, ¡quién sabe!”
Llegué al aeropuerto y cuando me dispuse a realizar la fila para despachar el equipaje, uno de los empleados de la aerolínea, que ayudaba con la organización y supervisión de pasajes, me dijo: “Sabes que este vuelo va completo, ¿no? Y que son 5, con vos, las personas que aspiran abordar con el beneficio”. Viéndolo a lo lejos, me doy cuenta de que no me alarmé con lo que me dijo, que no me angustié pensando en que no se iba a dar, porque la verdad estaba tranquila y esperanzada.
Cuando despaché mi maleta me dijeron que, como el vuelo iba tan lleno y la posibilidad de conseguir un lugar libre eran muy escasa, mi equipaje quedaba en espera junto a ellos. Además, me indicaron no pasar la seguridad con destino a la puerta de embarque, sino que me quedara ahí en la zona de despacho de equipaje, que una hora antes de la partida del vuelo le consultara al supervisor, respecto a la disponibilidad de un asiento.
Aproveché para pedirle a mi esposo que volviésemos a casa porque me había olvidado la llave del candado de mi maleta, y después retornamos al aeropuerto para desayunar mientras esperábamos. Del otro lado del Atlántico aguardaban noticias, Amparo y Cristina, súper nerviosas y ansiosas por saber si realmente me recibirían en Roma al día siguiente.
Cuando se hizo la hora acordaba me acerqué al supervisor, me presenté, y éste me dijo que aguardara un momento más, detrás de dos personas que parecían esperar lo mismo que yo. Mientras le contaba la situación a Amparo vía WhatsApp, ella seguía dándome esperanzas de volar, pese a que ya éramos 5 personas esperando. Mientras hablábamos escuché mi apellido en la voz del supervisor, así que de inmediato levanté la vista del teléfono, y acudí con prisa ante su pedido de acercarme. Llegando al mostrador veo que extiende la mano con unos papeles y me dice: “Aquí tienes tu pasaje para abordar”. Les juro que mi corazón estalló de alegría, giré de inmediato en busca de mi esposo y saltando le dije “¡Me voy a Roma!”.

Luego tomé el teléfono para avisarles a Amparo y a Cristina que esperaban atentas mis noticias, y las tres nos emocionamos muchísimo porque por fin íbamos a conocernos en persona, compartir tantas cosas, y a fundirnos en ese abrazo que tanto soñamos. Luego avisé a mis familiares y a los contados amigos que estaban pendientes de esta osadía.

Subí al avión, me acomodé en aquel asiento que había deseado tanto, y sin procesarlo aún el avión comenzó a carretear. Cuando por fin estábamos en el aire me dije “No puede ser, estoy viajando a Romaaaaaaa”.
Continuará…
Euge Cabral