“Sueños van creciendo de nuestra ilusión”
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Hace unos días encontré entre mis recuerdos una foto antigua, en la que puede apreciarse que estoy junto a Luis Miguel, y fue tal el revuelo que causó en las redes sociales cuando la compartí que me dije… “Tengo que contarles la anécdota”.
Ustedes saben qué hace más de tres décadas soy fan de Miky, y que el destino se ha empeñado en evitar el encuentro que pudo darse entre Luis Miguel y esta humilde servidora. Aún no me explico cómo se desvanecieron ante mis ojos las dos oportunidades más concretas que tuve de conocerlo, y las razones por las cuales el azar se empecinó en truncar mi sueño. Estuve tan pero tan cerca de vivir lo que siempre había deseado, que en la antesala de aquel pequeño estudio de televisión pude ensayar lo que mi corazón necesitaba confesarle, pues si de pensarlo me temblaban las piernas, llegado el momento me costaría hilar las palabras. Mi corazón latía a mil por hora de solo imaginar que podría sellar aquel momento con un interminable abrazo, pero el destino me arrebató las ilusiones en un santiamén, cuando un imprevisto imposibilitó a Luis Miguel asistir a ese compromiso.
Pasaron los años y nuevamente sentí que por fin había llegado la hora de tomar revancha, cuando supe que el papá de un conocido lo traía a mi ciudad, pero nada se pudo hacer al respecto por más que intentamos encontrar alguna alternativa. Aquella era la época en que Luis Miguel bajaba de su avión para dirigirse directo al concierto y viceversa, y, como mi lema siempre ha sido “Ante todo el respeto”, lejos estuve de considerar invadir sus espacios.
Pese a estos desencuentros aún conservo este gran anhelo, pues me han enseñado que mientras haya vida hay esperanzas. Así fue cómo un día tuve ganas de verlo materializado en una imagen, y me dispuse a jugar con un programa del que nació este fotomontaje que aquí les comparto. Hoy, luego de madurar y conocer un poco más a Luis Miguel, me doy cuenta que si algún día Dios me bendice concretando mi máximo anhelo, no lo pondría en el compromiso de inmortalizar la escena en una foto, porque comprendí que lo verdaderamente importante es eternizar el momento en la mente y en el corazón. Una imagen no puede captar lo que siente el alma al unirse a otra en un abrazo que se deseó por toda una vida, como tampoco la emoción ante una mirada, una sonrisa y unos labios en la piel.
Sin dudas que los fans de Luis Miguel tenemos muchas fantasías con él. Algunas las hemos hecho realidad, otras están a la espera de ser concretadas, mientras que el resto se quedará en el camino del surrealismo.
Si hay alguien que puede dar Fe de que lo sueños se cumplen esa es Marianela, una fan de Chile que tiene uno muy especial que contarnos:
Mi nombre es Marianela y vivo en Chile. Mi historia con Luis Miguel comenzó hace un largo tiempo, mucho antes del año 1984 cuando supe que vendría al Festival de Viña del Mar, pues para ese entonces ya lo escuchaba cantar en la radio. Hasta ese momento no había tenido la oportunidad de descubrir su apariencia y, aunque me apena decirlo, cuando lo vi en la foto de un famoso periódico, no logró impactarme como lo haría tiempo después. Orgullosa y segura puedo decirles que lo primero que conocí de él fue su voz, y esta conquistó mi corazón para siempre.
Pasaron muchos años hasta que por fin puede asistir a un concierto y experimentar la magia de conocerlo en vivo y en directo. Esto sucedió recién en el año 1992 después de que me fui a vivir a Santiago de Chile por estudios, ya que crecí en una provincia del interior del país y, por la lejanía y por no tener los medios para viajar, antes no pudo darse. Allí, conversando con una chica, surgió el nombre de Luis Miguel y sin quererlo descubrí a una fan, de la cual nunca más me separé y con la que asistí a muchos conciertos durante años. Esa primera vez que lo vi fue desde muy lejos, así que me prometí que cada vez que viniera a Chile a un concierto me acercaría un poco más, y así lo hice. Han pasado muchos años de esta vivencia, pero aún hoy me sigue sorprendiendo, encantando y fascinando. Aunque una admire a otras personas, él es siempre el primero.
Aprovecho la ocasión para compartirles el relato de un viaje soñado, ese sueño que todas queremos alcanzar.
Desde siempre supe que algún día cumpliría uno de mis más grandes deseos, tenía la ilusión que así sería pero no sabía cuándo, solo mantenía la confianza que Dios me regalaría esa oportunidad.
Cuando comenzó el año 2009 lo percibí especial, tenía varios planes para ese año y uno de ellos, aunque sin la seguridad de lograrlo, era viajar a México. Gracias a Dios y a uno de mis jefes, que conoce mi admiración por Luis Miguel y apoyó mi sueño, me sentí confiada para tomar la decisión y comencé a planificar mi viaje.
Fueron unas largas horas de vuelo más la espera en el aeropuerto, pero al llegar estaban mis queridas amigas Marthita y Eva esperándome. Llegué de noche a Ciudad de México y llovía, pero nada pudo opacar la felicidad que me provocó pisar esa tierra que tanto tiempo añoré conocer. Inmediatamente emprendimos una recorrida nocturna por gran parte de la ciudad, paseo en el que observé y guardé en mi memoria cada lugar visitado.
Faltaban tres días para el comienzo de los conciertos, e invertí ese tiempo en conocer distintos lugares imperdibles de la ciudad, gracias a mi amiga Martha que se tomó el tiempo de acompañarme. Tengo recuerdos muy bonitos de muchos lugares, paisajes, y sobre todo de la amabilidad de la gente.
El día del primer concierto nos fuimos temprano al hotel donde se hospedaba Luis Miguel, e ingresamos como si fuéramos unas turistas que allí se estaban alojando, algo muy extraño para mí porque en Chile no se puede entrar a un hotel así como así. Cuando estábamos esperando a las chicas del Club Oficial Vivo, de repente apareció uno de los músicos de ‘El Rey’… ¡No lo pude creer!, a pesar de que me habían dicho que podía surgir una oportunidad así. Marthita se acercó a saludarlo, luego Eva, y yo tímidamente que quedé atrás, después ellas me llamaron para presentarme diciéndole: “Ella es Moris de Chile”, a lo que él respondió con una linda sonrisa…“¡De Chile!”, para luego saludarme cordialmente. Posteriormente llegaron las chicas que esperábamos, a quienes aprovecho para agradecerles aquella bienvenida y su simpatía, realmente es un bonito Club.
Después fui presentada a Salo y Víctor Loyo (también músicos de Luis Miguel), personas muy atentas y simpáticas, a quienes les agradezco la disposición con las fans.
Esa tarde fuimos con Martha a un centro comercial, pues yo no tenía boleto para el concierto, y por si acaso ella preguntó si había alguno para ese día en las primeras filas y, ¿qué creen?, quedaba uno en la tercera fila ¡Bendito sea Dios! No pude reaccionar cuando lo escuché pero Martha sí, así que le dijo que lo llevábamos. Pasaron varias horas cuando por fin pude tomar conciencia que era cierto, que lo vería cerquita. No dejábamos de decir que era algo inusual lo que me había pasado, que no se cuenta dos veces, pero yo sí puedo. Ya les contaré.
Cuando ingresamos al Auditorio Nacional fue impresionante pues, cuanto más me acercaba al escenario, menos creía en la realidad que estaba viviendo. Qué alegría ver de nuevo a Miky, disfrutar de sus ojos, poder mirarlo y admirarlo, y qué decir de su voz, la que me sigue estremeciendo. Esa noche me moría por acercarme a saludarlo, pero me faltaba valor, ya que una vez lo intenté pero no resultó. Pensé que ya no tendría posibilidad de saludarlo y me quedé ahí triste, pero luego de algunas canciones vino mi ángel de la guarda, Marthita, para incentivarme a pasar y así fue, no lo dudé. Llegué al pasillo, luego seguí con dirección al escenario, y ahí estaba él, extendiéndome su mano con una maravillosa sonrisa. Lo sujeté con mis dos manos y le dije gracias, fue un momento hermoso y mágico porque solo estábamos los dos, no habían pasado otras chicas.
Hace mucho tiempo que sé que los sueños se cumplen y, ese 20 de enero de 2009, cumplí el mío.
Para el segundo concierto tampoco tenía ticket, y gracias a Lizbeth pude asistir. Fui con otra amiga de México y su amigo y, aunque estuvimos en el primer piso y no vi de cerca a Luis Miguel, fue bonito apreciar el escenario y el Auditorio en su magnitud. Hacía muchos años que no lo veía tan lejos, pero fue bueno poder observarlo desde otra perspectiva. Con mis acompañantes lo disfrutamos muchísimo, ya que mi amiga asistía por primera vez y se sintió muy contenta.
Al tercer concierto no tenía planificado ir porque no tenía entrada, es más, iba a salir con mi amiga, pero al final ella no pudo por trabajo y, como al día siguiente debía levantarme temprano para volver a mi país, le dije a Martha que no se preocupara, que me quedaba en su casa y me acostaba temprano. Ella me dijo que me animara, que nada se perdía, que fuéramos al Auditorio. Así que me convenció de preguntar en la taquilla por si encontrábamos algo, y si no, me quedaría con las chicas del club esperando a Luis Miguel.
Como les dije anteriormente, sí puedo contar dos veces la misma historia por más increíble que parezca. Preguntamos si había algún boleto en las primeras filas y nos dijeron que sí, en la quinta fila cercana al pasillo. ¡De no creer! pensé que ese día no lo vería y tuve mi segunda oportunidad. Recuerdo que con Martha fuimos a comprar una rosa para Luis Miguel, pero como ella no la pudo ingresar, le dije que la podía colocar en mi mochila, puesto que tenía varios cierres, uno en la parte de atrás, y en éste iba a pasar desapercibida. La persona de seguridad revisó todos los cierres, metiendo su mano para buscar bien en detalle en mi bolso, y yo rogaba que no viera el cierre posterior porque ahí me iba a pillar la rosita para Luis Miguel que era de Martha. Fue un alivio cuando me hizo pasar sin percatarse de lo que allí ocultaba… y es que Micky no podía quedarse sin su rosa.
Nuevamente tuve la gran posibilidad de acercarme a Luis Miguel, esta vez había creo que dos o tres chicas conmigo, y cuando tomé su mano lo sujeté y le dije otra vez que era de Chile, se lo repetí unas tres veces y me entendió, porque me hizo una seña con sus lindos ojitos. Después de eso ya no volví a mi asiento, me quedé ahí junto a él hasta el final. Cuando Luis Miguel se fue hacia el otro extremo del escenario, en la canción “Sabes una cosa”, pude observar que recibió la rosa de Martha. ¡Wow!, me dije, pensar que esa rosa la tuve en mis manos. Luego se acercó al extremo donde yo estaba, aún con la rosa en la mano, y de repente se la colocó en el bolsillo de la chaqueta, se miró en la pantalla, se la quitó, y la sostuvo un momento más para luego entregársela a su guardaespaldas.
¡Qué bonito se siente verlo tan cerquita! realmente es casi perfecto, de verdad, ¡Qué lindo es!
De aquellos días tengo los más lindos recuerdos, y estoy muy agradecida a todos por su hospitalidad.
Gracias a Dios por haberme dado uno de los regalos más lindos que he tenido.
“Chicas y chicos nunca dejen de soñar”
Marianela Moris